31 octubre, 2006

El zombie

La falta de trabajo en Denver, Colorado, a comienzos de los ’70, hizo que Ferrante Kramer se trasladara a Detroit, la capital automovilística, tentado por un aviso clasificado: “Se busca muñeco de pruebas”.

Corrían los primeros tiempos en que se hacían los ensayos dinámicos para constatar los daños que provocaban los choques en las personas, y las compañías solicitaban nuevos “voluntarios”, con buena paga, para hacer los temerarios “Crashtest”... Los veteranos, bien habían muerto o se encontraban en estado vegetativo, circunstancias que Demian desconocía.

De aquel período, afirman sus biógrafos, pueden inferirse “Las severas secuelas padecidas por Ferrante, especialmente sus desvaríos, pérdidas de memoria, alucinaciones y mesianismo, que se sumaron a las que los alucinógenos ya habían causado en el pasado”.

Pero así como aquella época significó un deterioro para Ferrante en su salud mental – comenzaría a ser tratado en un psiquiátrico por personalidad múltiple (1) -, contrariamente su economía había mejorado de manera notable. Se lo podía ver almorzar y cenar con relativa frecuencia, y había abandonado su característica casa de cartón en las afueras de la ciudad – junto al desarmadero de autos de la General Motors – para vivir en un modesto hotel alojamiento en el que abonaba media tarifa, porque había acordado con la dueña prestar servicios de limpieza.

Y no sería solamente su economía la que habría de prosperar en aquellos tiempos, sino también el amor. Todos sabemos que más allá de sus tortuosos romances y de sus cuestionadas relaciones bipolares – casuales o buscadas – Ferrante fue “Hombre de una sola mujer”. Al menos eso es lo que dicen quienes sostienen que Hilda Las Condes, la chilena, lo marcó para toda la vida. No obstante, en palabras de los que lo denuestan, "Ferrante fue un viva la joda” toda su vida, y afirman que “Le daba lo mismo una mina que un chimpancé”.

La cuestión final es que, en Detroit, Demian conoció la mujer que para la mayoría de sus seguidores “Representó su reencuentro con el amor mágico, con aquello que duele pero apasiona de la misma manera, con una demorada revancha sentimental”.

Ruanda Allegro, se apareció “de golpe” en la vida de Ferrante. Paradójicamente, como consecuencia de un “golpe” sufrido mientras probaba un Chevrolet Killer (2), la haitiana, enfermera del Detroit General Hospital, asistió a Ferrante por más de 15 días, durante los cuales conoció cada centímetro cuadrado de su cuerpo, ya que también era la encargada de su aseo personal e higiene.

"Fue amor a primera vista", coinciden sus biógrafos, y casi "Un rito" cotidiano lo vivido entre ellos en aquel hospital. "La haitiana fue como una esclava para él, no hubo más que sonrisas y caricias entre ellos", agregan quienes se atreven a entrar en intimidades, y hasta de "Sexo desenfrenado en la 313", los que refieren al hecho mencionando la numeración de la sala que ocupó Demian, citada en algunas biografías del peruano como la del "Ceremonial de la lujuria".

Sin embargo, las rosas se acabarían pronto. La bocota de Demian, quien hizo comentarios inapropiados acerca de sus “relaciones” con la centroamericana, produjeron el despido de ésta, lo que desencadenó su deportación posterior, ya que se trataba de una indocumentada.

Demian recién se enteró de lo sucedido a su salida del nosocomio unos meses después. Ruanda, su amada, se había tenido que marchar súbitamente. No le habían dado tiempo siquiera para dejar una nota, la habían expulsado de los Estados Unidos como a un animal. Fue entonces cuando Demian decidiría emprender una rauda carrera en su búsqueda, que no se detendría sino hasta Haití.

Pero contrariamente a lo esperado, tocar tierra haitiana para Demian significó la aparición de extraños dolores. A su clásica ciática, se sumaron neuralgias en todo su cuerpo, erupciones, gases, fuertes puntadas y convulsiones... Todos ellos, sin causa aparente. “Algo no anda bien”, se dijo.

Y si bien su estado era a cada momento más calamitoso, así, atacado por insufribles dolencias, Ferrante se dirigió igualmente a Puerto Príncipe, la capital del país, en busca de su amada.

Su entrada a Puerto Príncipe causó estupor en la gente. Nunca Demian llegó a saber a ciencia cierta el porqué de tal asombro, la razón de tantas miradas estupefactas de quienes lo veían tambalearse en medio de aquel mercado de pulgas en el que se encontraba. Pero de hecho, sí había una razón: estaba “maldito”. Parecía un "Zombie", un "muerto en vida" como lo define la cultura lugareña. O un ser conjurado al que le "Quemaron el cerebro", extrañamente algo no muy lejano de lo ocurrido con Ferrante.

Su corta caminata antes de caer rendido por el cansancio y la fiebre, no fue suficiente para que Demian registrara al menos uno de los cientos de muñecos con su “rostro”, y repletos de alfileres, que pendían de los puestos que dejaba a su paso. Centenares de fetiches malignos construidos por una mujer traicionada y llena de odio, Ruanda, quien había jurado en silencio vengarse del causante de su regreso a aquel miserable país. La misma Ruanda que, poco tiempo atrás, no supiera otra cosas que “dar amor” al peruano.

Demian despertó en Detroit a los pocos días de ser reingresado a USA. No recordaba mucho, ni entendía lo ocurrido. Y si bien los dolores habían desaparecido casi por completo, llamó su atención la aparición de otro nuevo: una punción fina y persistente sobre sus genitales, algo que lo preocupó sobremanera y que pensó estaría relacionado con alguna infección urinaria producto del frío sufrido durante su odisea en barco.

Sin embargo, sus sospechas estaban muy lejos de ser correctas. Tan lejos como lo estaba Haití, donde ya no se veían en aquella feria callejera los clásicos muñecos de Ferrante con miles de alfileres clavados. Ahora se podían ver otros, de nuevo modelo, mucho más baratos, con un solo alfiler inserto en la bragueta.

Mientras tanto, en su casa, Ruanda ya se encontraba diseñando el próximo, uno más revolucionario y útil: un gracioso lapicero conformado por un sonriente Ferrante Kramer bocabajo, con un orificio en su parte superior junto a la leyenda "Inserte su lápiz aquí".

(1). Decía ser Jim Morrison, Duke Ellington o Pipo Mancera.
(2). La GM desitió sacar a la venta el modelo Killer. La noticia del accidente de Ferrante tomó estado público y se prefirió sepultar el proyecto.

El Museo Demian Ferrante Kramer

El destino es esquivo con algunas personalidades de la historia. Desde Judas hasta nuestros días podemos rescatar una interminable lista de personajes que contribuyeron al desarrollo de la historia, y por –vaya a saber que motivos- no son reconocidos por la misma, como protagonistas destacados.

A fines de 1982, esta idea se había establecido en un grupo de integrantes de la Fundación DFK. ¿Por qué Demian no era reconocido mundialmente por su obra? ¿Por qué la sucesión de fracasos en todo lo que estuviese destinado a encumbrar su figura? Walter Liberatti (presidente de la fundación) ya no tenia argumentos para contener cierto dejo de fastidio que empezaba a entreverse entre un sector de los miembros de la comisión directiva.

Si bien no podemos confirmarlo (ya que en la Fundación niegan sistemáticamente fisuras internas) este puede haber sido el origen del surgimiento de un grupo disidente dentro de las huestes de la Fundación encabezado por Luis Copérnico quien en su momento fuese vocal suplente de la entidad. (Si el lector desea mas datos acerca de este tema, puede consultar el detalle de la misma en la entrada titulada “La Noche Oscura de la Fundación DFK” en los archivos del mes de septiembre).

El hecho es que del seno de este grupo combativo surgió la figura de Reynaldo Libertilla. Un joven de bajo perfil, muy criterioso y de andar cansino, quien se resistía a que la memoria de Ferrante Kramer terminara transformándose en un recuerdo aburrido. Demian había hecho mucho… y había mucho por mostrarle al mundo.

La sombra de los grandes fracasos que habían sesgado las iniciativas de Milo Alvarez (La Universidad DFK) y Carmelo Lipozzi (con la Estatua de Demian) en un primer momento, inhibieron a Reynaldo de pedir el apoyo abierto de las autoridades de la Fundación para encarar un nuevo proyecto.

Su idea, era más simple y menos grandilocuente.
Él intentaba recopilar información, objetos, vivencias y evidencias de la vida de Demian de tal forma de poder compendiarlas en un lugar físico para que todos aquellos que quisieran interiorizarse sobre la obra de Demian pudiesen hacerlo sin limitaciones. Las cosas estaban dadas para el surgimiento de un modesto Museo Ferrante Kramer que, con el aporte de los sin duda miles y miles de seguidores de Demian alrededor del planeta, podría convertirse en un lugar de referencia de la cultura mundial.

Lo ideal para esto, era encarar el proyecto con el más bajo perfil posible. Por eso, Reynaldo forzó un encuentro casual con Walter Liberatti en el local de Casa Tía de Monroe y Cabildo un domingo a la tarde en la cola de las cajas, en el cual después de hablar casi diez minutos sobre el precio de los cortes de novillo, le tiró la idea de generar un ámbito de “veneración cultural” para Demian. Walter, que estaba más preocupado por que no se le cayeran del chango las latas de duraznos el almíbar, que en el relato pausado y tranquilo de Reynaldo, ponía cara de prestar atención.

Teniendo en cuenta que Liberatti en ningún momento le dijo “no”, Reynaldo asumió tácitamente la aprobación para este proyecto e inició un trabajo de hormiga que lo llevó a viajar en más de una oportunidad a Tumbes, sin mucho resultado, a esperar durante horas en distintos bares de Latinoamérica a familiares de Demian que nunca llegaban, y a enfrentarse casi sistemáticamente con la indiferencia de las personalidades que a lo largo de los últimos años habían –directa o indirectamente- interactuado con Demian.

Sólo obtuvo apoyo de un grupo de personas olvidado por la Fundación. Casi encontradas de casualidad, y que a fin de cuentas podrían aportarle mucho más de lo que el imaginaba. Reynaldo había dado con las Viudas de Demian.

