Que los milagros existen, existen. Ahora pensar que cualquiera puede ser protagonista de uno… es otra cosa. Solo los elegidos forman parte de esa selecta galería de personajes plausibles de favores divinos.
Demian estuvo relacionado directamente con un evento de este tipo.
A finales de los '80, Salvador Nicolini, pro-tesorero de la Fundación DFK encontró ordenando el depósito del subsuelo del edificio de la Fundación, una serie de fotografías de Demian de la época de su juventud. Una puntualmente le llamó la atención. En la misma, Demian acompañaba a Almada y Espalter, los famosísimos humoristas uruguayos de los años 60. Si bien Salvador no recordaba algún tipo de vínculo con los orientales de parte de Demian, si la foto estaba, algo habría.
Recogió la foto, reparó el marco y la colgó en el salón de conferencias de la Fundación en el pasillo que iba al baño de hombres. El tema hubiera quedado ahí, de no ser porque a los pocos días, Margarita Llores Tapia, una señora paraguaya que cada tanto iba a completar tareas de limpieza en la Fundación empezó a gritar con una mezcla de sorpresa y terror: La Foto de Ferrante llora!!!!!. Ante el estupor de los que se encontraban en la sede, de los ojos de Demian salia un líquido rojizo.
Imagínense la conmoción en Villa Martelli: milagro en la fundación DFK. Al instante la zona se pobló de curiosos, canales de televisión, miembros del clero, evangélicos, vendedores de pochochos, policía, etc.
Un creativo transeúnte se cortó el dedo índice y ponía gotas de su propia sangre en retazos de género verde y gritaba a viva voz “sangre de ferrante a $ 5”. Suena inverosímil pero más de una señora de la cuadra corrió con el monedero a comprar su tela ensangrentada.
El caos generalizado dio lugar a que la policía intentara acomodar la escena. Pero la situación no mejoraba. Con el correr de los días procesiones de fieles venían desde distintos puntos del país para contemplar la imagen sangrante de Ferrante. Desde la Fundación implementaron visitas guiadas ($ 10 por cabeza) para pasar diez minutos en el salón de conferencias, se hicieron 10.000 remeras con al cara de Demian y la frase “yo vi el milagro”.
La gente de la fundación lo sabía. Esta era la oportunidad que tanto buscaban. Iban a ver unos mangos.
Un equipo de expertos inició la investigación para aseverar el milagro. Walter Liberatti (presidente de la Fundación), el Padre Luis Rivas (párroco de Villa Martelli), el Dr. Scazziotta (pediatra de los hijos de Liberatti, pero el único médico a mano), Ricardo Moreno (dueño del bar de enfrente de la Fundación) y Nicasio Ferreyra (playero de la Estación de Servicio Esso de Pringles y Mitre) empezaron a trabajar para desandar el misterio. Mientras tanto llegaban las remeras con la cara de Demian. En la tesorería de la Fundación algún adelantado soñador corrió hasta la sucursal Martelli del Banco Provincia para consultar por los costos de un transportador de caudales… en fin, el milagro para algunos pasaba a ser una cuestión económica.
Nadie de la fundación se puso a pensar la importancia que tendría el hecho de que verdaderamente si la imagen de Ferrante lloraba sangre, la historia de Demian daria un vuelco rotundo.
Y diablos que lo dio!.
Luego de una semana de vigilia de miles de personas frente a la sede de la fundación, y el trabajo de los especialistas, se descubrió que lo que lloraba la imagen de demian no era sangre sino agua con oxido. Detrás del cuadro colgado por Salvador Nicolini corría un viejo caño de la instalación del depósito del inodoro del baño de hombres. Al clavar el clavo, Salvador perforó la pared junto con el caño y el agua brotó humedeciendo la foto de Demian.
Cuando se supo la verdad no hubo más que desazón. La gente abandonó la vigilia estrellando todo tipo de objetos contundentes contra el frente de la Fundación y los autos que se encontraban estacionados en la cuadra. Las 10.000 remeras estuvieron un tiempo encajonadas en el salón de conferencias y finalmente terminaron en el subsuelo de la fundación. Salvador Nicolini, presa de la decepción renunció a su cargo y dicen algunos conocidos que se internó en el riachuelo en un bote y nunca más se lo vió. Otra corriente mas desconfiada del gesto heroico del viejo napolitano, dicen que se mudó a Villa Lynch y tiene una fabrica de sándwiches de miga.
Como no podia ser de otra forma, la historia de Demian sumaba otra decepción.
Demian estuvo relacionado directamente con un evento de este tipo.
A finales de los '80, Salvador Nicolini, pro-tesorero de la Fundación DFK encontró ordenando el depósito del subsuelo del edificio de la Fundación, una serie de fotografías de Demian de la época de su juventud. Una puntualmente le llamó la atención. En la misma, Demian acompañaba a Almada y Espalter, los famosísimos humoristas uruguayos de los años 60. Si bien Salvador no recordaba algún tipo de vínculo con los orientales de parte de Demian, si la foto estaba, algo habría.
Recogió la foto, reparó el marco y la colgó en el salón de conferencias de la Fundación en el pasillo que iba al baño de hombres. El tema hubiera quedado ahí, de no ser porque a los pocos días, Margarita Llores Tapia, una señora paraguaya que cada tanto iba a completar tareas de limpieza en la Fundación empezó a gritar con una mezcla de sorpresa y terror: La Foto de Ferrante llora!!!!!. Ante el estupor de los que se encontraban en la sede, de los ojos de Demian salia un líquido rojizo.
