Pocas semblanzas las hay más contundentes que ésta, que hablen de los valores, principios y rasgos característicos de la humanitaria personalidad de Demian Ferrante Kramer. Y quizás ninguna otra que nos remonte a sus primeros años, cuando adolescente, que presente una impronta tan conmovedora que por momentos hasta nos lleve a olvidar sus malas épocas, que ciertamente las tuvo como todo mortal.
Ya en la primera entrada de este Blog, dábamos cuenta de quién era Ferrante Kramer. Ya en nuestras primeras pinturas acerca del coloso peruano, no sólo nos preocupabamos por dar a conocer su vida y obra, sino por plantear lo verdaderamente valioso de su personalidad: esa nueva luz en tierra latinoamericana, esa nueva voz entre los pobres y desvalidos... Un alma solidaria dedicada al prójimo.
Ese carácter noble, que no encontró acogida en una familia ausente y materialista como la suya, hizo surco en el campo, de donde mamó toda esa cultura que lo llevaría en un futuro a convertirse en un ser al servicio de las causas justas, no siempre afortunado para alcanzarlas, pero sí motivado por un corazón de oro y pensamientos puros.
Y quizás hayan sido también aquellos rasgos primeros de su personalidad los que le jugaron en contra en más de una oportunidad. Acaso por ser tan directo, honesto y transparente, la sociedad corrupta e interesada, abusó de su inocencia.
Y ya no tan “quizás”, sino seguramente, el hecho de sentir que el peligro “danzaba permanentemente a su alrededor”, hizo que sabiamente se refugiara en quienes podía confiar, porque no había maldad en ellos sino solo amor: LOS ANIMALES, sus mascotas. Amigos verdaderos a los que les dedicaría su vida, y a los que cuidaría como el buen pastor vela por sus ovejas.
Aquellos animales de los prados tumbesinos fueron para Demian la razón de su vida. Les dio todo, así como demandó de ellos la fidelidad y el cariño que no encontraba en su hogar. Compartió sonrisas y llantos, días de sol y de tromenta. Terminarían siendo hasta sus confidentes, ante la falta de agluien mejor en quien depositar sus sueños, tristezas y alegrías.
Una relación simbiótica que lo marcó durante varios años de su niñez, podría decirse hasta su partida de Tumbes.
Y ese día, había llegado... Aquel impúber que supo deleitarse de su relación casi mágica con esas adorables mascotas, era ya todo un hombrecito. Un varón hecho y derecho, que con dolor debía abandonar aquellas praderas, aquel verdor, aquellas arboledas frondosas.... Alguien que debería darle la espalda a sus entrañables compañeros de años, sin otra razón que su necesidad de hacerse camino solo, por otras tierras.
El error de Demian fue el pensar que ello sería sencillo. Que con sólo reunirse en el prado bajo algún árbol con “Paco” - el búfalo -, “Sonrisita” – la hiena, “Traka Traka” – el puma -, “Trompita” – el elefante – y “Rogelio” – el gorila -, y decirles “Me voy a probar suerte a otras tierras”, todo se resolvería con alguna que otra lágrima suya.
Dicen que los animales sienten más aún que las personas, y es cierto...
Demian, con casi 18 años, decidió aquella tarde plantear la despedida... “No hace falta... A quién se le puede ocurrir!”, se dijo. Pensó que cualquiera se iría sin más, sin dar explicaciones ... Se trataba de animales, no de personas. Pero Demian era distinto: puro, sensible, casto, diferente. Él sentía que debía hablarles como a un grupo de amigos.
Por largo minutos, Demian se tiró sobre la hierba, y como quien está con su cofradía, comenzó a ensayar su partida. Hablaba de un futuro suyo en Estados Unidos, de que le gustaba escribir pero también el cine, de todos los sueños que a esa edad caracterizan a un simple muchachote. Recordaba cada anécdota vivida con sus amigos -las fierecillas-, que parecían escucharlo con suma atención. Quien hubiera presenciado la escena, podría haber sostenido que “Esos animales entendían que el peruano los abandonaba”.
Como a las 3 horas de iniciada la charla, y sin que hasta el momento ningún animal abandonara la reunión, en medio de un solapado llanto, Demian se incorporó y les dijo “Adiós amigos, me voy para siempre!... Los extrañaré mucho”. Y comenzó a caminar...
Pero no pudo avanzar más que unos metros... Traka Traka, el puma, le cerró el paso, amenazante, mientras que Rogelio, el gorila, lo tomaba por detrás y trababa con descomunal fuerza sus brazos. En tanto, Trompita, el elefante, se escapaba de su vista, alzando y endureciendo su trompa, y tomaba posición a sus espaldas, con intenciones poco claras.
“Amigos, qué les pasa??... No quieren que me vaya?”, murmuró asustado .... “No me hagan más difícil la partida”, agrego. Fue cuando sintió el aliento fétido y caliente de Rogelio respirando sobre su mejilla, y su voz susurrándole al oído: “Vos de aquí no te vas... Uno es esclavo de los animales que domestica!”.
A la mañana siguiente sus hermanos, que habían emprendido su búsqueda durante toda la noche, encontraron a Demian tirado junto a un árbol, como dormido, y a varios animales que al percibir la presencia de extraños, dejaron de husmear sobre el caído y huyeron raudamente.
Demian se despertó sobresaltado y se abalanzó sobre su hermano Danilo, abrazándolo, al grito de: “Fue un sueño, fue un sueño... Gracias a Dios!!”. Los hermanos se miraron entre sí, como no entendiendo mucho, arroparon el cuerpo desnudo de Demian con uno de sus abrigos, y solamente dijeron: “Ya pasó, hermanito... ya se fueron!”.
Demian no recordó nada de lo ocurrido aquella noche. Para él todo fue un sueño, mejor... Seguiría viviendo en estado de inocencia por un tiempo más.
A los pocos días, Duilio salió de caza y derribó a un particular gorila que vestía los pantalones de su hermano. Algunos lugareños aún hoy cuentan que Trompita, quien presenciaba la escena desde lejos, arrojó una remera y un boxer floreado que pertenecerían a Demian ...
“Seguramente, para no correr la misma suerte que el mono”, a decir de ellos.
2 comentarios:
pero que cosa...yo pense que la despedida que me toco vivir con mi anguila era unica en el mundo..bueno... es el dia de hoy que la llevo conmigo..y no quiere salir..pobrecita !
saludos
Fer
Ojo!!!... no te dejes llevar por la corriente, después es dificil desenchufarse de una relación así.
Una pregunta: ¿Tus padres no de dejaban poner los deditos en el enchufe, no?
Walter Liberatti
Presidente
Fundación DFK (s/Quiebra)
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