15 septiembre, 2006

Los Archivos Ferrante Kramer (II) - "Los crímenes de Huasago"

Qué tal amigos!. Soy Raymundo Sforza, y para los que no me conocen, segundo biógrafo de Ferrante Kramer. La historia de hoy, conmovedora como pocas, me ha llegado recientemente de manos de la Fundación DFK, en condición de material desclasificado, y forma parte de lo que la Fundación denomina “Archivos Ferrante Kramer”, o lo que es lo mismo, “historias más cercanas al mito Ferrante Kramer que a la verdad”. Los invito a documentarse de los hechos que siguen, que parece que tuvieron como protagonista de lujo al colosal peruano.

“Campamento Pastaza”, Huasago, Perú, 21 de septiembre de 1943

Era el día de la primavera y Demian había salido de campamento junto con los chicos del colegio a una localidad cercana a Tumbes: Huasago. Iban a disfrutar de un día de pesca, junto al río Pastaza. Eran como 20, y entre ellos estaba Tito Cigala, el verdugo de Demian.

Tito era un chico raro, al que la mayoría esquivaban por su postura ermitaña y hostil. Una actitud que no era casual, ya que Cigala no había tenido una infancia feliz.

Su trauma había comenzado un año atrás, cuando intentando conocer quién era su padre, recibió de su madre una terrible respuesta: “Sos un chico de probeta”. Buscando consuelo, el pequeño Tito le preguntó inocentemente “... Y de que probeta, mamá?”, a lo que ella respondió: “No sé ....Es que PROBETAntas que no me acuerdo de qué japi saliste!”, entre sonrisas cómplices compartidas con su amante circunstancial.

Aquel sufrido Tito era el mismo que, a poco de oscurecer completamente en ese campamento, se había perdido sin dejar rastros, alertando a los mayores y a sus compañeritos de grado. Entre ellos, el que se mostraba más preocupado era Demian... El Coloso lo estimaba, más allá de las bromas que le gastaba Cigala.

Se organizaron de a cinco, y emprendieron la búsqueda en una zona boscosa y cerrada. Demian se desprendió accidentalmente del grupo del que formaba parte y extravió su rumbo, debiéndose orientar bordeando el río. A poco de caminar, y a la vera de éste, Demian se sorprendió al ver a Tito, completamente desnudo, con un animalito entre sus manos. Se trataba de un castor al que su amigo le había quitado uno a uno los dientes con una pinza.

Tito no se percató de la cercanía de Demian, parecía poseído por un demonio. Tomó al castor por su cabeza y cuando estaba por acercárselo a su entrepierna recién percibió la presencia de Ferrante (1). Giró su cuello casi 180 grados a la manera de Regan, la del Exorcista, y desplegando su más macabra sonrisa, le dijo: “Lo desdenté para que no me raspara”, introduciéndoselo justo ahí, y practicando movimientos tan repetidos como frenéticos mientras miraba fijo a Demian.

El púber Ferrante salió corriendo y contó a sus maestros lo que había visto. Las autoridades trajeron a Tito de regreso; tuvieron que maniatarlo, nadie podía contener su fuerza, que parecía la de un hombre mayor cuando apenas tenía 10 años. Desprendía por su boca una espuma amarillenta y hedionda, y sus manos y genitales estaban manchados de sangre .... sangre de aquel desdichado castor sodomizado. Antes de subir a la ambulancia del hospital que vino a buscarlo, le espetó a Demian: “Traidor, me las vas a pagar!”


"El Informador de Iquitos”, Iquitos, Perú, Setiembre de 1981

Para parar la olla, Ferrante se trasladó desde Requena - donde vivía con una mujer mayor que lo mantenía a cambio de favores sexuales - hasta Iquitos, una ciudad más grande, cercana al Río Amazonas, en la que había conseguido un trabajo “free lance” en el periódico local (El Informador). La paga era poca, pero al menos podía hacerse de buen pescado gratis para comer, con la ayuda de su improvisada caña de bambú.

Al llegar, tomó cuenta de que la ciudad estaba consternada. La razón, un asesino muy singular: “sus víctimas no eran personas, sino animalitos indefensos”.

