29 junio, 2007

El temple de un grande - Intermezzo

Mañana subiremos la última parte de "El temple de un grande", una de las más heroicas historias de Ferrante Kramer, el Peruano Dorado.

Sin embargo, nos pareció aportuno recomendarles la previa lectura de otra de sus hazañas, "El abandono", ya que se encuentra muy ligada al presente relato. Trata de su traumática partida de su Tumbes natal, cuando era aún un inocente veiteañero.

Para acceder a "El abandono", podés cliquear AQUÍ

Y no olvides regresar al Blog mañana sábado, para conocer el desenlace de "El temple de un grande"... Tan solo un adelanto.... Vas a encontrarte con el verdadero Demian Ferrante Kramer, con el amigo incondicional de Christian, con el que no escatima en enfrentar el peligro cuando un ser querido está en apuros...

Vas a asombrarte, como nosotros cuando escuchamos esta historia y decidimos publicarla.

Vas a llorar, vas a reir... Pero, sobre todo, vas a saber de la grandeza de este magnánimo escritor peruano.

AlexB - P. D'Orrys

28 junio, 2007

El temple de un grande - Parte 1

Hacía muchísimos años que Demian no pisaba su Perú natal… Y no era para menos, su familia lo odiaba, especialmente su hermano Dionisio.

Las pocas veces que regresó a su tierra lo había hecho a escondidas, subrepticiamente, como un polizón; incentivado por algún trabajo temporal que finalmente terminaría en la nada, la promesa de un nuevo libro que jamás se editaría, o el llamado de alguna celebridad artística que simplemente lo confundía con otra persona.

Demian quería volver al terruño, pero no tenía motivos. Tampoco dinero, obviamente.

Pero quizás fue el destino el que hizo que se enterara por un tercero que alguien en Tumbes lo estaba buscando.

Christian Infante, sí… El mismo con el que jugaba en la ribera del Río Pizarro junto al malogrado Tito Cigala. Infante, sí, el mismo que casi le debía la vida al Peruano Dorado…

A través de un paisano, Ferrante Kramer tomó conocimiento de lo que parecía un sueño: Infante, ahora un poderoso acaudalado de la “Industria del Maní” en Perú, se preguntaba dónde estaría su querido amigo Demian, el que lo había salvado de morir, aquella vez cuando debió enfrentar solo al feroz lince que puso en riesgo su vida; dónde estaría para agradecerle y recompensarle en su justa medida…
Había llegado a oídos de Infante que Demian no estaba bien económicamente, y que se encontraba en Argentina. Y así fue que puso manos a la obra para hallarlo… Un año bastó para ubicarlo; los ricos lo pueden todo…

“Quiero que te vengas, Demian… Acá vas a tener de todo, querido amigo. Y no admito negativas!”, era todo lo que decía la carta que Silvio Delgado, el emisario, le entregó a Demian para que viera que no era broma…

Y Demian no podía decir que no. No por la amistad que los unía -apenas si recordaba su cara- sino por la afonía que tenía, producto del desgaste al que sometía a sus cuerdas vocales voceando diarios todo el día.

Así fue que Ferrante Kramer, devenido en canillita barrial -de algún modo ligado a las letras y el papel- parecía encontrar un camino hacia un futuro próspero, al menos mejor al presente que padecía.

¿Tendría Demian -ahora de la mano su compadre- alguna posibilidad de que su nombre volviera a la primera plana de los principales medios del mundo?

¿ Era Infante su Mesías personal, el que le devolvería la dignidad perdida?

Solamente el destino tenía la respuesta.

El encuentro entre ambos fue antológico…. Un Infante desbordado por la emoción, no salía de su asombro al ver a su “amigo del alma” bajar de Boeing 747 que lo había depositado en el aeropuerto de Lima.

Luego de más de una hora que demoró el check in del Peruano -lo habían confundido con un maletero del aeropuerto-, un abrazo interminable los unió a ambos. La voz emocionada de Christian no cesaba de repetir: “Te debo la vida, cobrate hermano, cobrate!!”, ante la estupefacción de sus guardaespaldas personales que nunca habían visto tan sacado de sí al “jefe”, como lo llamaban.

Demian pareció emocionarse también. Algunas imágenes viejas se le venían a la cabeza: Tito Cigala, Infante, la selva tumbesina, Huasago, las gallinas violadas, Rogelio el gorila, y el lince… Sí, “el lince”… Aquel que había querido atacar a su amigo, el mismo con el que había tenido que vérselas muchos años atrás.

Fue en ese instante que Demian salió del trance en que se hallaba… Entretanto, y un poco molesto, intentaba desprenderse del abrazo de Infante. Sucedía que recién se daba cuenta del porqué había sepultado esa parte de su vida, y de lo poco que recordaba el rostro de su amigo. Un escalofrío le recorrió la espalda; el miedo, como hielo, le invadió la dermis.

“Dios mío!”, gritó totalmente aterrorizado al recordarlo todo … A lo que los allí presentes acompañaron con vivas y aplausos, interpretando que aquellas primeras palabras de Demian, eran motivadas por la profunda amistad que el peruano sentía por su compinche.

“Vamos a casa, Demian… Tengo mil cosas que contarte. Pero quiero que tú también me cuentes algo.. Tú sabes, me refiero a aquello, a lo del “lince”, fue lo último que dijo Christian a un sorprendido Demian, antes de ingresar al Chrysler Pronto Cruizer que los aguardaba para llevarlos a la “Mansión Infante”, en las afueras de Lima.

Infante había llamado a Demian para agradecerle lo que había hecho por él, sin duda. Pero también había tenido otras razones… Nunca le había quedado claro cómo se desarrollaron los acontecimientos años atrás, cuando Demian y él salieron de caza aquella tarde. Infante se había desmayado del susto; la sola presencia del lince bastó para que cayera como una bolsa al piso.

Pero junto a él “estaba su amigo Demian”, su salvador, no se cansaba de contar Infante en las sobremesas. “…Cuando recobré el conocimiento presencié aquella escena que jamás olvidaré: Demian, cinturón en mano, sangrando y con las ropas rasgadas. A su lado, el lince muerto, despedazado… Y a lo lejos, algunas figuras de la fauna tumbesina -un león, un elefante y un gorila- dando testimonio de la dispar batalla de la que resultara vencedor mi amigo!”.

