24 octubre, 2010

El cine, nuevos rumbos – Parte 1

Aquellos que nos siguen desde la primera hora –y los que no, aún están a tiempo- conocerán las peripecias del Atila de Tumbes con el mundo del cine. Tal vez ahora, que han proliferado a través de Internet una importante cantidad de cortos cinematográficos que hacen referencia a Demian, sea el momento de compartir con todos ustedes, un capitulo en la vida del Peruano Dorado, desconocido para la mayoría hasta aquí, que lo relacionan una vez más, con el glamoroso ambiente cinematográfico. Con ustedes amigos.

El cine. Nuevos rumbos

Después de haber sido expulsado a los cachetazos de los sets de Argentina Sono Film por Armando Bo, intentado con escaso éxito una incursión en el “hard porno” en Salt Lake City, bajo el patrocinio del productor y director Steve McLogan –un defraudado más en la lista de Ferrante-, y hasta atribuírsele una participación secundaria en “El Padrino” de Francis Ford Coppola, Demian intentó triunfar en el cine europeo, formando parte del staff de distintas producciones ambientadas en el lejano oeste americano pero filmadas en Italia, conocidas comúnmente como "Spaghetti Western".

Más allá de que con esto Ferrante levantara algunos pesos, la experiencia no satisfizo del todo sus expectativas artísticas. Pensó en seguir, y tal como dice Vicentino, “los caminos de la vida", llevaron a Demian –aun no tenemos claro a que- al Reino Unido.

Una mañana, a fines de los años 60, nuestro antihéroe se encontraba durmiendo en un banco de plaza en las afueras de Londres. De golpe, un hombre de piel aceitunada y barba tupida lo despertó a los sacudones:

- "Hombre!!!"-le dijo- .

Demian intuyó que iba a recibir una golpiza (ya que robarle, no iban a poder robarle nada) e intentó despabilarse. Fue en vano, evidentemente la resaca de la noche anterior, no le permitía pararse correctamente.

"El dios Vishnú (1) me ha guiado hacia ti. Te necesito por favor ayudame!", rogó el hombre.

Demian pensó para si, “Oh no, otra vez!”, y comenzó a desabrocharse el cinturón como lo había hecho varias veces en su vida al escuchar esa frase…

- “No, no, por favor!... Qué haces?”, le dijo el hombre subiéndole los pantalones violentamente.

- "Soy Shimitri Apvaraba…” -dijo el moreno en un perfecto inglés, que rápidamente viró a un tosco castellano al darse cuenta que Demian no podía comprenderlo en absoluto-.. “... productor cinematográfico... Soy hindú y me han contratado para filmar la primer superproducción cinematográfica de la india para competir por un Oscar…"

- “Y yo qué tengo que ver con todo esto?”, balbuceó Demian.

- “Casi todo, amigo mío”, le dijo Shimitri. “La película se llama "GUASAMI ITEVANA, sueño y pesadilla, y es la historia de un joven muy capacitado al cual la vida le dio la espalda y terminó sus días -como ahora lo estás tú-, en un banco de plaza en las afueras de Calcuta, colaborando con la congregación de la Hermana Teresa”

Al peruano se le iluminaron los ojos. Casualidad de la vida, la historia claro está, tenía mucho que ver con su vida y pensó que nadie como él para darle ese carisma de la experiencia vivida a un papel que tal como le había comentado el hindú. Estaba destinado a hacer historia en el cine de la india.

- “Vamos!”, dijo Demian, “…no perdamos un minuto más!!”

Se levantó, tomó sus cosas y miró imponente a Shim…”Pongámonos a trabajar!”

El hindú lo siguió emocionado, ocultando una lágrima que rápidamente bajó por su mejilla.

Continuará…

(1) Visnú (o Vishnú) es un dios hindú. Su nombre podría significar 'omnipresente' en alguna forma de sánscrito antiguo. Visnú forma parte de la Trimurti ('tres formas', a veces descrita de manera inexacta como "Trinidad" hindú): Brahmā (el Creador, en la modalidad de la pasión), Visnú (el Preservador, en la modalidad de la bondad) y Śivá (el Destructor, en la modalidad de la ignorancia).