Aparecían por todas partes gallinas muertas por profundas laceraciones rectales, palomas con los intestinos deshechos, puerco espines minuciosamente “desespinados”, pero con el orificio bucal severamente dañado, y lo que más llamó la atención de Demian: “castores desdentados”. Ah!! ... y un detalle de autor, me olvidaba, todos ellos marcados con 3 letras: DFK

Lo habían apodado “Petete” y tenía despistada a la policía. No se tenía idea alguna de quién pudiera ser. Sin embargo, Demian tenía más que una idea de quién podía ser aquel depredador del eco sistema: su viejo amigo Tito.

Sin decir nada, y pensando que atrapar al asesino le depararía notoriedad púbica y algún dinero, emprendió un viaje en solitario por la zona donde acostumbraba dejar sus huellas. Guiado por ese instinto animal que lo caracterizó siempre (todos decían que Ferrante era un animal), y esperando que Cigala viniera a su encuentro, volvió al lugar de aquel bosque primaveral, que años atrás los uniera para siempre: el Campamento Pastaza.

La sorpresa fue terrible para Demian. Allí, donde lo encontrara cuando niño, estaba Tito, musculoso y tan desnudo como 30 años atrás. “Te acordás Demian.... el Campamento Pastaza”, le dijo no sin antes girar su cuello esos 180 grados que tanto aterrorizaban a Ferrante. Pastaza, Pastaza.... lo querés con mostaza?” bravuconeó Cigala, mientras en un giro repentino de su cuerpo quedaba enfrentado a Demian, mostrando su miembro entre dos panes para pancho.

No era casual aquel encuentro, pensó Ferrante. Había caído en su trampa, era el “cazador cazado!”. “Qué tonto!”, se dijo para sí, mientras caía en la cuenta de que Tito había provocado aquella situación, y que sus hormonas, ese magnetismo animal incontrolable que emanaba su presencia, le habían servido a su amigo para conducirlo a ese callejón sin salida.

Tito había ganado!. Quería su banquete final y lo tenía delante: el “animal” que llevaba las letras “DFK”, el único que no marcaría a cuchillo porque las portaba desde su nacimiento: Demian Ferrante Kramer.

Lo que no sabía Tito, era que Demian no había ido desarmado. Ferrante había urdido el plan más ingenioso de la criminología moderna.

Los que cuentan esta historia dicen que aquella escena fue antológica. Con la destreza de un profesional de la guerra, Ferrante sacó de su mochila una especie de matafuegos y le disparó a Cigala. De su interior salió un tremendo chorro de hidrógeno líquido que impactó de lleno en los genitales de Tito, produciendo el congelamiento instantáneo del glande de su agresor.

Consternado por el dolor, Cigala frotó su miembro con sus manos, en un intento vano de generar un poco de calor y descongelarlo, con tan mala fortuna que provocó que el mismo se quebrara de raíz y cayera al suelo...

Muchos dicen que el director de cine James Cameron se basó en aquella experiencia de Ferrante para su filme "Terminator 2", precisamente en la escena en que Robert Patrick - el villano - es congelado y hecho mil pedazos por el despredimiento de nitrógeno de un camión cisterna...

Y según se cuenta, mucho peor fue el final de aquel suceso en Huasago... Cuando todo parecía concluido, un castorcito inocente tomó con sus dientes la chota de Tito, y se internó en el bosque ante la mirada estupefacta de su otrora victimario... Pradógico, no?... Especialmente por lo "paradójica" que tenía la chota Tito...

Nada más cierto que “El que mal anda, mal acaba”, no?. Los espero dentro de poco tiempo, con otro “Archivo Ferrante Kramer”.

(1). Ferrante desprendía un olor particular. No era olor a sobaco, eran sus feromonas, una especie de magnetismo animal con el que seducía hasta las paredes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando hablen del Demian perdedor, del que todo se sale como el ojete, recuerden esta semblanza de Huasago, y la odisea que le tocó vivir con el mismo Tito en Argentina, cuando volvió a la carga como El loco del Bate. Demian no fue siempre un perdedor... Al menos, con Tito salió empatado... Uno perdió la chota y el otro quedó con el toor destruido... EMPATE, TOMA!!!

Dakota Fanning
Fans Club de Demian Ferrante Kramer
Denver - Colorado