Christian estaba ansioso por sentir de la boca del Peruano Dorado aquella historia. Por agregarle los detalles, las piezas faltantes. Quizás como una manera de recrear la leyenda y elevarla a las alturas del mito…

Continuará…

26 junio, 2007

El Parque Temático Ferrante Kramer - Tercera y Última Parte

La alegría era constante. Todo estaba previsto pero el infortunio siempre está a la orden de día en todo aquello que tenga que ver con el Peruano Dorado...

Amaná Reyes Ulloa, esposa del Embajador de Perú en Argentina estaba probando la montaña rusa. Gritaba de placer (o de terror, nunca quedará claro), cuando de golpe el carrito que transportaba a la mujer del diplomático se desprendió del riel desacomodándose y volcándose violentamente hacia fuera, dejando a la mujer semicolgada al vacío.

En la soledad del parque, con solo cinco personas recorriéndolo, todos pensaron que los gritos de la mujer tenían que ver con el susto, propio de la adrenalina que le provocaba el juego, y no porque se encontraba agarrada del pasamanos del carro, a más o menos dieciséis metros del piso.

Después de quince minutos de gritos desenfrenados, los visitantes corrieron desesperados para tratar de auxiliarla. El embajador miró a Andrés y le dijo: "Si algo le pasa... olvídese del dinero para el financiamien..." no pudo terminar.

En ese instante la mujer cayó al vacío. Hubo un segundo de silencio que pareció eterno. Andrés se dio cuenta que ese hecho estaba sepultando doscientas millas bajo tierra el sueño del parque temático Ferrante Kramer.

La mujer fue a dar sobre otra atracción: Caminata Por Martelli, que no era más que una "caminata lunar". Un gran globo inflado con aire que amortiguó la caída de la mujer, provocándole únicamente algunas lesiones leves.

El Japonés García intentaba calmar al embajador, mientras pensaba porque no había sido su mujer la protagonista de este triste episodio. Andrés, mientras tanto, intentaba guardar la compostura; internamente se desangraba de furia.

El embajador peruano antes de retirarse lo miró con cierta soberbia y le dijo: “Andrés, lamento informarle que daré cuenta de este suceso al intendente de Tumbes y recomendaré que suspendan la transferencia para financiar este emprendimiento. Sin dudas será tirar la plata.”

El japonés García -para no ser menos- le espetó: “Querido...tenés una semana para desmantelar el parque y entregarnos el predio vacío tal como te lo dimos.”

Andrés se quedó apoyado en la puerta del parque, con un paquete de pochoclos en la mano casi desahuciado.

Al día siguiente, a Andrés le costo levantarse. Fundamentalmente porque sin el financiamiento proveniente de Perú y sin el apoyo del Japonés García, sería prácticamente imposible afrontar los compromisos financieros y comerciales que oportunamente había asumido para erigir esa obra.

No obstante, se levantó, y se puso su mejor traje de lino color manteca (le recordaba su pubertad junto a Demian en Tumbes. El excesivo calor de las playas tumbesinas en verano hacía insoportable cualquier tela sobre el cuerpo que no fuera lino).

Llegó al predio. Dieciséis obreros lo esperaban fuera, con cierto grado de preocupación. Una faja judicial inhibía el ingreso al parque. Dos patrulleros de la policía bonaerense se apostaban sobre la entrada lateral y cuatro integrantes del estudio de arquitectos, el responsable comercial de la empresa de grúas y dos repartidores de coca cola hacían subir la tensión de la escena.

“Señores...” -dijo Andrés con voz firme y seria- “… Este proyecto ha quedado trunco. No podremos continuar. Les pido disculpas y agradezco a todos vuestro esfuerzo personal y profesional para enaltecer la figura de Demian Ferrante Kra..." En ese instante, un botellazo de Fanta naranja se estrelló en su rostro. A partir de ese entonces, al grito de "Pagá la que debés peruco puto!!!" todo se desbarrancó.

Comenzaron a volar objetos contundentes de un lado y del otro buscando la figura del peruano. El traje de lino color manteca rápidamente se convirtió en rojizo por el efecto de la sangre que empezó a brotar de su cara.

Recibió una paliza estremecedora.

Los oficiales de la bonaerense que se habían mantenido extrañamente a un costado, se apiadaron de Andrés y cuando estaba agonizando separaron a la muchedumbre, rescatándolo y lo trasladaron en el baúl del Chevrolet Monza patrullero al Hospital Nº 1 de San Isidro.

Andrés quedó internado a causa de las múltiples contusiones que presentaba su cuerpo. Sedado y en estado semiconsciente le pareció reconocer algo. En algún momento de su internación, pudo sentir como que alguien se acercaba a él, le tomaba la mano, lo besaba en la frente y suavemente al oído le decía "Gracias".

Pensó que los calmantes lo habían hecho delirar por lo cual no hizo ningún comentario a los profesionales que lo asistían.

Cuando le dieron de alta, mientras empacaba sus cosas, una enfermera se le acercó. Veo que ya estas bien Andrés -le dijo sonriente- Si...contestó el peruano desanimado como si la vida se le hubiese caído encima.

- “Tengo algo para vos” -le dijo la mujer con aire intrigante-

- “No dijo Andrés, yo... no... Aunque no parezca soy homo..”, y de golpe se quedó petrificado.

La mujer sacó una carta de su delantal y le dijo con tono didáctico:

- “Tu primo estuvo todas las noches acá, velando porque vos estuvieras bien. Hace un par de noches me dejó esta carta y me dijo que te la diera únicamente cuando estuvieras listo para retirarte. Que costumbre rara la de los peruanos ¿no? ¿Porque no esperó para dártela personalmente?”-

A Andrés comenzaron a llenársele los ojos de lágrimas. No podía ser otro que él. No había sido una alucinación. Cuando leyó el contenido de la carta se saco la duda definitivamente.

“Siempre hay una segunda oportunidad.
El destino nos espera,
no lo hagamos esperar.
Porque si no te pones las pilas,
te la van a volver a dar”

Saludos cordiales,

Demian Ferrante Kramer

Andrés rompió en un sollozo emocionado y se fue por el pasillo del hospital hacia Avenida Libertador. Nunca más se supo de él.

24 junio, 2007

Aún sigue primero!!

