29 noviembre, 2006

Demian y la hija de Perón: "¿Una historia mítica o bizarra?"

¿Cómo se hace para mantener escondido un mito? ¿Cómo puede hacerse para mantener oculta una verdad si ya se torna insostenible?

Hoy, queridos seguidores, intentaremos develar otra parte de la extraña pero intensa relación entre Demian Ferrante Kramer y el General Juan Domingo Perón.

Como se indicó en entradas anteriores, Demian recaló en la quinta 17 de octubre, y enceguecido por la asociación de la fecha de nacimiento de su mascota historica (la cual trágicamente había desaparecido) y el nombre de la morada en España del General, hicieron que Ferrante se inmiscuyera utlilizando métodos no tradicionales para ingresar a su círculo íntimo, aprovechando la buena predisposición del líder popular argentino.

Dos años estuvo Demian como jardinero de la quinta. En más de una oportunidad, mientras buscaba rastros de Fami, intentó interactuar con Perón quien lo ignoraba sistemáticamente con una sonrisa. Una tarde, mientras el general realizaba su caminata diaria, Demian estaba acomodando unos canteros de malvones que habian quedado desacomodados… con bastante furia. Ferrante vociferaba contra los empleados de la custodia del General, que habitualmente lo cargaban cuando pasaban a su lado diciendo: “Demián (mal acentuando la “a” final)…Cuidado que te la dan!!... o Ferrante... ¿te la dan por adelante?”.

“Estúpidos imberbes!!" gruñó Demian, justo frente al general, que pasaba por el lugar. De golpe Perón se quedó estupefacto: “¿Qué dijiste pibe?”... Demian intentó explicarle pero el General lo dejó con la palabra en la boca, mientras se retiraba repitiendo entre sonrisas “Estúpidos imberbes… esta buena esa eh?”.

Difícilmente el Coloso de Tumbes haya comprendido en ese momento que aquellas palabras suyas, que habia acuñado desde la ir, harian historia años después en la politica latinoamericana contemporánea.

A partir de ese día, Perón comenzó a charlar más con Demian, cargándolo porque los canteros quedaban desparejos. Eso hizo que Ferrante le contestara con su caraterístico sarcasmo que, hasta acá, nunca quedó claro si el General llegó a interpretar. En un par de meses, Demian pasó de jardinero a chofer de la Sra. Isabel, y en poco tiempo ya interactuaba con los dueños de casa casi en intimidad.

Largas charlas de política económica y de cuestiones sociales encontraban al General, al Sr. López (amigo de la familia) y a Demian hasta altas horas de la noche, sentados en el porsche de la casa principal. No queda muy claro si el nivel de participación de Ferrante se limitaba a servir el café, prender los cigarros o emitir un comentario sobre el tiempo o el cantaor Pedrito Rico, pero el hecho es que el tipo estaba ahí.

Y eso no sería más que el principio de una historia singular entre él y el famoso general. Así, como al pasar, un tarde conoció a Marta, una joven morocha que cada tanto venía a la quinta preguntando por “Papito”, y encaraba directamente a la suite del General.

Demian charló con ella en más de una oportunidad pensando que ella era la hija del general. Con los años esta mujer entabló una demanda filiatoria a los herederos de Perón diciendo ser la única hija y por ende heredera universal del General Perón.

El hecho generó una trascendencia descomunal. Marta recorrió los más importantes medios del país con su alocada teoría, aunque siempre se sospechó que no era más que la parte visible del asunto, que había un autor intelectual oculto detrás de tan escabroso plan. Entre tanto, todos abonaban de alguna manera la hipótesis.... Su potencial era tal que, de ser cierta, podía cambiar el curso de la politica latinoamericana.

Los distintos estudios de ADN realizados dieron por tierra esa caprichosa teoría. Haciendo quedar a la bizarra mujer, en el ridículo. Los detractores de Demian dicen que el poeta de Tumbes fue durante años el principal impulsor de esa idea, ya que siguió ligado a la joven por un largo período y fue el principal defensor de esa teoria.

Algunos sostienen que Marta rompió finalmente con Ferrante cuando, necesitada de pruebas para sostener su filiación con el general, Demian le respondió: “Todo lo que me consta es que le decías papito, o no?...”. Extraoficialmente, se sabe que los hjios de Marta estan buscando a Ferrante Kramer para ajusticiarlo.

Walter Liberatti, Presidente de la Fundación DFK, niega relación personal alguna con Ferrante, toda vez que es increpado por los abogados patrocinantes de la ahora anciana mujer que, hasta hace poco, se creyó la heredera del general Perón

Muy pronto, la Tercera Parte de esta historia: “El Panteón compartido”´.

27 noviembre, 2006

La rata

Hay una historia que avergüenza a la Fundación DFK porque los toca muy de cerca, quizás como ninguna otra. Es una historia de cobardes, de “poca hombría”, de verdaderas gallinas. Y todos estuvieron involucrados, desde su Presidente, Walter Liberatti, hasta el último vocal suplente, incluidos los 3 socios adherentes.

Peligraba la Biblioteca “Ferrante Kramer”, y nadie se animaba a defenderla del agresor. Y el agresor no era otro que una rata. Sí, una “rata” de esas que existen de a millones en Buenos Aires, y también en Villa Martelli, la ciudad sede de la emérita Fundación.

Y decimos que avergüenza, porque tuvo que contar con el propio Ferrante a la cabeza de la gesta. Y lo peor, quedó al descubierto que en aquellos mediados de los 80, el magnánimo escritor peruano se encontraba en una mala época, otra de las tantas que afectaron su preciosa humanidad.

Quebrado económicamente como en tantas ocasiones, trabajaba en una empresa de “Desinsectación“, matando liendres, alacranes, roedores y cucarachas. Un trabajo humillante para semejante coloso, una tarea que lo desmerecía como prohombre de letras que era, pero que Demian aceptaba como aceptó siempre cientos de oprobiosos conchabos a lo largo de su vida.

Los gritos en la Fundación alertaron al vecindario. Liberatti, Osorio y Landoni estaban en la puerta gritando como maricas: “La rata, la rata, la rata!!!... mátenla!”, en tanto los vecinos del lugar apreciaban absortos tan ridículo espectáculo de los hasta ese entonces “prestigiosos hombres de la cultura lugareña”. La gente a partir de ese día habría de perderles todo el respeto.

Pero lo más infame de ese show fue que la imagen del Ferrante Kramer se hizo añicos de una manera tremenda. Todos los presentes lo vieron llegar aquella tarde en la mugrosa chata de “El exterminador de Martelli”, la empresa de fumigaciones en la que trabajaba. Un desvencijado Chevrolet 46 que invitaba a la hilaridad.
El otrora “Grande entre los grandes”, se presentaba en su pueblo adoptivo en mameluco, flaco y desgarbado, munido de matamoscas, tubos, sopletes, fuelles, tarros y botellas, que lo asemejaban a un grotesco astronauta del tercer mundo... Una siniestra caricatura del progreso mal entendido, un miserable haraposo, sucio y vencido, más alejado de las letras que un analfabeto en la selva.

Cuando descendió, fue todo un hazmerreír. “Dedicate a los gatos, Ferrante, que eso es lo tuyo”, gritaban unos, mientras que otros retrucaban con chascarrillos afines como: “Tenés reunión con algunas amigas .... mirá que muerden Ferrante!!!.... Ni se te ocurra sodomizarlas!!.".