Demian nunca se casó. Solo se le conoce una relación amorosa (la chilena Hilda Las Condes) que término al borde del escándalo, y no hubo pruebas certeras de vínculos del coloso de Tumbes con mujeres. Mas allá de esto, este grupo de damas se autoconvocó –en principio aduciendo haber tenido relaciones sentimentales con Demian- pero al momento de cruzarse con Reynaldo, no eran más que un rejunte de vecinas con tiempo libre y ex empleadas de servicio doméstico, sin ganas de trabajar por horas.

Desde la Fundación, le quitan importancia a este grupo, aduciendo que solo se aglutinan esperando que en algún momento surja algún beneficio económico del vínculo de dicen haber tenido con Demian.

El hecho es que Hebe Losada, Maria de los Milagros Garrido y Susana Trocadero, principales referentes de ese grupo, prometieron a Libertilla documentos resguardados con celosía, fotos desconocidas y hasta prendas y ejemplares de libros de Demian que nunca llegaron a la Argentina. Eso sumado a algo de material que el había escuchado había en los archivos de la Fundación, eran el puntapié inicial.

Reynaldo fue a ver a Jorge Aguado, en ese entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, para solicitar apoyo, pero fue imposible superar el filtro del asesor del coordinador de ceremonial de la secretaria general de la gobernación.

Con la certeza de no hacer ostentaciones pero seguro de poder cumplir con su objetivo, buscó el apoyo de la Fundación para alquilar un local. No tuvo mucha repercusión, pero en las huestes de Villa Martelli se instaló el pensamiento de que si se habían embarcado en tantas... si tal vez no entraban en ésta y verdaderamente funcionaba al menos parcialmente (lo cual por su simpleza, podría ser factible) se iban a arrepentir de por vida.

El hecho es que, logro alquilar un local a un par de cuadras de la Fundación, en el segundo subsuelo de la Galería San Martin en el centro de Villa Martelli. Recopiló la foto que lloraba sangre (ver entrada sobre el tema), unas copias de algunos escritos de Demian, fotocopias de las cartas que envió a su madre en su juventud y se puso a esperar el invaluable aporte de las “Viudas”. Pasaron los días y el material no llegó. Decidió inaugurar igual pero lo poco que había logrado reunir no alcanzó para convertirse en el epicentro cultural de la zona. Recibió visitas de algunos amigos que pagaron la entrada, pero a gatas logro pagar los gastos de arranque. Las viudas finalmente nunca acercaron material que certificara su relación con Demian.

El museo duró 42 días. Al día 43, Reynaldo supo que no daba para más. Por más importancia que tuviera la figura de Demian en el mundo, evidentemente la fortuna le volvía a ser esquiva. Iba a terminar siendo un don nadie.

Reynaldo abandonó la Fundación por sentirse fracasado. Dicen que a los seis meses, en el mismo local montó una panadería. El empleado al ser consultado por integrantes de este blog, negó relación alguna con Libertilla.
Muchos seguidores de Ferrante Kramer con el tiempo aseguran que el Museo encarado por Libertilla estaba destinado al fracaso desde antes de nacer. Reynaldo, mas allá del traspié, con el tiempo fue encontrado en los alrededores de la panadería, y reflexionó con integrantes de este Blog acerca de su error: habia montado un museo sobre una figura de la cual no se tenia certeza exacta de su muerte.
¿Habría que embarcarse en la mision profética de cerciorarse de su muerte o tal vez matarlo de una buena vez por todas? Entonces, ahi sí... el museo sería un éxito.
Reynaldo no era un hombre acostumbrado a digerir fracasos...

27 octubre, 2006

El abandono

Pocas semblanzas las hay más contundentes que ésta, que hablen de los valores, principios y rasgos característicos de la humanitaria personalidad de Demian Ferrante Kramer. Y quizás ninguna otra que nos remonte a sus primeros años, cuando adolescente, que presente una impronta tan conmovedora que por momentos hasta nos lleve a olvidar sus malas épocas, que ciertamente las tuvo como todo mortal.

Ya en la primera entrada de este Blog, dábamos cuenta de quién era Ferrante Kramer. Ya en nuestras primeras pinturas acerca del coloso peruano, no sólo nos preocupabamos por dar a conocer su vida y obra, sino por plantear lo verdaderamente valioso de su personalidad: esa nueva luz en tierra latinoamericana, esa nueva voz entre los pobres y desvalidos... Un alma solidaria dedicada al prójimo.

Ese carácter noble, que no encontró acogida en una familia ausente y materialista como la suya, hizo surco en el campo, de donde mamó toda esa cultura que lo llevaría en un futuro a convertirse en un ser al servicio de las causas justas, no siempre afortunado para alcanzarlas, pero sí motivado por un corazón de oro y pensamientos puros.

Y quizás hayan sido también aquellos rasgos primeros de su personalidad los que le jugaron en contra en más de una oportunidad. Acaso por ser tan directo, honesto y transparente, la sociedad corrupta e interesada, abusó de su inocencia.

Y ya no tan “quizás”, sino seguramente, el hecho de sentir que el peligro “danzaba permanentemente a su alrededor”, hizo que sabiamente se refugiara en quienes podía confiar, porque no había maldad en ellos sino solo amor: LOS ANIMALES, sus mascotas. Amigos verdaderos a los que les dedicaría su vida, y a los que cuidaría como el buen pastor vela por sus ovejas.

Aquellos animales de los prados tumbesinos fueron para Demian la razón de su vida. Les dio todo, así como demandó de ellos la fidelidad y el cariño que no encontraba en su hogar. Compartió sonrisas y llantos, días de sol y de tromenta. Terminarían siendo hasta sus confidentes, ante la falta de agluien mejor en quien depositar sus sueños, tristezas y alegrías.

Una relación simbiótica que lo marcó durante varios años de su niñez, podría decirse hasta su partida de Tumbes.

Y ese día, había llegado... Aquel impúber que supo deleitarse de su relación casi mágica con esas adorables mascotas, era ya todo un hombrecito. Un varón hecho y derecho, que con dolor debía abandonar aquellas praderas, aquel verdor, aquellas arboledas frondosas.... Alguien que debería darle la espalda a sus entrañables compañeros de años, sin otra razón que su necesidad de hacerse camino solo, por otras tierras.

El error de Demian fue el pensar que ello sería sencillo. Que con sólo reunirse en el prado bajo algún árbol con “Paco” - el búfalo -, “Sonrisita” – la hiena, “Traka Traka” – el puma -, “Trompita” – el elefante – y “Rogelio” – el gorila -, y decirles “Me voy a probar suerte a otras tierras”, todo se resolvería con alguna que otra lágrima suya.

Dicen que los animales sienten más aún que las personas, y es cierto...

Demian, con casi 18 años, decidió aquella tarde plantear la despedida... “No hace falta... A quién se le puede ocurrir!”, se dijo. Pensó que cualquiera se iría sin más, sin dar explicaciones ... Se trataba de animales, no de personas. Pero Demian era distinto: puro, sensible, casto, diferente. Él sentía que debía hablarles como a un grupo de amigos.

Por largo minutos, Demian se tiró sobre la hierba, y como quien está con su cofradía, comenzó a ensayar su partida. Hablaba de un futuro suyo en Estados Unidos, de que le gustaba escribir pero también el cine, de todos los sueños que a esa edad caracterizan a un simple muchachote. Recordaba cada anécdota vivida con sus amigos -las fierecillas-, que parecían escucharlo con suma atención. Quien hubiera presenciado la escena, podría haber sostenido que “Esos animales entendían que el peruano los abandonaba”.

Como a las 3 horas de iniciada la charla, y sin que hasta el momento ningún animal abandonara la reunión, en medio de un solapado llanto, Demian se incorporó y les dijo “Adiós amigos, me voy para siempre!... Los extrañaré mucho”. Y comenzó a caminar...

Pero no pudo avanzar más que unos metros... Traka Traka, el puma, le cerró el paso, amenazante, mientras que Rogelio, el gorila, lo tomaba por detrás y trababa con descomunal fuerza sus brazos. En tanto, Trompita, el elefante, se escapaba de su vista, alzando y endureciendo su trompa, y tomaba posición a sus espaldas, con intenciones poco claras.

“Amigos, qué les pasa??... No quieren que me vaya?”, murmuró asustado .... “No me hagan más difícil la partida”, agrego. Fue cuando sintió el aliento fétido y caliente de Rogelio respirando sobre su mejilla, y su voz susurrándole al oído: “Vos de aquí no te vas... Uno es esclavo de los animales que domestica!”.

A la mañana siguiente sus hermanos, que habían emprendido su búsqueda durante toda la noche, encontraron a Demian tirado junto a un árbol, como dormido, y a varios animales que al percibir la presencia de extraños, dejaron de husmear sobre el caído y huyeron raudamente.

Demian se despertó sobresaltado y se abalanzó sobre su hermano Danilo, abrazándolo, al grito de: “Fue un sueño, fue un sueño... Gracias a Dios!!”. Los hermanos se miraron entre sí, como no entendiendo mucho, arroparon el cuerpo desnudo de Demian con uno de sus abrigos, y solamente dijeron: “Ya pasó, hermanito... ya se fueron!”.

Demian no recordó nada de lo ocurrido aquella noche. Para él todo fue un sueño, mejor... Seguiría viviendo en estado de inocencia por un tiempo más.

A los pocos días, Duilio salió de caza y derribó a un particular gorila que vestía los pantalones de su hermano. Algunos lugareños aún hoy cuentan que Trompita, quien presenciaba la escena desde lejos, arrojó una remera y un boxer floreado que pertenecerían a Demian ...

“Seguramente, para no correr la misma suerte que el mono”, a decir de ellos.

La Universidad Ferrante Kramer

Mucho podrá hablarse, escribirse y hasta invertarse sobre las actividades desarrolladas por Demian Ferrante Kramer y sus miles de seguidores en todo el mundo a lo largo de los últimos 50 años. Sin lugar a dudas pocas cosas relacionadas con el coloso de Tumbes hayan generado una marca tan profunda en las generaciones futuras de latinoamericanos como el proyecto más ambicioso encarado por la Fundación DFK desde su creación, ligado íntimamente al ámbito cultural.

Habiendo fracasado la idea de la Estatua de Demian (si lo desea puede encontrar detalle de esta historia en entradas anteriores en este blog) nadie quiso por mucho tiempo, proponer proyecto alguno para implementar a través de la fundación. De hecho… casi no había tema de conversación en cada reunión de Comisión Directiva: El olor a humedad en el Salón Principal, las Cajas de Remeras acumuladas cuando el retrato de Demian lloró sangre (que no fue mas que un error de interpretación de alguien deseoso de encontrar algo nuevo en quien creer), los resultados del turf, en fin… no había mucho y de esa forma, la Fundación como asociación civil entraba en terapia intensiva.