No se podía esperar otra cosa de él!... Y aunque en el fondo todos ansiábamos que al menos una vez saliera de perdedor, pudo más esa fuerza irresistible que guía todos sus actos hacia el fracaso.

Filmus no pudo con el innombrable en la segunda vuelta, si bien no le fue muy mal que digamos.

Ahora todos "piden la cabeza" del responsable de que Ferrante Kramer haya apoyado la campaña... "¡A quién se le ocurrió que ese tipo estuviera en los afiches!", bramaban los jefes de campaña, publicistas y allegados al gobierno.

"¿Por qué no se lo mandaron a Mauricio?", se preguntaban desconcertados... Es que no todos sabían de la participación de Demian.

Nadie quiere al peruano en política, se sabe. Siquiera el "beduino" Carlos Saúl. Tampoco él, uno de los mufardos más terribles que haya dado cuenta la historia, lo quiso a su lado.

Pero el Peruano Dorado hizo de las suyas, a pesar de su negativa: Demian trabajaba de mozo en la fiesta donde se conocieron el "Carlo" y la "Bolocco"; algunos memoriosos dicen que fue en la Cabaña Los Cuernos del Toro, en Chile; otros que fue en Cuernavaca, México... Da lo mismo.

¿Qué le depara el futuro a Demian?... Seguir escribiendo, que es lo suyo, sin dudas.

Desde este Blog daremos cuenta de sus próximos pasos. Y también de sus célebres historias.

Mañana, saldrá a la luz la tercara y última parte del "Parque Temático Ferrante Kramer", otra obra fundamental en la vida del Coloso tumbesino. Quedan todos invitados a leerla.

Y finalmente, lo apoyó...

Muy sobre el final de la campaña, pero finalmente Demian se jugó por Filmus.

No sabemos si la gente del Frente para la Victoria se confundió al elegirlo, o si alguien con oscuras intenciones lo sindicó como un referente válido de la cultura. Lo cierto es que miles de carteles, como el que ilustra esta entrada, dieron cuenta del apoyo brindado por el Peruano Dorado al oficialismo en pos de la obtención del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

En lo que nadie pensó, seguramente, es que al Coloso tumbesino nada le ha salido bien nunca, y que solo ha sabido consagrarse como bastión del fracaso en todas las lides en las que le tocó actuar.

Las letras, la música, la televisión y el cine lo han visto transitar entre la mediocridad y la humillación... Pero también la política; no nos olvidemos de sus tiempos en Denver, Illinois, Louisiana, sus tribulaciones junto a líderes latinoamericanos como Lula o Chávez, ni su última participación junto al pelado Telerman (recordarán la edición de "La Biblia Peruana"), tercero en la primera vuelta de las elecciones capitalinas. Sencillamente, lo destruyó!!.

No obstante, desde este Blog quisimos dar testimonio de algo que podría significar un punto de inflexión en la triste vida de este héroe de la cultura latina.

Se ha hablado, y mucho, que es muy difícil que Filmus logre imponerse en el día de hoy en la segunda vuelta por la gobernación de la Ciudad de Buenos Aires.

Y tampoco podría atribuírsele a Demian -sería injusto- que una eventual derrota fuera responsabilidad suya debido a su poca fortuna para todo.

Pero, si contra todo pronóstico, Filmus resultara triunfador... ¡Señoooores!!!... Podríamos estar presenciando el "primer éxito comprobado de Ferrante Kramer en alguna actividad humana", lo que no es poco, tratándose de más de 70 años de fracasos ininterrumpidos.

Esperemos un poco, faltan apenas horas.

El Parque Temático Ferrante Kramer - Parte 2

(Para ver la Parte 1, cliqueá AQUÍ)

Andrés Lucca tenía claro cómo empezar. Era indispensable conseguir un predio para levantar el parque. Fue directo al histórico intendente de Vicente López, Enrique “Japonés” García, quien se interesó casi al instante del proyecto, no solo porque el municipio no desembolsaba ni un centavo, sino por el hecho de que un emprendimiento de ese tipo generaría tráfico turístico nacional e internacional para su zona de influencia.

De esta forma, el Japonés García apadrinó desde el inicio esta movida, brindando en usufructo por 20 años un predio junto a las vías del ferrocarril Mitre, detrás de la estación Villa Martelli y organizó un acto político para la colocación de la piedra fundamental.

El intendente fue más lejos. Llegó a declarar en medios de comunicación de la zona que en su juventud había leído varias obras del peruano. “Mi Lucha” y “Lo que mata es la humedad” son mis obras preferidas, declaraba el japonés con bastante desparpajo... En fin, todo sea por la causa…

Andrés avanzó con el proyecto. Licitó el desarrollo arquitectónico, la construcción y hasta la explotación comercial de las distintas atracciones. Hasta tuvo un gesto de grandeza hacia a la Fundación DFK. En honor a todo lo que Walter Liberatti y compañía hacían por la imagen del Peruano Dorado, Lucca iba a ofrecerles sin cargo, el manejo del negocio gastronómico dentro del parque. Lamentablemente, Liberatti nunca llegó a enterarse de esta buena nueva, porque cuando recibió la notificación correspondiente, tiró la carta sin haber terminado de leer el primer párrafo diciendo por lo bajo: “Otro delirante!!”.

La construcción empezó a toda marcha. Más de un centenar de obreros trabajaban día y noche a un ritmo devastador. La fecha de apertura estaba prevista de antemano: el 5 de octubre. Onomástico de Demian. Sin dudas, sería una fiesta.

A Andrés le costó mucho conseguir el apoyo de la prensa nacional. No podía entender como nadie conocía a Demian. Tampoco tuvo ascendencia sobre los comerciantes de la zona para que –a través de espacios publicitarios- aceleraran el retorno de la inversión. Al parecer, ya habían sido estafados en más de una vez, por oportunistas que citaban el nombre de Demian para ofrecerles mágicos negocios que finalmente nunca se concretaban.

La distribución de las atracciones estaba establecida. A modo de stands con juegos, cada uno de ellos representaba una etapa en la vida de Ferrante Kramer. Andrés había adquirido en un remate metalúrgico una serie de máquinas que habían pertenecido al parque ubicado en Callao y Libertador (Italpark), que brindarían un soporte de recreación a la historia del Atila Peruano:

El circuito de visita del parque sería:

- Allá lejos en Tumbes: una recreación del solar de los Ferrante Kramer en Tumbes, con reproducciones de las habitaciones, los campos y muñecos de cera que representaban a la familia.