La cuestión fue que el peruano, fingiendo una sonrisa y levantando la mano como un ídolo saludando a sus fans, ingresó en silencio a la Fundación, decidido a terminar con la rata de una vez. “Su biblioteca” estaba en peligro, y no había más que decir ni tiempo que perder. Lo que sigue fue un verdadero desastre, porque tomó estado público. En la biblioteca no había un solo libro, la rata había dado cuenta de todos ellos. Demian había llegado tarde, estaba todo perdido.

Algunos de sus detractores afirman que en la biblioteca nunca hubo libros, que nadie jamás donó nada a la Fundación. Otros, más críticos aún, dicen haber visto a Liberatti en el Parque Rivadavia vendiendo ejemplares de “La Biblia Peruana” en hebreo y “Yo, Demian”... “Para juntar unos pesos y pagar la luz de la institución”, sostienen, aunque no descartan que fuera “Para vino o trolas”.

Nadie tiene la verdad absoluta de lo sucedido durante aquella jornada. Lo cierto es que Ferrante salió de la Fundación tal como entró, en silencio y masticando bronca (1). La rata, jamás fue encontrada (1).

(1). Sí, nosotros también pensamos lo mismo.

24 noviembre, 2006

Demian y Perón (Parte I)

Finalmente, y luego de soportar las presiones internas y externas hemos decidido brindar una vez más un haz de luz en uno de los segmentos más oscuros de la vida de Demian Ferrante Kramer.

Cabe destacar, que durante los últimos quince días, quienes ideamos este blog hemos sido presionados por distintos medios para contar la verdad… y en virtud de los acontecimientos y a los miles y miles de pedidos recibidos por seguidores de Demian en todas partes del mundo, hoy vamos a publicar la verdadera historia del vínculo de Demian Ferrante Kramer con el General Juan Domingo Perón.

Cabe destacar, que gran parte de la información volcada en esta entrada fue chequeada por diversas fuentes una y otra vez y si bien, en ningún caso pudimos certificar la historia, entre todos los testigos se generó un halo de “complicidad” que nos dio a entender que estábamos en el camino correcto: muchos negaban con su rostro pero asentían con su mirada… con movimientos temblorosos (como quien se enfrenta a una situación de extrema tensión) pero con la certeza de que su testimonio haría más grande la historia del escriba de Tumbes, más de un centenar de testigos fueron pasando por nuestras oficinas, a dejar no solo su relato, sino a construir también su legado.

Se dice que Demian, una vez que abandonó al viejo napolitano Piero Lazzi (ver la entrada “Il Castrato”), en la segunda mitad de la década del 50, se dirigió a Alemania. Las maldades del destino sumadas a que Demian a gatas dominaba el español por lo cual todo lo que no fuera castellano le era sencillamente inentendible, De esta forma, intentó viajar de polizón a un tren de la empresa Rail Europe en la estación de Módena que viajaba a Berlín.

Equivocó el anden, y subió a un servicio denominado en Italia “letrero” (una traducción literal lo denominaría lechero, por detenerse en todas las paradas). Este tren unió Módena con Barcelona en 18 días, realizando en ese trayecto 248 paradas en poblados de distinta densidad demográfica.

Demian recibió atención médica durante ese lapso, por presentar síntomas de parálisis en una de las piernas: Estuvo en cuclillas 14 días sin moverse en el vagón de depósito de maletas por miedo a ser descubierto. Esto, sumado a un estado de deshidratación y hipotermia hicieron que el personal de seguridad de la empresa de trenes no tomara represalias con él por no contar con su pasaje y lo dejara abandonado en la sala de guardia de un hospital de las afueras de Madrid.

Vagó durante semanas por la capital de España. Una fría madrugada de febrero, lo encontró durmiendo bajo unos árboles en la Av. Navalmanzano, en la lujosa urbanización llamada Puerta de Hierro, cerca de la carretera del Prado que lleva en pocos minutos al Palacio de la Zarzuela y a la residencia que había ocupado el Generalísimo Franco.

Demian se despertó con unos ladridos y una llovizna que tenia la mañana. Al instante creyó ver un signo divino. La quinta se llamaba “17 de Octubre”… y los ladridos que escuchaba de fondo… No podía ser!!!!...17 de octubre era la fecha de nacimiento de Fami su hermosa perra Colie, mascota de la infancia que había desaparecido misteriosamente.
Íntimamente, Demian no había creído nunca el hecho que Fami había desaparecido.

Buscó infructuosamente en varias oportunidades al can, hasta recibió una golpiza en Hollywood, al querer raptar a Lassie, confundiéndola con su mascota. En fin, ahora había alguien que había puesto a una residencial quinta madrileña, la fecha de nacimiento de su perra como nombre… evidentemente Fami tenia que estar ahí.

Saltó el muro, y antes de caer fue atacado por dos Rottweilers que casi lo destrozan de no ser por la joven dueña de la casa (Sra. Isabel) que a los gritos hizo salir corriendo a los canes hacia los fondos de la casa.

Casi desangrándose fue atendido por el Dr. Hipólito Barreiro, médico personal del dueño de casa, el cual al parecer, era una figura reconocida de la política latinoamericana.

Este hombre, militar retirado, persona con códigos, dio instrucciones al personal de la quinta de que hospedaran y cuidaran al joven desconocido hasta que estuviese totalmente repuesto para evitar cualquier tipo de reclamos en el futuro.

Demian fue alimentado durante casi un año con los mejores manjares gastronómicos de la península ibérica. En un par de oportunidades, fue sorprendido por las noches provocando a los perros para poder volver a ser mordido y de esa forma, extender su estancia en la quinta y ganar tiempo para encontrar a Fami.

Una mañana, Demian se presentó frente al dueño de casa, y le pidió trabajo. Según explicó, quería “pagarle” su hospitalidad (en realidad quería hurguetear para encontrar a su mascota). Don Juan, el sexagenario político argentino, sonrió calidamente “…no hace falta pibe, jajajaj” Demian le clavó la mirada para intimidarlo, El viejo sin mirarlo, pareció ni inmutarse y dándose vuelta le arrojó: "… y bue.. que sé yo… cortá el pasto!"

Demian lo había logrado. De ahí a entrar al círculo íntimo de Juan Domingo Perón… había un paso.

- ¡Próximamente, el escalofriante desenlace de esta historia! -

Adios al amigo

Estamos asombrados, muy exaltados... Y no es para menos.

Hasta hoy, Ferrante Kramer no se había dirigido nunca en forma directa a nuestra Fundación. Cuando lo hizo, fue a través de algún pariente o amigo. Pero esta vez la cosa fue distinta, dicen haberlo visto cuando dejaba bajo la puerta de esta institución, “su casa”, la nota que ilustra esta entrada.

Natalio Simbrón, Tercer Vocal de la Fundación, tarotista y grafólogo, al que le encargamos analizar la carta, certificó que se trata de la letra del “Maestro”: “Se nota que es su grafía, aunque quebrada por la emoción y la edad, hay que tener en cuenta eso”.... “Su pulso es tan tembloroso que hasta parece que hubiera faltas de ortografía donde no las hay”, nos afirmó enfático hoy por la mañana, en medio de una discusión que manteníamos acerca de si “historia” va con o sin “h”.

Pero, bueno... mejor dejamos que el propio Ferrante, de puño y letra, nos cuente aquella anécdota de su amigo de juventud: el húngaro Ferenc Puskas.

Walter Liberatti
Presidente
Fundación DFK


TEXTO DE LA CARTA DE FERRANTE KRAMER

Hoy me toca despedir al amigo Puskas... Qué pena me invade!. Lo quise mucho al húngaro porque fue muy bueno conmigo.

Lo conocí accidentalmente, allá por los ’60, cuando con más de 30 años debutó en el real de Madrid. Vivía a pocas cuadras de la pensión donde paraba por aquellos años en España. Tenía la costumbre de patear lo que encontrara a su paso: latas, botellas, piedras...

