22 agosto, 2006

El affaire Apollo: la verdad que conocí

Por Raymundo Sforza, México

Oficialmente, la misión Apollo-Soyuz de julio de 1975 (Sttaford – Brad – Slayton, por los EE. UU. y Leonov – Kubasov, por la U.R.S.S.) fue la última del Programa Apollo y por otra parte, el primer acoplamiento entre dos naciones en el espacio. Todos los que ya pasamos los 40, seguramente recordamos aquel famoso “apretón de manos” que dio vuelta al mundo a través de medios gráficos y televisivos.

Pero, como bien sabemos los que estamos en la investigación, la “verdad” no siempre es la evidencia primera, sino la parte que se encuentra oculta, vedada a la opinión pública por algún motivo. El quid es desentrañar “cuál?”

La Fundación DFK, organización escrutadora como pocas, bien que lo ha sabido desde siempre. Y aquella noche de invierno, pude comprobarlo personalmente: “ ....sólo nos dejan ver la puntita, amigo”, escuché decirle a Artemio Ferreyra, cofundador de la prestigiosa Fundación, mientras charlaba y bebía con sus pares, Dobetti, Rouco y Brizuela, en un bar de Villa Martelli.

Si bien me encontraba allí para hacerle una entrevista a Ferreyra, lo de “...la puntita” y la forma en que me lo dijo, no me gustó nada. Sobre la mesa alrededor de la cual compartían unos tragos, había algunas revistas medio raras, “Honcho”, “Diferent”, “Crazy boy”, y todo en su conjunto, me dio mala espina. Además, pronto iban a cerrar el lugar, ellos eran 4, y estaban acomodando las sillas sobre las mesas, medio como que habíamos quedado encerrados entre el mobiliario, y desde afuera no se veía nada.

Sin embargo, mi afán escrutiñador me dio coraje, y me jugué a salir con la información que había ido a buscar, a cualquier costo. Por suerte, Artemio prosiguió con su historia aclarando que la cosa no venía como parecía: “ ... es como ese cubito de hielo, ves?”, mientras señalaba su vaso de whisky: “... Solo te dejan ver la puntita” - ahí respiré aliviado - , y continuó: “Si no te tomás todo lo que hay adentro, que está recontra fresquito y rico....., te decía, hermano, si no te la tomás toda, sin dejar ninguna gotita, NO PODÉS ver el cubito entero, me entendés mi amor??...... y viva el trago, carajo!!!”, repetía, mientras llamaba al mozo para una enésima vuelta, me acariciaba la pierna y me miraba a los ojos.

Sentí que estaba en peligro nuevamente. Los 4 se abrazaban entre sí y estaban casi al borde del coma alcohólico... sin embargo, seguían siendo un riesgo para mi integridad física... repito, eran 4, y yo uno solo. Pero, la cuestión era que estaba allí, y que soy un investigador fanático del caso Apollo.

El tema Apollo fue el disparador que me llevó a dedicarme de lleno a la vida y obra del "maestro Kramer”, ni más, ni menos. En aquel entonces, fines de los ’60, se hablaba mucho del fraude del “Viaje a la luna”, de la conspiración, de la carrera espacial contra los soviéticos. Yo quería saber la verdad, y la verdad la tenía la Fundación DFK.

Ferreyra me invitó a ir hasta su departamento para mostrarme algunos “materiales descomunales”, tal como los calificara. “Te vas a volver loco, pibe!”, me dijo sosteniendo mis manos con las suyas, y deslizando una caricia nada inocente.

Fuimos en un taxi, bajamos y abrió la puerta como pudo. Estuvo a punto de caerse varias veces, y se arrojó sobre un sillón cama, haciéndome gestos de que me sentara junto a él, dando golpecitos suaves sobre el cotín.

Me senté a su lado. La baranda a whisky que lanzaba cuando hablaba podría haber volteado a un mamut de un saque, pero me aguanté estoicamente. Comenzó a hurgar por debajo del sofá cama como buscando algo, hasta que sacó una caja roja con un moño negro en la parte superior que me hizo temblar, al punto de llegar a decir entre dientes:
“soy boleta”.

Sin embargo, al abrirla, mis ojos no pudieron dar crédito a lo que estaban viendo. Quiénes eran Malden y Phoenix?... yo nunca había oído hablar de ellos!. Cómo era eso de que después de la Apollo – Soyuz hubo un último y frustrado intento?.... el “Viaje a Júpiter? .... tripulado?”. Me pregunté: ¿En el 76?... pero si no existía la tecnología necesaria!

Le rogué se dejara de dar vueltas y me revelara “la verdad”: Quién había sido o quién era (si vivía) Demian Ferrante Kramer!.

Me palmeó la espalda - lamentablemente con la mano que sostenía el vaso de whisky, dejando caer algo del etílico brebaje sobre mí - y me dijo: “.. Dame un beso Julia, no seas arisca”. Me lo saqué de encima como pude, al tiempo que parecía que se dormía. “Justo ahora!”, me dije, y le volví a la carga, cacheteándolo para que se despertara: “... Ferreira, compadre.... dejate de hacerte el boludo.... o te querés llevar el secreto a la tumba?”.

La palabra “tumba” lo despertó, saltó como un resorte, y eso que tenía un pedo tremendo. Sentí que le había dado al talón de Aquiles. Fue en ese momento que sacó del fondo de la caja roja una foto, en blanco y negro, con 3 astronautas: los de la “Apollo SIN NÚMERO”, tal como la conocemos quienes estamos en tema.

Ferreira me contó, entre balbuceos incoherentes que “ ... Demian no fue de la partida. A último momento, lo llamó un tal Lectoure, desde Argentina, que lo hizo cambiar de parecer. Me parece que lo necesitaban para ayudar a su amigo Carlos Monzón, el boxeador, para una pelea con el colombiano Valdez, por el título del mundo”.... “Ah, Julia, ¿y.... me das un beso?... dale!!”, me dijo finalmente, antes de caer en un profundo letargo.

Lo que sigue, todos lo conocemos. La prensa norteamericana, en un pequeño recuadro y en páginas interiores, publicó que tres de sus pilotos, Malden, Phoenix y Ferkram (1), tripulando un nuevo avión prototipo, el caza bombardero Sky Bird XL5 (2), se habían estrellado en Arizona mientras desarrollaban pruebas rutinarias.

En la Unión Soviética, ese mismo día, se publicaba la noticia de un “extraño estallido” en la atmósfera, a unos miles de kilómetros de la Tierra, y en trayectoria a Júpiter.


(1). Ustedes se dieron cuenta del parecido (ver foto) del astronauta con Ferrante Kramer?. Además, vieron que Ferkram parece ser una abreviatura de Ferrante Kramer, increíble, verdad?.

(2). El proyecto jamás existió. El único XL5 que se conoció era el del Capitán Marte, y se utilizó para una serie de marionetas animadas de la TV. Eso sí que no se lo traga nadie!

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