Milo Alvarez, coordinador cultural encaró por su cuenta una serie de cursos de electricidad (de hecho, era electricista) y hubo un par de anotados. Reparación de heladeras y aire acondicionados no tuvo tanto éxito, pero con los de pastelería –más allá de que Alvarez poco sabia de gastronomía- repuntaron.

El hecho es que este tipo de actividades tuvieron cierta repercusión en Villa Martelli y “Los Cursos de la Fundación” como de a poco empezaron a ser conocidos adquirieron cierta (e inexplicable) popularidad. De a poco empezaron a aparecer transeúntes que ingresaban a la sede para preguntar por el dictado de cursos de la más diversa índole (origami, tejidos, corte y confección, física cuántica, análisis matemático, diseño gráfico, ikebana, bonsái y reiki, eran por lejos, los mas consultados).

De a poco, Milo Alvarez, empezó a darse cuenta de que sus iniciativas estaban “levantando” a la Fundación. La “semilla” de la expansión cultural estaba instaurada en la sociedad a través de la Fundación. Este era el momento para dar el gran salto. La Educación Argentina tenía un bache y este era el momento de cubrirlo. Habían surgido los basamentos esenciales para el nacimiento de un ámbito donde –exaltando la figura del coloso de Tumbes- la cultura latinoamericana renaciera: LA UNIVERSIDAD FERRANTE KRAMER.

De más está decir que cuando Alvarez expuso su idea, sus compañeros de comisión directiva no salían de su asombro, de hecho…Esteban Loti (coordinador de deportes) llamó a escondidas a la mujer de Alvarez durante la reunión, para corroborar si Milo estaba bajo el efecto de algún medicamento o inconveniente de salud que lo hubiera hecho –al menos momentáneamente- perder la razón.

Al no encontrar un motivo racional para negarle el apoyo y frente al entusiasmo, las explicaciones y proyecciones que había preparado Alvarez, la Comisión Directiva (con ciertos reparos) apoyaron la idea.

Milo recorrió durante meses el Ministerio de Educación cumplimentando los trámites necesarios para poder funcionar como casa de estudios, hasta llegó a pedir entrevistas con el ministro de turno quien se negó sistemáticamente a recibirlo al no encontrar un motivo sustentable que avalara la reunión.

La Sede de la fundación, funcionaría como Rectorado y Secretaria. El Centro Italiano de Villa Martelli aportaría (al menos en un principio) espacio para aulas y una sociedad de fomento de la zona facilitaría sus instalaciones para ser utilizadas como campo de deportes.

Milo (autonombrado Rector) reclutó un centenar de docentes de dudosa procedencia. El tiempo empezó a correr. En 60 días debía presentar en el ministerio el plan de estudios del a nueva Universidad de Ciencias Humanas (1). Analizó curriculums, entrevistó postulantes y en un par de semanas hilvanó bastante precariamente un plantel docente y administrativo.

Mientras las autoridades de la Fundación no llegaban a entender el esquema de repago de este faraónico emprendimiento (¿de donde saldría el monto para asumir sueldos y cargas sociales de los empleados y los gastos operativos para ponerlo en marcha?) aprobaron un préstamo de $ 400 (monto aportado desinteresadamente por las fuerzas vivas de la zona) para el desarrollo de una campaña publicitaria.

Llegó el día el comienzo de la inscripción de 134 carreras de grado diferentes (una más que Harvard), mucho entusiasmo y un gran optimismo. A los diez días, en una decisión concensuada junto a las autoridades de la Fundación, Alvarez redujo a 35 las ofertas docentes y al mes solo quedaban 6.

Utilizando un sin fin de herramientas de persuasión que llegaron a incluir el recorrer durante ldos meses la zona“puerta a puerta” para convencer a potenciales alumnos, Alvarez no logró inaugurar la lista de inscriptos. Sólo se acercó una vecina una mañana, para preguntar si allí bañaban mascotas.

El proyecto nacido como la revolución cultural de la década en Latinoamérica comenzaba a hundirse cual titanic en aguas congeladas…


El Ministerio de Educación no aprobó el permiso para funcionar como Casa de Estudios. Objetó 675 ítems en la presentación realizada por Alvarez a tal fin. Las entidades sociales que inicialmente iban a colaborar en el proyecto, al intuir el desenlace, se desentendieron velozmente y cortaron relaciones con la Fundación por considerarla poco seria.

Alvarez desapareció de un día para el otro, y Martin Garrido (publicitario que ideo la campaña de lanzamiento y la imagen institucional de la entidad) hasta el momento no cobró los $ 400 del presupuesto aprobado oportunamente por su trabajo.

Junto a esta entrada, un aporte desinteresado de un lector que –conocedor de esta historia- nos envió una foto de una placa que le pareció familiar, descubierta casi de casualidad en la parte trasera de la puerta del baño de hombres de la confitería “El Tren Mixto” que supo estar en Av. Del Tejar (hoy AV. Balbín) y la vía del Ferrocarril Mitre.

(1) Nunca llegó a definirse que abarcaba este concepto.

26 octubre, 2006

Danilo, el olvidado

En la casa paterna de los Ferrante Kramer, en Tumbes, Perú, se mentía mucho. Y había una razón: nadie quería hablar de Demian, porque les daba vergüenza hacerlo.

Por ello, tanto sus padres, como sus hermanos Dionisio y Duilio, decidieron falsear deliberadamente la realidad, pintando un panorama tan idílico como patético. Una permanente puesta en escena sobre un fingido amor hacia Demian, una perversa simulación que cobraría su precio en la persona de quien se esperaba fuera beneficiado por aquella farsa: el menor de los Ferrante Kramer, Danilo.

Danilo, el más pequeño de los cuatro, casi no recordaba a su hermano escritor. Apenas tendría 3 años cuando Demian partió a los Estados Unidos en busca de fortuna. Sólo sabía de él a través de lo que le contaba su madre, y de lo que escuchaba de sus hermanos Dionisio y Duilio: “Lo que somos, se lo debemos a Demian...”, solía comentar el primero. “Alimentos FAMI no existiría si no fuera gracias a él”, agregaría. O Duilio, que no escatimaba palabras de elogio en favor de Demian: “Fue él quien me mostró el camino, el que me dijo que debía dedicarme a curar las adicciones... Y aquí me ven, dueño de uno de los tres más importantes complejos del mundo en la materia, el Morrison Medical Center”.

Todos, incluidos sus padres, se la pasaban hablando día y noche de lo que les había dado Demian durante tantos años, de lo agradecido que le estaban y cosas por el estilo. Danilo, sólo escuchaba, en silencio. Grabando y decodificando desde pequeño y a su manera toda la información que recibía. Sin poder compartirla con nadie, porque nadie notaba su presencia.... A punto tal que era común que en la casa se refirieran a él por “Kramer”, ya que hasta habían olvidado su nombre.

En palabras de su psiquiatra, “Daniel, perdón... Danilo era como una bomba de tiempo”, y tenía razón. Danilo era una bomba a punto de estallar, un enemigo invisible que no haría su aparición sino hasta aquel día, en que todo cambió para los Ferrante Kramer. Aquella jornada en la que Danilo se hizo tan solo unas simples preguntas: “¿Por qué mi hermano no se fijó también en mí?... ¿Todo para mis hermanos... Siquiera un perro sarnoso es mejor que yo? ... ¿Por qué no puedo yo también recibir algo?”.

Fue apenas un instante, un soplo en el tiempo, pero bastó para dar cabida a aquel grito desgarrador de Danilo... Una frase que, como trueno, rompió el perfecto silencio de la casa que lo vio crecer: “Yo también quiero mi parte, yo también quiero mi pedazo!!”

La violencia interior de Danilo amaneció súbitamente. Y también el miedo en sus más cercanos. Esa furia había estado adormecida por años, y reclamaba su paga: el reconocimiento de Demian.

Él también quería ser destinatario de su interés, de su mirada. Y así, totalmente confundido por años de mentiras familiares, y desesperado por conseguir la atención de su hermano ausente, urdió un enfermizo plan. Un morboso camino para lograr su propósito: replicar los pasos de Demian, uno a uno, a la manera de un “copycat”, tal como se describe a los delincuentes que imitan los actos de aquellos a quienes admiran y son sus ídolos.

Danilo estaba muy enfermo, y no lo sabía. Su obsesión lo había llevado a indagar sobre cada paso dado por Demian, cada lugar en el que había estado ... Al menos, aquellos que se mencionaban en las cartas que le escribiera Demian a su madre, y que a hurtadillas había tomado sin que ella lo notara.

Comenzó por la primera, la que hablaba de su partida hacia los Estados Unidos, allá por los años ’60. Y fantaseó como un chico con aquel viaje de su hermano en un buque carguero que transportaba “carbón de coque”: “Llegó negro a USA, qué genio!”, diría. “Y tocó con Ellington.. qué grosso!!... “¿También estuvo con Capote y Malcom X?...¡Qué maestro!... Yo quiero ser como él”, se repetiría hasta el cansancio.

Fue así que se encaminó a cumplir el primer tramo de esa rica y azarosa vida de su hermano: ir de polizón en un barco de carga hacia Norteamérica.

Afortunadamente, la espera no fue larga. A los pocos días, un barco que transportaba aceite de lino se dirigiría a aquel lugar. Ya no se acostumbraba exportar carbón, por lo que optó decidirse por el primero que se le apareciera: “Qué puede cambiar?... Coque o aceite de lino, bah!!... Da igual”, se dijo y se encaminó al puerto aquella cerrada y fría noche de otoño. La embarcación estaba a punto de zarpar.

A las pocas horas de su partida, el buque ya se encontraba a cientos de kilómetros de la costa. Entre tanto, Danilo permanecía agazapado debajo de uno de los botes salvavidas, a la espera del amanecer.

Sin embargo, el hambre se hizo sentir prematuramente, y decidió ir a cubierta para intentar obtener algún alimento. Y lo hubiera conseguido de no haber sido por aquel tropiezo. A su paso, unas botellas de aceite mal acomodadas se cayeron con él, causando un fuerte estruendo que despertó a casi a toda la tripulación: un grupo de 10 marinos rusos, contratados por un inescrupuloso empresario yanqui en su afán por reducir costos.