Y como yo era fanático del Real, cuando lo veía salir aprovechaba para patearle mi pelota para que hiciera una de las suyas. “A ver mago Puskas, hagamos jueguito!”, le decía. Todavía conservo decenas de balones descosidos o reventados que fueron tocados por su zurda cósmica. Tenía una patada increíble!.

Era un poco mayor que yo, y me trataba como a un hermano. Conversábamos mucho. Me decía: “Che peruco, andá a comprarme fasos!!” o “Ferrante, andá a buscar la pelota”, cuando se mandaba esos disparos y se iba como a 200 metros.

Y era muy generoso... Nunca me voy a olvidar cuando me invitó a comer. Me dio parte de su sánguche. Se le había caído un pedazo al piso, y dijo “Esta parte es para mi amigo Demian”.

Pero lo que más le agradezco es haberme levantado la autoestima. A los latinos en España no nos quieren, te tiran a menos. Y las mujeres, ni hablar!!... Ni te miran!.

Por eso lo quise tanto al húngaro, porque me dio un lugar. Fue el único que reconoció mis cualidades con la pelota, aún cuando todos me decían “Dedicate a otra cosa Ferrante!”. Puskas, cuando me veía solo y deprimido se acercaba a mí. Me acariciaba, me sonreía... Y a media voz, susurrándome al oído, me decía: “No les des bola peruco, vos sos el más grande... La tocás como nadie!”.

19 noviembre, 2006

¿Quién se acuerda del payaso Australino?

Nadie, seguramente nadie.

Su fama fue efímera, apenas duró unos meses, hasta que fue eclipsado por “Estampita” y su clásica muletilla “Cepillame los cantos!”, otro payaso al que tampoco nadie recuerda.

El payaso Australino fue el emergente de un hecho policial, considerado como de los más emblemáticos y curiosos de los que se tenga registro, y de “Inesperadas consecuencias”, como lo caratulara un matutino de la época. Un acontecimiento que tuvo como protagonista a un accidental cliente que se encontraba aquella tarde en la sucursal Núñez del desaparecido Banco Mayo. Un extranjero que, como todos los días, canjeaba las monedas que recolectaba en la puerta de la Iglesia de Nuestra Señora de Luján. Ni más ni menos que Demian Ferrante Kramer.

La crónica policial de aquel entonces da cuenta de la heroica participación de Ferrante Kramer, quien desarmó a uno de los delincuentes y frustró el asalto encerrándose en el tesoro para proteger el dinero.

Corrían los días finales de 1990 y lo que no se podía prever, sucedió. La hiperinflación del gobierno de Memem, y el plan de Erman González, llevaron a la Argentina a un extenso feriado bancario que se prolongó por más de una semana. Período durante el cual la bóveda donde se encontraba Demian cautivo permaneció cerrada y sin contacto con el exterior.

Mucha tinta podría utilizarse para comentar los pormenores de aquella historia, pero lo que verdaderamente vale de ella puede resumirse en la odisea de un hombre solo y su supervivencia, sin agua ni otra cosa para alimentarse que un montón de australes. O lo que destacaron tanto la prensa como las autoridades del Banco Central: “La conducta sin par de un extranjero que honró su nacionalidad comprometiendo su propia vida para defender el patrimonio de una nación”.

Ferrante Kramer se alimentó con billetes usados por casi siete días. Y tuvo la fortuna de que fueran usados, porque sobrevivió gracias a las proteínas humanas, minerales y gérmenes que el propio “manoseo” confieren a la moneda en tránsito.. “Caso contrario, habría muerto por la ingesta y envenenado por la tinta”, afirmaría el galeno que atendió a Demian en el Durand.

De todas formas, inútil sería su esfuerzo, ya que a su salida, la moneda protegida, “Millones de australes”, habría de perder valor. Domingo Cavallo había implementado la famosa “convertibilidad”, y el “uno a uno” era la nueva consigna.

Y se hablaría mucho del “uno a uno” por aquellos días; y no por la convertibilidad, sino por la forma en que Ferrante expulsó los billetes ingeridos: “Uno a uno” fueron saliendo de sus intestinos. Y lo extraño del asunto, enteros, sin daño, lo que le valió su inclusión en el Libro Guiness de los Records como el “Hombre que cagó más billetes en perfectas condiciones”, galardón que aún hoy conserva, y que anteriormente ostentaba el pianista Liberace con apenas unas monedas de cuarto de dólar.

El tema dio hasta para un frustrado documental a cargo del director de cine Raúl de la Torre, quien propuso a Ferrante filmar la historia bajo el título de “La máscara de papel”, en alusión a la mierda más valiosa jamás cagada.

Hechos y promesas, lo cierto fue que aquel escatológico asunto duró paradójicamente “lo que un pedo en una canasta”, y Ferrante quedó otra vez en la lona, alejado de la notoriedad y las cámaras. Sin embargo, uno de sus amigos – que no quiso darse a conocer por vergüenza -, le sugirió capitalizar aquella pequeña gloria con un personaje: “Australino”, un simpático payaso que semejaba a un billete de la vieja moneda.

El Banco Central tomó conocimiento de la iniciativa artística del peruano, y en agradecimiento al que fuera protagonista de aquella gesta heroica en el Banco Mayo, entregó los sobrantes de la vieja moneda – australes – para que los utilizara como merchandising en sus funciones. Por casi un mes, antes de que el circo se incendiara y se levantara el espectáculo, Ferrante deleitó a cientos de niños revoleando australes al grito de “Llegó Australino con muchos billetinos”.

“Era hora que Ferrante honrara su vida con un personaje acorde a lo que fue siempre en realidad: un payaso”, afirmarían sus detractores desde Perú, aunque para sus seguidores tales afirmaciones fueran solamente “..Reacciones propias de la envidia, dado que Ferrante se convirtió en héroe en Argentina y no en su país natal ”.

Lo que siguió a la historia, opacó un tanto la proeza valiente de Ferrante en aquel Banco.

Fundido, sin trabajo y eclipsado por el Payaso Estampita, que con recursos promiscuos (1) había captado la atención de grandes y chicos, Ferrante fue detenido en Encarnación, Paraguay, intentando cambiarle a un menor de edad algunos australes que le habían quedado de su vieja época.

Y aunque Demian intentó zafar de las autoridades policiales aduciendo que se trataba de un error, igualmente fue detenido, confundido con Estampita sobre quien por aquel entonces pesaba una orden de captura a raíz de una causa por abuso sexual en Argentina.

Ferrante fue recluido por varios meses en una prisión de Casos Especiales junto a un centenar de proxenetas a los que siguió deleitando con su mágica rutina de payaso, aunque con algunos cambios. Apenas vestido con un billete de 1 austral que ocultaba sus zonas pudendas, se aparecía en el patio de la prisión a la voz de: “Llegó Australino... El libertino!! (2)”.

(1). Movía su trasero con gracia, insinuaba y provocaba.

(2). Algunos reclusos entrevistados afirman que Ferrante había robado parte del slogan de Estampita y que realmente decía: “Llegó Australino, el libertino... Y cepíllenme los cantos!”

15 noviembre, 2006

Dr. Kramer

Muchos nostálgicos de las series de TV de los ’60, ’70 y ’80, recordamos con cariño a doctores célebres como Ben Casey, Kildare o Quincy. Todos ellos tenían una característica común: eran buenos tipos, siempre hacían el bien a la gente.

Y quizás por ese tinte altruista y solidario que definía a aquellos personajes, Demian se había convertido en un fanático de los unitarios de TV estadounidenses, especialmente los ligados a la medicina, la carrera que Doroteo, su padre, hubiera querido que siguiera.

