Por Casimiro Arena (1)
Este asunto de hoy bien podría comenzar con la siguiente pregunta: ¿Quién no padeció de niño el martirio y la tortura de algún compañerito de aula?. Creo que nadie en el mundo podría afirmar lo contrario. Por caso, a mi me ha pasado (“Arena... tocame la quena” o “Cómo te llamás.... Me llamo Casimiro.... casi mirás qué, boludo!!).
Y Demian niño, tampoco estuvo exento del suplicio de “Tito”, Roberto Cigala (ver foto), quien dejó una de las mayores marcas en la personalidad de Ferrante, acaso la chispa primera que devino en aquel volcán que hiciera erupción la tarde del 6 de abril de 1972, en un McDonalds ubicado en las afueras de Springfield, Illinois.
Aquella tarde, un Ferrante harto de que el empleado de la afamada cadena de hamburguesas que lo atendía se negara a tomarle el pedido (un tazón de arroz con leche al estilo tumbeño de su Perú natal: tiene unas gotas de pisco y se lo perfuma con malta y canela), entró en cólera. Pero no fue sino después que el hasta ese día “Empleado del mes”, Johnny Boy, se quisiera deshacer de él insultándolo en voz baja con un “Fuck you, sudaka!”.
Se cuenta que “Días de furia” se inspiró en la experiencia vivida aquella jornada por Ferrante, y que el propio Michael Douglas (el actor estadounidense), a la sazón su sobrino (hijo de Derek “Jimbo” Ferrante Kramer Douglas y Dolores Vértiz), le prometió llevar la historia al cine y compartir con él los resultados. Ferrante, quien a esa altura venía de un duro golpe sicológico por la muerte de Jim Morrison, aceptó, firmando un contrato de sociedad que no supo bien interpretar, que lo hacía partícipe de las pérdidas únicamente (Ferrante hablaba y escribía en más de 5 idiomas, incluido el inglés, pero todos mal, ver foto en el aula ómnibus).
Tito Cigala, hoy un hombre de más de 70 años, recuerda que “ ... tenía a Demian de punto”. Cuenta que Damian, “... tenía un aparato corrector en los dientes y hablaba medio gangoso, se comía las erres“, y agrega riéndose con el mismo sadismo y repugnancia de aquellos tiempos: “Cuando lo conocí, de entrada le pregunte... cómo te llamás.... Fegante Kame, .... Ah!!... Fegante Kame.....agarrá ésta y mamame!!!, le dije al dolobu” (2).
El peruanito, tímido si los hubo (ver fotos, siempre de espalda o escondido, casi no hay registros de su cara) tardó años en devolverle las agresiones a Cigala. Lo hizo allá promediando ambos los 20 años de edad, cuando un Ferrante más culto y lanzado, lo encontró en la calle por casualidad y le preguntó: “.... a vos te conozco, cómo era que te llamabas.... Tito cuánto??... Tito Cigala..... Ah!, .. Cigala.... agachate y agarrala!!!", agregando Ferrante frenéticos y vengativos gestos con su genitales.
Tito Cigala era por aquel entonces preparador físico del equipo argentino de Yudo y Karate que se iba a presentar en las Olimpíadas de Helsinki del ‘52. No se tiene registro de la reacción de Cigala a la burla de Ferrante, pero en el libro de entradas del Hospital Durand, situado a pocas cuadras del hecho, con fecha enero 7 de 1952, se puede aún leer “.... caucásico, 1,80 de estatura, completamente desdentado, grave daño testicular”.
(1). Casimiro Arena es colaborador habitual de este espacio. Es historiador y biógrafo de celebridades tales como Carlos Monzón, Ringo Bonavena, Pandeleche, Semillita y Ferrante Kramer, entre otros. La carta que aquí se publica cuenta con permiso de la Fundación DFK
(2). Si supieran cómo se ríe este Tito Cigala ... lo querés matar