- Fami, ladridos mágicos: una constante exposición de destrezas caninas en homenaje a la amada mascota de Demian, todo ambientado en una gran cucha de once pies de alto por catorce de ancho.

- El viaje en el carguero: un divertido laberinto que reproduce las distintas etapas en la vida de Demian en las que tuvo que viajar de polizón en distintos barcos.

- La noche en Denver: Sin dudas el período oscuro en la vida de Ferrante, Un tren fantasma ambientado recreando su historia en un Buick abandonado en una playa de estacionamiento de este pueblo en el estado de Colorado en los Estados Unidos.

- Biblioteca de los sueños: Copias, manuscritos y dibujos realizados por Demian a lo largo de su historia. Esto se había convertido en uno de los primeros problemas para Andrés, ya que no podía conseguir ni siquiera una fotocopia de todo el frondoso trabajo que Ferrante había desarrollado en cuarenta años. Finalmente utilizó algunos libros y revistas que le prestó un vecino acerca de un tal Meyer Lansky, un mafioso norteamericano que explotaba el juego en Cuba.

- Hall of Fame: Recopilación de fotos y anécdotas de un sin fin de personajes famosos que conocieron a Demian durante toda su vida. Aquí, surge otro problema porque desde el minuto cero, mas de la mitad del material recolectado para esta atracción es de dudosa precedencia.

- Montaña Rusa: No tiene nada que ver con Demian pero los asesores comerciales convencieron a Andrés que un parque de diversiones sin montaña rusa era inviable.

- Demian Shop: Un puesto para la venta de merchandising. Lucca confiaba en que este sector brindaría el mayor porcentaje de ingresos de todo el parque.

A medida que la construcción avanzaba, la expectativa crecía. Las vecinas del barrio insistían en decir que el parque estaba siendo construido por Universal Estudios copiando el modelo de los parques temáticos de Los Angeles. Otro grupo de personas insistían en decir que en realidad era un patio de juegos establecido por el Supermercado Coto ubicado a pocas cuadras del predio de Lucca. En fin, nadie ni por asomo asociaba la faraónica obra con el Peruano Dorado.

El 2 de octubre de ese año, la obra estuvo terminada. Andrés Lucca, junto al embajador de Perú en Argentina, el Japonés García y su esposa probaron personalmente todas y cada una de las atracciones. Su sueño estaba por ser realidad.

Andrés lloró de felicidad. Por fin iba a poder devolverle a Demian la trascendencia que el destino se había empecinado en arrancarle.

Todo estaba previsto para una monumental inauguración. La fama de Demian estaba casi a punto de ver la luz…

Casi…

22 junio, 2007

Sin fronteras - Parte 2

(Para ver "Sin Fronteras - Parte 1, cliqueá AQUÍ)

Delante suyo, Demian tenía original y copia de un acuerdo millonario, no lo podía creer…Era su momento, la gloria estaba tan solo a un paso…

Pero la cosa no terminaba allí… Además, el contrato establecía que fuera Demian el encargado de presentar el relanzamiento de La Biblia en cada uno de los países de Latinoamérica elegidos. La cláusula decía expresamente:

“Demian Ferrante Kramer tendrá a su cargo la presentación oficial del libro ante la prensa, autoridades de gobierno, empresarios y público en general. La presente obligación no debe interpretarse como un cargo al artista, sino como prenda universal de desagravio por parte de mi fallecido padre, Amílcar Alonso Carreño, al más grande escritor de todos los tiempos, Demian Ferrante Kramer, habida cuenta de las humillaciones, despojos y conspiraciones en su contra padecidos a lo largo de su vida”.

No había acabado de leerla, cuando Demian dio un giro sobre sí, y abrazó a su mecenas al grito ahogado de: “Gracias, Valdemar… Gracias!!”. La emoción lo había cegado y enmudecido. Jamás persona alguna vio a Ferrante como aquel día…

- “Valdemar, el primero de lo ejemplares es para mí!”, -suplicó Demian sollozando-. El orureño sonrió, y le dijo: “Por ahora, llévese un par de tapas, genio!! … Y disfrute oliendo el cuero y deslumbrándose con el reflejo de su dorado nombre!”, aludiendo a la encuadernación de lujo con la que se editaría el material… “Ya habrá tiempo para que tenga una Biblia en sus manos cuando esté de gira, Maestro”, agregó aún más sonriente.

Aquella tarde Demian estaba pletórico. Se disponía a tomar el avión que lo llevaría a su primer destino: Colombia.

- “¿Ustedes no vienen?”, preguntó Ferrante a Valdemar y los suyos.

- “No Maestro, hay muy poco lugar en el avión… Está muy cargado con tantas Biblias Peruanas!”. “Y recuerde las instrucciones cuando toque tierra. Tiene que hacer las cosas rápidamente y bien, porque lo van a perseguir por todas partes, no va a tener paz… No sabe la campaña que hicimos! Hay mucha gente esperándolo..”, le respondió Valdemar.

Demian se sentó en la aeronave. “Es un poco incómoda”, pensó, pero iba camino a la gloria, qué importaba…

El viaje fue largo, y Demian despertó a poco de llagar. Los gritos del conductor lo alertaron del aterrizaje…

- “Eh!!.. Don!!, ya llegamos!!. Ahí tiene la Ford Ranger para llevar todos los libros. Y como dijo Valdemar, hágalo rápido; maneje sin parar hasta la dirección que tiene escrita en el papelito que le di. Allí es la presentación…”
Demian asintió con resignación. La verdad no se esperaba hacer de changarín a esa altura. Pero, “... Algo habrá pasado que no pudieron venir a buscarme” -especuló-. No podía sacarse de la cabeza el momento en que estuviera con La Biblia en su mano, ante miles de personas gritando su nombre…

Puso primera y arrancó con el brío de un jovenzuelo impertinente. La Ford bramaba como un toro, y eso lo entusiasmó como en sus épocas en la F1. Se dirigía a Medellín silbando una tonada limeña; el pedal a fondo, y la aguja del tacómetro que no paraba de subir.
En definitiva, estaba haciendo lo que Valdemar le había dicho; ir de una, y bien rapidito a la presentación.