Pero muy a pesar de su progenitor, Demian, un transgresor nato si los hay, elegiría las letras. Veía en ellas un “porvenir asegurado”... Todo un visioanario, ya que la miseria y el hambre lo habrían de perseguir permanentemente a lo largo de su vida.

No obstante, con los años Demian comenzó a sentir que había contrariado el mandato paterno, y eso lo molestaba. Y quizás aquellos utitarios de televisión o practicar de vez en cuando la disección de algún sapo que cazaba para comer, le servían como tibio bálsamo para justificar haber desoído el consejo de Doroteo. Le permitían seguir fantaseando y decirse a sí mismo “Tan mal no estoy”, cuando todas las mañanas despertaba en su casa de cartón, bajo la Autopista 25 de mayo.

Y aún cuando la voz de su padre habría de sonar cada vez más frecuentemente en su cabeza: “Qué hiciste de tu vida, fracasado del orto!!”, Demian no reaccionaría una vez más... Continuaría trabajando de “3er. Heladero Suplente”, cargo al que lo habían ascendido luego de dos años de trabajo como mezclador de colorantes en la desaparecida cadena de helados Massera: “No está tan mal... Para el sánguche tengo!”, se diría para sí, condescendiente con el destino que le había tocado.

Sin embargo, no estaría dicha la última palabra. Como es característico que acontezca en su patética vida, nuevamente un simple hecho lo pondría en los umbrales de la notoriedad, a la puerta del ansiado triunfo.

Un mediodía de diciembre, Demian pidió que se le concediera una rápida salida de un par de horas, para ir al Hospital Durand a hacerse unos exámenes. La mala vida y una alimentación deficiente, habían comprometido seriamente su salud, y quería estar a pleno para las fiestas de fin de año, para entregarse nuevamente a los vicios de siempre, pero intacto.

Así, vestido con su clasico uniforme Massera de heladero, se dirigió a la carrera al Durand... El trámite fue corto. Tan sólo una extracción de sangre y algunas placas, y ya estaba en el pasillo. Aún agitado por la corrida, transpirado y medio aturdido por la extracción, erró la salida e ingresó a la Sala de Guardia. Fue entonces cuando lo sorprendió la voz de aquella mujer: “Gracias a Dios Doctor que ya está aquí”.

La señora lo había confundido con un galeno por su delantal blanco, apenas manchado con chocolate que semejaba sangre seca. Sin embargo Demian, mucho menos que disculparse por el error, levantó sus cejas en actitud desafiante, tosió levemente, e impostó ese gesto característico en él cuando se espera lo peor. Y era lógico.... La frase “Doctor” ya había hecho estragos en su vapuleada personalidad. Demian se encontraba nuevamente en las fauces del delirio místico, creyéndose alguno de esos personajes de TV a los que tanto había admirado.

La voz de su padre nuevamente: “No me defraudes esta vez, inbécil!”... La mujer acariciando embelesada la “M” del logo de Massera bordada en su guardapolvo blanco, confundiéndola con la de “Milagro” o “Médico”, terminaron de introducirlo en la dimensión desconocida. Y así fue que Demian se convertiría sin quererlo en lo que su padre añoró y no obtuvo en vida: ver a su hijo convertido en el “Dr. Kramer”.

Las curaciones que registra el Libro de Guardia de aquella jornada son suficientes para tomar cuenta de la magnitud de la obra del Coloso. Son apenas 6 citas, pero todas ellas de similar tenor: 1). Entrega de un papagayo a una mujer (según se supo luego, quien primeramente confundiera a Ferrante por un médico), 2). Toma de presión a un NN (más tarde se comprobaría que se había tratado de un cuerpo humano de yeso utilizado como ornamento del lugar), 3). Colocación de una inyección de hepatalgina (al muñeco anterior); 4). Solicitud de una botella de alcohol a Suministros (nunca encontrada); 5). Corte de uña encarnada (devenido en gangrena) y 6). Ingreso de un paciente con obstrucción intestinal.

Parace ser, según sus biógrafos, que fue esta última entrada a Guardia la que hizo volver un poco a la realidad a Ferrante: “No era fácil la cosa, era un asunto bien grosso!”, confesarían a la Fundación años más tarde. La cuestión es que Demian, notoriamente asustado, gritó por instinto: “A Cirugía”, y fue prestamente socorrido por dos enfermeras que obedecieron su orden de inmediato a la voz de “Sí, Dr. Kramer”.

Y cuando todo parecía que Demian abandonaría la impostura que había asumido, nuevamente aquella frase mágica, “Dr. Kramer”, lo proyectaría a las puertas del mesianismo y la locura. Como poseído, se colocó un barbijo, guantes de latex, y abriéndose paso al grito de “Soy médico, déjenme pasar!”, se encaminó con las manos en alto y mirada extraviada por el pasillo del Durand, con destino a la sala más traumática del hospital.

Pero Ferrante, aún en esos estados quiméricos, no era boludo. Cuando ingresó al recinto, la camilla, el instrumental quirúrgico y las luces lo amedrentaron, y optó por quedarse observando la intervención desde un rincón, como si fuera una eminencia en las sombras. El médico a cargo miraba a Demian como buscando complicidad entre pares, y le decía: “Pero fíjese doctor, a quién se le puede ocurrir simular un parto con un pescado... Qué pedazo de ...”, al tiempo que dirigiéndose a su paciente, le decía: “La próxima vez que juegues a dar a luz, acordate que las escamas se traban y que el bicho no sale con la facilidad que entra, entendiste?”. La víctima asentía con la cabeza entre sollozos y expresiones de dolor.

Finalmente, la operación concluyó con éxito... Pero Demian, que había presenciado todo, a esa altura ya se había dado cuenta que no tenía nada que hacer ahí, que ése no era su lugar. Estaba muy sobresaltado... Hacía más de tres horas que había salido de la heladería.

Y ya se aprestaba a salir de la sala cuando incorporaron boca arriba al sujeto intervenido.
“Gracias chicos... gracias!”, diría dirigiéndose a todos sonriendo. “No fue nada, pero no hagas más locuras Juampi”, lo reprendería el médico a cargo. En medio de tantos agradecimientos, le llegaría el turno a Demian, quien tendió su mano para estrechar la de Juampi.

Mientras tomaba su diestra, Juampi súbitamente clavó su mirada en Demian... Todos se quedaron como expectantes, al tiempo que observaban como el recién intervenido acariciaba la mano del peruano como preso de un trance: “Ay, ay, ay!!!, yo conozco a ese señor”, exclamaría con sorpresa. “Ferrante, son tuyos esos ojos, amor?... Dejame verte, sacate el barbijo, atorrante!”, agregaría sacado por la emoción.

El apellido “Ferrante” era harto conocido en el nosocomio, registraba más de veinte ingresos. Todos los presentes, incluidos otros pacientes que esperaban ser operados gritaron al unísono: “Ferrante???.... Demian Ferrante Kramer???”.

Así como había venido, pero más rápido, Demian escapó del Durand... Hasta se animó a gastarse la última moneda que tenía en un colectivo. Ya abordo, y sentado en el asiento de atrás, se sonrió. Lo había logrado.

Y por unos minutos, hasta que llegó a la parada de Cucha Cucha y Rivadavia donde debía descender, vendrían a su mente hermosas imágenes de su padre, feliz y orgulloso en el cielo. Y unas palabras que jamás olvidará: “Mi hijo el doctor, carajo!”