Danilo sabía perfectamente inglés, pero nada de ruso. Embadurnado de aceite como se encontraba, al intentar incorporarse patinó y cayó de rodillas delante de uno de los tripulantes, frenando milagrosamente su caótica trayectoria al tomarse del cinturón del marinero y dar de mejilla sobre su bragueta.

Ante lo gracioso de la escena, al unísono todos los navegantes rompieron en carcajadas. Creyeron ver en la actitud de Danilo un gesto conciliador, una señal para evitar ser expulsado del buque, y comenzaron a jugar con él. Ayudados por el aceite que había en la cubierta, se lo arrojaban entre ellos como si fuera una patineta. Estuvieron así por largos munutos, riendo y bebiendo cerveza, hasta que en una de las tantas idas y vueltas el pantalón de Danilo se le desprendió, quedando sus blancas y afeminadas piernas al descubierto.

Todos los rusitos dirigieron de golpe sus miradas al menor de los Kramer. Sus ojos tenían un brillo lujurioso, escandaloso. Y se percibía un acalorado e ininteligible ronroneo entre ellos. Uno del grupo, el que parecía más licencioso, llegó a practicar el clásico silbido: “Fui .. Fuiii!!”, usual cuando se ve a una señorita. Fue en ese momento cuando el más grande de ellos – a la sazón capitán - se abalanzó sobre Danilo, lo rodeó con sus brazos y sentenció una orden a los demás. La consigna estaba clara: evitar la que se veía venir, una violación grupal y de fácil empernamiento, ya que el candidadto venía bien lubricado.

El grandote, cuyo nombre la prensa sindicó como “Igor Pratsky”, llevó a Danilo hasta una habitación, se encerró con él, y no dejó que ninguno de los restantes ingresara durante toda la noche. A la mañana, Pratsky habló con los demás miembros de la tripulación, calmó los ánimos y llegaron a un acuerdo de convivencia: “Tenemos un polizón, esto es un hecho, señores.... Y debemos enfrentar la situación hasta llegar a puerto, correcto?”.

Fue así que para preservar la integridad de Danilo hasta su ingreso a USA, cada uno de los 10 marineros rusos lo protegió durante las 60 noches que duró el viaje, turnándose civilizadamente entre ellos y hasta a veces disputándose cortésmente la tutela del invitado ilegal.

Quienes conocieron a Danilo en los Estados Unidos afirman que casi no abría la boca, y que desistió de seguir los pasos de su hermano. En su autobiografía titulada “Yo, Danilo”, en uno de sus párrafos referido a Demian puede leerse: “Quiero ser yo, y nadie más... No quiero ser una copia de mi hermano. De él tengo suficiente, me bastó con revivir aquellos pedazos de su vida en el buque carguero que me trajo hasta aquí”.

Un dato de interés que a la fecha sigue siendo una incógnita para los estudiosos de los Ferrante Kramer: el carguero declaró en EE.UU un faltante de 1000 litros de aceite de lino. Por testimonios de los 10 tripulantes, las culpas recayeron sobre Danilo. Actualmente, Danilo reside en San Francisco.

El frustrado reencuentro familiar

Entre las miles de historias vividas por Damián Ferrante Kramer, hay sin duda algunas que por su tristeza hemos evaluado seriamente en no incluir. A sabiendas que esta “autocensura” a la larga no haría más que lastimar la historia del maestro, compartimos con ustedes una historia que tiene que ver con la relación de Demian y el resto de su familia. Fundamentalmente, con sus hermanos Duillo, Dionisio y Danilo.

En otras entradas podrán encontrar detalles acerca de un complejo problema psicológico que embarcó a Danilo en una cruzada para imitar a su hermano famoso, pero en este caso puntualmente, nos vamos a centrar en la oportunidad en la que de una vez por todas, la familia Ferrante dejaría de darle la espalda a Demian para volver a acogerlo en su seno.

Dicen las crónicas de la época que, hacia principios de 1966, con la muerte de Donato (abuelo de Demian) se provocó una fractura muy grande en el seno de la familia Ferrante Kramer, movilizada por una supuesta fortuna a heredar por su hijo Doroteo, que desató una batalla descarnada entre sus hermanos Dionisio, Duilio y Danilo que reclamaban su parte por adelantado. Demian no se enteró del deceso de su abuelo sino hasta casi nueve meses después. (En ese entonces se encontraba internado en un nosocomio de Dallas porque había sido atropellado por la limusina que transportaba a John Fitzerald Kennedy).

La situación es que los hermanos se juntaron (sin Demian), para evaluar la chance de darle otra oportunidad. Si bien siempre lo habían considerado un blando (1), y no le perdonaban el desprecio realizado cuando de joven tomó una maleta y se marcho abruptamente de la finca familiar de Tumbes, la muerte del viejo Donato, y los incesantes pedidos de su padre Doroteo de intentar darle una oportunidad de reconciliación a Demian (2), hizo precipitar las cosas.

La charla duro un par de horas y si bien no había una posición certera con respecto a volver a aceptarlo en la familia, finalmente decidieron tomarle una prueba. Contactarlo, avisarle que querían verlo para ver este tema. Si Demian se presentaba en el momento indicado, seguramente al valorar el encuentro, todos estarían dispuestos a volver a ser una familia.

La suerte quiso que Duillo fuese el encargado de contactar a Demian. Él era uno de los que no le perdonaba el despecho, e internamente había sido el autor intelectual de la muerte de Fami.

El mensaje en la pensión de Waldemar Garrido – último domicilio relativamente estable conocido de Demian - en Corrientes casi Medrano fue escueto, corto y sencillo: “Demian te esperamos el miércoles 6 de diciembre a las 19 horas, en el bar de Irigoyen al 600. Si te importa la familia vení. Si no, morite, blando (3) de mierda”

El Uruguayo Waldemar, que apreciaba a Demian y conocía la historia familiar tardo casi una semana en reconstruir el itinerario del escriba de Tumbes. Solo pudo ubicarlo el día que le dieron el alta en el nosocomio de Dallas. Demian entre lágrimas (no sabemos si por la emoción del futuro encuentro o por el dolor provocado por la doble fractura de tibia y peroné provocada en el accidente antes mencionado) agradeció a Waldemar el esfuerzo y se dispuso a volver a Buenos Aires como fuera, con tal de reencontrar a su familia.

Aún con el yeso en su pierna se subió a un camión que lo llevó de Dallas a Los Ángeles, fue atendido en un puesto caminero de la ruta 66 por un principio de gangrena provocado por el yeso, pero siguió adelante, se hizo pasar por cura en un contingente de jesuitas que pasó de los Angeles a Tijuana (Nuevo México) y a partir de ahí, inició una interminable combinación de medios de transportes que lo depositaron a la media tarde del 6 de diciembre en Puente Saavedra.

Sucio, mal oliente, con un hambre como nunca, con los restos del yeso que le colgaban de su pierna, se metió en la Shell de Deheza y Cabildo, golpeó a un playero, le robó la ropa y la llave del vestuario. Luego de un baño reparador y con el overoll rojo cruzó Cabildo a los piques no sin antes cargarle a un Rastrojero $ 20 de gasoil (quedándose obviamente con el dinero) y limpiarle los vidrios a un Peugeot 404 blanco que esperaba en el lubricentro.

Se subió a un 60, y todo el viaje fantaseó con la posibilidad de abrazar a sus hermanos, de pedirles disculpas por esa huída fortuita en su juventud, por dejar definitivamente en el pasado el episodio con Fami, en fin, volver a sentirse querido…volver a sentirse en familia…

Llegó 17.30 hs. a Yrigoyen al 600. Recorrió la cuadra una y mil veces y no encontró ningún bar. Poco importó. Más allá del uniforme de playero de Shell, en su corazón sabía que sus hermanos lo reconocerían y podrían los cuatro como en los viejos tiempos fundirse en un abrazo del alma.

Un rato antes de eso, los hermanos de Demian se encontraron en la casa de Danilo. Aunque ninguno se animaba a decirlo en voz alta, ellos también estaban felices de poder reencontrarse con el hermano perdido. Ahora sí, podrían decir que eran una familia y que una nueva etapa estaba empezando. Sin fisuras. Con todo el amor. Se subieron al Valiant de Danilo y partieron para el bar en donde sería la cita.

Se hicieron las 18, las 18.30, las 19 y hasta las 21 horas. Demian esperaba en esa cuadra. En dos oportunidades fue increpado por vecinos que al verlo en actitud sospechosa amenazaron con llamar a la policía. Sus hermanos no llegaban… "¿Se habrían arrepentido? ¿Les importaré?" Mientras pensaba eso una profunda pena se apoderó de él…

Hasta más o menos la misma hora, Duillo, Dionisio y Danilo. Reunidos en el bar indicado lo esperaron… "¿Se habrá arrepentido? ¿Le importaremos.?". La misma pena pero con un poco de furia se había apoderado de ellos también.

El encuentro nunca se produjo... Waldemar Garrido al tomar el mensaje –total desconocedor de la historia argentina- solo anotó Yrigoyen. Mientras Demian marcó durante horas un surco ida y vuelta sobre Bernardo de Yrigoyen al 600, Duillo, Dionisio y Danilo lo esperaron en el Bar Cantinflas, en Hipólito Irigoyen al 600.

La madrugada encontró a los hermanos separados, pero unidos por un pensamiento: Demian, sentado en la esquina pensando en que sus hermanos se habían mofado de él y sus hermanos pensando en que Demian se había burlado de sus buenos sentimientos.

Al subirse al Valiant, Duillo dijo con voz seca: “No hay caso, es un blando de mierda”, y
sus hermanos asintieron en silencio.

(1). Trolo
(2). Algunos afirman que el cambio de actitud del padre de Demian, Doroteo, de reunirlos a todos nuevamente, radicaría en una cláusula testamentaria que exigía la firma de Demian para cobrar la herencia dejada por Donato.
(3). Trolo de mierda

23 octubre, 2006

Los festejos del cumpleaños de Demian

Probablemente, grupos materialistas o mercantilistas puedan menospreciar el contenido de esta entrada, pero nos pareció importante destacar que, Demian Ferrante Kramer, más allá de que haya tenido una vida signada de pseudo fracasos, ha sido una persona que ha sabido cosechar relaciones interpersonales a granel. Todos sabemos ya de su amistad, con Jim Morrison, su interrelación con John F. Kennedy, con el Sai Baba o con Victor Sueyro, por citar solo algunos ejemplos, y de aquí que nos parece importante destacar a pocos días de la celebración de su natalicio, la cantidad de gente que se ha reunido en distintas partes del mundo –estimamos- para festejar este acontecimiento. Esto muestra a las claras que a Demian hay mucha gente que lo quiere.

