Si bien hay muchos que hablan de Ferrante y dejan entrever dejos de una personalidad con rasgos alquimistas, porque vieron a Demian en dos lugares equidistantes entre sí, al mismo tiempo, lo cierto es que, en su libro, “La luz al final del túnel”. Demian relata el único hecho que podría denominarse paranormal, desnudando un costado místico en su personalidad.
A modo de síntesis, (ya que el libro en cuestión fue editado en 1974, con una tirada de 12.000 ejemplares, que se dice fueron comprados en su totalidad por el magnate hindú Sal-al bada, conocido admirador de la obra de Demian) cuenta la historia que durante el invierno de 1972, Ferrante se dirigía hacia Chile, de polizón, subido a un trailer de un camión Kenworth de Transportes Magnone.
Si bien él no lo especifica en su relato, hay detractores que dicen que Demian intimó con el camionero en cuestión en un parador mendocino, a cambio de poder cruzar el paso internacional Cristo Redentor (1). Dudamos plenamente de esta afirmación y confiamos en la buena voluntad de Walter Roncote, conductor del camión, en ayudar a Demian a pasar a Chile.
La cosa es que Demian habitaba el trailer entre latas de sardinas en aceite y aceitunas riojanas. El frío calaba los huesos en el trailer y Demian no podía dormir. Mientras jugaba al Sudoku para matar el tiempo pensaba en lo que lo llevaba a cruzar del otro lado de la cordillera. Intentaría volver a conquistar al amor de su vida, la joven Hilda Las Condes, joven chilena que robó su corazón cinco años antes.
Mientras pensaba en Hilda, el camión frenó de golpe. Demian fue aplastado por veinte cajas de aceitunas y perdió el conocimiento. Mientras el conductor luchaba por mantener erguido el convoy, la puerta trasera se abrió violentamente arrojando a Ferrante, sus pertenencias y dos palets de sardinas al costado de la carretera justo a la entrada del paso Cristo Redentor.
Demian desvanecido pensó que moría. Empezó a reparar en los hechos más importantes de su vida. Su madre llamándolo “Diana”, sus hermanos mofándose de el en su infancia, sus viajes por el mundo y un pensamiento que le taladraba el alma: “yo nací para morirme en hollywood, no en este pueblito cordillerano de mierda como este…”.
Cuando sus fuerzas lo abandonaban, Demian sin poder moverse libremente (se encontraba tapado por mas de seiscientas latas de sardinas en aceite (2)) intentó liberar su visión con la esperanza de poder pedir ayuda, y solo pudo divisar un túnel y en el fondo, una luz blanca que lo tranquilizó. Para si pensó “Es el final…confieso que he vivido. Y comenzó a recitar una antigua oración indígena que repetía su abuela cuando preparaba chicha. Vio acercarse la luz y se desvaneció pensando en que muy pronto se encontraría con sus ancestros, con sus padres, en fin… La tranquilidad total.
Minutos después, Demian volvió en si violentamente, Walter Roncote (el conductor del camión) lo despertó a los cachetazos, mientras dos oficiales de vialidad nacional, le despejaban el cuerpo de latas de sardinas. El tunel que vió Demian era la entrada al paso internacional Cristo Redentor y la luz era la linterna halógena, equipamiento indispensable en toda cabina de camión.
Demian estuvo internado un par de semanas en un hospital provincial en las afueras de San Rafael (Mendoza). Cuando estuvo repuesto dudó en seguir en ese estado hacia Chile. Y se volvió a Buenos Aires.
Diez Años después, Victor Sueyro, conocido periodista argentino, amigo de la juventud de Demian, obtuvo fama publicando una serie de experiencias místicas vividas al haber sufrido un paro cardíaco durante una intervención quirúrgica.
Casualmente, sus comentarios coinciden bastante con la situación vivida por Ferrante en la frontera Argentina Chilena una década antes. Muchos dicen que Sueyro, usó la anécdota de su amigo personal para provecho propio. No son pocos los que comentan que Demian se acercó hacia los estudios de Canal 11 (donde trabajaba Sueyro) a pedirle explicaciones cuando el periodista comenzó a disfrutar de la fama que el nuevo libro le habia brindado. La crónica de la época dice que Sueyro lo hizo sacar a los golpes, por personal de seguridad.
Sueyro y Ferrante a partir de ese momento, se distanciaron para siempre.
