08 noviembre, 2006

Los Archivos Ferrante Kramer (V): "Duilio"

Tumbes, verano de 1951 (Ref: ver en este Blog “El abandono”)

Duilio Ferrante Kramer no quedó conforme aquella tarde cuando salió en busca de los animales que habían atacado a su hermano Demian en el bosque. No estaba seguro de haber liquidado al gorila (Rogelio) ni al elefante (Trompita), a su juicio autores intelectuales y materiales de la agresión.

Además, a más de un mes de aquel incidente, no tenía claro aún cómo un ser humano – refiriéndose a su hermano – había podido mantener un vínculo tan estrecho con animales, seres irracionales y puramente instintivos, por tan largo tiempo. Y también, la pregunta que más le inquietaba: “Por qué él había elegido a ese grupo de bestias en lugar de su familia”.

Y habrá sido por tales motivos, seguramente, que decidió emprender una nueva travesía por aquellos terrenos selváticos en pos de la verdad. Una verdad que habría de sorprenderlo más temprano de lo esperado, a media tarde, cuando acuciado por las sombras cada vez más largas, intentaba un regreso que vio truncado por la aparición de un animal... A simple vista, un oso o algo parecido.

Pero enorme fue su sorpresa cuando creyó reconocer a quien tenía delante. El mismo personaje que fuera su presa un mes atrás, Rogelio, el gorila.

Cazador desde pequeño, y rápido de reflejos, Duilio cargo rápidamente su rifle y apuntó justo entre los ojos del primate, decidido a hacer fuego. Sin embargo, los segundos pasaron, y nada. No hubo estruendos.... Duilio no gatilló.

No supo bien en aquel momento qué fue lo que le impidió disparar... “Lo tenía servido”, confesaría en ronda de amigos muchos años después. Pudo haber sido esa mirada piadosa de la bestia, casi inocente. O su actitud... Como la de quien se confiesa culpable en silencio, ofreciendo su cuerpo manso como un blanco perfecto.

No hubo una razón... Simplemente, no disparó. Bajó su rifle, a la espera de que el simio se retirara... La situación no daba para más.

Fue entonces cuando escuchó: “Gracias hermano”.

Duilio miró para todos lados, como buscando el eco de aquella voz. No la había imaginado, estaba seguro de haberla oído. Más desconcertado que nunca, miró al gorila, y fue en ese momento que escuchó: “Sí, fui yo, no te asustes hermanito... Aprendí a hablar de tanto estar con Demian”... Duilio no podía salir del asombro... “Esto es increíble!”, se dijo.

Pero entre tanta perplejidad, entre tanta sorpresa, Duilio vio en aquella crisis la oportunidad buscada. Estaba frente a frente con uno de los protagonistas de aquellos 6 años de la vida de su hermano en el bosque. Tenía delante suyo al principal victimario de Demian, y quizás causante de su partida hacia Norteamérica. Nadie mejor que él para darle las respuestas que tanto ansiaba.

No le importó que fuera tarde, ni que la noche ya estuviera sobre ellos. Conocer la verdad lo impulsaba a quedarse junto al gorila... No había precio que no estuviera dispuesto a pagar.

Entre tanto, Rogelio comenzaba a golpear dos piedras en busca de un chispa. “Conoce el fuego!!”, murmuró azorado... “Qué no sabrá hacer!”, exclamó Demian en tono irónicamente interrogativo, y avanzó con las preguntas.

En la medida que Rogelio hablaba de aquellos tiempos junto a Demian y los demás de la trouppe – Trompita, Sonrisita y Traka Traka – Duilio caía como hipnotizado dentro de un cuento de hadas. El poder de seducción de aquel animal, su voz firme, pausada y musical, lo embelesaban a punto tal de hacerle perder la noción de tiempo y del lugar.

Y no faltó la bebida que acompañara aquella escena... Una petaca de 3 Plumas que Duilio llevaba en su mochila para situaciones difíciles, fue compartida con Rogelio, que demostró ser un aplomado bebedor y un gran compañero de tertulia.

Duilio estaba como preso de un encantamiento, de un hechizo. Fogón y licor mediante, las horas pasaban como minutos... Y Duilio no podía hacer otra cosa que seguir con sus preguntas y Rogelio con sus respuestas... Hasta que llegó aquélla, la que sería un punto de inflexión en la charla: “Pero, decime Rogelio, cuál fue la verdadera razón para que mi hermano los prefiriera a ustedes y no a nosotros, los Ferrante Kramer, su sangre??”.

Rogelio no contestó. Su silencio fue largo, espeso... Parecía molesto. De pronto, arqueó las cejas y se paró, indicándole a Duilio que hiciera lo propio. El simio lo observó de arriba abajo, y dio una vueltita alrededor suyo, callado. Acto seguido le ordenó a Duilio que dejara el arma, y lo palpó de entrepiernas, cintura, tobillos y glúteos para ver si se traía algo guardado.

Al comprobar que estaba totalmente desarmado, ya más calmo se acercó a Duilio y le dijo: “Vení conmigo”....”Vamos a mi guarida, que allí tengo algunos recuerdos de aquellos días... Recuerdos de tu hermano, recuerdos imborrables”, agregó, mientras dejaba asomar una pequeña lágrima que dejaría sin aire a Duilio, quien no terminaba de asombrarse de la gigantesca sensibilidad del animal.

Aquel fue el último día que los Ferrante Kramer vieron a Duilio. Una larga y extensa búsqueda, que llegó hasta México al norte y hasta Argentina al sur, no dio los resultados esperados. No se sabría de él sino hasta muchos años después (1).

Entretanto, durante su ausencia, Tumbes sería escenario de escalofriantes noticias. Por mucho tiempo los lugareños habrían de denunciar la aparición de todo tipo de abominaciones, criaturas deformes, monstruos e íncubos en las frondas tumbeñas. Pero nadie les daría crédito.

Sin embargo, la verdad se haría camino sola, desafiando con un simple hecho a todo un establishment local preocupado sólo por defender el apellido de una de sus familias ilustres: “La isla del Dr. Moreau”, de H. G. Wells, un libro escrito en el siglo anterior, se convertía caprichosamente durante aquel año de 1953 en el libro más vendido del Perú.

(1). En una fiesta organizada por Fanny Mandelbaum en honor a los hermanos Ferrante, en Buenos Aires. De aquella sorpresiva aparición de Duilio en Argentina, sólo se recuerda su rauda partida, la que atribuyen a la propia Mandelbaum. Se comenta que impresionada por la vestimenta y el porte de Duilio, se destapó con un “Qué mono estás!”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

vivo en tijuana nuevo mexico y cada tanto cruzo la frontera a los EEUU. Al Norte del colorado tambien se conoce a la figura que aparece en esta entrada como Sasquash o Pie grande. ¿tiene algo que ver con esta historia?