Desde la madrugada del 5 de octubre, la sede de la Fundación DFK no ha dejado de recibir muestras de afecto y camaradería, fotos, testimonios de festejos y salutaciones. Lo mejor de esto es que no deja de sorprender la amplitud de las mismas. Solo a modo ilustrativo, transcribimos algunos de los mensajes recibidos:

- “Muchas felicidades” (Tripulación del ARA Almirante IRIZAR, desde los hielos australes)
- “Ferrante se la come” (Asociación de Travestis de San Francisco)
- “Feliz cumple viejo choto” (Instituto Geriátrico El Portal, Gran Bourg, Buenos Aires)
- “Destapo cañerias, plomería y electricidad” (4759-0688)
- “Devolve la que te llevaste Ferrante” (Integrantes de la tropue de luchadores de Titanes en el Ring 1963/1965)
- “Sabes que te queremos mucho” (Arnaldo André)
- “Vendo anafe sin uso. Ideal para camping” (4759-0688)
-“Estas mejor que nunca. El programa esta barbaro” (Luis de Castelar)
- "Felíz domingo para la juventud" (Anónimo)

Y para demostrar que el afecto que recolectaba Demian a cada paso, adjuntamos una de una de las miles de tomas fotográficas recibidas, que de acuerdo a lo validado por integrantes de la Fundación DFK, fue el verdadero festejo del cumpleaños de Demian, quien –una vez más demostrando su eterna juventud- desde el anonimato, para evitar aglomeraciones, compartió con un grupo de amigos íntimos la noche del pasado 5 de octubre.

Siempre hay detractores que insisten en afirmar, que la foto que acompaña esta entrada es falsa…allá ellos.

22 octubre, 2006

Los 8 magníficos (La película)

No bastaba con la historia de "Los 8 magníficos" para dar cuenta de lo vivido por Ferrante Kramer en aquel reality show que por poco lo catapulta a la fama.

Por ese motivo, los realizadores del Blog se comunicaron con la Fundación DFK y obtuvieron algunas escenas de la TV de entonces... Sus protagonistas, la cueva y la salida del tapir, las proezas circenses de Tuerca (Ferrante) y Tornillo (el tapir), y la apertura del programa con música y todo!!

Para los memoriosos: recuerden y disfruten reviviendo aquellos momentos en los que el "Maestro" estuvo tan cerca de la gloria.

Ferrante y el pilates: "The true story"

No en vano, en otras entradas de este Blog se hizo mención del estado físico de Ferrante, y en particular de su cuerpo, como paradigmas dignos de elogio y respeto. Su capacidad aeróbica, demostrada en el programa de TV “Los 8 magníficos”, su poderío sexual bipolar sin restricciones, y hasta su esbeltez y juventud perennes, no fueron un regalo del cielo, sino el resultado de años de esfuerzo junto a su mentor: Joseph Pilates.

En una época de su vida que podríamos situar entre su famoso encuentro con Jim Morrison y fines de los años ’70, Demian se deslomó haciendo pilates en el gimnasio de su amigo Joseph, a punto tal de convertirse en la atracción del lugar y en casi “socio” del afamado cultor físico.

Esa posición de privilegio lograda por Ferrante, jugó de alguna manera en contra de los objetivos de Joseph, quien a esa altura ya comenzaba a arrepentirse del afecto y confianza depositados en el peruano. Al final de cuentas, él, que era el dueño del proyecto y del método Pilates, paracía un empleado.

Sin embargo, el climax de discordia no alcanzaría su esplendor sino hasta que un tema ríspido se puso en juego: “Las Mujeres”. Poco a poco, la clientela del lugar – mayoritariamente de sexo femenino – comenzó a demostrar preferencia por Ferrante, y un claro desprecio por quien fuera el creador y alma mater del método.

Fue en ese momento y no antes, cuando la cizaña y la envidia comenzaron a hacer su trabajo infame: destruir el lazo de unión que por años, alumno y discípulo, habían construido con tanto amor y empeño... Otra vez los hechos honraban la célebre frase: "Tira más un pelo de concha que una yunta de bueyes”.

Aquel día, Pilates, bastante mayor que Demian, ya no soportaría verlo más en sus vanidosas poses ganadoras marcando abdomen; ya no toleraría escuchar sus permanentes desafíos: “... Mirá los bíceps que tengo!”; ya no resistiría presenciar toda esa seducción puesta al servicio de un público femenino ávido de festejarlo con sonrisas y besos. Pilates estaba lleno de odio, y pensó en tramar un plan siniestro para recuperar el sitial que había perdido.

El plan lo llevaría a cabo en su propio gimnasio, y nadie debería darse cuenta de ello. Tenía que llegar a Demian cuando estuviera solo. No quería testigos. Nadie podría acusarlo de nada, solamente Demian ... Pero ya sería tarde para él.

Cada vez que pensaba en su plan, como flashes aparecían dentro de su cabeza las imágenes de un Ferrante sonriente, junto a las que hasta hacía poco habían sido sus discípulas. Demian las tenía a todas con él: casadas, solteras, embarazadas, de cualquier edad.

“¡Cómo no me di cuenta!... se preguntaba. “Le di todo, le abrí las puertas, y el ingrato me paga así, desplazándome.... Yo le voy a enseñar quién manda aquí”, se repetía una y otra vez con profunda ira y enojo.

En una semana, Pilates ya había pergeñado toda su maniobra. Y la comenzaría a implementar de inmediato.

“Demian, el próximo lunes necesito hablar con vos, pero luego del cierre del gym... algún problema?”... “No, Joseph, ninguno”, respondió Demian, y convinieron que el encuentro sería en la zona de las colchonetas.

La mañana de ese día, Pilates le dijo a su secretaria que debía ausentarse para hacer una compras, que vendría pronto. Se dirigió a una ferretería, lejos del gimnasio, seguramente para que no lo conocieran, y adquirió cinta adhesiva para embalaje. Luego, en una farmacia compró una pequeña botella de cloroformo y xilocaína. Posteriormente, en una tienda de licores adquirió whisky... “Del mejor”, le solicitó a la empleada. Finalmente, se dirigió a una Agencia de Viajes, donde contrató un pack a Egipto.

La jornada se desarrolló con total normalidad, aunque Pilates se mantuvo más callado de lo habitual. Ni bien se hubo retirado el último de los clientes del gimnasio, y en medio de un profundo silencio, se escuchó la voz de Ferrante: “Joseph, donde estás?”, la que no obtuvo eco alguno de su amigo.

Como ya se había hecho la hora convenida, Demian decidió dirigirse directamente al sector de las colchonetas para hablar con él. Pero al atravesar la puerta de entrada, se encontró con algo inesperado: alguien lo sujetó por la espalda y puso un trapo mojado sobre su cara. Acto seguido, caería inconsciente víctima del cloroformo.

Cuando el “Maestro” despertó, no podía comprender lo que ocurría, pero presentía que algo malo habría de sucederle. Pilates, otrora dueño absoluto del lugar, lo había maniatado con la cinta adhesiva y balanceaba por encima de él la botella de whisky que llevaba en su mano. Se le acercó e hincó sus rodillas sobre el torso del peruano, haciendo una presión tremenda que le estaba cortando la respirración. Se sirvió un vaso de la bebida, y llenó otra copa, como para el “brindis final”, el de la muerte.

Retiró de un tirón la cinta adhesiva que cubría los labios de Ferrante y, al verlos morados como uvas y con aquel brillo esplendoroso, Pilates perdió el control y le comió la boca por casi diez minutos. Ferrante, inmóvil y atado de pies y manos, no pudo resistirse.

En un creciente fuera de sí Joseph intercalaba profundos y repetidos besos con acusaciones de haberlo desplazado “... Por unas chirusitas, amas de casa desesperadas”; que él también se encontraba “...Solo y desesperado”, y que lo acompañara Egipto para olvidar lo ocurrido.

Gracias a ese destino afortunado de Ferrante, la escena fue interrumpida por una alumna que había olvidado sus aparatos, quien al ver lo que sucedía llamó a la policía, evitando así un drama pasional mayúsculo. Las autoridades llegaron justo a tiempo... Joseph ya había desvestido a Demian y volteado cara abajo, y se disponía a abrir el pomo de xilocaína.

Los detractores de Ferrante Kramer aseguran que la historia entre él y Pilates venía de larga data, y que Demian aprovechó la ocasión para denunciarlo por “Abuso Sexual” y quedarse así con el gimnasio. Quienes lo defienden, cada vez menos, coinciden, pero agregan que el “Pomo de xilocaína estaba vacío al llegar los agentes del orden”.

19 octubre, 2006

Los 8 magníficos

A mediados de la década del ’90, Ferrante Kramer estaba pasando por una situación económica desesperada... El famoso “Efecto Tequila” se hacía sentir a través de una de sus tantas secuelas: el desempleo. Y por más que fuera un coloso literario, un cíclope intelectual, a Demian también se le cerraban las puertas. Las editoriales, grandes o pequeñas, hacían oídos sordos a sus súplicas.

No obstante, hidalgo como siempre, y haciendo honor a su enorme habilidad para enfrentar la adversidad, supo mantenerse ligado al medio, voceando diarios en un puesto ubicado en Medrano y Corrientes, gracias a la misericordia de su dueño, quien le facilitaba algunos ejemplares a comisión.

Y fue así, por los diarios, que se enteró de una novedad que le habría de cambiar la vida: a página entera, se llamaba a concurso de “escritores” para un programa televisivo. Se trataba de un “Reality Show”, una competencia entre escritores amateurs que otorgaba un importante premio: la edición de 100.000 ejemplares del libro que resultara ganador, con lanzamiento simultáneo en los 5 continentes.

Si bien Demian era un profesional de las letras – tenía más de 20 libros editados a ese entonces - como nadie lo conocía ni sabían de sus obras, fue elegido junto con otros 7 participantes. “8 hombres de tinta y papel”, así el nombre del programa, saldría al aire en pocas semanas.

