27 enero, 2010

Sebastián Delgado, el rimoso - Penúltima Parte

La seguridad con que Ferrante había dicho que se haría cargo de la situación, distendió al grupo. Todos pudieron terminar el postre… Pero, de pronto, un acto del Peruano alteró la precaria calma…

- “Mozo!” -gritó-… “…La cuenta, por favor!”

Liberatti, rápido como un dardo, tomó a Demian por la muñeca. Contrariando cualquier pronostico, el Atila de Tumbes estaba por llevar su mano al bolsillo…

- “Qué va a ser, Demian?”, inquirió perplejo Walter ante la situación… “Quieren que todos piensen que es un doble, un clon o uno de sus hermanos gemelos?”, abonó para que no quedaran dudas de su desatino.

- “No, Walter, no te asustes!, respondió, “… Era un chiste… Ustedes me van a tener que pagar a mí por el clavo que les voy a sacar de encima”, dijo, y tenía razón… Esa manga de vagos vivía, por decirlo de alguna manera, de la Fundación que llevaba su nombre y merced de la caridad barrial… A veces, y a pesar de su precario intelecto disminuido por el alcohol y las drogas, Demian tenía ocurrencias graciosas…

- “Walter!... “, dijo Demian al viejo ex presidente de la Fundación-, “… Llamalo a ese Delgado, que vaya ya mismo a la sede… Me siento inspirado, contento… Creo que lo voy a destruir con mi verba!!... A ése se le van a acabar las ganas de burlarse de la gente!”

El orgullo que generó el Peruano Dorado en el grupo se dejaba ver en las sonrisas de Dobetti, Penetieso, Vergatiesa y Carbone… El único que parecía no festejar tanta proclama triunfalista era Liberatti… Años de experiencia junto a Demian, fracasos inconfesados, humillaciones por millares convalidaban ese gesto adusto que llevaba en la cara…

- “Walter!...” – inquirió Demian – “… Teneme fe, no te voy a fallar. Cambiá esa cara de ojete que tenés, que me vas a tirar la moral de los muchachos al piso, y yo necesito tribuna!!... Quiero que sean la número 12 cuando me enfrente con Delgado!”

- “Discúlpeme maestro… “, dijo en voz baja, “… Es que me vienen a la cabeza momentos difíciles que pasamos juntos y….”

- “Te entiendo, Walterio…. Pero dame un poco de crédito, se trata de un enfrentamiento en donde las armas están de mi lado… LITERATURA, WALTER!!!... Ese chiquilín no me va a doblegar en mi terreno. Sabés que soy bueno en lo mío…”, agregó.

En la medida que Demian intentaba tranquilizarlo, Walter se sentía cada vez más aterrorizado y desvalido. Se preguntaba qué era eso de “lo mío” a lo que hacía referencia, y no le venía a la mente ningún libro, ninguna frase célebre, nada que abonara una ventaja en favor de Demian. Sí, miles de anécdotas trasnochadas con alcohol de todos los orígenes y “señoritas” que al momento de presentar credenciales resultaban parecerse más a estibadores portuarios disfrazados.

- “Ya lo llamé, maestro”, sentenció Liberatti, “… En minutos va a estar por acá”, agregó, mientras manoteaba el manojo de llaves para abrir la puerta de la Fundación…

- “Bueno, vayamos pasando… “, estaba diciendo, cuando desde unos metros alguien, cuya voz ya causaba náuseas, gritó: “No me dejen afuera, que me agarra la perrera!”…

Era Delgado… Demian, último en entrar, comenzó temprano el desafío…

- “Ah!, vos sos Delgado??... Encantado!... Moito obrigado!”

Si bien la rima era una merda, el grupo recuperó la confianza. Primer round: empate….
Continuará...

23 enero, 2010

Sebastián Delgado, el rimoso - Parte 4/6

Las bebidas llegaron de pronto a la mesa, y la situación de alguna manera sirvió para que Walter desviara la atención para otro lado…

- “Sírvanle algo a Demian, mientras yo le cuento del asunto”, ordenó a los invitados.

Mientras Dobetti hacía la ronda con una botella de tinto cuya etiqueta dejaba ver “Bisnietos de Michel Torino”, Liberatti imponía al Peruano de lo acontecido con Sebastián Delgado, el Rimoso.

Demian, entre trago y trago asentía con la cabeza, como si entendiera al pie de la letra las consignas del viejo ex titular de la Fundación….