En eso, el ulular de una sirena llamó la atención del peruano. Lo seguían tres carros de policía, y otro más, a unos 200 metros delante, le estaba cerrando el paso. Imaginó presuntuoso que podría tratarse de una digna “escolta de honor”, pero volvió a la realidad como no sabía hacerlo casi nunca… Seguramente lo detendrían por exceso de velocidad; había estado andando a casi 120 millas por hora.

- “¿Vos sos el que bajaste del avión ése?”, lo increpó el oficial, con actitud de pocos amigos…

- “Zás!... Me reconoció!”, pensó Demian, “Sí, agente, era yo el del avión, Demian Ferrante Kramer, y adentro de la camioneta tengo muchas Biblias. Son mías!... Me va a escoltar?”

Todos los policías echaron a reír…

- “Así que Biblias!!... Nunca pensé encontrarme con un religioso… Ja, Ja!!”.

No se tuvo noticias del Coloso tumbesino sino hasta 6 meses después de aquella tarde. Llegó a la pensión de Don Horacio, en Martelli; siquiera lo saludó. Se echó a dormir. Estaba sucio, hediondo, la cara hinchada y caminaba con dificultad, como si manifestara un problema lumbar… Hasta había manchas de sangre sobre los bolsillos traseros de su pantalón.

En Medellín, exactamente 6 meses atrás, la noticia del descubrimiento del mayor cargamento de cocaína del que se tuviera memoria, resonaría por semanas. El caso de “Las Biblias Blancas” o de “La mula peruana”, como también se lo conoció, llenó páginas y páginas en todos los diarios.

Refiriéndose al caso, el periodismo hasta llegó a satirizar el tema afirmando que si siempre se dejara algún eslabón de la cadena de la droga en manos de un imbécil “… El flagelo de la droga se acabaría en pocos días”.

Nunca se supo que sucedió con Demian durante el tiempo que estuvo en prisión hasta que se descubrió que había sido víctima de un engaño.

Los únicos testimonios al respecto obran en poder del Servicio Médico de la Prisión de Medellín que registra 26 intervenciones urgentes del Peruano Dorado “… Debido a severas lesiones en distintas zonas del cuerpo, especialmente en los glúteos (quemaduras de cigarrillos), la cara interior de los muslos (hematomas producidos por fuerte sujeción o golpes), y el músculo orbicular de los labios (desgarro por introducción de un elemento no identificado de grandes dimensiones)".

Uno de los reclusos que compartió celda con Demian, entrevistado por la prensa a poco de recuperar su libertad, fue consultado por aquellos sucesos… “El peruano siempre andaba con una Biblia en su mano; en realidad no era un libro, eran apenas unas tapas de cuero, al menos eso parecía. Recuerdo que todos lo respetábamos por los hábitos… Hasta que un día se enteraron que no era un sacerdote y que adentro de la Biblia todavía quedaban restos de blanca…Pobrecito!!”

20 junio, 2007

El Parque Temático Ferrante Kramer - Parte 1

Andrés Lucca, sabía que se lo debía.

Cuenta la historia que Laureano Lucca Paredes, padre de Andrés, era el dueño de la finca lindera a la de los Ferrante Kramer en Tumbes. De ahí ambas familias, unieron lazos.

De hecho, algunos comentarios indiscretos dan cuenta de que Andrés intimó con alguno de los hijos de Doroteo. Teniendo en cuenta que los hijos de Ferrante Kramer fueron todos hombres (recordamos: Dionisio, Duilio, Danilo y Demian), y la profunda admiración que profesaba este hombre por el Peruano Dorado, nos hace intuir -sin ninguna certeza claro está- que en sus épocas de preadolescencia, Andrés y Demian pudieron haber tenido algo más que una amistad de pubertad.

El hecho es que el tiempo los separó y cada uno siguió por su lado. Demian, a recorrer el mundo en busca de ese reconocimiento negado originalmente en su entorno paterno y extendido con el tiempo a todo el mundo; Andrés, estudiando leyes y convirtiéndose primero en un joven y prestigioso abogado, y luego en funcionario del municipio de Tumbes. Este último hecho fue trascendental...

La mañana del 6 de febrero de 1991, Andrés se despertó sobresaltado. Era su cumpleaños. cumplia 61 años y se sentia vacío. Hacía 40 años que Demian se había ido y si bien había tenido algunas noticias de su vida a través de Duilio, sabía que su historia con el Atila peruano había quedado inconclusa.

Es por eso que decidió dejar todo. Hizo un par de llamados a sus contactos en la intendencia, llamó a Aero Perú y compró un pasaje con destino a Buenos Aires. Estaba decidido.
No tenía claro si Demian seguía vivo. El tenía que devolverle todo lo que el peruano alguna vez le había dado en las cálidas playas de Tumbes. Tenía que extender su legado.

A las 48 horas estaba en Buenos Aires. Alguien le mencionó la existencia de la Fundación DFK, y hacia allí fué. Pero sus autoridades -por miedo a otro papelón- se negaron a recibirlo. Solo pudo interactuar con Casimiro Arenas, el biógrafo de Demian, quien lo puso al tanto de las novedades de la vida de su admirado co-terráneo.

Un museo no, una universidad tampoco, ya que ambos proyectos habian fracasado. Una plaza, no sonaba muy magnánimo. ¿Que podria hacer?.. Y de golpe, un impacto en su cabeza lo devolvió a la realidad.
Mientras termiaba un café en "La Facha de Aurelio", en la esquina de Plaza y Av. del Tejar en el barrio de Saavedra, hizo un par de llamadas larga distancia directamente con el intendente de Tumbes.
Era indispensable conseguir financiamiento para su obra. Iba a ser de interés nacional. La primer inversión del municipio de Tumbes fuera del Perú. Cuando del otro lado del teléfono aprobaron su idea sin chistar, confirmándole que enviarían el dinero que necesitara, Andrés rompió en llanto emocionado. Iba a poder hacerlo.
¿Si Walt Disney, hijo de un granjero de Kansas y repartidor de diarios pudo tener uno de los parques de diversiones más grandes e imponentes del mundo, porque él no?

Montaría el parque temático-recreativo Demián Ferrante Kramer...
Continuará...

