Quienes estudiamos a fondo la colorida existencia de Ferrante Kramer, somos conscientes que ella estuvo caracterizada por innumerables situaciones extrañas y anormales. Accdidentes increíbles, vínculos siniestros, sorpresivas desapariciones, desdoblamientos astrales y dramáticos infortunios, fueron un común denominador en su vida.
Ferrante no era ajeno a esa sensación de “sentirse diferente”, como “tocado” por una varita mágica. A nosotros - quienes lo seguimos de cerca - también nos invade esa sensación ..... una sensación que crece y crece en la medida que lo conocemos más y más.
Demian se sentía un “elegido”, y no era para menos. En ocasiones, cuando rememoraba su milagroso escape de la muerte, a los pies del Cristo Redentor, se preguntaba cómo había podido salir indemne debajo de casi media tonelada de latas de sardinas; o de la asombrosa huída del Club Sacachispas en ocasión de su demostración sobre el arte de asar carnes. Se preguntaba, “... porqué Laredo y no yo??... por qué?”
Esa ausencia de respuestas fue la que lo condujo a las puertas del mismísimo Saibaba, en la India. Ferrante había leído mucho sobre ese místico personaje (1), se sentía sumamente identificado con él, a tal punto que llegó a creerse el sucesor de aquel gurú hindú (2).
En una ocasión, instantes después de la toma fotográfica que ilustra esta entrada, Ferrante se arrojó sobre Saibaba, le quitó su atuendo blanco, se lo puso encima, y comenzó a danzar ante la multitud como un poseído, con los ojos en blanco, y a predicar en un idioma extraño mientras babeaba en abundancia un líquido espumoso.
Saibaba, totalmente en pelotas, concitó más que Ferrante la atención de la audiencia, especialmente la de Steve McLogan, quien se encontraba entre sus seguidores luego de que abandonara el cine hard (3) para dedicarse a la práctica religiosa.
En ese colosal despelote, Ferrante fue detenido y golpeado por las autoridades locales, y deportado a través de la embajada peruana en ese país.
El escarnio y la vergüenza padecidos por Ferrante no fueron suficientes para hacerlo desistir de su búsqueda. Se seguía sintiendo superior, un “predestinado” para cosas mayores. Fue entonces cuando se interesó en dos cuestionados mentalistas: el húngaro Uri Geller y el español Tony Kamo.
Ferrante afirmaba que gozaba de una mente superior, que podía hacer cosas fuera del alcance de los mortales. Para demostrarlo, ya que a nadie le interesaba, desafió por carta a Uri Geller a doblar cucharas y tenedores o a detener relojes cuándo y dónde él quisiera, a lo que Geller respondió con una rotunda negativa, ya que desconocía quién era Ferrante por completo.
Viendo que era imposible acceder a ese “grande” que era Geller, optó por Tony Kamo, alguien más accesible, y que estaba de capa caída en esa época trabajando en una kermesse en Piura, un pueblo al norte del Perú.
Haciendo dedo, Demian viajó como pudo hasta aquella ciudad en la parte posterior de un camión recolector de residuos. Ni bien hubo descendido, se dirigió hasta donde actuaba Kamo, quien casualmente ya había comenzado su función. En el medio del acto, y seducido por la falta de efectivos policiales, Kramer se abalanzó sobre Kamo, a quien tildó en público de “Farsante!” (ver foto).
Kamo, en ese momento se encontraba practicando con éxito su rutina de “adormecer” a uno de los integrantes del público. En tanto, Ferrante fuera de sí, intentaba demostrarle a la audiencia que todo estaba arreglado mientras le increpaba al mentalista: “... yo sí tengo poderes, no hago trampa como vos!”.
Kamo, muy asustando, dejó a Ferrante seguir con su locura. Mientras tanto, Demian había convencido a una persona del público a participar de su acto de “hipnotismo”.
Ferrante tomó al individuo con una mano por la frente y con la otra por el cuello, propinándole el clásico golpecito “a lo Tony Kamo” y exclamando: “.... se cae!!, se cae!!, dormido!!”.El resultado predicho por Ferrante ocurrió tal cual: el participante cayó al piso como una bolsa de papas con principio de afixia, rompiéndose la parte posterior del cráneo por el golpe.
Demian quedó atónito, pensó que lo había matado. Aprovechando ese instante de desconcierto, Kamo puso su mano sobre la frente de Ferrante, haciéndolo caer en un profundo sueño, entre aplausos de la concurrencia y el sonido de la ambulancia que venía por el herido.
Así, dormido como estaba, trasladaron a Ferrante a la terminal de micros y lo ubicaron en la zona donde se transportan las valijas y los bolsos. El micro se dirigía a Buenos Aires... otra vez el destino lo traería por aquellas entrañables tierras suyas.
Se cuenta que Ferrante despertó durante aquel viaje en plena oscuridad, y que pensando que se trataba de otro de sus tantos viajes astrales, utilizó aquel incidente para escribir años después “La oscuridad tiene aroma”. Luego, en trance nuevamente por el vaho a gas oil que inundaba el interior del baúl, volvió a dormise hasta su destino (4).
Ya en Buenos Aires, Ferrante siguió invadido por esa sensación de ser un elegido. Continuó pensando que el podía con su mente “dominar la materia, convertir tenedores, cuchillos y cucharas en cualquier cosa”. Y en parte no se equivocó.
Se sabe que por aquellos días el peruano ganó su sustento trabajando para “Tramontina”, quien había desembarcado en Argentina con su sistema de venta domiciliaria. Al poco tiempo, Ferrante era elegido el “vendedor del mes”, se había vendido todo!. Triunfo o fracaso, según como se lo mire. Para sus defensores: “Ferrante se salió con la suya.... por primera vez era un elegido, y había transformado la materia”
(1). Hasta 1995, Ferrante tomaba nota de Saibaba a través de revistas que leía de prestado en el quisco de su amigo Elvio Gorgatti. Dejó de hacerlo como consecuencia del cierre del quisco por quiebra.
(2). Vieron que las palabras zulú, hindú, gurú, tienen acento en la “ú” como Perú?
(3). McLogan no reconoció a Ferrante entre la multitud, y viceversa, aunque habían participado de 4 películas juntos (Ver entrada: Miseria y vergüenza en Salt Lake City). McLogan volvió al cine hard, se dice, con un nuevo actor parecido a la Mona Giménez.
(4). Fue arrojado en la playa de ómnibus de Retiro. Se comprobó que para subsistir durante el viaje se alimentó de una pasta frola peruana hecha con lúcuma y guayaba. Se sabe que la guayaba causa diarreas instantáneas. La empresa de transportes tuvo que pagar los seguros correpondientes por destrucción de equipaje.
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