Los ídolos, los próceres, los héroes y todos los mortales que alguna vez conquistaron la gloria, han tenido un tratamiento exageradamente benévolo por parte de la historia. Han sido los mimados, los perfectos. Los que nunca mentían, ni decían palabrotas, ni iban al baño... por el contrario, siempre estaban prestos a poner el pecho en defensa de nobles principios o a ayudar a cruzar la calle a una viejita.
Sin embargo, la propia historia nos muestra que eso ha sido, es y será siempre totalmente falso!!.... Todos ellos fueron mortales, al igual que nosotros. Todos pecadores y virtuosos, como usted o como yo. Y por extensión, amigos, también como Demian Ferrante Kramer.
Y que este Blog haya sido piadoso y hasta condescendiente con el maestro Kramer, contando primeramente las historias suyas que lo muestran probo (0) y ejemplar, no significa que haya cargado las tintas en su favor o renunciado de manera alguna a sacar a la luz su mitad siniestra, que la tuvo.
En esta entrada, y tal como lo hemos venido haciendo últimamente, tocaremos una etapa de su vida situada entre mediados de los ’80 y principios de los ’90, que agravia y avergüenza tanto a la figura del escritor, como a la integridad de quienes, como nosotros, hemos pasado gran parte de la propia existencia urdiendo cuanta defensa estuvo a nuestro alcance.
Nos referimos a la época de su “vuelta a las adicciones”. La que se inicia aquella noche en la bailanta de Once, con Pocho, cuando “muy maquillado” manoteó lo que tuvo a mano y terminó en un hospital con parte del cuerpo destruido (Ver: “La caída”).
Demian, por aquellos tiempos, era un bólido fuera de control, un flor de bólido. Sólo le importaban 3 cosas: chupar lo que tuviera a tiro, darle placer a su cuerpo, y tener un mango en el bolsillo. Se propuso seguir a muerte esos 3 objetivos.
Quería sepultar y dejar atrás para siempre los días de miseria; se lo escuchaba decir:” ... prefiero morir rico y hecho pelota, que pobre y sanito”. Era un “latin looser” jugado hasta las últimas. Su moral la había tirado a los chanchos.
Lejos estaba el Ferrante solidario que ayudara (1) a Jim Morrison en los ‘ 70. Más lejos aún, el Ferrante que cargaba en brazos a los pequeños desvalidos, en Tumbes (2).
Para “...hacer plata!!!”, como solía gritar beodo, no tuvo reparos ni límites. Por unos pocos pesos fue panelista la noche del affaire Samid – Mauro Viale, y uno de los que - se comenta - sumó certeros golpes por la espalda a ambos. Había ido a presentar otro de sus libros oportunistas titulado “La carne no engorda”, chabacano y vulgar libelo que aparentando seriedad en sus primeras páginas – parecía ser un conjunto de recomendaciones dietarias – avanzaba con pornografía explícita en la que se tocaba el tema de la carne, especialmente un uso diferente de las achuras y embutidos.
También, por monedas, aceptó ser invitado (3) de la “Su”, nuestra famosa Susana, cuando trajo a Nelson de la Rosa (4), el hombre más pequeño del mundo (54 cm) a su programa de TV. Se comenta que aparentando una entrañable amistad con el diminuto personaje, Ferrante utilizó su popularidad para provecho propio (5), haciéndolo hasta participar de una carrera de regularidad entre Villa Martelli y Vicente López (ver foto), con fines presuntamente “caritativos”.
Lo que Ferrante ganaba infamemente por aquellos días, así lo gastaba. En alcohol, en alguna pasta que no era dentífrica, y en lujuria.
Demian se rodeaba permanentemente de artistas de poca monta. Era un dandi, pero del subdesarrollo. Se le adjudicaron todo tipo de romances baratos y partusas multitudinarias e indefinidas. Vivía tan volado que, muchas veces no sabía dónde ni con quiénes había estado.
Por aquellos días, sus visitas al Hospital Durand aumentaron. Así también la necesidad de intervenciones quirúrgicas de urgencia para extraerle algún juguete nocturno. Fueron muchos años de descontrol y ausencia de referentes y valores. Hasta que una tarde llegó el tan esperado “Rescate emocional” que lo haría retornar una vez más a las fuentes.
Se trataba de una mujer (ver foto). Una de aquellas, de sus noches de bailanta, que descubrió en Ferrante una virtud oculta, conocida solamente por sus más íntimos (6).
Pero de esa relación y de sus frutos, daremos cuenta en otra entrada de este Blog.
(0). Qué probó.... probó de todo!!
(1). Sin éxito
(2). Los perdió en una revuelta popular y no se supo más de ellos, aunque se les presume una mejor suerte en manos de cualquiera.
(3). Nadie lo recuerda ni hay registro televisivo.
(4). También conocido como el Hombre Rata por su participación estelar en el filme “Ratman”.
(5). Se dice que Ferrante aprovechó su notoriedad para promocionar otra de sus tantas obras oportunistas, una comedia de equívocos titulada “Fe de ratas”.
(6). Consultar el libro de Steve McLogan “Un pedazo de mi amor”
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