27 junio, 2010

El vídeo de Camilo Andrade - Parte 2/4

Desde aquella tarde, el nombre de “Ferrante Kramer” no dejó de repiquetear en la cabeza de Camilo. Tenía como un pájaro carpintero taladrándole la mollera. Ansioso y desencajado como no se lo había visto antes, comenzó a preguntar a los pocos que le hablaban en el canal, obteniendo respuestas negativas en todos los casos: “No, no sé quién es!”, “Ferrante qué??”, “Poeta peruano prohibido?”, y así todos.

No había ni vestigios de un mísero recuerdo del Peruano Dorado dentro de ATC.

“Quizás, los memoriosos, los que vienen del 7 sepan algo”, especulaba en su desesperación por encontrar respuestas, refiriéndose a los empleados más antiguos de canal, antes de su transformación en Argentina Televisora Color (ATC).

Y si bien el “7” siempre fue un número muy tocado, muy a mano en la vida del Peruano, en esta oportunidad nada le aportó a su búsqueda. Por primera vez, no se encontró nada en el 7 de Demian…

“Pero, la gran 7!”, -bramó Camilo, echando mano del número otra vez-, “Algo tiene que saberse de este hombre!”, exclamó. Y no lo hizo en vano…

En tan solo 2 semanas visitó la Sociedad Argentina de Escritores, academias, talleres literarios, universidades, centros de estudios superiores, escuelas primarias y secundarias, editoriales, imprentas, revistas especializadas… Hasta llegó a visitar a Ernesto Sábato y a Bioy Casares para recabar datos de Demian. Pero, nada, nadie sabía de la existencia de Ferrante Kramer. Llegó a pensar que su odisea estaba llegando a su fin.

Pero, no. Cuando menos lo esperaba, la esperanza vino de la mano de un compañero con el que se veía a diario…

- "Ché, qué te pasa Andrade?”

- “Nada, Ernesto… Nada. Parece que la vida ha decidido darle la espalda a uno, y para colmo es hombre y todo peludo…!”, dijo a modo de broma, aunque escondía su tragedia..

- “Ja, ja, ché… Pero, no debe ser para tanto, qué es lo que te hace sentir tan desdichado?”

- “Que estoy hace semanas detrás de una persona, y no puedo encontrar nada… Como si si no existiera!... Bah!, nada distinto de mí, que parece ser que no existo para nadie!”, reflexionó.

- “Para, che… De qué se trata, loco, de una mina?... Estás atrás de una mina y no te da bola?”, repreguntó el compañero.

- “No, estoy detrás de un escritor, algo que ocurrió aquí en el canal, hace más de 10 años, y que creo que puede cambiarme la vida si averiguo más de él”

- “Ah!.. Y de quién se trata?"

- “No lo conoce nadie, no te calentés… Un tal Ferrante Kramer?"

- “Ferrante Kramer?... Qué casualidad, igual que la Fundación que está en la Avda. Mitre, en Martelli, donde yo vivo!”, dijo, suelto de cuerpo, sin imaginar las consecuencias…

- “Ernesto, te amo!”, exclamó Andrade… “Te amo, me salvaste!”, y le encajó un beso poco habitual…

- “Pará, pará, que vos sos tan raro que a lo mejor!”..

- “No seas tonto, te lo dije porque me salvaste, creo que estoy a un paso. Me podés conseguir la dirección, o el teléfono?”

- “Mañana te traigo los datos, no te preocupes, Camilo… Fumá!”, afirmó su amigo…

Camilo sonrió y miró al cielo… “¿Decime, barbeta, me estás acercando a dónde yo me imagino?"

Camilo no obtuvo respuesta del Altísimo, pero sin lugar a dudas, se estaba acercando…

Continuará…

04 junio, 2010

El vídeo de Camilo Andrade - Parte 1/4

Camilo Andrade era un tipo de poco carácter, callado y dubitativo. No superaba los 60 kilos y el metro y medio de estatura. En pocas palabras, era casi invisible.

