26 octubre, 2006

El frustrado reencuentro familiar

Entre las miles de historias vividas por Damián Ferrante Kramer, hay sin duda algunas que por su tristeza hemos evaluado seriamente en no incluir. A sabiendas que esta “autocensura” a la larga no haría más que lastimar la historia del maestro, compartimos con ustedes una historia que tiene que ver con la relación de Demian y el resto de su familia. Fundamentalmente, con sus hermanos Duillo, Dionisio y Danilo.

En otras entradas podrán encontrar detalles acerca de un complejo problema psicológico que embarcó a Danilo en una cruzada para imitar a su hermano famoso, pero en este caso puntualmente, nos vamos a centrar en la oportunidad en la que de una vez por todas, la familia Ferrante dejaría de darle la espalda a Demian para volver a acogerlo en su seno.

Dicen las crónicas de la época que, hacia principios de 1966, con la muerte de Donato (abuelo de Demian) se provocó una fractura muy grande en el seno de la familia Ferrante Kramer, movilizada por una supuesta fortuna a heredar por su hijo Doroteo, que desató una batalla descarnada entre sus hermanos Dionisio, Duilio y Danilo que reclamaban su parte por adelantado. Demian no se enteró del deceso de su abuelo sino hasta casi nueve meses después. (En ese entonces se encontraba internado en un nosocomio de Dallas porque había sido atropellado por la limusina que transportaba a John Fitzerald Kennedy).

La situación es que los hermanos se juntaron (sin Demian), para evaluar la chance de darle otra oportunidad. Si bien siempre lo habían considerado un blando (1), y no le perdonaban el desprecio realizado cuando de joven tomó una maleta y se marcho abruptamente de la finca familiar de Tumbes, la muerte del viejo Donato, y los incesantes pedidos de su padre Doroteo de intentar darle una oportunidad de reconciliación a Demian (2), hizo precipitar las cosas.

La charla duro un par de horas y si bien no había una posición certera con respecto a volver a aceptarlo en la familia, finalmente decidieron tomarle una prueba. Contactarlo, avisarle que querían verlo para ver este tema. Si Demian se presentaba en el momento indicado, seguramente al valorar el encuentro, todos estarían dispuestos a volver a ser una familia.

La suerte quiso que Duillo fuese el encargado de contactar a Demian. Él era uno de los que no le perdonaba el despecho, e internamente había sido el autor intelectual de la muerte de Fami.

El mensaje en la pensión de Waldemar Garrido – último domicilio relativamente estable conocido de Demian - en Corrientes casi Medrano fue escueto, corto y sencillo: “Demian te esperamos el miércoles 6 de diciembre a las 19 horas, en el bar de Irigoyen al 600. Si te importa la familia vení. Si no, morite, blando (3) de mierda”

El Uruguayo Waldemar, que apreciaba a Demian y conocía la historia familiar tardo casi una semana en reconstruir el itinerario del escriba de Tumbes. Solo pudo ubicarlo el día que le dieron el alta en el nosocomio de Dallas. Demian entre lágrimas (no sabemos si por la emoción del futuro encuentro o por el dolor provocado por la doble fractura de tibia y peroné provocada en el accidente antes mencionado) agradeció a Waldemar el esfuerzo y se dispuso a volver a Buenos Aires como fuera, con tal de reencontrar a su familia.

Aún con el yeso en su pierna se subió a un camión que lo llevó de Dallas a Los Ángeles, fue atendido en un puesto caminero de la ruta 66 por un principio de gangrena provocado por el yeso, pero siguió adelante, se hizo pasar por cura en un contingente de jesuitas que pasó de los Angeles a Tijuana (Nuevo México) y a partir de ahí, inició una interminable combinación de medios de transportes que lo depositaron a la media tarde del 6 de diciembre en Puente Saavedra.