Sin embargo, mediciones previas sobre los gustos del público hicieron que la producción cambiara a último momento de parecer, y transformara el formato en un “Reality Show de Supervivencia”, proponiéndole ser de la partida a los mismos participantes, a lo que todos accedieron. Y a pesar de que otra vez todo parecía indicar que el destino le jugaba una mala mano a Demian, una “señal” habría de mostrarle que esta vez el camino se encontraba iluminado con una “luz nueva”, ganadora: la competencia se llevaría a cabo en Perú, su tierra natal. Un suceso que lo convertía en el único participante en jugar de local... Una ventaja que molestó bastante en principio a sus adversarios, pero que terminaron aceptando al ver que se diluiría en los hechos: Demian contaba con más de 60 años de edad, mientras que el resto rondaba los 30 en su conjunto. Por otra parte, el premio era tremendo como para decir que no: 10 mil dólares para el ganador!!.

Desde la salida al aire de “Los 8 magníficos”, Demian se puso a la audiencia en un bolsillo. A simple vista, les ganaba por varios cuerpos al resto en simpatía, magnetismo y experiencia. Tímidamente, radios, diarios y revistas, comenzaban a hablar de “Nuestro Demian”o del “Héroe nacional”, alabando cada logro de Ferrante de manera desproporcionada... Renacía una vez más el “Mito Ferrante Kramer”.

Y las sorpresas comenzaron el primer día de emisión del programa. De arranque nomás, Demian lideró la competencia. Los restantes concursantes no daban crédito a sus ojos, no entendían como “ese viejo”, como le decían despectivamente, los estaba humillando.

La primer prueba, “El escalamiento del Cerro Atalaya”, lo encontró primero, a más de 1 hora de ventaja de su escolta. La siguiente, “3000 metros a nado por el Urubamba”, lo recibió como el único de la llegada, ya que los restantes abandonaron a la mitad del recorrido. La tercera, “Mochilla de Plomo”, una caminata entre Huanta y Pampas, dos ciudades distantes unos diez kilómetros, pero cargando 50 kilogramos de peso adicionales, le significó quedar al frente, y a la vez ganarse el afecto de miles de connacionales que, a esa altura del desafío, ya se trasladaban hacia los lugares de competencia sólo para vivarlo y tocarlo como si fuera un dios.

Y así se fueron sucediendo las pruebas, con Ferrante en las primeras posiciones y el rating por las nubes, hasta que llegó el ansiado día de la definición, de la prueba final. La que todos desconocían hasta ese momento. La más fácil, en apariencia, pero que entrañaba una carrera contra reloj: “La travesía del tapir”.

Se trataba de una caminata de 1 km. por dentro de una cueva que se estrechaba en su tramo final, hasta dejar paso solamente para un hombre en posición de “cuerpo a tierra” en sus últimos 100 metros. El trayecto debía hacerse en apenas 30 minutos, ya que a los 15 de la partida del concursante, se soltaba detrás suyo a un noble ejemplar de “tapir indio”, un dócil animalito originario de los bosques de Sumatra. Si el tapir hacía contacto con el participante, un “sensor” colocado en el hocico del animal se activaba, provocando el encendido de una “Luz Roja” que indicaba el fuera de juego del participante. Era necesario salir antes para ganar!.

Demian pidió ser el primero: “Ya que encabezo el puntaje, quiero liquidar esto de una ... No me gusta esperar”, dijo con tono superado y fanfarroneando, algo que le gustaba a su público, especialmente a las mujeres que admiraban su porte seductor y su fibroso cuerpo, bastante bien marcado para ser casi un anciano.

Munido de tan sólo una linterna, Ferrante se introdujo en la cueva a la carrera, desapareciendo en instantes de la vista de todos, mientras que fuera un grupo de alegres jovencitas lo vivaba y levantaba una pancarta con la leyenda “I love you winner”.

Como lo indicaba el reglamento, exactamente a los 15 minutos de su partida el tapir fue soltado, lanzándose a la búsqueda del peruano alocadamente, algo tan poco habitual que llamó la atención de los organizadores. Sin embargo, casi al unísono, los gritos del cuidador del animal aclararían aquel comportamiento inusual: “No lo larguen todavía, que no comió!!”. Pero ya no había tiempo para dar marcha atrás. Apenas se sentían los ecos del trotecito desbocado de aquel cuadrúpedo.

Ignorantes de lo que pasaba, del otro lado de la cueva se vivía otro tipo de excitación: la triunfalista. La gente gritaba: “Vamos Ferrante, que el tapir no te alcance!!”, esperando su gloriosa salida. No obstante, y ya pasada la media hora, no se tenían noticias de él. De pronto, las cámaras enfocaron la “Luz roja”: ¡Se había encendido!. Al momento, se apagó para volver a encenderse y apagarse nuevamente, como una luz intermitente. Eso indicaba que el mamífero había hecho contacto con Demian, pero a la vez alimentaba la sospecha de que el sensor no funcionaba correctamente.

“Tornillo”, así su nombre, estaba amaestrado para regresar una vez “tocado” el participante. Pero seguramente, a decir por los especialistas que opinaron luego de lo sucedido; ”.. La falta de alimento enloqueció al animal, quien en su desesperada marcha por encontrar la salida rápidamente, la buscó por el mismo lugar que Ferrante.... De ahí que la luz titilara intermitentemente”.

Recién a las 2 horas de iniciada la prueba se vio la cabeza de Ferrante asomar. Estaba desmayado, pero sin embargo se movía. Alguien lo empujaba por detrás, de manera intermitente, queriendo desalojar el orificio de salida que obstruía el peruano. Cuando todo su cuerpo quedó al descubierto, la escena fue estremecedora: Ferrante tenía encajado el tapir entre sus nalgas, intentando hacerse lugar... Paradójicamente, el mamífero había confundido el orificio de salida... Tremendo!

Lo que sigue, que bien pudo haber significado la gloria para el “Maestro” de no haber sucedido lo que sucedió, fue más oprobioso aún: Tornillo tuvo que ser internado con principio de asfixia; Demian, con desgarros múltiples e incontinencia por más de 6 meses.

Sin embargo, Dios aprieta pero no ahorca. Finalmente, Demian y Tornillo encontraron su lugar en el mundo y triunfaron. Por largos años, el dúo “Tuerca y Tornillo”, sería la atracción circense más grande del Perú. Especialmente por su rutina – la más solicitada por el público porque rememoraba aquel reality show -, a la que denominaron “EL BALERO de Ravel”. Una prueba extremadamente difícil, de gran precisión, en la que Tornillo, luego de realizar una triple mortal en el aire y con música del afamado autor francés de fondo, encajaba su hocico sobre “Tuerca”, un experimentado Ferrante Kramer que, a esa altura de las circunstancias, ya no le hacía asco a nada.

18 octubre, 2006

Los Archivos Ferrante Kramer (V): "El Chupacabras"

Convencido de que su legado tenía que trascender la historia, Demian –no satisfecho con su prolífera obra literaria- se embarcó durante casi toda su vida en innumerables proyectos sociales que en la mayoría de los casos finalizaban bordeando el fracaso.

Mas allá de sus resultados poco felices, es bueno destacar la garra que Ferrante le ponía a ciertas situaciones que lo mostraban a veces como una persona plenamente compenetrada con el desarrollo de la ciencia y a veces como un pobre infeliz sin proyectos de vida.
El hecho es que hacia mediados de 1970, hurgueteando entre los diarios de la época, mientras garroneaba un café en La Giralda, encontró un artículo que indicaba una extraña tendencia que se estaba repitiendo en distintas zonas del norte de Sudamérica.
La nota indicaba que en campos de Perú, junto al Río Yavarí (que marca la línea fronteriza con Brasil) se habían encontrado animales muertos, presuntamente, que no presentaban sangre en sus cuerpos, con un solo agujero como herida, con el cadáver intacto (de por si raro porque, los depredadores de ganado, por lo general despedazan al ganado cuando lo atacan).
Demian tenia la certeza de que si lograba desenmarañar algun misterio de este tipo, su nombre adquiriría trascendencia en el ámbito de la ciencia contemporánea y de esa forma poder pegar algún negocio que de una buena vez por todas le permitiera salir de perdedor.
Diversos detractores de Ferrante Kramer, insisten en tomar este tipo de anécdotas para validar ciertos desequilibrios mentales de Demian, pero los integrantes de la Fundación DFK, para refutar estos dichos, se aferran a una serie de estudios neuropsiquiátricos (que nunca muestran efectivamente) que indicarían que Ferrante Kramer era un tipo sin alternaciones psíquicas
El hecho es que Demian partió a Perú a investigar. Su tierra lo estaría esperando.
Lamentablemente nadie es profeta en su tierra y al llegar al Aeropuerto Jorge Chavez en Lima, nadie de su familia lo estaba esperando, no consiguió taxis y se embarcó en una combinación interminable de transportes para llegar a Iquitos, Capital del partido de Loreto, donde se habían presentado la mayoría de los casos.
Demian se entrevisto con mas de una decena de campesinos que mas allá de la preocupación por la perdida de sus reces, llegaban hasta a fastidiarse por la insistencia de este joven que preguntaba y repreguntaba casi siempre las mismas seis o siete preguntas con respecto al estado en el cual habían sido encontrados los animales muertos.
Meses de investigación no dieron sus frutos. Una noche mientras Demian se encontraba en un puesto de supervivencia armado ex profeso en el medio de la pradera en estado de somnolencia, pudo divisar una cabra que se dirigía sigilosamente hacia el fogón que demian había armado para comerse unos patis que había comprado el día anterior. EL animal se acerco amistosamente.
Demian, poco adepto a recibir afecto… empezó a acariciar al animal con frenesí. Hasta llegó a sentir hasta cierto placer sexual… se excitó… empezando a gemir y posteriormente a gritar chupa…cabra! Chupa.. cabra!!!, al instante por el éxtasis, se desmayó.
Al día siguiente, fue despertado por un parroquiano, que le contó haber escuchado los gritos de demian durante casi una hora. A pocos metros de allí, el pequeño cuerpo de la cabra que había acompañado a Demian la noche anterior. El Parroquiano, recordando los gritos de Demian… salió corriendo en dirección a su caballo que lo esperaba tranquilo pastando… “EL CHUPACABRAS, FUE EL CHUPACABRAS”!!!!! . Demian entre el miedo a ser culpado por la muerte de mas de un centenar de animales abandonó la zona rápidamente. Dicen sus seguidores que nunca más volvió a pisar Perú.
Si bien desde aquí no podemos aseverarlo, desde ese momento en la zona norte de sudamerica se instaló el mito del Chupacabras. Nadie puede describirlo a ciencia cierta y como todo mito, Sus orígenes y descripciones físicas son diversos y se contradicen unos con otros de acuerdo al lugar donde se presume se ha avistado esta entidad. Algunos coinciden en decir que se trata de una una criatura pequeña (de 1 m de altura o menor tamaño), que presentaría piel verdusca y escamosa, ojos grandes y saltones, y cabeza ovalada.
También se le atribuye un rostro canino de grandes ojos y colmillos y tobillos largos como los de un canguro. Además, presentaría una estructura corporal humanoide un tanto encorvada con una hilera de espinas dorsales y a veces se le otorgan un par de alas similares al murciélago que sobresalen en su lomo. Poseería afilados colmillos y se dice que también tendría una especie de filamento bucal que succiona la sangre de sus víctimas (y en ocasiones sus órganos). Además poseería garras como extremidades.
En el norte del Perú, lo describen como un ser corpulento de rasgos humanos, con barba candado y anteojos oscuros.