- “O sea que, este tipo….Ah!!, me imagino!!... No la para más!!... Ah, ya va a ver!!!”, murmuraba entre comentario y comentario de Liberatti. Mientras tanto, Dobetti, Vergatiesa, Penetieso y Carbone, escuchaban atentamente e iban tomando confianza en Ferrante y su capacidad de doblegar a Delgado.

- “Sálvenos, Demian!!!...”, irrumpió Carbone en medio del alegato de Walter… “Usted, el hombre de letras más importante de este país… Qué digo, de Latinoamérica, del mundo!... Más que Borges, Sábato y Bucay… el más grande entre los grandes de la pluma… Solo usted puede sacarnos a este tipo de encima”, casi imploró Carbone…

Demian lo miró y le acarició la cabeza como si se tratara de su propio hijo…

- “Paren con los elogios, uno puede ser un grande pero debe conservar la humildad y nunca subestimar al contrincante”, exclamó Demian, con la sapiencia de un sabio oriental… “Me las he visto negras, es verdad, pero no quiero repetir viejas historias”…

La reflexión de Ferrante y la referencia a “negras”, especialmente, trajo a la mente de todos los presentes diferentes imágenes, pero ninguna relacionada con la literatura ni con gente de color del sexo opuesto.

Demian siguió hablando de manera ambivalente –como era su costumbre-, sin definir qué actitud tomaría ante la necesidad planteada por Liberatti. Las palabras del Peruano Dorado no resultaban suficientes para llevar esperanza al grupo…

- “Sí, está bien todo lo que dice, maestro!...Pero, nos va a ayudar?... Sí o no?”, soltó Dobetti, por demás exaltado…

- Sí, Sandro, los voy a ayudar, como siempre!!... O tienen dudas!!... Saben de alguna vez que no le haya puesto el lomo a la adversidad… Desde cuándo yo le esquivo al bulto?”…

Otra vez, a todos los presentes les aparecieron imágenes, pero ninguna relacionada con la adversidad, aunque sí con bultos de todos los tamaños…

Continuará…

12 enero, 2010

Sebastián Delgado, el rimoso - Parte 3/6

Lo citaron en La facha de Aurelio, una conocida pizzería sobre la avenida Balbín al 4000, en Saavedra… La facha”, como la llamaban, era el lugar habitual de encuentro para el tratamiento de temas trascendentes.

Descontaban que Demian iría, por la hora del convite: la una de la tarde, horario de almuerzo. Nunca el Peruano Dorado faltaba a una invitación que implicara comida gratis. Sin embargo, a la hora señalada estaban todos presentes menos él…

Liberatti, Dobetti, Vergatiesa, Carbone y Penetieso no se habían percatado de la demora, estaban muy entretenidos con los prolegómenos. El mozo apareció de pronto, y los atendió con la tradicional cortesía de la casa: “Ya pensaron lo que van a comer?”, lanzó secamente, sin evidenciar arrepentimiento alguno…

- “Esteee… Pedimos, no?”, dijo Liberatti, mirando al grupo que asintió al unísono con la cabeza.

Dobetti gritó “Milanesa con papas fritas!!”, a lo que Vergatiesa adhirió sin pensarlo… “Para mí, lo mismo”. Penetieso pidió “Vermicelli al pesto” y Carbone “Un churrasco de cuadril con ensalada mixta”… Todos platos comunes, nada sofisticado. Le tocaba el turno a Liberatti, cuando de pronto apareció Demian…

- “Discúlpenmennn… Me retrasó el tráfico”, se excusó.
Todos se miraron sorprendidos… ¿Tráfico??”…
La pensión del Peruano Dorado estaba a menos de 4 cuadras de la pizzería. La palabra “taxi” era desconocida para él, y de movilidad propia, ni hablar!!. El único vehículo que había manejado era el carrito para repartos que Carrefour le suministrara allá, a mediados de los años ’60, en Lyon.

Pero, pronto dejarían de preguntarse por las causas de su tardanza… Un tremendo vaho a vino barato se apoderó del recinto; su respiración hedía a bodega saqueada…

Demian se sentó a la derecha de Liberatti, quien aún sostenía la carta del restaurante con sus manos, no había hecho el pedido aún….
- “ESCALOPES!”, sentenció

- “Sí, señor!... ya se lo mando!”, respondió el mozo.

Instintivamente, Demian se levantó de su asiento y se sentó en la silla contigua.

