10 agosto, 2006

Miseria y vergüenza en Salt Lake City

Los sucesivos fracasos a los que se enfrentó Ferrante Kramer durante gran parte de los ‘60 – el incendio del depósito donde estaban sus discos junto a Biggy Teicher o el litigio por los derechos de autor de varios de sus libros, por citároslo algunos – lo sumieron en una profunda depresión, agravada por innumerables problemas financieros

Sin un peso en el bolsillo y muerto de hambre, se trasladó a dedo desde Reno, Nevada, a Salt Lake City (1), imaginando mientras caminada por la ruta, que un nuevo lugar le renovaría las ganas de vivir y le abriría el camino de retorno a las letras que tanto añoraba.

La embestida por detrás de un Ford Mustang cuando estaba a menos de 20 millas de sus destino, truncó en segundos ese sueño. Otra vez la suerte le entregaba la carta equivocada.

Lisiado por meses, sin seguro social, y “atendido por caridad” (aceptó que su imagen en el hospital fuera utilizada para un comercial del gobierno de turno que publicitaba sus logros en materia de salud para los inmigrantes latinos), al salir del nosocomio intentó conseguir trabajo como periodista o en algo ligado al medio, y lo logró.

Las poesías que comenzó a escribir a la vera de la Iglesia de St. Matheus, y las dádivas que a cambio de su entrega le dispensaban los parroquianos del lugar, le permitieron a Ferrante, en aquella etapa de su accidentada vida, hacerse de un modesto emparedado diario y comprar un poco de brandy barato.

Pero, luchar contra la desesperanza no es sencillo, y la balanza se le inclinó otra vez al alcohol, su único refugio; ese “cable a tierra” – como él decía - que lo habría matado seguramente en poco tiempo, si no hubiera sido bendecido aquella misma tarde por una milagrosa “limosna” de manos del productor de cine porno, Steve McLogan.

Ferrrante conservaba aún la misma ropa que el día que ingresó a Salt Lake City, ocho meses atrás. Sucia, maloliente y destruida por doquier, llamó la atención de Mclogan, quien no pudo evitar dejar de apreciar lo bien dotado que estaba ese sujeto, y aún recuerda: “... veo que tiene la bragueta baja y carpeteo.... fue entonces cuando veo eso!... y no pude creer el tamaño y espesor que tenía!!.... y ojo que el tipo estaba dormido, aclaro .... y hacía un frío de cagarse, aclaro de nuevo porque es importante!!”.

De esta época, a la que la Fundación DFK denomina “ignominiosa o infame”, son sus libros cortos - todos ellos llevados al cine -: “Hondo y profundo”, "Racimos Hot Dog” (ver foto) , “A que no sabés que te trajo Papá Noel” (ver foto de las postales que se entregaba a la entrada de los cines) y “A la crema, a la crema!”.

Mclogan – multimillonario a estas alturas – no cesa de decir: “... hice toda mi fortuna con las películas en las que trabajo Demi (así lo llamaba) ... y con los guiones que me escribió. Antes de conocerlo yo no era nadie...se lo debo todo”. Y agrega: “... trabajó por la comida... aunque se echó los suyos y la disfrutó, pero nunca quiso asociarse conmigo porque decía que no le veía futuro a la cosa ... todo un visionario!!!”

En la actualidad, el único sustento de los herederos de Ferrante Kramer es un cheque por 100 dólares que mensualmente reciben de los EE. UU; Salt Lake City, para ser más exactos ... vienen siempre dentro de un sobre sin remitente en el que puede leerse: “Gracias Demi”.

(1). Salt Lake City esta situado a medio camino entre Reno y Denver. Al salir de Reno, Ferrante dudó si ir a Los Angeles (la gran ciudad) o a Las Vegas, pero la ambulancia que lo trasladó moribundo, selló su destino. De aquel hecho se conoce su graciosa frase " .. nunca te subas a una ambulancia porque te llevan donde quieren"