21 agosto, 2010

El regreso - Parte 1/3

Luego de una ausencia de más de 1 año sin escribir siquiera su número de teléfono en un baño público, regresó al ruedo AlexB, coeditor de EL PERUANO DORADO.

El título con el que nos sorprende y emociona esta vez -dividido en tres partes-, se intitula EL REGRESO, caprichoso o azaroso título -según como se lo quiera ver-, aunque es obvia una alusión -al menos, subjetiva- a la búsqueda de redención pública por el abandono literario al que nos sometió todo este tiempo.

Patricio D'Orrys, quien suscribe esta introducción, se cargó sobre los hombros la responsabilidad -y el goce, por cierto-, de seguir adelante con las historias de Demian. Espera él, haber estado a la altura de las circunstancias, y anhela que nunca más vuelva a registrarse en la historia del Blog una pérdida -aunque transitoria-, de la delicada pluma del querido Alex.

Los dejo con EL REGRESO, primera parte....

PD

El regreso - Parte 1

La lluvia golpeaba copiosamente sobre el techo de chapas de la galería del patio. Desde la cama, Walter Liberatti -ya despierto desde temprano- disfrutaba ese momento. Sus días eran largos, la soledad lo acompañaba lastimándolo, y su cuerpo comenzaba a traicionarlo.

El exceso de ácido úrico le hinchaba cada vez más las articulaciones. Le dolían los pies, lo cual le impedía caminar libremente. En el último año, su movilidad se había reducido mucho a su gusto, por lo cual, había empezado un confinamiento auto impuesto dentro de su casa en Villa Martelli, y ya casi no salía.

El gordo Dobetti lo visitaba regularmente, aunque ya no formaba pareja con su hija Isabel, su viejo compañero de andanzas lo respetaba y apreciaba, y cada tanto compartían un mate y una factura de la panadería 9 de julio de Balbín y Manzanares en Saavedra.

Dentro de ese panorama gris, Walter disfrutaba de ese instante. En su cama arropado, afuera lluvia, cielo plomizo y frio, y el sin prisa por empezar la jornada.

- "Así no molesto a nadie"- pensaba para sí. y nadie me molesta, agregó con un hilo de voz y una pequeña sonrisa en su rostro.

De golpe, el teléfono sonó en el comedor y violentamente lo sacó de su letargo. Mientras intentaba levantarse maldijo a su hija, preguntándose porque lo llamaba al teléfono fijo y no a ese celular que ella misma le había comprado -y el se empecinaba en no aprender a manejar- que tenía en la mesa de luz, precisamente y a pedido de Isabel, para que no se levantara cuando ella lo llamaba.

Sintió una puntada en los empeines y rodillas, y el temblequeo de sus piernas, sumado al frio infernal que hacía en el pasillo lo hicieron tiritar. El teléfono seguía sonando. Eran las 8.06 hs. Demasiado temprano para una llamada social de su hija. ¿y si había pasado alguna desgracia? intentó apurar el paso y cuando llego al teléfono, el mismo dejó de sonar.

Se quedó un rato frente al teléfono, esperando que volvieran a llamar. Se intranquilizó. el dolor en sus piernas lo obligaron a volver a la cama. cuando estaba rumbeando nuevamente para el cuarto, el teléfono volvió a sonar...

Se tiró sobre la repisa y tomó el tubo hasta con euforia. "Hola!!!" dijo esperando una respuesta tranquilizadora...

- "Señor Walter Liberatti?" -la voz desconocida provocó el efecto contrario.

- "Si..." dijo con voz temblorosa...

- "Soy Helmutt Winderlanger, responsable de arqueología de la universidad de Berlín..."

Liberati quedó helado. Hacia más de cuatro años, después de haber decidido formalmente poner punto final a su vínculo con la Fundación Ferrante Kramer, abandonar su puesto de presidente y evitar cualquier vínculo con el peruano dorado, que no se sentía así.

Hasta ahora lo había logrado en el próximo septiembre iban a cumplirse 5 años que no sentía hablar del Atila de Tumbes y a ciencia cierta, su vida se había vuelta menos agitada. Sus chamuscadas piernas una vez más sintieron ese hilo de frio desde las nalgas hasta las rodillas y con un dejo de miedo, tragó saliva y dijo:

- "Sí.. Usted dirá en que puedo ayudarlo"
Continuará...