16 octubre, 2006

Maldito tabaco

Recientemente, la mayoría de los diarios de la Ciudad de Buenos Aires publicaron una singular noticia que causó gran consternación en la sociedad: “Un hombre había sido detenido por resistirse a apagar su cigarrillo dentro del bar en el que se encontraba”. Se había puesto en vigencia la nueva Ley Antitabaco, y no todos la estaban recibiendo de buena gana.

Pero parecía ser que aquello que era tan novedoso para nosotros, no lo era tanto para la gente de otras ciudades del mundo. Y alguien que sabía mucho de ese asunto era sin duda Ferrante Kramer, quien había sido protagonista de un suceso similar en USA; me animaría a decir que su caso fue el primer antecedente a nivel mundial, pero como denunciante: fue Demian el que ejerció la potestad ciudadana de hacer valer la nueva legislación, una lluviosa y fría tarde de invierno de 1989, en un pub de San Francisco donde se encontraba merendando .

Demian, permanentemente en recuperación por su pasado de “humo y alcohol”, no se permitía oler siquiera un fósforo. Cualquier tentación podía hacerlo caer nuevamente en el flagelo de la droga, y él lo sabía.

Por ello, aquella tarde se encaminó decididamente a la mesa donde esos 4 parroquianos, vestidos con atuendos característicos de esa ciudad – uno de cuero y tachas, el otro de indio sioux, el tercero de obrero de la construcción y el último con ropa de policía - fumaban descontroladamente inundando el ambiente de un espeso e irrespirable humo.

“Disculpen señores, pero rige la Ley antitabaco en esta ciudad, y les exijo que apaguen sus cigarrillos”, advirtió sin titubear, un Ferrante firme y calmo. Los cuatro lo miraron de arriba abajo, despectivamente, como quienes ven a un pordiosero.

Uno de ellos, el que parecía más pesado, reconociendo su acento foráneo, le respondió: “Sudaka... largate de acá. No te metás donde no sabés, porque te vas a arrepentir!!”.

Ferrante insistió y repitió su latiguillo con tono amenazante, incomodando a sus interlocutores a punto tal de provocar que uno de ellos, el que vestía de cuero, lo tomara sorpresivamente por sus genitales, y le susurrara al oído: “Lo querés apagar vos, dulzura?”, pasando su cigarrillo sobre la cara de Demian, de manera intimidatoria.

Demian no contestó. Los serios problemas prostáticos que padecía, sumados a la fuerte presión que aquel gigante de bigotes hacía sobre sus testículos, le cortaron el habla. No obstante, su incómoda situación no se prolongó mucho tiempo más, merced a la milagrosa aparición de un carro policial.... Para fortuna de Ferrante, el cantinero había llamado preventivamente a la policía, intuyendo con acierto un funesto desenlace.

Ya en el Departamento de Policía, los 4 bravucones fueron llevados a la sala de interrogatorio; Ferrante, en cambio, fue puesto junto a una veintena de detenidos en una gran celda, cálida y con “televisión”. Parecía ser que Demian, un hombre marcado por la mala suerte en forma recurrente, por primera vez en años la estaba pasando mejor que los otros.

De pronto, su imagen apareció en la pantalla. Era una toma suya, reciente, ingresando a la Seccional. Hacía tanto años que nadie le concedía un reportaje en TV, que la emoción lo invadió: “Ése soy yo!!”, gritó, en tanto que quienes aún no habían notado su presencia, giraban sus cabezas observándolo con cara de pocos amigos.

La cronista del noticiero relataba que “Un hombre en un bar había hecho valer su derecho ciudadano de evitar que otros fumaran en recintos públicos y bla, bla, bla”, mientras Ferrante miraba a sus compañeros ocasionales, repitiendo “Soy yo, yo!!... Ven?”.

El relato de la reportera continuaba, mientras Demian hacía caritas amistosas a sus nuevos compinches que, súbitamente, volvieron sus rostros hacia el televisor, cuando quien relataba la noticia anunciaba que “Los Village People no podrán actuar esta noche en el estadio de Béisbol de San Francisco, debido a que 4 de sus integrantes fueron encarcelados a raíz del incidente Ferrante Kramer”...
Y ahí mismo, volvió a aparecer la cara de Demian, con el epígrafe que decía “Demian Ferrante Kramer... Por este sujeto, hoy no tenemos Village People”.

El recital de los Village People, el primero en años desde su separación, iba a ser televisado. De ahí que la comunidad gay del precinto con los que se encontraba Demian en aquel momento, estuvieran frente a la TV.

“Así que por tu culpa... Porque no te gusta fumar?”, gritó el pelado que tenía el cuello tatuado con la imagen de una serpiente con cabeza de garompa.

“No te gusta la gente que fuma??... Tenés algún problemas con los que se llevan cosas a la boca, soretito?”, agregó el que tenía un corte punk y aritos en la lengua.

Ferrante fue socorrido por los guardias de la prisión ni bien se sintieron sus primeros gemidos. Pero a decir de los médicos de guardia que tuvieron que practicar las suturas y parar las hemorragias: “Llegó tarde... el daño ya está hecho”.

A partir de aquel día, Ferrante comenzó a fumar. Sus amigos, dicen que cuando le advierten del peligro del cigarrillo, él responde: “Después de lo que pasé, llevarme esto a la boca no me puede hacer nada”.

15 octubre, 2006

De Demian, a todas las madres del mundo

Más allá de todo, siempre sostuvimos en este Blog las cualidades humanas de Ferrante Kramer.

Su solidaridad con el prójimo, inútil por cierto, pero que ha servido al menos para mostrar que su intención es sana.

Su valentía... otra virtud, que por encima de todas las dudas que lo muestran como un estratega oportunista, evidencian que cuando se tuvo que jugar, no lo dudó, porque estaba perdido de todas maneras.

Su vinculación casi mágica con los animales... los de su especie. O esa complicidad entrañable con sus sobrinos, a los que les enseñó todo lo que su sádico hermano Dionisio les negó... como incendiar una casa en Navidad.

Pero lo que quizás nadie sepa, es su apego por la familia y los suyos, o lo que construyó a lo largo de su vida para preservar estos valores.

Valores que supo siempre tener presentes en fechas clave que, como la de hoy, lo motivan a estar más tierno y seductor que nunca.

Aquí, el homenaje de Demian en el Día de la Madre!!!



13 octubre, 2006

El rehén

Creemos que este espacio ha dado más que suficientes pruebas de la natural inclinación de Ferrante Kramer por socorrer al prójimo. De su solidaridad con el desvalido, de su siempre dispuesta mano, allí, donde otros no se animan. Pero, quizás ninguna otra historia dé cuenta de ello como ésta, la que hoy nos convoca, por el sesgo heroico que tomó, y su particular desenlace.

El relato se remonta a una tarde de verano, allá por enero de 1998. Con más de 39 grados a la sombra, la calle era un infierno, y el local de McDonalds de Olivos al que sin motivo aparente había ingresado Demian, también. No funcionaba el aire acondicionado, y los pocos que estaban dentro no se esperaban lo que vendría.

La situación los tomó por sorpresa. Al grito de: “Al piso, esto es un robo”, de pronto, como salidos de una galera, irrumpieron tres encapuchados armados hasta los dientes. La orden de los maleantes - al principio tomada como la queja de uno de los clientes por los precios de los combos - enseguida fue interpretada por los presentes, que se echaron al suelo en medio de murmullos y llantos.

“Cállense gallinas, maricas!”, vociferó uno de ellos, mientras el más bajito le decía al pibe de la caja: “La guita, o te mato!”. Más allá de lo que aparentaba, la situación parecía estar controlada. Sin embargo, nadie sabía que la alarma dada a la policía por el parrillero, cambiaría en breve el escenario.

Cuando todo parecía indicar que los ladrones se preparaban ya para salir, la aparición de un patrullero en la puerta lo echó todo a perder... En un abrir y cerrar de ojos, los delincuentes claurusaron la entrada y tomaron a tres de los clientes como escudos, amenazándolos con sus armas.

Sin embargo, en medio de la confusión, nadie se había percatado de un detalle: Demian continuaba de pie, no había obedecido la orden.

Uno de los hampones, al verlo, le increpó: “Vos también al piso, salame... O no escuchaste!”. La testigo Angélica Listorti, que observó la actitud de Ferrante, afirmaría: “Ese tipo tenía una cara especial, parecía como si se trajera algo entre manos, nos ponía nerviosos a todos”, opinión ésta que coincide con la de Renato Ganza, vecino de Martelli y rehén él también, quien agregaría: “Transpiraba como loco, como si estuviera enfermo... y nos hacía señas que no comprendíamos, como si quisiera que lo ayudáramos a hacer algo ... pero no se entendía qué”.

Lo cierto es que Ferrante no obedeció, y respondió algo que desconcertó a los criminales: “Y si comemos algo?... Yo me encargo de las hamburguesas, quieren?”. Habrá sido por lo descolgado de la propuesta o porque Demian comenzaba (¿sin saberlo?) a controlar la escena, que uno de los chorros le dijo “Está bien, hacete algo bolita”, confundiendo su acento peruano con el boliviano.