Imagínense la conmoción en Villa Martelli: milagro en la fundación DFK. Al instante la zona se pobló de curiosos, canales de televisión, miembros del clero, evangélicos, vendedores de pochochos, policía, etc.
Un creativo transeúnte se cortó el dedo índice y ponía gotas de su propia sangre en retazos de género verde y gritaba a viva voz “sangre de ferrante a $ 5”. Suena inverosímil pero más de una señora de la cuadra corrió con el monedero a comprar su tela ensangrentada.
El caos generalizado dio lugar a que la policía intentara acomodar la escena. Pero la situación no mejoraba. Con el correr de los días procesiones de fieles venían desde distintos puntos del país para contemplar la imagen sangrante de Ferrante. Desde la Fundación implementaron visitas guiadas ($ 10 por cabeza) para pasar diez minutos en el salón de conferencias, se hicieron 10.000 remeras con al cara de Demian y la frase “yo vi el milagro”.
La gente de la fundación lo sabía. Esta era la oportunidad que tanto buscaban. Iban a ver unos mangos.
Un equipo de expertos inició la investigación para aseverar el milagro. Walter Liberatti (presidente de la Fundación), el Padre Luis Rivas (párroco de Villa Martelli), el Dr. Scazziotta (pediatra de los hijos de Liberatti, pero el único médico a mano), Ricardo Moreno (dueño del bar de enfrente de la Fundación) y Nicasio Ferreyra (playero de la Estación de Servicio Esso de Pringles y Mitre) empezaron a trabajar para desandar el misterio. Mientras tanto llegaban las remeras con la cara de Demian. En la tesorería de la Fundación algún adelantado soñador corrió hasta la sucursal Martelli del Banco Provincia para consultar por los costos de un transportador de caudales… en fin, el milagro para algunos pasaba a ser una cuestión económica.
Nadie de la fundación se puso a pensar la importancia que tendría el hecho de que verdaderamente si la imagen de Ferrante lloraba sangre, la historia de Demian daria un vuelco rotundo.
Y diablos que lo dio!.
Luego de una semana de vigilia de miles de personas frente a la sede de la fundación, y el trabajo de los especialistas, se descubrió que lo que lloraba la imagen de demian no era sangre sino agua con oxido. Detrás del cuadro colgado por Salvador Nicolini corría un viejo caño de la instalación del depósito del inodoro del baño de hombres. Al clavar el clavo, Salvador perforó la pared junto con el caño y el agua brotó humedeciendo la foto de Demian.
Cuando se supo la verdad no hubo más que desazón. La gente abandonó la vigilia estrellando todo tipo de objetos contundentes contra el frente de la Fundación y los autos que se encontraban estacionados en la cuadra. Las 10.000 remeras estuvieron un tiempo encajonadas en el salón de conferencias y finalmente terminaron en el subsuelo de la fundación. Salvador Nicolini, presa de la decepción renunció a su cargo y dicen algunos conocidos que se internó en el riachuelo en un bote y nunca más se lo vió. Otra corriente mas desconfiada del gesto heroico del viejo napolitano, dicen que se mudó a Villa Lynch y tiene una fabrica de sándwiches de miga.
Como no podia ser de otra forma, la historia de Demian sumaba otra decepción.
4 comentarios:
Yo estuve en aquella gloriosa jornada y lo vi llorar!!. Ma qué no era sangre..... ma qué ócsido!!!. Era la sangre del Santo. Ustedes, los jónenes, no saben quién fue Ferrante Kramer.
Qué me vienen con boludeces!!! La presencia del peruano era tremenda. Hacía milagros, sensa joda!!!
A mí, por ejemplo, me curó una verruga que tenía en la chota!. Nadie me quería mirar el bicho porque asustaba. Parecía que tenía una aceituna negra al costado del canuto ... me decían: Má qué e questo??. El gatillo de la pistola??. Y se me cagábano de risa la mia moglie y tuta la gente. Un día, vino Ferrante y con un sacudón me turó la verruga a la mierda y desapareció. Y ahora la tengo rosadita como la de un bebé!!. Grazie San Demian!!!
Creo recordar que mi abuela guardó durante años un retazo de tela verde con un manchon marronesco que parecía ser sangre en su monedero. Me dio mucha curiosidad ese objeto a lo largo de mi juventud. Lamentablemente cuando murió, lo busque desesperadamente y nunca pude encontrarlo. Ustedes caban -tal vez sin saberlo- de darme una pista con respecto a ello.
Pd) Mi abuela vivia en Villa Martelli.
Sr. Morrow: lamentamos decepcionarlo. La Fundación investigó en los archivos del Dispensario General de Villa Martelli (una especie de hospitalito de la época), y aparece registrada una tal Agustina Cervantes de Morrow, seguramente su abuela. Ella padecía de frecuentes e imprevistas pérdidas de sangre por fisuras y desgarros, y era muy famosa en el barrio y alrededores. Si usted pensó que estuvo cerca de algún milagro o que su abuela era una santa, le aseguramos que no. Y no pregunte más, OK?. Es preferible no saber ciertas cosas.
Leer las declaraciones de Pascali, me conmueven. La puta, que fue milagroso ese Ferrante, carajo!
Larga vida a Ferrante... y larga mi chota forever!!!
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