Sucio, mal oliente, con un hambre como nunca, con los restos del yeso que le colgaban de su pierna, se metió en la Shell de Deheza y Cabildo, golpeó a un playero, le robó la ropa y la llave del vestuario. Luego de un baño reparador y con el overoll rojo cruzó Cabildo a los piques no sin antes cargarle a un Rastrojero $ 20 de gasoil (quedándose obviamente con el dinero) y limpiarle los vidrios a un Peugeot 404 blanco que esperaba en el lubricentro.

Se subió a un 60, y todo el viaje fantaseó con la posibilidad de abrazar a sus hermanos, de pedirles disculpas por esa huída fortuita en su juventud, por dejar definitivamente en el pasado el episodio con Fami, en fin, volver a sentirse querido…volver a sentirse en familia…

Llegó 17.30 hs. a Yrigoyen al 600. Recorrió la cuadra una y mil veces y no encontró ningún bar. Poco importó. Más allá del uniforme de playero de Shell, en su corazón sabía que sus hermanos lo reconocerían y podrían los cuatro como en los viejos tiempos fundirse en un abrazo del alma.

Un rato antes de eso, los hermanos de Demian se encontraron en la casa de Danilo. Aunque ninguno se animaba a decirlo en voz alta, ellos también estaban felices de poder reencontrarse con el hermano perdido. Ahora sí, podrían decir que eran una familia y que una nueva etapa estaba empezando. Sin fisuras. Con todo el amor. Se subieron al Valiant de Danilo y partieron para el bar en donde sería la cita.

Se hicieron las 18, las 18.30, las 19 y hasta las 21 horas. Demian esperaba en esa cuadra. En dos oportunidades fue increpado por vecinos que al verlo en actitud sospechosa amenazaron con llamar a la policía. Sus hermanos no llegaban… "¿Se habrían arrepentido? ¿Les importaré?" Mientras pensaba eso una profunda pena se apoderó de él…

Hasta más o menos la misma hora, Duillo, Dionisio y Danilo. Reunidos en el bar indicado lo esperaron… "¿Se habrá arrepentido? ¿Le importaremos.?". La misma pena pero con un poco de furia se había apoderado de ellos también.

El encuentro nunca se produjo... Waldemar Garrido al tomar el mensaje –total desconocedor de la historia argentina- solo anotó Yrigoyen. Mientras Demian marcó durante horas un surco ida y vuelta sobre Bernardo de Yrigoyen al 600, Duillo, Dionisio y Danilo lo esperaron en el Bar Cantinflas, en Hipólito Irigoyen al 600.

La madrugada encontró a los hermanos separados, pero unidos por un pensamiento: Demian, sentado en la esquina pensando en que sus hermanos se habían mofado de él y sus hermanos pensando en que Demian se había burlado de sus buenos sentimientos.

Al subirse al Valiant, Duillo dijo con voz seca: “No hay caso, es un blando de mierda”, y
sus hermanos asintieron en silencio.

(1). Trolo
(2). Algunos afirman que el cambio de actitud del padre de Demian, Doroteo, de reunirlos a todos nuevamente, radicaría en una cláusula testamentaria que exigía la firma de Demian para cobrar la herencia dejada por Donato.
(3). Trolo de mierda

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy casi convencido de que yo era el conductor del rastrojero al que este guacho le hizo los $ 20 ! casi voy preso al pelearme con otro playero que se negaba a dejarme ir si yo no le pagaba!!!!. ¿donde puedo pasar a buscar los $20?

Anónimo dijo...

Eddy: desde la Fundación lamentamos el mal rato que pasaste. Pero no queremos que interpretes que nuestro pesar implica devolverte el dinero. Eso sí, estamos dispuestos a comunicarnos con Demian, quien está regularizando sus deudas para poder sacar una tarjeta de crédito Consumor que le ofrecieron hace unos días en la zona oeste del GBA.
Hacenos llegar tu historia, fotos, lo que tengas, incluso algún testigo de aquel encuentro. Te prometemos que publicaremos una entrada en tu honor, si con ello das por cancelada la deuda.
Abrazos.

Walter Liberatti
Presidente

PD: tenés algo que ver con el músico?