18 junio, 2007

Sin fronteras - Parte 1

A mediados de los ’90, Ferrante Kramer estuvo a punto de abrevar de las mieles del éxito por primera vez. Y no se trató simplemente de una ilusión atribuible a su alucinada percepción, sino de una posibilidad concreta.

En aquella oportunidad realmente convergieron 3 factores trascendentes:

1). Un grupo empresario había puesto sus ojos en un artista latinoamericano: Ferrante Kramer

2). Había una razón por la que ese grupo lo había elegido a él y no a otro: la reedición de La Biblia Peruana, con una tirada inicial de 1 millón de ejemplares y relanzamiento simultáneo en Argentina, Perú, Colombia y Bolivia. Hasta se hablaba de la costa este de los Estados Unidos, por la profusa corriente latina que habitaba esos lares.

3). Aquel grupo empresario estaba dispuesto a financiar el emprendimiento. Más de 2 millones de dólares para la producción editorial, y regalías aseguradas por derechos de autor para Demian.

A simple vista, se trataba de la oportunidad buscada por el Peruano Dorado durante décadas. Y le llegó así, sin otra razón que el “fanatismo que profesaba por Ferrante el líder del grupo empresario, el orureño (Oruro, Bolivia) Valdemar Alonso Carreño”, quien no se refería al Coloso tumbesino de otra forma que con el apelativo de “Querido Maestro”.

Según decían en infidencia los hombres de negro que lo acompañaban –corpulentos guardaespaldas que no lo abandonaban ni un segundo-, el padre de Valdemar había leído en su niñez la obra cumbre de Ferrante Kramer, y no sería otro que aquel mágico libro del peruano el que lo habría llevado a amasar la fortuna que actualmente administraba su hijo.

¿Qué había encontrado Alonso Carreño padre en La Biblia Peruana para marcarlo tanto de por vida? ¿Qué contenía el epítome escrito por Demian para tener tanto valor para él?. Nadie tenía una respuesta a esas preguntas, todas eran incógnitas.

Al igual que su progenitor, Valdemar estaba fascinado con Demian… Casi era su lacayo. Rogaba en todo momento que Demian le diera su conformidad al proyecto, como si temiera una negativa del peruano. Y era razonable que pensara así; por sobre todo se trataba de un negocio, y del otro lado había una persona a persuadir. Pero lo que el orureño no sabía era que Ferrante estaba muerto de hambre, y habría cedido los derechos por tan solo un sánguche si ésa hubiera sido la oferta.

No obstante, la propuesta económica que estaba dispuesto a hacerle a Demian era muy superior. El peruano no tenía idea de que alguien pudiera apostar por él a semejante escala. Nadie que estuviera en sus cabales podía aventurarse con un fracasado como él. Sin embargo, Valdemar estaba dispuesto a darle a Ferrante U$S 5 por cada ejemplar vendido de su Biblia Peruana, lo que considerando solamente la tirada inicial, arrojaba la friolera de 5 millones de dólares.

Ferrante había visto por última vez un dólar en épocas de la edición de su libro en la imprenta de Santiago Dellorto, aquel empresario de Aldo Bonzi que lo había estafado. Habían pasado más de 30 años, ya casi no recordaba siquiera el color del billete.

Sí tenía en el recuerdo a aquellos muchachos que lo pasearon en el Fiat 128; aún no podía olvidar el mal trago de aquella noche. “Malos tragos”, solía decir el peruano entre confidentes...

La propuesta llenó de alegría a Ferrante. “Reeditar la Biblia Peruana, qué lindo!”, decía... “¿Y de quién es ese libro?”, agregaba riéndose como un nabo, ante la mirada absorta confundida de Valdemar y sus socios latinos que, por suerte, terminaban tomando las palabras de Demian en chiste y no como una “confesión de parte”, a decir por sus detractores quienes afirman que “La Biblia Peruana siquiera existió”.

Pero, más allá de todo, y por encima de fanáticos y objetores, lo cierto eran los hechos: aquel día, en la imprenta de propiedad de Valdemar, el propio Ferrante tuvo ante sus ojos cientos de miles de “tapas” duras de su libro, enfundadas en cuero de vaca de gamuza, y con impresiones en letras doradas... El peruano no podía sacar sus ojos de encima de aquellas tapas que salían una detrás de otra.

En ellas, repetidamente, como si se tratara de una sucesión indefinida de triunfos, reconocimientos y loas, Demian podía leer: “La Biblia Peruana”… Y al pie, su nombre... “Demian Ferrante Kramer”. Más abajo, “Editorial Sendero Blanco”.

El corazón le explotaba, y una lágrima de emoción ya había alcanzado la comisura de sus labios. “¿Llegó mi momento?”, reflexionaba... “¿Me habrán ungido de una vez y para siempre?”, mascullaba avergonzado. Los presentes no entendían bien lo que le sucedía…

Ferrante chocheaba, era un hombre grande y las emociones las vivía pródigamente.

Pero no se esperaba ni por asomo lo que le sucedería en apenas unos segundos… Valdemar se apartó del grupo, palmeó a Ferrante por la espalda, y le dijo “Venga Maestro, llegó el momento… Necesito su firma”.

Delante suyo, Demian tenía original y copia de un acuerdo de edición de un millón de ejemplares de su libro, con opción para 9 ediciones más –total 10 millones-, y con regalías aseguradas por cinco millones de dólares, tan sólo por la primera tirada.

Continuará…

16 junio, 2007

La Sociedad Secreta de Lyon - Tercera y Última Parte

Para ver la Primera Parte, cliqueá aquí; para la Segunda Parte, acá....

Guevara prendió un habano y se dirigió a Herny Kissinger con extremada confianza, como si se conocieran de toda la vida.

"Enrique... (traducción en español del nombre de Kissinger), intenté hablar con Juan Fidgeraldo (¿tal vez la traducción del nombre de Kennedy?) y bueno... Este pibe no entiende, en fin, algo vamos a tener que hacer..."

Bruce, lo miraba y asentía... Kissinger, en cambio, se mostraba sorprendido. Demian, entretanto, se acercaba y con voz fuerte interrumpía: "Un saladito amigos...?"

Los 3 lo miraron en forma fulminante. Guevara contestó “No... Gracias, retírese!”.

"Es bastante complicado Ernesto", dijo Henry... “Nos exponemos demasiado..."

