23 marzo, 2010

Allende la cordillera... La reconquista - Parte 3/4

- “El plan es simple, muchachos...”, afirmó Artemio, con una seguridad inusual... “..: Si San Martín lo hizo alguna vez, por qué nosotros no?, interrogó retóricamente al grupo, y prosiguió... “El general ya liberó al pueblo peruano una vez, hace casi 200 años... Bueno, hoy nos ha llegado la magna hora de liberar al Peruano Dorado!”

Todos pensaron que Ferreyra se había vuelto loco. En el barrio rumoreaban que había dejado de tomar los medicamentos porque le producían “impotencia”, que últimamente se lo veía raro y muy irascible...

- “Decime, Sandro, y pará de lagrimear...”, ordenó Artemio... “Seguís teniendo la carpa con la que tu hermano Elvio se iba de camping con sus amigos?”...
- “Esteee, sí, jefe, la tengo... Para qué la quiere?”...

- “Tiempo al tiempo... Soy yo el que hace las preguntas; vos limitate a contestar!”, replicó, dando muestras claras de que era el líder de facto…

No obstante la falta de legitimidad de su investidura, nadie cuestionaba a Ferreyra. Todos, sin excepción, estaban a la espera de la pregunta que le tocaría a cada uno. Así, Artemio se fue despachando con Penetieso, Vergatiesa, Rizzi, Losasso, Madia y compañía, requiriendo camperas polares, mantas, escopetas de caza, matamoscas, sevillanas, binoculares, brújulas, Fuji Vape, scrabel, lámparas de noche, linternas, y cuanto elemento de campaña se pueda imaginar.

El tema estaba más que claro. Pensaban reivindicar el “honor” del Peruano Dorado “allende la cordillera”.
Chile era el país de destino, y Valparaíso el lugar de la batalla. El enemigo, uno solo: Patricio Jara Valdez....

- “Vamos a tomarle por asalto la Fundación Ferrante Kramer en Valparaíso, y cuanta empresa tenga ese chileno garca!”, bramó Ferreyra.

Y lo suyo, más que xenofobia o racismo, debía interpretarse simplemente como lo que era: “Amor incondicional por el Peruano y su obra, defensa vernácula...”.
Se encontraban en juego más de 30 años de historia de la entidad en Argentina; y con ello, Villa Martelli, la literatura latinoamericana, y tantas otras causas -perdidas, casi todas- que rodearon a Demian a lo largo de su vida.

No sabemos bien la razón, pero un fervor patriótico inusual se apoderó de aquel grupo de sesentones que, más allá de no tener necesidad de demostrar a esa altura nada a nadie -en realidad porque jamás tuvieron nada que mostrar-, al grito de “Por Ferrante!”, comenzó a cargarse al hombro los pertrechos de guerra que Artemio iba repartiendo uno a uno.

Dobetti, quien más tenía que probarle al grupo fue el que se ofreció para bancar la odisea: “Yo me encargo de sacar los pasajes para todos, tengo un amigo en una empresa de micros, despreocúpense!”, dijo, asombrando a todos por su generosidad. Aunque cada vez que el gordo Dobetti pronunciaba la palabra “amigo”, se les dibujaba una sonrisa socarrona...

El plan de Artemio se estaba cumpliendo al pie de la letra. Como lo había ideado, irían con el micro hasta Uspallata, y de allí pasarían a Chile, a caballo, como lo había hecho el General San Martín.... “Vamos a quedar en la historia, vamos a entrar a Chile de a caballo!!... En avión lo puede hacer cualquiera!”, se jactaba de decir a cada momento.

En aquellas circunstancias de mesianismo desatado, la salud de Artemio era todo un tema para el grupo.... No sabían qué pensar... O era un genio de la estrategia y la logística, o un “logi” todo terreno.

Continuará…

14 marzo, 2010

Allende la cordillera... La reconquista - Parte 2/4

- “Pará, pará, Artemio!”, bramó Dobetti, “... Qué querés hacer?... Mirá que yo no quiero terminar como mi hermano Elvio!... Yo a Demian lo quiero, y lo voy a defender donde me encuentre... Pero dar la vida?... No te parece mucho?”.

Ferreyra le clavó los ojos al gordo. La imagen de Elvio Dobetti, fundador de la entidad, se le vino a la cabeza... “Elvio era medio raro, pero tenía unos huevos!”, pensó, y se le largó con todo a Sandro...

- “No hay lugar para mariconadas!, sentenció, y dejó de mirarlo.... “Si no estás dispuesto a participar de una gesta heroica reivindicatoria de la honra del Gran Ferrante Kramer, allá está la puerta, te podés ir... Pero antes, haceme un favor, renunciá a la Fundación...”, dijo con tono severo...

Rizzi, Aguirre Caspa, Penetieso, a los que se habían agregado Vergatiesa (primo de Penetieso), Libarola, Madia y Losasso, se quedaron mudos. Jamás alguien se había dirigido a un socio con tanta autoridad como Artemio a Sandro. Sin duda, se pergeñaba un nuevo “líder” en la Fundación. Un referente al cual seguir en tiempos difíciles como los que todos sabían que se avecinaban.

Señales de asentimiento, y enérgicos “Así se habla!", como el de Madia, hicieron de aquel momento algo mágico como pocas veces se había vivido en la Fundación...

- “Disculpame, Artemio”, se le escuchó decir a Dobetti.... “Me dejé llevar por un impulso cobarde!”.... “Si se trata de enfrentar al enemigo por la causa del Peruano, contá...”, dijo, “... Cuenten conmigo”, ratificó pluralizando, siguiendo con la mirada a cada uno de los presentes.

- “Grande, Sandro!”... “Vamos, macho, carajo!”... Las alusiones eran señales claras de confraternidad para quien -todos sabían-, vivía perseguido por el fantasma de la homosexualidad de su fallecido hermano Elvio....

- “Gracias, por comprenderme”, devolvió el viejo Dobetti, al tiempo que le encajaba un afectuoso beso en la mejilla a Ferreyra, muy cercano a la comisura de sus labios.

Artemio lo sacó de lado rápidamente, al grito de... “Bueno, bueno, a trabajar!”... “Basta de sentimentalismos. Estamos todos más unidos que nunca!... No es así, Sandro?”...
- “Sí, Artemio....”, exclamó, “... Ah, muchachos.... Les dije alguna vez que los quiero mucho?”, agregó, entre lágrimas...

Todos se miraron entre sí. El fantasma de Elvio parecía visitarlo muy a menudo....
Continuará....