Chasman, y otra historia solidaria

Más allá de la dualidad moral que presenta su personalidad, de la falta de coraje demostrada en momentos decisivos de su vida, o de su patética intuición para estar siempre en el lugar menos indicado y en el peor momento, si algo es destacable con mayúsculas en Ferrante Kramer, es su “actitud solidaria"

Todos seguramente recordamos su memorable jornada con Jim Morrison en Denver (lo salvó un día de la droga, moriría al siguiente), el apoyo brindado al hijo de Tu Sam (lo sacó de la Caja de la Muerte cianótico, pero lo sacó), o su histórica participación en el catch reemplazando al Caballero Rojo (recaudó dinero para su familia, aunque desapareció con la recaudación.

Pero no fueron esas las únicas intervenciones de Demian en socorro del prójimo, las hay por centenares. Una de las más recordadas, es la que lo vincula al programa televisivo “Badía y Compañía”, allá por los ’80 en Canal 13

Era habitual en aquellos tiempos ver a Ferrante a las puertas de los distintos canales de televisión, y no por casualidad. Él creía que sólo desde allí, su nuevo libro, “Consejos de una mente superior”, podría alcanzar la proyección literaria internacional que merecía

Había diseñado una estrategia muy simple para lograrlo; tampoco se le podía pedir más: captar la atención de algún personaje de la farándula a la entrada del Canal para lograr unos segundos al “aire”. ¿Cómo?: predicando algunos pasajes de su libro a los que entraban y salían... No le importaba que lo confundieran con un demente, ni que lo llevaran preso... Estaba dispuesto a todo.

Y fue aquella tarde, mientras le susurraba a un Macaya Márquez pávido ante su imprevista presencia: “..Somos manejados desde afuera y debemos rebelarnos a la autoridad... El ser humano no debe ser manipulado”, que vio a un hombre de baja estatura ser víctima de un robo. Al grito de “...La maleta, no!”, aquel hombre caería al piso en medio de una convulsión nerviosa.

Ferrante, solidario como siempre, se le acercó presto a ayudarlo, y se presentó: “Caballero, soy Ferrante Kramer, y he visto lo sucedido... puedo hacer algo por usted?”. El hombre, aturdido aún por el percance, le agradeció, pero seguía repitiendo incansablemente: “Estoy perdido, sin mi muñeco estoy perdido, estoy perdiiidooo!!”. La víctima del robo no era otro que Mr. Chasman... Y el botín usurpado: Chirolita.

Chasman explicó a Demian que sin “Chirola”, como lo llamaba cariñosamente, él no era nada, que bla, bla, bla, ... No hacía otra cosa que lamentarse, llorar y llorar. La pena contagió a Ferrante que en un punto de la charla se hartó, y dijo: “Basta señor!!... para qué estamos los hombres, sino para apoyarnos los unos a los otros.

Si bien el tono con que lo dijo y su mirada hicieron dudar en un principio a Chasman de las verdaderas intenciones del peruano, con el paso de los minutos le quedó claro que Demian quería simplemente ayudarlo, aunque seguía aún sin saber qué le pediría éste a cambio en algún momento.

Y Chasman, lamentablemente, continuaría sin saberlo hasta ya muy tarde... Ferrante, que para muchos escondía detrás de su perfil solidario a un Maquiavelo en potencia, había planeado no revelarle al ventrílocuo su estrategia ni su objetivo... Tenía pensado jugarse entero para lograr el papel de “Chirolita”. Se dijo: “Voy a convencerlo, ésta es mi oportunidad... no voy a verla pasar de nuevo como es mi costumbre!”. Y se juró: “Voy a salir al aire y a decirle al mundo lo que le tengo que decir... Debo ser el ejemplo libertario de toda Latinoamérica!”.

Poco tiempo después, llegaría el momento tan esperado. Badía se ubicó frente a la cámara como era su costumbre, y los presentó: “Señoras y señores, con ustedes, Mr. Chasman y Chirolita".

La escena fue memorable: un Chasman sonriente de oreja a oreja, y un Ferrante mimetizado magistralmente en la piel del muñeco, agazapado, encogido y astuto, al aguardo de su momento de gloria.

Lleno de máximas sobre la independencia de los pueblos, provocativo y revolucionario políticamente, “Consejos de una mente superior”, podría haber sido sin duda el mejor libro de Ferrante Kramer de no haber sucedido aquel bochornoso espectáculo.

Ni bien Badía gritó: “Estamos en el aire!”, un “Chirolita Ferrante” eufórico comenzó a arengar a la audiencia con aforismos independentistas, saliéndose del libreto pactado con Chasman, quien lo zarandeaba e insultaba haciéndolo quedar en ridículo. Parecía un circo... Demian seguía hablando de “La revolución”, y el público se doblaba de la risa en sus asientos al ver a aquel farsante que intentaba hacerse pasar por un muñeco.

Chasman, cansado de que Ferrante no le diera bola y para parar su catarata verbal, ensayó una última triquiñuela, la misma que practicaba con su verdadero “Chirola”, cuando quería que se le “saliesen los ojitos para afuera”: bajó sigilosamente su mano por debajo de la cintura de Demian, y presionó su trasero fuertemente desde abajo.

Un agónico gemido calló a Demian de golpe, dejando asomar una lágrima sobre su mejilla. El rating superó los 25 puntos. Fue un éxito total... Lo vio todo el país.

Finalmente, el libro se publicó bajo el título “Consejos de Chirolita (Los mejores chistes de Ferrante y Chasman)”, lo que para el peruano, habituado a los fracasos permanentes, fue como tocar el cielo con las manos. Con una tirada de 1.000 ejemplares, sin reedición, Demian se hizo de sus primeros cien australes por derechos de autor, con los que adquirió una bicicleta usada.

A los pocos días, Ferrante sería noticia una vez más. Sufriría un accidente, llevándose un poste por delante con su reciente adquisición. ¿Paradoja, o una nueva jugada del destino?, la respuesta quedaba abierta una vez más.

Sin embargo, quien mejor sintetizaría este pasaje de la vida de nuestro querido Demian sería el vespertino Crónica, quien mostrando las fotos de Chirolita, Ferrante y el poste en cuestión en “La Pavada”, titulaba: "¡Haga patria, préndales fuego!”