03 octubre, 2010

El regreso - Ultima parte

Liberatti tardo casi 45 minutos para recorrer los casi 500 metros que separan su casa de la sede de la Fundación. Ya al llegar a la esquina de la Calle Chile, sus suposiciones se fueron confirmando. La Sede estaba cerrada, con serios rasgos de no haber sido abierta desde hace mucho. Intentó abrir pero la llave se trabó.

Pego un golpe fuerte en la cerradura, el cual casi lo hace desvanecer del dolor y la puerta mágicamente se abrió. Cuando vio el interior no pudo más que entristecerse casi al punto de llorar. El hall era una ruina. Evidentemente nadie había vuelto a entrar. las paredes descascaradas, donde había sido su escritorio, una gran pieza de mampostería estaba en el suelo. El baño principal, con la tina rota, y restos del paso del tiempo.

Cerró la puerta lentamente e intentó prender la luz. No había corriente eléctrica. Algo de claridad entraba por un vidrio roto que daba al pasillo. Walter pudo ver que algunas filtraciones en la pared medianera hacían que el agua corriera por el piso como un pequeño arroyo.

Saco un poco de polvo de una silla y se sentó. Lloró un rato añorando momentos pasados. Por momentos, le pareció ver a Vergatiessa, a Palomino, a Dobetti a Jara Valdez y a tantos otros que habían pasado por ese sitio a lo largo de tantos años. Ahora todo era fantasmal, casi como la historia del peruano dorado.

Dejó de lado la nostalgia y se encargó del motivo que lo había llevado hasta allí. Con todo el dolor de su cuerpo corrió la biblioteca que estaba humedecida y prendió una vela que había quedado sobre un mueble junto a la ventana que daba a la calle Méjico.

Detrás de la biblioteca había un falso fondo. Sólo Liberatti sabía de la existencia de ese hueco en la pared, hecho por el mismo a fines del 69 para ocultar información reservada del peruano, la escritura del edificio de la sociedad y algunos objetos personales que no podían llegar nunca a su casa por lo comprometedores.(algunos regalos de Pedrito Rico, las memorias de Jorge Barreiro y unas fotos tomadas en el verano del 66 con Raphael, Demian y el propio Liberatti en una finca de la provincia de Buenos Aires).

Desempolvó varios libros y documentos y luego de un rato de sacar material de ese agujero en la pared lo encontró. El libro, antiguo de por sí, tenía unos jeroglíficos en la tapa, tal vez en en un idioma con orígenes árabes, que sin duda eran muy antiguos. Demian tomó el material, lo abrió sobre la mesa y acercó la vela.

- "A ha... así que también Cleopatra... en fin, nunca dejó de sorprenderme..."

Cerró el libro y lo llevó a los restos de la tina del baño principal.

Lo apoyó en el piso. Le arrojó la vela encima y observó como el libro comenzó a prenderse fuego. Cuando comenzó a arder y convertirse en cenizas, Liberatti tomó el teléfono celular que le había regalado su hija y un bollito de papel que tenía en su bolsillo, con el teléfono que le había dictado el alemán.

Llamó. Winderlanger atendió excitado.

- "Walter, estuve esperando toda la mañana. Por favor cuénteme novedades. Estoy dispuesto a establecer una recompensa sustanciosa para usted y los suyos y puedo viajar mañana mismo."

- "Guárdese la plata señor" -le contestó Liberatti algo apenado. "...De todo lo que puedo tener de papeles que alguna vez tuvo Demian, nada tiene relación ni por aproximación con Ferrante Kramer. Algunos escritos, facturas impagas y cartas destinadas a su amor eterno a la cual nunca pudo declarársele. Lo siento, me parece que su teoría esta errada."

El alemán quedo en silencio.

- "De veras..." - dijo Walter cerrando la charla- "... Lo siento. Buenos días."

Una vez que el fuego se consumió por completo, Walter enfiló hacia la puerta. Antes de salir se volvió hasta los restos de lo que quedaban de una parte de su historia. Dejó caer una lágrima, cerró la puerta y se marchó.

- "Esta vez, faltó poco", pensó.

Otra vez estaba adentro.

FIN