A lo que Demian, sin inmutarse por el fallido del criminal, le retrucó al toque: “Está bien, pero por qué no largás a esta gente y nos quedamos solamente nosotros?” (1). Lo que podría haber sido el inicio de una tragedia – ya que la propuesta de Demian sonaba casi como una provocación - termino siendo “Como un consejo para los ladrones”, al decir de uno de los clientes liberados... “Era como si este tipo de barba los estuviera llevando por donde él quería, muy hábilmente”.

A los 20 minutos, y ya con las hamburguesas casi listas, apenas quedaban los 3 ladrones, Demian y un rehén más. Las sugerencias de Ferrante habían logrado que nueve de ellos fueran soltados por los matones.

“El que más comíó fue el barbudo”, aseguraría en un reportaje otro cliente liberado... “Debe haberse comido más de 15 hamburguesas, parecía un muerto de hambre, y las cargaba con abundante ketchup, mayonesa y salsas picantes”.

En tanto, y mientran los altoparlantes de la policía continuaban invitando a los delincuentes a rendirse, las comunicaciones por handy se interumpían. Todos estaban desorientados, nerviosos... El interior del local era un misterio.

Pero de pronto, cuando menos se esperaba, los tres maleantes arrojarían sus armas a la calle y saldrían corriendo del local. Con las manos en alto y a la voz de: “No tiren, no tiren... ese tipo nos quiere matar!!”, se abalanzarían sobre los agentes de seguridad, quebrados en llanto, y agitados como si les faltara el aire.

No se los veía lastimados, sólo aterrorizados como si hubieran visto a un fantasma. Atónitos, los agentes del orden se miraban entre sí, intuyendo que aquel hombre dentro del local tenía la respuesta. Súbitamente, una extraña aprensión se apoderó también de ellos.

Lo último que captaron las cámaras de todos los canales de TV aquel día, fue la salida de Ferrante Kramer del local de McDonalds, y sus palabras “Está todo controlado, pero ingresen con cautela, hay una persona desmayada por los gases.”

A partir de aquí, surgieron más de una versión acerca de lo ocurrido dentro del local, de la actuación de Demian, de lo que sucedió y desencadenó la historia hacia aquel final que nadie esperaba. De todas formas, todos recordamos las imágenes de aquel día, las que mostraban a un Demian distendido, alivianado, saliendo del McDonalds y conversando con los medios que rotulaban la transmisión televisiva con “El poeta héroe de Olivos”.

Los que están con Ferrante a muerte, aseguran que “El maestro los doblegó sicológicamente, los convenció de que se rindieran y evitó una tragedia”. Sin embargo, sus adversarios, que cuentan con el concenso de la mayoría, afirman: “Hay simplemente que interpretar los hechos sobrevinientes para entender qué pasó realmente dentro del McDonalds”.

Y algo de razón tienen al albergar dudas al respecto. Por ejemplo, el local de McDonalds estuvo clausurado una semana, durante la cual se hicieron presentes varios camiones atmosféricos, Gas Natural, empresas de destapación de caños y cloacas, de desinfección y personal de Salubridad de la Municipalidad y la provincia. Hay quienes dicen que hasta se hizo presente el Ministro de Salud Pública.

Por otra parte, el licenciatario del local aumentaría las sospechas acerca de un complot en contra del Maestro, dada su negativa a brindar declaraciones. Cuando fue consultado acerca de si “Recompensaría a Ferrante por haber impedido el robo”, enloqueció y agredió al periodista con un muñeco promocional del Capitan Frío ubicado a la salida del negocio.

El rehén que se desmayara, tampoco aportó mucho al esclarecimiento del tema: “Lo último que recuerdo es a ese señor de barba entrando al baño. Y luego, aquel ruido... Como una explosión y azulejos resquebrajándose!. El agua corriendo sin parar, la luz titilando y silencio.... Después, ví cuando se abrió la puerta, y ahí me desmayé”.

Además, los memoriosos recuerdan que algunos vecinos linderos con el local hasta quisieron vender su propiedades en los siguientes días al hecho. “El olor nauseabundo de las hamburguesas en descomposición no se aguanta, parece olor a mierda!!”, dirían ante las cámaras, acongojados.

De todas formas, y más allá de las interpretaciones maliciosas, aquella tarde Demian demostró que cuando un ser humano corre peligro, todo vale. Uno debe hacer lo que le dicte su instinto, aunque ello implique cagarse en todos.

(1). Hay quienes afirman que no hay que ver en esta actitud de Demian una señal de valentía o amor por el prójimo, sino un plan para ser menos en el reparto de las hamburguesas.

12 octubre, 2006

Los primeros Ferrante en América Latina

Por Casimiro Arena

Hace unos días, mi hija de 12 años que asiste a la secundaria, me comentó que necesitaba de mi ayuda para hacer un trabajo práctico sobre Colón y el Descubrimiento de América. Pero no lo de siempre con las 3 carabelas, el grito de Rodrigo de Triana o los Reyes de España.

Ella quería hablar de otra cosa. De cómo fue la conquista, si hubo resistencia, quiénes eran los habitantes por estos lares... Como yo de eso sé poco y nada, me dirigí a la Biblioteca del Congreso para ver si había material al respecto.

Cuando mostré el carnet que me acreditaba como periodista y les comenté que era biógrafo de Ferrante Kramer, me miraron con recelo y hasta creo que intentaron retacearme la información. Como insistí en llegar más arriba si no me facilitaban la cosa, terminaron haciendo lo contrario y me dieron más libros de los que podría leer en un año. Sin chistar, acepté las reglas de juego, me senté, y comencé a abrir diarios, revistas y documentación que llegaba casi a principios del siglo 16.

Con toneladas de información sobre la mesa, y sin saber por dónde empezar, me dije “Relájate”... y me encomendé a los dioses, mejor dicho a un TA-TE-TI que me indicó que comenzara por aquel cuadernillo con tapas de tela bordó titulado “Desembarco y primeras postales de América”. Era un documento viejísimo, reproducción de un original de 1540, con dibujos, pinturas y notas de aquellos tiempos.

Lo que leí y vi me partió la cabeza. Era como si el destino se empecinara en ligarme al “Maestro” en cada rincón del universo. Fue en ese momento que comprendí la razón del retaceo de la información por parte de los bibliotecarios, y de sus constantes miradas, que se acrecentaron en el preciso instante en que mi rostro seguramente cambió, ante el asombro que producían en mí aquellas imágenes.

Estaba viendo la reproducción de un lienzo pintado por Arturo San Sebastián, en 1492, quien reprodujo la escena del desembarco, allí mismo donde los “Ferrandíes” – sí, ferrandíes, así como lo están leyendo – recibían a Colón como si fuera un dios.

“Esas caritas!”, me dije... “¡Se le parecen tanto!”, agregué... No podía dar crédito a que fuera cierto. Empecé a leer como loco, y allí me di cuenta que la caja de Pandora recién se abría.

Los espejitos de colores que dice la historia le entregaron a los indios a cambio de oro y plata, no fueron tales. Hubo espejitos, sí... Pero también cremas, pinturas para la cara y labios, plumas, taparrabos muy parecidos a las minifaldas de los años 60, aritos parecidos a los que se usan hoy en “piercing”... “... Les gustaba mucho pintarse y vestirse con nuestros regalos”, se podía leer en el epígrafe.

Y lo peor no sería aquello. En otra foto había imágenes de instrumentos con formas de plátanos, berenjenas y ancos, pero de madera, junto al siguiente comentario: “... Se encontraron en un cementerio, enterrados junto a los cuerpos de los ferrandíes, ubicados entre las piernas a la altura de la pelvis, lo que prueba que se encontraban en su interior al momento del deceso”.

Y continuaba: “... Son casi lampiños, de piel suave, y no se les puede distinguir entre hombre o mujer a simple vista, nos consta..”; “... Los hombres tienen los huevitos contraídos, como arvejillas... Parecen eunucos, y el miembro viril no les alcanza al tamaño de una aceituna (1)... “.. Son sumisos y obedientes, de cálido y tierno paladar, y presentan una malformación en su dentadura. Tanto en la hilera superior como en la inferior, les faltan los 3 dientes centrales, lo que hace que presenten como una graciosa RANURA que muchos de los que estamos aquí ya entendimos qué finalidad cumple”.

Más adelante, el libro citó algo que profundizaría aún más mi desconcierto e interés: “Algunos de ellos, huyeron hacia el norte”.

En ese preciso momento vi sobre la mesa el libro “Las civilizaciones nuevas del Perú”, de Arturo de las Puestas, y automáticamente lo vinculé con lo que había leído.

Fue así que constaté la aparición de los “Kramerinos” en el año 1494, indígenas provenientes del sur de América, que según contaba el texto: “... Presentaban una ranura entre sus dientes, y tenían por costumbre taparse la boca con una mano y las sentaderas con la otra ante la presencia de un extraño..... Parece ser una forma de saludo, aunque la carita de miedo que tienen nos indica lo contrario!.... Nos llama la atención que sean tan lampiños, su piel suave y que no se les distingue bien el sexo, nos consta ....” .

Ambas tribus “Ferrandíes” y “Kramerinos” se extinguieron a decir de los autores por su incapacidad para reproducirse o porque los “conquistadores” y sus prácticas habrían terminado por transformales el gusto hacia una sexualidad diferente.

El último de los Ferrandíes data del año 1568. Fue el anciano “Bufalo sentado” (También llamado Bufa Sentado), y era conocido por ofrecer “dulces” (actuales golosinas) a quienes accedieran a hacerle compañía por las noches.

Volví a casa decepcionado y sorprendido. “¿Seremos todos Ferrante Kramer?”, pensé.

Mi hija, al verme llegar, me preguntó: “Papá, encontraste algo nuevo?”. “Si hija... Colón y los suyos eran mala gente, y Demian Ferrante Kramer y sus ancestros, otras de las tantas víctimas del sometimiento latinoamericano”, le respondí.

Ahora entiendo el porqué de la “mala suerte” del peruano: Es él mismo quien la busca, lo hace a propósito. A los que tienen buena suerte les dicen “Culo roto”, no?. Bueno, creo que la mala suerte es un seguro de castidad (2) para el “Maestro”.

(1). Negra. La aceituna verde fue descubierta en 1832, en La Rioja, Argentina.
(2). La Fundación DFK dice: dejemos que Casimiro piense que es así.