12 noviembre, 2006

Las máximas de Ferrante Kramer (Slide Homenaje)

Suele decirse que "Se aprende mucho más de los errores y los fracasos que de los aciertos y los triunfos". Quién mejor habilitado entonces para la docencia que Ferrante Kramer, no?

La Fundación, entendiendo que no hay otro exponente en el planeta superior a Ferrante capaz de generar máximas y dogmas universales, nos acercó este material - elegido del tratado "Yo, Demian" del escritor del peruano - que aquí mostramos a modo de diapositivas animadas.

Son apenas una docena de ellas, pero suficientes para servir de guía moral, especialmente a la juventud. Ferrante Kramer siempre se ocupó de la niñez... Para él, los niños estaban primero.

Dado el elevado valor espiritual del material, recomendamos su divulgación.

Walter Liberatti
Fundación DFK
Presidente


09 noviembre, 2006

"El donante": otra historia solidaria de Ferrante Kramer

“Nadie es profeta en la tierra”, solía decir Ferrante, cada vez que se enfrentaba a una nueva adversidad. Y aunque era corregido por quienes lo escuchaban: “SU tierra, Ferrante... SU tierra!”, él sabía bien de lo que hablaba. Para Demian, cualquier lugar del planeta daba lo mismo, estaba meado por los perros en toda la faz de la Tierra.

Aún encontrándose en el país de las “oportunidades para todos”, los Estados Unidos, no encontraba sosiego a su desventura, se sentía un perdedor nato. No podía siquiera conciliar el sueño. Visitó por ello a un doctor de una salita de First Aids (Primeros Auxilios) cercana al estacionamiento de autos donde vivía quien le recomendó “contar ovejas”. Pero estaba absolutamente cercado por el infortunio: las ovejas morían en su sueño.

Intentó contar otra cosa y pensó en “contar fracasos”, tenía miles de ellos... Eran la solución perfecta. Pero en su sueño se convertían en “éxitos”, y la emoción de alcanzarlos le producía el efecto contrario: se despertaba y permanecía eufórico por horas.

Demian deseaba ser útil a toda costa. Hacer algo, pero “bien”, no a medias como siempre. “Tener un hijo!”, se dijo..... pero era tan “loser” que cuando imaginó la escena se le apareció el mismo médico que le había recomendado contar ovejas preguntándole: “Qué quiere que sea Ferrante, nena o varón?” y él, sólo atinaba a contestar: “Quiero que sea mío”.

“¡Soy un desastre!”, se repetía hasta el cansancio,”¡Soy cornudo hasta en sueños!”.

Pensó hasta en suicidarse, pero lo desalentó la imagen de un infierno en el que moría de frío para volver a resucitar en la Tierra como escritor peruano.

“No hay caso, no sirvo ni para ver si llueve”. No terminó de decir eso y una tormenta de tan solo una nube se ensañó con él, empapándolo de pies a cabeza. Fue cuando elevando su vista al cielo, gritó: “¡Tenés algo más para mí... la remil put...!”... Y había algo más... Un terrible rayo cayó a apenas metros de él, dejándolo inconsciente y casi al borde de la muerte.

“¿Grupo sanguíneo?... sabés el grupo de este tipo?”... “Qué le pasó que está todo chamuscado?”. Estaban hablando de él, pensó. Y en la medida que se iba recomponiendo de su trágico percance, tomaba cuenta que estaba recostado sobre una camilla. Que se encontraba yendo a toda marcha por un interminable pasillo. “Lo mío es grave”, reflexionó, “De esta no zafo... Mi final es posible”, se dijo para sí sonriendo.

Las voces se multiplicaban en la medida que avanzaban. “Tiene seguro médico?”... “No, qué va a tener, si parece un croto!!”. Todos hablaban de él, y él escuchaba en silencio. Consultado por una enfermera sobre si entendía lo que le decían, Demian asintió con la cabeza. Su respuesta disparó otra, que le formuló una mujer elegantemente vestida, que parecía una dama de caridad: “Está dispuesto a donar sus órganos, caballero?”.

Era tanto el deseo de Ferrante por abandonar este mundo que arrebató la lapicera que la mujer tenía en su mano, y gritó: “Deme la hoja!!... Dónde firmo??... Sáquenme los órganos ya!!”. Quienes estaban presentes se sobrecogieron con la escena... Cómo podía ser que existiera un hombre tan solidario, se preguntaban.... O tan pelotudo, las opiniones estaban divididas.

Sin embargo, la escena llamaría la atención de un funcionario de Gobierno, Steve Mazza, Secretario de Estado del Departamento de Sanidad de San Francisco, quien vio en Ferrante una oportunidad de promover la ablación de órganos, justamente uno de los principales objetivos de su cartera. “Este tipo es un fanático altruista, quiere hacer el bien aún a costa de su vida”, especuló Mazza. Y así fue que se interesó y le propuso a Demian ser el protagonista de una campaña “Pro Donación” de órganos, con Demian a la cabeza.

A poco menos de un mes de aquel incidente trágico, la ciudad de San Francisco se encontraba empapelada con afiches que llevaban el rostro de Demian y leyendas como: “A nice guy” (Un lindo tipo), otros que rezaban “Take my entrails” (Toma mis entrañas”), “Take him, he is a gift” (Tómalo, es un regalo), todas frases que prendieron hondo en la gente y que provocaron una avalancha de donaciones.

Por primera vez, la presencia de Demian en un evento estaba dando resultados positivos. Por primera vez, dos palabras esquivas, “éxito y fama”, resonaban en los oídos del peruano, cuan música celestial. Esta vez el Coloso miró al cielo y dijo: “Gracias!”.

Pero no faltaría quienes en esa enorme orbe hubieran de empañar aquella hermosa gesta solidaria. Allí también se harían presentes los “inadaptados de siempre”, dispuestos a sembrar el mal y la discordia. Y en aquella ocasión, los convidados serían los “graffiteros”, muchachotes imberbes con delirios revolucionarios, que harían suya la campaña para convertirla en un mamarracho.

Fue así que los afiches de Demian fueron violados y abochornados con leyendas impropias, tergiversando el sano espíritu de la convocatoria. Frases que un sector de la población de San Francisco interpretaría erróneamente... Frases que convertirían a Ferrante Kramer en objeto de una nueva provocación a las minorías ...Frases que lo llevarían a protagonizar otro grave incidente en su atribulada existencia.

Ferrante Kramer fue secuestrado por un grupo comando el 4 de abril de 1986, en las afueras de la ciudad. “Yo vi cuando cuatro tipos se lo llevaron en un Volkswagen... Era un escarabajo color rosa, de esos que se ven tanto por aquí”, diría Rosario Withman, la portera de una asociación juvenil local.

Y no se sabría de él sino hasta su reaparición como músico en una iglesia de Reno, Nevada, más de un año después. Allí nadie lo conocía. Demian estaba cambiado, muy tenso y callado, irascible. Muy celoso de su nuevo trabajo, de aquella época se conoce una anécdota que lo muestra como un hombre extraño.

Cuando los chicos del lugar le preguntaban si podían jugar con su instrumento, solía gritarles exageradamente: “A mí nadie me toca el órgano .... Saquen las manos de ahí!!”, en tanto se acurrucaba sobre sí mismo en un rincón, temblando, y con la vista extraviada, como protegiéndose de una agresión que sólo existía en su imaginación.

Los chicos escapaban asustados, no entendían qué le pasaba a ese señor. Y seguían jugando tranquilos a los “autitos”, con sus simpáticos escarabajos rosados.