A modo de síntesis, (ya que el libro en cuestión fue editado en 1974, con una tirada de 12.000 ejemplares, que se dice fueron comprados en su totalidad por el magnate hindú Sal-al bada, conocido admirador de la obra de Demian) cuenta la historia que durante el invierno de 1972, Ferrante se dirigía hacia Chile, de polizón, subido a un trailer de un camión Kenworth de Transportes Magnone.
Si bien él no lo especifica en su relato, hay detractores que dicen que Demian intimó con el camionero en cuestión en un parador mendocino, a cambio de poder cruzar el paso internacional Cristo Redentor (1). Dudamos plenamente de esta afirmación y confiamos en la buena voluntad de Walter Roncote, conductor del camión, en ayudar a Demian a pasar a Chile.
La cosa es que Demian habitaba el trailer entre latas de sardinas en aceite y aceitunas riojanas. El frío calaba los huesos en el trailer y Demian no podía dormir. Mientras jugaba al Sudoku para matar el tiempo pensaba en lo que lo llevaba a cruzar del otro lado de la cordillera. Intentaría volver a conquistar al amor de su vida, la joven Hilda Las Condes, joven chilena que robó su corazón cinco años antes.
Mientras pensaba en Hilda, el camión frenó de golpe. Demian fue aplastado por veinte cajas de aceitunas y perdió el conocimiento. Mientras el conductor luchaba por mantener erguido el convoy, la puerta trasera se abrió violentamente arrojando a Ferrante, sus pertenencias y dos palets de sardinas al costado de la carretera justo a la entrada del paso Cristo Redentor.
Demian desvanecido pensó que moría. Empezó a reparar en los hechos más importantes de su vida. Su madre llamándolo “Diana”, sus hermanos mofándose de el en su infancia, sus viajes por el mundo y un pensamiento que le taladraba el alma: “yo nací para morirme en hollywood, no en este pueblito cordillerano de mierda como este…”.
Cuando sus fuerzas lo abandonaban, Demian sin poder moverse libremente (se encontraba tapado por mas de seiscientas latas de sardinas en aceite (2)) intentó liberar su visión con la esperanza de poder pedir ayuda, y solo pudo divisar un túnel y en el fondo, una luz blanca que lo tranquilizó. Para si pensó “Es el final…confieso que he vivido. Y comenzó a recitar una antigua oración indígena que repetía su abuela cuando preparaba chicha. Vio acercarse la luz y se desvaneció pensando en que muy pronto se encontraría con sus ancestros, con sus padres, en fin… La tranquilidad total.
Minutos después, Demian volvió en si violentamente, Walter Roncote (el conductor del camión) lo despertó a los cachetazos, mientras dos oficiales de vialidad nacional, le despejaban el cuerpo de latas de sardinas. El tunel que vió Demian era la entrada al paso internacional Cristo Redentor y la luz era la linterna halógena, equipamiento indispensable en toda cabina de camión.
Demian estuvo internado un par de semanas en un hospital provincial en las afueras de San Rafael (Mendoza). Cuando estuvo repuesto dudó en seguir en ese estado hacia Chile. Y se volvió a Buenos Aires.
Diez Años después, Victor Sueyro, conocido periodista argentino, amigo de la juventud de Demian, obtuvo fama publicando una serie de experiencias místicas vividas al haber sufrido un paro cardíaco durante una intervención quirúrgica.
Casualmente, sus comentarios coinciden bastante con la situación vivida por Ferrante en la frontera Argentina Chilena una década antes. Muchos dicen que Sueyro, usó la anécdota de su amigo personal para provecho propio. No son pocos los que comentan que Demian se acercó hacia los estudios de Canal 11 (donde trabajaba Sueyro) a pedirle explicaciones cuando el periodista comenzó a disfrutar de la fama que el nuevo libro le habia brindado. La crónica de la época dice que Sueyro lo hizo sacar a los golpes, por personal de seguridad.
Sueyro y Ferrante a partir de ese momento, se distanciaron para siempre.
(1) Por este lugar pasó a Chile -en 1817- la División del Ejército Libertador al mando del general Las Heras, en la Campaña de los Andes. Allá se erige el monumento al Cristo Redentor, a 4.000 m de altura sobre el nivel del mar.
(2) Teniendo en cuenta que el peso bruto de una lata de sardinas es de 380 grs. Demian se encontraba bajo un peso total superior a los 230 kgs.
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