Trabajaba como asistente de cámara en Canal 7 ATC hacia fines de los años ’80, y lamentablemente para él, el ambiente artístico no era su lugar. De bajo perfil -y también bajo de estatura-, Camilo estaba sentenciado a no existir en ese contexto donde el protagonismo y la exposición son indispensables para la subsistencia.

Por más que en el fondo de su alma lo deseara, Camilo no podía superar su techo laboral. Llevaba años haciendo lo mismo, ganando una miseria, y boyando de un programa a otro en la medida que salían del aire por falta de rating. Nadie se animaba a decírselo en la cara, pero tras bambalinas se comentaba que donde Andrade iba con sus cables y enchufes, no cabía el éxito.

No obstante ese karma que lo acompañaba en cada acto de su vida, Camilo no se resignaba a ser por siempre una sombra. El despegue tenía que llegarle pronto… había cumplido los 42 años, y a esa edad, tenía amigos de su camada que ya eran directores o productores.

“Alguna se me tiene que dar!”, se repetía para adentro cada vez que sus superiores –en realidad, todos- le ordenaban algo de mala manera. Pero no era más que una frase, apenas un vano intento de forjarse una ilusión, una inútil reflexión interior para soportar ese día a día que sabía inexorable…

- “¿Andrade, sos sordo… cuándo van a estar listos los tableros para la iluminación de la toma de exteriores que te pedí?... No tenemos todo el día, ponele ganas, vamos, vamos!!”

Una vez más -entre miles que recordaba-, su jefe lo volvía a tratar como a un perro delante de todos sus compañeros. Pero, ya ni lástima le tenían, le habían perdido todo respeto y hasta festejaban los insultos que recibía, como si los mereciera.

Aquella tarde, Camilo estaba destruido. No aguantaba más… Pero no podía renunciar, porque sabía que iba a ser muy difícil que le dieran trabajo en otro lado. No sabía qué hacer… Fue cuando, camino al taller, escuchó esa conversación que le cambiaría la vida…
- “¿Estás seguro de lo que decís?... ¿Qué hay una cinta prohibida de uno de los almuerzos de la señora Mirtha?... ¿De dónde sacaste esa historia? "

- “Te digo que sí!!... Que es cierto, y está en algún lugar de este canal!... Algunos dicen que es un mito, que el vídeo no existe. Otros dicen que está perdido, que se extravió entre tantas latas… Pero yo sé que no es verso, que lo prohibieron los de arriba, que es algo grosso, nene!... Hasta donde pude averiguar, la señora había invitado al programa a un tal Ferrante Kramer, un escritor peruano, y parece que hizo o dijo algo inconveniente para la época…. Tenés que remontarte a esos tiempos, los años ’70, no se podía hablar, había censura… Vos sos muy pibe, nene, pero la cosa era así!”…

- “Pero si ella nunca dijo nada de que le hubieran prohibido un prog…”

- “Mirá, nene, me da lo mismo si creés o no!... No te tendría que haber dicho nada!”

La puerta del taller se abrió de pronto, y sorprendió a Camilo…

- “Y vos qué hacés acá, Andrade?”, le espetó quien hacía instantes desplegara la increíble historia de la cinta de la Chiqui… "… Estabas parando la oreja?”….

- “Esteee, no, González… Me mandaron a armar los tableros de Querubines en Capilla… Esteee… Iba a entrar cuandooo….”

- “Bueno, dale, dejate de sanata y pasá, que con lo lento que sos, los pibes se van a quedar sin ese programón tan divertido que hacés, ja, ja, ja!!”, vociferó, mientras se alejaba con un gesto burlón y desagradable.

Detrás de González, se retiró un morocho que lo miró también con desdén. Camilo quedó solo en el taller…

“Ya se me va a dar una buena”, repitió por enésima vez en el día, y de pronto recordó aquel nombre: “Ferrante Kramer”. Como si se tratara de un impulso, Camilo sintió la irrefrenable necesidad de saber más de él….

Parece ser que así como “la plata llama a la plata”, el “fracaso llama al fracaso”…

Continuará…