08 noviembre, 2006

Los Archivos Ferrante Kramer (V): "Duilio"

Tumbes, verano de 1951 (Ref: ver en este Blog “El abandono”)

Duilio Ferrante Kramer no quedó conforme aquella tarde cuando salió en busca de los animales que habían atacado a su hermano Demian en el bosque. No estaba seguro de haber liquidado al gorila (Rogelio) ni al elefante (Trompita), a su juicio autores intelectuales y materiales de la agresión.

Además, a más de un mes de aquel incidente, no tenía claro aún cómo un ser humano – refiriéndose a su hermano – había podido mantener un vínculo tan estrecho con animales, seres irracionales y puramente instintivos, por tan largo tiempo. Y también, la pregunta que más le inquietaba: “Por qué él había elegido a ese grupo de bestias en lugar de su familia”.

Y habrá sido por tales motivos, seguramente, que decidió emprender una nueva travesía por aquellos terrenos selváticos en pos de la verdad. Una verdad que habría de sorprenderlo más temprano de lo esperado, a media tarde, cuando acuciado por las sombras cada vez más largas, intentaba un regreso que vio truncado por la aparición de un animal... A simple vista, un oso o algo parecido.

Pero enorme fue su sorpresa cuando creyó reconocer a quien tenía delante. El mismo personaje que fuera su presa un mes atrás, Rogelio, el gorila.

Cazador desde pequeño, y rápido de reflejos, Duilio cargo rápidamente su rifle y apuntó justo entre los ojos del primate, decidido a hacer fuego. Sin embargo, los segundos pasaron, y nada. No hubo estruendos.... Duilio no gatilló.

No supo bien en aquel momento qué fue lo que le impidió disparar... “Lo tenía servido”, confesaría en ronda de amigos muchos años después. Pudo haber sido esa mirada piadosa de la bestia, casi inocente. O su actitud... Como la de quien se confiesa culpable en silencio, ofreciendo su cuerpo manso como un blanco perfecto.

No hubo una razón... Simplemente, no disparó. Bajó su rifle, a la espera de que el simio se retirara... La situación no daba para más.

Fue entonces cuando escuchó: “Gracias hermano”.

Duilio miró para todos lados, como buscando el eco de aquella voz. No la había imaginado, estaba seguro de haberla oído. Más desconcertado que nunca, miró al gorila, y fue en ese momento que escuchó: “Sí, fui yo, no te asustes hermanito... Aprendí a hablar de tanto estar con Demian”... Duilio no podía salir del asombro... “Esto es increíble!”, se dijo.

Pero entre tanta perplejidad, entre tanta sorpresa, Duilio vio en aquella crisis la oportunidad buscada. Estaba frente a frente con uno de los protagonistas de aquellos 6 años de la vida de su hermano en el bosque. Tenía delante suyo al principal victimario de Demian, y quizás causante de su partida hacia Norteamérica. Nadie mejor que él para darle las respuestas que tanto ansiaba.

No le importó que fuera tarde, ni que la noche ya estuviera sobre ellos. Conocer la verdad lo impulsaba a quedarse junto al gorila... No había precio que no estuviera dispuesto a pagar.

Entre tanto, Rogelio comenzaba a golpear dos piedras en busca de un chispa. “Conoce el fuego!!”, murmuró azorado... “Qué no sabrá hacer!”, exclamó Demian en tono irónicamente interrogativo, y avanzó con las preguntas.

En la medida que Rogelio hablaba de aquellos tiempos junto a Demian y los demás de la trouppe – Trompita, Sonrisita y Traka Traka – Duilio caía como hipnotizado dentro de un cuento de hadas. El poder de seducción de aquel animal, su voz firme, pausada y musical, lo embelesaban a punto tal de hacerle perder la noción de tiempo y del lugar.

Y no faltó la bebida que acompañara aquella escena... Una petaca de 3 Plumas que Duilio llevaba en su mochila para situaciones difíciles, fue compartida con Rogelio, que demostró ser un aplomado bebedor y un gran compañero de tertulia.

Duilio estaba como preso de un encantamiento, de un hechizo. Fogón y licor mediante, las horas pasaban como minutos... Y Duilio no podía hacer otra cosa que seguir con sus preguntas y Rogelio con sus respuestas... Hasta que llegó aquélla, la que sería un punto de inflexión en la charla: “Pero, decime Rogelio, cuál fue la verdadera razón para que mi hermano los prefiriera a ustedes y no a nosotros, los Ferrante Kramer, su sangre??”.

Rogelio no contestó. Su silencio fue largo, espeso... Parecía molesto. De pronto, arqueó las cejas y se paró, indicándole a Duilio que hiciera lo propio. El simio lo observó de arriba abajo, y dio una vueltita alrededor suyo, callado. Acto seguido le ordenó a Duilio que dejara el arma, y lo palpó de entrepiernas, cintura, tobillos y glúteos para ver si se traía algo guardado.

Al comprobar que estaba totalmente desarmado, ya más calmo se acercó a Duilio y le dijo: “Vení conmigo”....”Vamos a mi guarida, que allí tengo algunos recuerdos de aquellos días... Recuerdos de tu hermano, recuerdos imborrables”, agregó, mientras dejaba asomar una pequeña lágrima que dejaría sin aire a Duilio, quien no terminaba de asombrarse de la gigantesca sensibilidad del animal.

Aquel fue el último día que los Ferrante Kramer vieron a Duilio. Una larga y extensa búsqueda, que llegó hasta México al norte y hasta Argentina al sur, no dio los resultados esperados. No se sabría de él sino hasta muchos años después (1).

Entretanto, durante su ausencia, Tumbes sería escenario de escalofriantes noticias. Por mucho tiempo los lugareños habrían de denunciar la aparición de todo tipo de abominaciones, criaturas deformes, monstruos e íncubos en las frondas tumbeñas. Pero nadie les daría crédito.

Sin embargo, la verdad se haría camino sola, desafiando con un simple hecho a todo un establishment local preocupado sólo por defender el apellido de una de sus familias ilustres: “La isla del Dr. Moreau”, de H. G. Wells, un libro escrito en el siglo anterior, se convertía caprichosamente durante aquel año de 1953 en el libro más vendido del Perú.

(1). En una fiesta organizada por Fanny Mandelbaum en honor a los hermanos Ferrante, en Buenos Aires. De aquella sorpresiva aparición de Duilio en Argentina, sólo se recuerda su rauda partida, la que atribuyen a la propia Mandelbaum. Se comenta que impresionada por la vestimenta y el porte de Duilio, se destapó con un “Qué mono estás!”.

07 noviembre, 2006

Demian ¿Il Castrato?

El Mito de Farinelli "Il Castrato" (el castrado), hace referencia a la historia de Carlo Broschi, uno de los cantantes soprano mas famosos de todos los tiempos, nacido en Apulia, Italia, en el seno de una familia de nobleza en 1705. Cuenta la historia que Carlo fue castrado cuando era un niño para preservar – según se creía- su maravillosa voz durante su adultez. (También se baraja que su castración fue una necesidad médica después de sufrir un accidente con un caballo). Muchos de los niños provenían de familias pobres de los áridos campos de Nápoles donde la esperanza de vida no llegaba más allá de los 30 años. Si el niño tenía dotes para el canto alcanzaría el reconocimiento, en cambio, si las aptitudes vocales no llegaban al límite exigido ante tanta oferta, se ordenaba sacerdote acabando así en los coros de iglesias. Carlo fue de algún modo diferente, debido a su origen adinerado.

Siguiendo la tradición de quienes le precedieron, fue enviado a un conservatorio, lugar reservado para el entrenamiento de los "castrati". En estos lugares se daba amplio entrenamiento de voz a los niños, lecciones acerca de composición y también les daban la oportunidad de improvisar, de ahí los reportes de la época indicaban que Carlo, daba toques personales a las piezas ya compuestas que se le daban para cantar, para la delicia de su público. Él mismo se bautizó con el nombre artístico de Farinelli, tomado de un reconocido magistrado italiano.”