16 agosto, 2010

El vídeo de Camilo Andrade - Ultima parte

"Tengo el vídeo censurado de Ferrante Kramer y la gran diva de los mediodías. Usted sabe de qué le hablo…Y estoy dispuesto a venderla al mejor postor. Usted es mi primer cliente, le interesa?. Si es así, marque una cruz sobre la puerta del baño de este piso, y espere instrucciones”, decía la nota que el Director General de ATC recibió aquel mediodía.

Andrade se quedó por el lugar, y vio que de pronto se generó un revuelo bárbaro. De la oficina del Director entraba y salía gente a cada rato; lo que llamó más su atención fue que muchos eran los de “seguridad” del canal, y policías de la Federal que comenzaron a invadir el lugar y a custodiar puertas y ventanas. Camilo sintió un poco de miedo…

Un poco de miedo que, con el pasar de los minutos se convirtió en pánico…. Tenía guardada la cinta en el guardarropa personal, y vio que la policía comenzaba a preguntar a los empleados, a revisar bolsos… Lo que le había parecido una tontería, una forma sencilla de sacar “buen dinero”, se estaba convirtiendo en una pesadilla.

Fue cuando decidió ir por la lata que contenía la cinta, para reubicarla en otro sitio… “Y borrarle las huellas digitales!”, pensó…La crisis nerviosa de Camilo comenzaba a jugarle en contra, disparando en su mente todo tipo de fantasías. Y no estaba errado… “Estuve haciendo tantas preguntas sobre Ferrante Kramer!”, se dijo para sí; “Si alguno llegara a abrir la boca, soy hombre muerto!", exclamó…

Por primera vez Camilo veía las consecuencias de su plan. Pero, cuando se está desesperado, la cabeza no acompaña…

Camilo tomó la cinta y salió corriendo hacia la salida del canal. Solamente le importaba salir de allí, huir lo más lejos posible. Su paso rápido, y la manera en que estaba transpirando, llamó la atención de uno de los policías. Ahí, nomás, sin que se lo preguntaran, Andrade se largó a llorar ante la mirada absorta de sus compañeros….

- “Llévenselo”, se escuchó decir del Director General, que remató la debacle emocional de Camilo cuando agregó: “Contreras, nunca pensé que fuera usted!”…. Camilo se echó a llorar, “no era nadie, y encima lo confundían con otro!”, más bajo no se podía caer….
La curiosidad por saber del contendido de la cinta alcanzó al Director General que pidió la inmediata proyección del cuestionado vídeo. Un pelotón de voluntarios cameraman puso manos a la obra.

En pocos minutos, el viejo tape comenzó a rodar…
Grande fue la sorpresa de todos cuando comprobaron que la Gran Diva de los mediodías no aparecía por ninguna parte. No se trataba de uno de los almuerzos de Mirta.

Por el contrario, parecía ser una telenovela o algo así; la cinta no tenía sonido. Era gracioso ver las imágenes, porque parecía cine mudo. La escena transcurría en una pileta de natación, había muchos extras….

De pronto, a la salida de uno de ellos de la piscina, sucedió algo. Todos miran hacia un lado, donde se encontraba un hombre alto, de barba candado, a quien se le desliza la malla de baño, dejando ver sus zonas íntimas…

Allí, comienzan las risas, todos parecen burlarse de aquel hombre, y a hacer con los dedos “mayor e índice” la clásica señal de quien detenta un miembro pequeño. Vanos son sus intentos por esconder la ignominia. Finalmente, el “maní” de Ferrante Kramer queda registrado en vídeo, para la posteridad. La cinta culmina con las señas del director pidiendo que corten la filmación, quien no para de reírse...

El Director General y quienes lo secundan tampoco pueden dejar de hacerlo…

- “La verdad, no sé si despedirlo, mandarlo preso o premiarlo al Contreras ése”, exclama, refiriéndose a Andrade… “Hacía años que no me reía así!”, comenta…

Al día siguiente, Camilo Andrade volvió al canal. ATC retiró los cargos. Y lo mejor, fue ubicado en una nueva sección de “Conservación y mantenimiento de archivos”, que años más tarde dio lugar a lo que se conoce hoy como bloopers.

Se afirma que el primer “blooper” que se emitió al aire en Estados Unidos en 1990 se tituló “La chiqui de Ferrante Kramer”, y se trató del que mencionamos en esta historia. Y también que ésta, es la primera que se conoce que tenga un final feliz para alguien…
FIN

01 agosto, 2010

El vídeo de Camilo Andrade - Parte 3/4

Camilo sentía interiormente que el vídeo de Ferrante produciría un cambio en su vida. Que dejaría de ser el mediocre que era, que sería respetado por primera vez por sus compañeros del canal. Muy dentro suyo percibía que el affaire Ferrante – La Chiqui y aquel almuerzo censurado, habría de catapultarlo a la notoriedad.

