Recientemente, la mayoría de los diarios de la Ciudad de Buenos Aires publicaron una singular noticia que causó gran consternación en la sociedad: “Un hombre había sido detenido por resistirse a apagar su cigarrillo dentro del bar en el que se encontraba”. Se había puesto en vigencia la nueva Ley Antitabaco, y no todos la estaban recibiendo de buena gana.
Pero parecía ser que aquello que era tan novedoso para nosotros, no lo era tanto para la gente de otras ciudades del mundo. Y alguien que sabía mucho de ese asunto era sin duda Ferrante Kramer, quien había sido protagonista de un suceso similar en USA; me animaría a decir que su caso fue el primer antecedente a nivel mundial, pero como denunciante: fue Demian el que ejerció la potestad ciudadana de hacer valer la nueva legislación, una lluviosa y fría tarde de invierno de 1989, en un pub de San Francisco donde se encontraba merendando .
Demian, permanentemente en recuperación por su pasado de “humo y alcohol”, no se permitía oler siquiera un fósforo. Cualquier tentación podía hacerlo caer nuevamente en el flagelo de la droga, y él lo sabía.
Por ello, aquella tarde se encaminó decididamente a la mesa donde esos 4 parroquianos, vestidos con atuendos característicos de esa ciudad – uno de cuero y tachas, el otro de indio sioux, el tercero de obrero de la construcción y el último con ropa de policía - fumaban descontroladamente inundando el ambiente de un espeso e irrespirable humo.
“Disculpen señores, pero rige la Ley antitabaco en esta ciudad, y les exijo que apaguen sus cigarrillos”, advirtió sin titubear, un Ferrante firme y calmo. Los cuatro lo miraron de arriba abajo, despectivamente, como quienes ven a un pordiosero.
Uno de ellos, el que parecía más pesado, reconociendo su acento foráneo, le respondió: “Sudaka... largate de acá. No te metás donde no sabés, porque te vas a arrepentir!!”.
Ferrante insistió y repitió su latiguillo con tono amenazante, incomodando a sus interlocutores a punto tal de provocar que uno de ellos, el que vestía de cuero, lo tomara sorpresivamente por sus genitales, y le susurrara al oído: “Lo querés apagar vos, dulzura?”, pasando su cigarrillo sobre la cara de Demian, de manera intimidatoria.
Demian no contestó. Los serios problemas prostáticos que padecía, sumados a la fuerte presión que aquel gigante de bigotes hacía sobre sus testículos, le cortaron el habla. No obstante, su incómoda situación no se prolongó mucho tiempo más, merced a la milagrosa aparición de un carro policial.... Para fortuna de Ferrante, el cantinero había llamado preventivamente a la policía, intuyendo con acierto un funesto desenlace.
Ya en el Departamento de Policía, los 4 bravucones fueron llevados a la sala de interrogatorio; Ferrante, en cambio, fue puesto junto a una veintena de detenidos en una gran celda, cálida y con “televisión”. Parecía ser que Demian, un hombre marcado por la mala suerte en forma recurrente, por primera vez en años la estaba pasando mejor que los otros.
De pronto, su imagen apareció en la pantalla. Era una toma suya, reciente, ingresando a la Seccional. Hacía tanto años que nadie le concedía un reportaje en TV, que la emoción lo invadió: “Ése soy yo!!”, gritó, en tanto que quienes aún no habían notado su presencia, giraban sus cabezas observándolo con cara de pocos amigos.
La cronista del noticiero relataba que “Un hombre en un bar había hecho valer su derecho ciudadano de evitar que otros fumaran en recintos públicos y bla, bla, bla”, mientras Ferrante miraba a sus compañeros ocasionales, repitiendo “Soy yo, yo!!... Ven?”.
El relato de la reportera continuaba, mientras Demian hacía caritas amistosas a sus nuevos compinches que, súbitamente, volvieron sus rostros hacia el televisor, cuando quien relataba la noticia anunciaba que “Los Village People no podrán actuar esta noche en el estadio de Béisbol de San Francisco, debido a que 4 de sus integrantes fueron encarcelados a raíz del incidente Ferrante Kramer”...
Y ahí mismo, volvió a aparecer la cara de Demian, con el epígrafe que decía “Demian Ferrante Kramer... Por este sujeto, hoy no tenemos Village People”.
El recital de los Village People, el primero en años desde su separación, iba a ser televisado. De ahí que la comunidad gay del precinto con los que se encontraba Demian en aquel momento, estuvieran frente a la TV.
“Así que por tu culpa... Porque no te gusta fumar?”, gritó el pelado que tenía el cuello tatuado con la imagen de una serpiente con cabeza de garompa.
“No te gusta la gente que fuma??... Tenés algún problemas con los que se llevan cosas a la boca, soretito?”, agregó el que tenía un corte punk y aritos en la lengua.
Ferrante fue socorrido por los guardias de la prisión ni bien se sintieron sus primeros gemidos. Pero a decir de los médicos de guardia que tuvieron que practicar las suturas y parar las hemorragias: “Llegó tarde... el daño ya está hecho”.
A partir de aquel día, Ferrante comenzó a fumar. Sus amigos, dicen que cuando le advierten del peligro del cigarrillo, él responde: “Después de lo que pasé, llevarme esto a la boca no me puede hacer nada”.
2 comentarios:
Con Jorgito Miguel nunca se metiò no ????
jjajajaaaaaaa..... que increible historia...me encanto !
me alegro la mañana desde bien temprano,les mando un abrazo gigante a los historiadores mas bestias de la web !
FEr
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