Farinelli tenía una voz de soprano penetrante, completa, rica, luminosa y bien modulada. Fue el más importante de su época y es actualmente reconocido como uno de los más trascendentes a lo largo de la historia… hasta ahora.

Hace casi treinta años, se echó a rodar una historia que en la actualidad ha vuelto a tomar fuerza, y tiene que ver -como no podía ser de otra forma- con el coloso de Tumbes. Como este blog intenta dotar de un velo luz sobre la historia de Demian Ferrante Kramer, nos vemos en la obligación de poner a consideración de los miles y miles de seguidores de Demian alrededor del mundo, este tema, que no es más que una una recopilación de recuerdos atesorados por el reconocido Prof. Roberto Lazzi (especialista en artes marciales) acerca de distintas vivencias protangonizadas por su abuelo, Don Piero Lazzi, quien compartió esta historia con Demian.

Poco se sabe de los periplos de Demian cuando de jovenzuelo abandonó la casa de sus padres de la calurosa Tumbes. Si se sabe que a mediados de los años 50, viajó por los Estados Unidos y Europa. Dicen los que saben que a principios de los 50, Demian se encontraba en Módena, Italia. Allí, conoció a DonPiero Lazzi, un napolitano bonachón, dueño de un puesto de diarios ubicado frente al Policlínico de Módena en la Vía del Pozzo, casi en la intersección con la Vía Marzabotto.
Se dice que hasta allí se acercó una mañana Ferrante Kramer, con un pequeño bolso de pertenencias buscando trabajo. Piero, quien quedo maravillado con el brillo de los ojos y el carácter de Demian, rápidamente le dio el trabajo. Lo que tal vez el napolitano nunca supo, fue que Demian sólo busco ese trabajo para tener fácil acceso a los clasificados de todos los diarios sin tener que gastar una sola lira en comprarlos. Lástima que tardó más de cuatro años en comprender el italiano por lo cual, sin saberlo, muchas oportunidades laborales se le escurrieron entre los dedos.

Lo extraño de todo ésto, y es aquí donde comienza la recopilación de recuerdos de Roberto Lazzi, fue el incremento descomunal de ventas del puesto de su abuelo, desde que Demian comenzó con la venta de diarios en la esquina antes mencionada. Con voz muy aguda pero potente vociferaba: “ La gazzetta della sport, il giornalle, la stampa il messagero”!!!!

Las acumulaciones de autos ya se transformaban en un clásico. A media mañana ya no quedaban diarios. A Demian le quedaba mucho tiempo libre. Se hizo amigo de Luciano, el joven obeso hijo del panadero de la cuadra, con quien compartía casi toda la tarde, charlando sobre música, deportes y panes. (Algunos mal pensados indican que a través de Luciano, Demian tenía acceso fácil a comida ya que al fin del día recogía las sobras de las facturas que sobraban en el local de don Carlo Pavarotti el panadero.

Luciano comenzó a cursar en la Scuola Magistrale (uno de los conservatorios mas importantes de Italia) y Demian –como estaba al pedo- lo acompañaba. Piero escuchaba desde el balcón de su casa (estratégicamente ubicado sobre el puesto de diarios) una voz maravillosa practicando durante toda la tarde escalas en do, mi y hasta en Fa sostenido (una de las mas complicadas de lograr por la garganta humana). Eso, sumado a la experiencia de escuchar todas las mañanas a Demian vendiendo diarios con voz más que aguda, hizo que a Piero se le metiera en la cabeza que Ferrante estaba castrado, rememorando la historia de Farinelli, el famosísimo tenor del siglo 18.

Con la certeza de tener una mina de oro entre sus manos, Don Piero hilvanó decenas de historias tendientes a descubrir la verdad. Si verdaderamente su joven empleado era un “castrato” la fama podría estar golpeando a su puerta. Manejarlo artísticamente lo haría multimillonario.

El hecho es que Piero comenzó a confraternizar con Demian mucho más allá de su vínculo como empleador. Reiteradas invitaciones a cenar con temas de charla poco ortodoxos como la medida del pene a lo largo de la historia, los traumas de la adolescencia, etc. Demian contestaba casi en forma automática, porque solo le importaban las pantagrúelicas opciones gastronómicas que el viejo napolitano presentaba a Ferrante con tal de tenerlo sentado en su mesa.

El paso siguiente fue pernoctar… y de ahí el abismo.

El viejo comenzó a tener actitudes sospechosas (esto, cabe destacar surge por afuera de la información acercada por Roberto Lazzi. Fue más bien un compendio de conclusiones a las cuales arribó Casimiro Arenas, conocido biógrafo y amigo de Ferrante, a quien recurrimos para que analice esta historia y pueda darle cierto dejo de credibilidad), queriendo compartir cama, ducha, baño y hasta vestuario con el joven peruano a fin de poder comprobar fehacientemente lo que en largas tertulias gastronómicas, Demian no había confesado.
Una vez más en este punto surgen una serie de comentarios mal intencionados que sitúan a Demian dándole masa al anciano napolitano casi semanalmente con tal de ahorrarse el costo de un hospedaje y comida.

Pasaron los meses, y Demian solo trabajaba un rato durante el día vendiendo algunos diarios. A fines de ese año las ventas habían caído estrepitosamente por lo cual, Piero tomó la decisión de deshacerse del puesto. Demian ya no tenia trabajo pero lo seguían manteniendo. Casimiro Arenas, duda sobre este tema. Dejando abierto un paréntesis y se permite dudar de su viejo amigo. ¿Era Ferrante un cafiolo o un inocente joven en busca de triunfar fácilmente en la vida? ¿Era Piero un viejo bufaron o un codicioso dispuesto a todo para alcanzar la fortuna?

El hecho es que a principios de 1961, Demian dejo de ver a Luciano, su amigo hijo del panadero, quien se trasladó a Roma para completar sus estudios. Súbitamente terminaron los ensayos vocales maravillosos. Pietro, Murió en la ruina total endeudado con todos los comercios gastronómicos de la zona, a mediados del mismo año sin saber verdaderamente si Ferrante estaba castrado o no.
Demian partió a Marruecos –no hay a ciencia cierta indicios de que haya llegado- y sólo volvió a ver a su amigo Luciano, cuando éste visitó la Argentina a mediados de los 70. Por lo que muestra la foto que acompaña esta entrada, el tiempo borró la afinidad que en su juventud ellos compartieron. Nadie pudo confirmar el lugar en el cual se realizó este encuentro y cómo hizo Demian para llegar al mismo.
Durante varios años seguidos a partir de 1991, Pavarotti respondió al llamado de la organización War Child, para recaudar fondos para la construcción de un centro de musico-terapia en Mostar. De esta forma, anualmente se organizaron conciertos en Módena bajo el título "Luciano Pavarotti & friends", donde además participaban otras personalidades de la música internacional.
A ciencia cierta se sabe que en varias oportunidades hubo reiterados pedidos de acreditación para estas actividades a nombre de Ferrante Kramer, pero los organizadores negaron la misma rotundamente en todas y cada una de las ediciones.

05 noviembre, 2006

El zombie enamorado (La película)

Cuarta película animada de Demian, que la Fundación DFK ha tenido la amabilidad de poner a disposición de este Blog.

En esta ocasión, el filme rememora una historia de amor recientemente publicada (ver "El zombie"), que tuvo como protagonista al infortunado escritor peruano y a una enfermera haitiana despechada, que jugó con el "vudú" sobre el indefenso cuerpo de Ferrante.