“¿Pero... Queda otra?", lo increpó Bruce Lee.

Demian no entendía nada. Trato de abstraerse de esa situación y recorrió el estante de libros inmaculadamente acomodados como para distraerse y vio algo que le llamó poderosamente la atención. En un estante, entre una versión del Quijote de la Mancha en castellano antiguo y una recopilación de historias de amor de Osho, había un ejemplar de “La Biblia Peruana”!!!.

Demian intentó abrir la puerta para ver -por primera vez en su vida, un ejemplar impreso de su obra máxima escrita hacía pocos meses atrás, pero la puerta vidriada estaba cerrada con llave. Intentó forzarla, cuando una voz seca lo interrumpió:

"Me va a romper la cerradura... ¿Puedo ayudarle en algo?"

Demian no sabía que contestar... Buenas noches le dijo al desconocido: “Soy Demián" (otra vez ese estúpido acento).
"Encantado, soy Gerard Depardieu, dueño de casa... ¿Porqué no dejamos esta tontería literaria y pasamos al salón para empezar nuestra reunión?. No tenemos mucho tiempo".

Demian estaba definitivamente desconcertado. Se sentó en un sillón y observó el semblante de sus interlocutores. Estaban todos serios. ¿Pero no era una fiesta?, reflexionó en silencio...

Cuando Guevara, líder o cumpleañero, empezó a hablar mirando fijamente a Demian a los ojos, un sexto hombre de gafas de sol y cabello teñido hizo su aparición y lo interrumpió.

“Perdón a todos por la tardanza”, dijo el extraño en italiano...

“Andiamo !!!", y se sentó en una silla alejada.

"Nicola...", dijeron todos en coro. El hombre se acercó a Demian casi en silencio y se presentó:

"Buonassera, cavalieri...Io sono Nicola Di Bari... Io amenizo las reuniones de la Sociedad Secreta de Lyon... Y hoy va a ser necesario amenizar bastante!..."

¿Sociedad Secreta de Lyon? ¿que diablos es todo est...?... Demian no pudo terminar su pensamiento .... La voz de Guevara sonó fuerte y segura.

“Caballeros, vamos a empezar. Ya es tarde. Agradezco la presencia de todos...Henry, Bruce, Gerard, Nicola, ¿Demian?", dijo Guevara, casi dudando del nombre de nuestro héroe....

“Vamos al grano” –prosiguió-. “Tenemos un problema con John Fitzgerald Kennedy y debemos solucionarlo. He hablado con los directores de la Sociedad, y me han dado luz verde para avanzar. Tenemos todo previsto. En poco tiempo, el hombre viajará a Texas. Es el lugar indicado. Allí tendremos apoyo interno, podremos sacarnos el problema de encima rápidamente y para siempre”.

Kissinger se levantó casi ofuscado.

“Basta, Ernesto, tiene que haber otra salida! me niego rotundamente!!!!”

Los hombres comenzaron a discutir acaloradamente, hasta que Demian interrumpió ofuscado:

“A ver si se dejan de joder de una buena vez por todas..."... Todos se callaron al instante y miraron a Ferrante con una muestra de respeto e intriga.

“Lo único que quiero -dijo Demian dirigiéndose a los hombres- es que me firmen el remito de la mercadería, así me voy de una vez por todas !!!”

"¿Mercadería?", preguntó Guevara.

"Sí" -respondió Demian como sobrándolo-, ”... La del supermercado...”

"¿Supermercado?",
volvió a preguntar el argentino, con cierto grado de fastidio

“Sí, supermercado.., traje el pedido hace cuatro horas, y mi supervisor me va a partir al medio...”

"¿El Supervisor regional de la Sociedad de Lyon?", preguntó atónito Bruce Lee.

"¿De qué sociedad me hablás, chinito? Mi supervisor en Carrefour !!!!!”

“¿Carrefour?... ¿Pero usted no es Demián Lynch Williams, el multimillonario franco inglés que financiará esta operación?”, preguntó Gerard Depadieu casi llorando.

"Ja, ¿Millonario?... Mi gran fortuna es mi intelecto. Soy Demian Ferrante Kramer, empleado del Supermercado Carrefour de Lyon".

Todos se miraron estupefactos... Henry empezó a temblar. Ernesto miró a Bruce y le hizo una seña minúscula. Demian empezó a parlotear acerca de las características del servicio de entrega a domicilio de Carrefour, cuando en un movimiento imperceptible, Lee aplicó una violentísima patada en el mentón de Demian, quien se desplomó sobre una mesa con calentitos. Todo se puso negro.

Ferrante volvió en sí -estimamos- cuatro días después, amordazado en la bodega de un barco pesquero que se dirigía a la Antártida. Pero sobre eso, hablaremos en otro momento.

15 junio, 2007

La Sociedad Secreta de Lyon - Parte 2


(Para leer la Primera Parte, cliqueá aquí)

Pasó un rato largo... Y Demian seguía picando de la fuente de frutillas desaforadamente.

Ya casi la había terminado, cuando una de las puertas laterales del salón se abrió lentamente.

Una figura emergió de las sombras. Un hombre vestido de heladero se acercó hacia la luz. Se sacó el gorro y el delantal blanco. Se calzó unos lentes y se dirigió a Demian cálidamente.

“Hola, buenas tardes, soy Henry... Henry Kissinger, encantado.”

Ferrante, sin tener idea de quién era ese joven de lentes, estrechó su mano seriamente y mientras tragaba la enésima frutilla despachó: "Demián" -con ese estúpido acento en la "a".

Nuestro héroe jamás se hubiera imaginado que ese hombre sería, a principio de los años ‘70, Secretario de Estado de los Estados Unidos, y que participaría en las negociaciones de paz con Vietnam, lo que le valdría el Premio Nobel de la Paz por los acuerdos alcanzados para poner fin a dicha guerra.

Henry miraba al Peruano Dorado con cierto aire de incredulidad. Evidentemente, no lo conocía, y su figura -aún con la ropa de Carrefour puesta- le generaba gran nivel de sorpresa.

Mientras el alemán nacionalizado americano intentaba acomodarse, otra puerta se abrió. Cubierto por un sombrero de ala ancha, cual Pedro Navaja angloparlante, otro hombre se presentó en la sala y encaró directamente a Kissinger.