La cuestión era encontrar la maldita cinta, ese VTR que vaya uno a saber si no se habría perdido entre tantas inundaciones, incendios, desapariciones misteriosas, o regrabaciones de novelas como "Me llaman gorrión", con Beatriz Taibo…

Por un lado, tenía una punta… la de su amigo que le conseguiría datos en la Fundación Demian Ferrante Kramer. Pero también apostaba a hurgar entre tantos cachivaches que había en el depósito al que tenía acceso irrestricto, y encontrar la grabación.

- “Camilo, tengo los datos que me pediste!”, sonó de pronto la voz de Ernesto, su compañero…

- “No me digás que la conseguiste!.. Tan rápido??... Gracias, Ernesto!!”, se deshizo en cumplidos.

- “Es que te vi tan desesperado!...”..

Y la verdad, lo estaba. Ni bien tuvo el papelito con los datos, corrió a llamar a la Fundación DFK….

Pero el entusiasmo se le fue muy rápidamente… Una voz que rezaba “El teléfono al cual usted llama, se encuentra inhabilitado para recibir y hacer llamadas”, fue como un garrotazo a la esperanza…

- “La puta madre, qué suerte de mierda!!… Me voy a tener que ir hasta Martelli, y la conchhh”, exclamó furioso. “Y no voy a poder ir hasta el sábado… Pero, la gran 7!... Y otra vez ese número del orrrto!," maldijo a viva voz…

La bronca no se le iba, y con razón…. Intentaba concentrarse en sus cosas, pero la ansiedad lo acosaba a cada segundo. De pronto, mientras acomodaba unos condensadores electrolíticos, sucedió lo que tenía que pasar… Los nervios lo traicionaron y se le cayó una caja que estaba manipulando en altura.

El desparramo fue total, y terminó con lo que le había costado una hora de trabajo. El material estaba por todas partes, y estaba inventariado… Conclusión, había que encontrar hasta la última pieza, donde se hallare…

Tirado sobre el piso de pórtland, frío y sucio, estirando los brazos por lugares donde apenas si le cabían los dedos, una a una fue juntando las diminutas piezas, al compás de las puteadas que salían de su boca de manera sincrónica con cada hallazgo.

A la media hora, los había juntado todos, o casi… Un condensador, que creía el último, había quedado debajo de una estantería de metal, en un lugar mugriento e inaccesible.

- “Pero mirá dónde fue a para este hijoderemilputasss….!", refunfuñó, cuando se percató de un detalle: en el estante inferior había una caja de cartón de considerable tamaño.

Parecía vieja, y tenía toneladas de polvo encima. Poco habitual en él, la curiosidad, el instinto o un impulso que no pudo describir en aquel momento, lo llevaron a abrirla. Y al ver lo que había en su interior, se le cortó el aliento.

Apilados, uno sobre otro, había carretes de cinta abierta. Serían unos 4 ó 5. Pero su asombro llegó al éxtasis cuando vio que en un pedazo de cinta adherido al carrete que estaba en la parte superior de la pila, se podía leer: “Affaire DFK (La Chiqui)”.

- “Es el vídeo!”, quiso gritar, pero no emitió sonido alguno… La emoción le había cortado el aliento.

Tomó la caja, y la llevó al lugar donde guardaba sus cosas. Ya nada le importaba tomar contacto con la Fundación para saber de Ferrante Kramer, tenía lo que quería. En sus manos había algo por lo que “La señora Mirta” pagaría muchísimo. “Muchos hasta matarían por tenerlo”, especuló.

La cuestión era poder verlo, pero de eso Camilo no entendía nada, y tampoco quería avivar giles. “No lo tiene que saber nadie hasta que llegue el momento!”, pensaba… “Tengo que asegurarme mi futuro, salir de perdedor!. Tengo que sacar una buena tajada de este golpe de suerte!”… Y no estaba equivocado. Un material así podía cambiarle la vida a cualquiera. Y Camilo Andrade era menos que cualquiera….

Fue cuando decidió urdir un plan simple: “Voy a hacer una nota anónima a máquina, y la voy a hacer llegar a la oficina del Director General del canal”; se dijo, y no estaba mal la idea, ya que él mismo podría ver la reacción que ello produciría en la gente del canal… Noticias así, generaban rumores e intrigas de inmediato… Los pasillos de ATC eran como un reguero de pólvora...
Continuará...