Tremendas imágenes, y un consejo de Ferrante Kramer sobre el final de la película, que pone de relieve el interés de este coloso literario por preservar a la humanidad de los flagelos de la magia negra.

AlexB - P.D'orrys

02 noviembre, 2006

El niño santo

“Mamá, mamá!!.... Qué me está pasando??... Por favor, ayúdame mamá!!”, se oyó gritar a Demian aquella mañana de enero de 1945. El pequeño, de apenas 12 años de edad, se acercaba corriendo a la casa de los Ferrante Kramer en Tumbes como un bólido.

Sin hacer otra cosa que mirarse una y otra vez las palmas de sus manos, el gurrumín se arrojaba a la carrera sobre su madre quien sin entender mucho qué sucedía lo arropaba con sus brazos.

Preso del llanto y la congoja, Demian mostraba a Felisa las palmas de su manos sin pronunciar palabra. Corta de vista como era, no pudo darse cuenta de lo que su hijo le quería hacer ver. Pero su sorpresa fue infinita cuando ya dentro de la casa, y con sus lentes de mejor ver, apreció lo que Demian le indicaba aterrorizado.

En las palmas de sus manos, el impúber manifestaba unas extrañas llagas, como una quemadura. La piel se había desprendido, y dejaba salir un líquido acuoso, ambarino. Pero había algo más. En medio de esa fístula en ciernes, ya podía percibirse un tímido orificio, como si algo se encontrara clavado en su interior.

“Cómo fue que te pasó eso, Demian?”, inquirió vehementemente Felisa a su hijo, obteniendo como respuesta un cerrado silencio por parte del pequeño, quien no hacía otra cosa que arreciar su llanto cada vez que su mamá intentaba explicarse qué estaba ocurriendo.

Una vecina que había escuchado los gritos, más conocida como la “curandera del pueblo”, se acercó a ver a Demian, quedando semi paralizada al ver las manos del pequeño: “Santa María purísima!!”, dijo, en tanto practicaba la señal de la cruz y se arrodillaba delante del chico, como quien venera a un santo.

“Qué sucede Doña Eladia”, preguntó Felisa más desconcertada aún... “Por favor, hábleme!”, sentenció, mientras la tomaba de las manos en actitud suplicante: “¿Tiene algo malo mi hijito?!!”.

Eladia se deshizo en explicaciones sobre lo que creía que era. Entre tanto, Felisa no podía dar crédito de lo que escuchaba de labios de su vecina. Sin embargo, ya pasado el momento de la histeria inicial, y con el asentimiento del padre de Demian aún conciente antes de caer vencido víctima del alcohol, aceptaron el consejo de Eladia: “Felisa, te recomiendo ir a ver al padre Serafín... Estoy segura que él tendrá una respuesta mejor”.

Pero como reza el dicho: “Pueblo chico, infierno grande”, la noticia de las llagas de Demian ya había tomado estado público. A apenas horas de aquel incidente, quedaban pocos sin conocer el hecho y, mucho más, la imaginería popular se encontraba en plena ebullición: ya se hablaba del niño mágico, del sanador, de los estigmas del niño santo... Y hasta de algún que otro milagro: “Yo lo vi a Don Braulio besarle la fístula a Demian y salir caminando sin renguear... Y ustedes bien saben que Don Braulio es rengo desde hace años!!... Ese chico es santo, y es nuestro!!”, gritaba uno de los tantos embajadores de mitos del lugar.

Entretanto, el pobre Demian lucía cada vez más temeroso y callado, como si se sintiera culpable de lo que le pasaba, como si esperara un castigo en lugar de compasión.

Al día siguiente, el cura Serafín recibió al infante como si fuera el mismísimo Papa. Y caería él también preso del asombro: “Nunca vi algo igual... ni en Cádiz, en el caso de los Benjamines descalzos!”, confesó perplejo, rememorando un asunto similar en España. “Señora... daré inmediata intervención al Vaticano”, dijo dirigiéndose a Felisa, y agregó: “Creo que tenemos un niño santo en Tumbes!”. Al escuchar al párroco, los allí congregados explotaron de alegría, y llevaron en andas al espantado párvulo quien sollozaba y suplicaba que lo dejaran en paz.

Rápidamente, la iglesia local elevó a Su Santidad las pruebas categóricas de los padecimientos del pequeño. Fotos, grabaciones, lágrimas ... Y lo irrefutable, un hisopado de la herida para verificar la presencia de elementos característicos en este tipo de manifestaciones físicas.

La espera de los resultados fue interminable. Día a día se acercaban cientos de personas por la casa de los Ferrante Kramer, dejando ofrendas, que nada mal venían a la familia. Lechones, conejos, liebres, hortalizas, prendas de vestir y hasta alhajas, eran ornamentos habituales frente a la morada. Por su lado, en la Iglesia, Serafín no daba abasto con las consultas. Hasta tuvo que agregar un debate luego de las misas para contestar a sus fieles cómo andaba la investigación del Vaticano.

Para consternación de todos, finalmente los resultados llegaron. Y no fueron para nada los esperados. Las llagas no eran tales, y simplemente se trataba de una “...Inflamación severa, rayana con una quemadura, producto de la fuerte fricción de las manos con un elemento rígido, y que había devenido en infección por la acción de un microbio presente en la orina”, afirmaba la notificación papal.

Muchos de los presentes que escucharon las palabras de Serafin pescaron el tema al vuelo. Otros, los menos, todavía seguían preguntando: “Pero, el chico es santo o no?”. El cura continuaba leyendo el veredicto del Papa en silencio, sin contestar a nadie, en tanto su rostro se tornaba cada vez más colérico en la medida que avanzaba en su lectura.

“Felisa, debes vigilar más a tu hijo o su salud quedará severamente dañada”, le dijo a la madre de Demian tan furibundo como piadoso; “No lo dejes solo en el baño por mucho tiempo, y lávale las manos cada vez que entre o salga de él”. A esa altura, Felisa ya iba entendiendo lo que el padre Serafín, con disimuladas referencias, quería hacerle ver.

Demian quien presenciaba la escena, se dio cuenta que se venía una paliza. Que hubiera sido mejor hablar a tiempo, pero ya era tarde. El papelón estaba hecho, y pronto todo Tumbes se enteraría del verdadero origen de los estigmas.

Los biógrafos que defienden la honra de Ferrante Kramer afirman que su salida de Tumbes, a los 18 años, respondió a una necesidad de hallar nuevos horizontes, de encontrar un sitio que pudiera “Contener a semejante coloso cultural”. Sus detractores, en cambio, dicen que “Las pruebas está a la vista”.

Desde los 12 años, y hasta su partida, a los 18, Demian tuvo que soportar la burla de todos. “Largá la gallina, Ferrante” se convirtió casi en un dicho popular, cada vez que a un chico se lo encontraba en plena “Tocación” (así se le dice al manoseo genital en Tumbes), y la casa de los Kramer fue durante esos 6 años escenario de los más originales graffitis que la historia del arte urbano haya registrado.

Posta de Lectores (III): "Escribile a Ferrante!


Hemos habilitado una dirección de correo electrónico para que participes de las historias de Demian.

Si sabés de alguna que te haya contado un pariente antes de morir, o si viste a Ferrante alguna vez por tu barrio deambular sin rumbo, si tenés noticias del paradero de la estatua perdida o si encontraste algo que le haya pertenecido como para reinagurar el Museo, escribinos a ferrantekramer@latinmail.com y te prometemos investigar a fondo y responderte lo antes posible a través de este Blog.

Walter Liberatti
Fundación DFK
Villa Martelli
Presidente