"Herny!..." le dijo afectuosamente, mientras tomaba su mano.

"Tantos años!". Al mismo tiempo, el nuevo interlocutor de baja estatura y rostro de rasgos orientales, se acercaba a nuestro héroe y se haciendo una reverencia se presentaba:

“Buenas noches.. Soy Bruce, Bruce Lee”.

Aquí sí, a Demian su cara le resultó familiar. Tal vez, algún personaje de su niñez, o su juventud. Y solo atinó a decir: "Lee, Lee... Pariente de Lee Majors?"…

“No!”, respondió con algo de fastidio el joven oriental quien dio la espalda a Demian y se sentó junto a Kissinger a charlar animadamente en voz baja.

Demian abandonó el sillón Luis XV y se ubicó frente a la ventana, específicamente para atacar una bandeja de sandwichitos de pavita, cuando una voz desde un rincón de la sala lo paró violentamente...

"Por favor, no se acerque a la ventana!. Puede ser peligroso, podrían verlo!..."

Demian se detuvo instantáneamente. Los otros dos hombres viraron sobre sí rápidamente, diciendo casi a dúo: "Ernesto!"...

De una de las puertas, apareció vestido de botones de hotel Ernesto "Che" Guevara. Quien a medida que entraba se quitaba el saco azul y la corbata y se acomodaba su característica boina revolucionaria.

“Hola, soy el "Che"... Usted es...?”

“Demian Ferrante Kramer”, respondió el peruano, ante la sorpresa y desconfianza de ese argentino que se había convertido en el icono internacional de la revolución castrista en Cuba.

Ferrante ya no entendía qué estaba haciendo ahí, quiénes eran aquellos hombres y qué sería de la vida de su camioneta de repartos, estacionada en la entrada de la mansión. Ya comenzaba a impacientarse...

Continuará...

14 junio, 2007

La Sociedad Secreta de Lyon - Parte 1

Lyon, es la tercer ciudad en tamaño de Francia (luego de París y Marsella), y segunda área metropolitana, situada entre los ríos Ródano y Saona. Antiguamente conocida en castellano como León de Francia y durante el Imperio Romano como Lugdunum.

Allí vivió el Peruano Dorado durante varios años de su vida. Como era de esperar, no tenemos a ciencia cierta precisiones sobre cómo llegó allí, ni exactamente cuándo abandonó el país galo. Pero lo que si podemos aseverar -de acuerdo a las investigaciones desarrolladas por nuestro viejo conocido Casimiro Arenas- es que Demian, durante casi once meses a mediados de los 60, estuvo empleado como repositor primero y como encargado de repartos, después, de la sucursal Venisseieux de Carrefour en la ciudad de Lyon.

Hasta aquí, un dato intrascendente y sin color, de no ser por la historia que descubrió Arenas de esta simple anécdota.

La sucursal mencionada (una de las 6 que disponía en ese entonces el supermercado en Lyon) estaba emplazada en el coqueto barrio de Venissieux, sobre el boulevard Curie. Allí iba Demian todas las mañanas, y trabajaba hasta las 20 horas.
Se hacía llamar Demián (con acento en la "a") Ferranté con acento en la "e"; una estupidez fonética que lo hacia sentirse más afrancesado (1).

Una tarde noche, de marzo, Demian se aprestaba a realizar su última entrega del día, en el 696 de la Av. Chassagny. Nuestro héroe cargó el chango sobre su camioneta (primero limpieza y luego carnes y lácteos, como establecía el manual de procedimientos) y salió del garaje del hipermercado silbando una canción que con los años haría famoso el grupo musical gay Erasure: "Oh l´amour".

El transito en Lyon estaba particularmente atascado esa tarde, por lo cual Demian casi pisa a una adolescente en la esquina de Millery y la Ruta 86. En la brusca frenada, perdió de vista el papel de la entrega, pero no importó. Su memoria había retenido todos los detalles. Chassagny 969. Como el lector podrá observar, la memoria del peruano definitivamente no podía retener una secuencia de tres números corridos por más de veinte segundos.

Llegó Demian al 969 de la avenida Chassagny y sin percatarse del error de dirección tocó el timbre en una fastuosa mansión. Al ser increpado por el guardia de seguridad, en un francés paupérrimo atinó a decir: "Je viens de Carrefour...".

Se sorprendió al ver como rápidamente le abrían la reja, en tanto cuatro sirvientes españoles se acercaban hacia él propinándole una gran reverencia.

Uno de ellos estacionó la camioneta, mientras otros dos, más jóvenes y fornidos, comenzaron a descargar el pedido. Coronando aquella ordenada escena que semejaba un ballet, el ama de llaves tomaba a Demian suavemente del brazo y lo hacía ingresar a la casa.

Demian traspasó la cocina y el vestíbulo con la mujer, mientras intentaba no perder de vista la camioneta... Era su responsabilidad, por lo cual si algo le pasaba se lo descontarían de su salario, lo que significaba quedar encadenado de por vida a la empresa supermercadista habida cuenta de la miseria que ganaba.

De pronto, la mujer frenó bruscamente frente a una puerta de madera lustrada y se dirigió a Demian diciéndole en un suave español: “Siéntase cómodo, Monsieur, el resto de los invitados está llegando de un momento a otro”. Demian se quedó impávido sin tener claro a que estaba invitado; manoteó del bolsillo el recibo de la mercadería para que la mujer firmara, pero esta miró el papel y comenzó a reír, mientras se retiraba diciendo a media voz: "Ja,ja,ja...Que creativo lo de Carrefour!...".

Demian, entre confundido y sorprendido, ingresó al salón. Pudo comprobar que el ambiente estaba decorado con suntuoso gusto neoclásico, con cortinados en las paredes, y muebles de roble de Eslabonia. Del techo colgaba una imponente lámpara de mas de dos mil luces.

Sobre una de las paredes, una biblioteca con un sin fin de títulos prolijamente acomodados, como si nadie en décadas hubiera quitado uno de sus estantes.

Se acomodó en un sillón Luis XV de tapizado borra vino esperando a no sabía quién, y comenzó a picar de una bandeja que se posaba sobre una mesa lindera, unas frutillas y unas uvas que se notaban estaban previstas para matizar la espera. Y el aprovechó... sin tener en claro qué esperaba...
(1). Como Telerman
Continuará...