- “Demian!”, reclamó Liberatii… “Por qué se cambió de lugar?”… Le pasa algo?"

- “No, simplemente que no quiero ocuparle el lugar a nadie… Pero, dígame, Walter, quién es ese LOPEZ que tiene que venir?”, preguntó ante la mirada atónita de los demás…

Liberatti, que se dio cuenta de que el Peruano estaba en pedo o fumado, intentó salvar la situación y evitar el papelón….

- “Qué miran ustedes, tarados!”, bramó, clavándoles los ojos a todos….

- “No se dan cuenta??... Ferrante es un MAESTRO!!!... Ya comenzó a hacer rimas: ESCALOPES… ESTA LOPEZ!”, no cabe duda que Demian es nuestro hombre para combatir a Delgado!…”, arengó a la tropa

- “Qué, falta Delgado también??... Cuántos somos para morfar?”, agregó Demian…

Liberatti le tapó la boca… “Este Demian, no para de hacer chistes!”. Su rostro denotaba una rara mezcla de nerviosismo y vergüenza ajena…

Continuará…

01 enero, 2010

Sebastián Delgado, el rimoso - Parte 2/6

Delgado era hombre de tiempo completo en la Fundación. Su primera semana como socio registró una asistencia perfecta. A eso de las 5 de la tarde, se aparecía y no dejaba el antro sino hasta pasada la medianoche.

El encargado del Taller literario resultó ser Liberatti. Conminado a brindar algún servicio por la paga recibida, intentaba hacer leer a Delgado cualquier libro que encontraba a mano. Así, Sebastián, tomó contacto con autores de la talla de Jorge Bucay, Poldy Bird, los poemas de Alejandro Romay, y hasta un libro del Bambino Veira. Mucho más no había…

Pero a pesar de la tarea encomendada por el viejo Walter, Delgado se dispersaba, y la mitad del tiempo se la pasaba boludeando, dando rienda suelta a su “virtuosa” habilidad: la rima. No hacía otra cosa que encontrarle musicalidad a todo lo que escuchaba o decían los demás.

Comenzó con algunos versos sencillos, que tenían que ver con las cosas cotidianas que encontraba a su paso. Pero pronto se la fue agarrando con los socios de la Fundación, y en especial con sus apellidos. No hacía 15 días que los conocía, que ya se había tomado más confianza que un amigo de toda la vida…

De repente, aquella actitud fresca e insolente que causara tan buena predisposición entre los socios, habría de convertirse en una insoportable pesadilla.

- “Liberatti, Liberatti… Hoy te voy a cocinar penne rigati”, solía decir, o “Losasso, qué cara de payaso!”… También con el escribano Penetieso: “Rallame el queso, Penetieso!” o con Vergatiesa, “Vos poné la mesa, que a mí esta me pesa”.

Así se comportaba Delgado en la Fundación, haciendo pendejadas por el estilo, aunque dichas en aquel mausoleo nauseabundo de humedad y vejez, sonaran como un canto a la vida…

- “Che, pibe, pará la mano!”, le decía Walter de a rato. Pero, nada… Nada hacía que Sebastián la terminara. Hasta parecía que se potenciaba su ingenio cada vez que querían mitigar sus pullas.

- “Callate vos, viejo… O te da bronca que sea un pendejo?”, le devolvía…. “No ves que los demás se ríen conmigo, vos no querés ser mi amigo?"; así, una y otra vez, todas sus contestaciones rimaban. Eran verdaderamente malas e inaguantables….

Liberatti y compañía estaban agotados de escucharlo. Aunque no hablaban de ello y le sonreían cada vez que festejaban una de sus rimas, lamentaban el día que le dieron ingreso; y no sabían cómo desprenderse de él en lo inmediato… Delgado había pagado un año por adelantado, y la plata ya no estaba.

Fue Carbone quien tiró la idea…

- “Y si le decimos a Demian?...Al maestro se le va a ocurrir algo, no?. Yo no lo banco más a este Sebastián, nos va a volver locos a todos!”, dijo, al tiempo que irrumpía Delgado a la sala de reuniones…

- “Qué decís, Carbone… Te cagaste los calzones?”, lanzó, riéndose solo como un loco, disfrutando de su enésima rima del día…

Liberatti los miró a todos en silencio, y asintió con la cabeza. La decisión estaba tomada, llamarían al gran Ferrante Kramer para enfrentarlo…

Continuará…