17 agosto, 2006

Una venganza demorada

Por Casimiro Arena

Dicen que guardarse secretos es malo, y mucho más cuando se trata de cuestiones relacionadas con el interés general. Y tratándose de la vida y obra del “maestro” Ferrante, creo que el reservarse secretos nos convierte en pecadores con directo pasaje al infierno.

A pesar de ello, hasta ahora no me había sentido tan mal atesorando egoístamente este suceso que me tocó vivir. No quiero precisar fecha ni lugar, porque deseo seguir manteniendo por sobre todas las cosas, ese halo quimérico que caracteriza a Demian. Simplemente les contaré que, un sábado (1) cualquiera, y hace muy poco tiempo, recibí un llamado inesperado en mi celular.

Estaba en la casa de Cecilio Dinga – el conocido biógrafo de Ferrante - quien entrevistaba en ese instante a “Tito” Cigala, el amiguito de la infancia de Demian que, recordarán, le hizo la vida imposible al maestro en su niñez.

Yo había ido a la casa de Dinga para intercambiar algunas cosas del maestro.

Cecilio, “escarbadientes usados por Ferrante", y yo, “pelitos de su bigote”. Podrá parecer medio escatológico el trueque, pero los que estamos en esto sabemos que son muy pocos los objetos que se pueden conseguir de Ferrante, aún hoy que tenemos la Internet y el apoyo de la Fundación. Sin embargo, ahora que lo pienso, nada fue casual.... sus sendas presencias fueron acertadas, ambos - Cecilio y Tito - se convirtieron en involuntarios testigos de lo sucedido en aquella jornada.

Atiendo el teléfono y siento una voz que no podía creer: “Casimiro, sos vos” (me llamó Casimiro y me tuteó, pensé.... no puede ser!!!)

Le digo a Cecilio: “... creo que es Ferrante”, y me responde con una cara de ojete envidioso: “... qué va a ser el maestro!!... justo a vos te va a llamar?”. “..Te digo que es Demian”, le repito, mientras del otro lado de la línea escuchaba, “Casimiro, por favor, atendeme, soy Ferrante Kramer”.

Tapando el tubo le susurro a Cecilio como en las telenovelas... “no me cabe duda, es Kramer!!”.... “... andá, mentiroso, sos un farsante!!”, me responde, casi llorando de la bronca.

“Hola, maestro”, atino a decir, y casi me meo encima de la emoción, mientras empiezo a jugar con uno de los escarbadientes que usó, llevándomelo a la boca en una especie de rito entre sensual y morboso.

“Están con vos Cecilio y Tito”, me pregunta... y casi me caigo!. Cómo sabía este tipo que yo estaba con ellos?.... Nos estaba espiando?. Llegué entonces a fantasear que ERA CIERTO!! eso de sus “poderes alquímicos” y lo de su “capacidad de desdoblamiento astral que había aprendido en las Ruinas de Cuzco con maestros Incas”.

“Sí, maestro.... si Ferrante Kramer, estoy con ellos”, le contesto con cierto temor. Y así, como quien no quiere la cosa, me dice: “... Entonces, Casimiro... pasame con Tito”.

Sin hablar una palabra, le paso el móvil a Tito, y escucho que éste le dice: “Sí, soy yo, Tito Cigala”.... y acto seguido Tito le raja una peteada de aquellas y me devuelve el celular.

Escucho reír como loco a Ferrante, no paraba más. Le digo: “Maestro, qué le pasa?”. Sigue riéndose mientras balbucea “Agachate y besala, agachate y besala!!”.

No sé cómo lo hizo, cómo supo que estaríamos los 3 aquella tarde. Cómo supo mi número de teléfono. Pero se vengó de Tito, de cuando lo verdugueaba de chico y de cuando le bajó los dientes y lo mando al Durand. “Bien por Ferrante!!”, me dije para adentro y los dejé a los dos con lo suyo.

Estaba en la calle, cuando de pronto el teléfono me suena de nuevo: “Hola Casimiro” - era Ferrante otra vez -, y me dice: “ ...... perdoná hermano que te haya utilizado para vengarme de Tito... decime... vos, estás bien?”.

Pensé, “ .... Qué considerado!” ... y le respondo: “Si maestro, estoy bien”... y cagándose de risa, me dice: “Ah... estás bien, ... entonces besala vos también!!”

Por un momento, pensé en dedicarme a partir de ese día a estudiar la vida y obra de Natán Pinzón (2), pero me arrepentí... Mi colección de merchandising y boludeces de Ferrante era muy grande para ese entonces.

(1). Sexto día de la semana

(2). Un actor del carajo, comparado con algunos poetas mediocres que cargan a periodistas chilenos honestos.