Hay situaciones en la vida de personajes célebres que marcan toda una historia. Mucho se discutió entre quienes llevamos adelante este blog, la publicación o no de esta historia. Una corriente interna se apoyó en que por lo triste y patética había que mantenerla oculta entre tantas otras historias hilarantes (y porque no ridículas) pero no por ello menos importantes de la vida de Demian.
Gracias a Dios, en la votación interna ganó el Sí, por lo que compartimos esta historia que nos llena de tristeza pero que más allá de todo, deja la impronta ya característica de las anécdotas de la vida de Ferrante.
A fines de febrero de 1976, Demian se encontraba viviendo (si lo que hacia podía considerarse vivir y no pucherear) en Villa Martelli, barrio bonaerense que lo adoptó como propio, en el cual Ferrante se sentía tan a gusto como en su Perú natal. Argentina vivía convulsionada por cuestiones políticas, pero como Demian siempre vivió en una nube de pedos, estamos convencidos que nunca tuvo a ciencia cierta la certeza de lo que se vivía a su alrededor.
De tanto visitar la biblioteca de Villa Martelli, Ferrante conoció a Elvio Lasarte, un joven de origen humilde que trabajaba en la Librería Bramanti de Avenida del Tejar y Tronador en el barrio porteño de Saavedra. Lasarte, amante de los libros, siempre cruzaba a Ferrante en la biblioteca. Mientras el muchacho iba a desmenuzar libros de historia griega antigua, Demian iba a dormir e intentar –sin éxito- transarse a Luisa García, encargada de la biblioteca del turno tarde.
Gracias a Dios, en la votación interna ganó el Sí, por lo que compartimos esta historia que nos llena de tristeza pero que más allá de todo, deja la impronta ya característica de las anécdotas de la vida de Ferrante.
A fines de febrero de 1976, Demian se encontraba viviendo (si lo que hacia podía considerarse vivir y no pucherear) en Villa Martelli, barrio bonaerense que lo adoptó como propio, en el cual Ferrante se sentía tan a gusto como en su Perú natal. Argentina vivía convulsionada por cuestiones políticas, pero como Demian siempre vivió en una nube de pedos, estamos convencidos que nunca tuvo a ciencia cierta la certeza de lo que se vivía a su alrededor.
De tanto visitar la biblioteca de Villa Martelli, Ferrante conoció a Elvio Lasarte, un joven de origen humilde que trabajaba en la Librería Bramanti de Avenida del Tejar y Tronador en el barrio porteño de Saavedra. Lasarte, amante de los libros, siempre cruzaba a Ferrante en la biblioteca. Mientras el muchacho iba a desmenuzar libros de historia griega antigua, Demian iba a dormir e intentar –sin éxito- transarse a Luisa García, encargada de la biblioteca del turno tarde.
Una tarde, Ferrante vio a Elvio hablar en voz baja y con Luisa en un rincón el salón. Se acercó con cara de poker (1) y se dirigió a la joven que sistemáticamente lo trataba con distancia y con un tono bastante frío la increpó: “Diccionario literario de obras y personajes de todos los tiempos y de todos los países, de González Porto. Editorial Montaner y Simón, por favor…”
Con esto cortó el diálogo entre los jóvenes abruptamente. Al quedarse solo con Elvio, y sabiéndose en inferioridad de condiciones para pelear con el muchachito por el amor de Luisa, intentó llegarle por el lado de la –falsa- amistad. “Que onda con la flaquita elvi??”. Lasarte que pocas veces había cruzado palabras con Ferrante, lo miró sorprendido...”…¿con quien?” .
Ahí Ferrante lo supo. La incredulidad de Elvio sería su carta de triunfo.
Al igual que en otras oportunidades, aquí surgen posiciones encontradas. Los que dicen que Ferrante tenía un perfil netamente maquiavélico y todo lo que hacia tenia que ver con un plan oculto, y quienes sostienen que Demian era todo amor.
Durante meses, Demian monitoreó la relación entre Luisa y Elvio. Con un trabajo hormiga, fue acercándose a Elvio buscando el momento justo de atestar el golpe final. Allí Luisa seria suya.
Una tarde de marzo, Demian encontró a Elvio tomándose la cabeza frente a un ejemplar de "Introducción a la Grecia antigua" de F. J. Gómez Espelosín, casi a punto de llorar. Ferrante enfiló hacia la mesa del joven y en el camino (como para no quedar desubicado) manoteó de un estante un ejemplar de “Estudio de las metáforas en algunas teorías matemáticas del siglo XX”, de Noemí Acuña Nelci.
Al llegar, sacándose los anteojos como si hiciese horas que estaba leyendo increpó a Elvio con tono cansado: “¿Qué te pasa perejil?”. Elvio, con una mezcla de desazón, tristeza y hambre le dijo: “Después de meses de juntar plata para salir con Luisa a un lugar decente, me embocaron el control de stock en la libreria… es el final, no va a querer saber mas nada de mí.”
Varios grupos de estudiosos de la vida de Demian intentaron buscar una explicación racional de la actitud de Ferrante frente a esta situación, pero nadie pudo hilvanar una teoría coherente en los últimos 25 años: Con voz superada, DFK le contestó. “¿y cual es el problema? El control de stock te lo hago yo y vos te vas con Luisa a picar unos quesitos…”
La cara de Elvio se transformó… si no fuera por la mezcla de olor a transpiración, ajo y patas que desprendía la ropa de Demian, sin duda el joven lo habría abrazado.
La noche siguiente, ambos amigos se encontraron en la Estación Saavedra, caminaron por Av. Del Tejar y al llegar a la puerta del local, Elvio apurado abrió el candado. Ambos pasaron al interior del local, hasta llegar al fondo del comercio en donde doscientas seis cajas esperaban la rotulación y control correspondiente y su posterior ubicación en los estantes para la venta.
Lasarte explicó la Tarea. Ferrante puso cara de entender. Cuando Elvio se fue le dijo muy claro: "Demian, terminas de hacer el conteo y cerras todo. Mañana te veo en la biblioteca y me das la llave. No te quedes hasta muy tarde, no mucho más de las 11..." Demian asentía con la cabeza mientras intentaba ver que iba a hacer.
Ya solo, se sentó sobre una caja de 500 Pinturitas Jovi. Buscó en su saco un cigarrillo, fósforos y se puso a disfrutar del último Parliament. Extraño, no recordaba cuando había comprado ese atado. Es más… no recordaba cuando había empezado a fumar…
Se tomó unos minutos, para pensar por donde empezar… hasta que por su mente cruzó la imagen de Elvio besando desenfrenadamente a Luisa entre los estantes de la biblioteca y otra vez el despecho y la furia se apoderaron de él. Arrojó violentamente lo que le quedaba del cigarrillo y se dispuso a salir mientras maldecía al jovencito. Sin darse cuenta, había entregado a la presa mansamente.
Mientras buscaba el picaporte la habitación se iluminó… el cigarrillo había caído sobre unas cajas de Lápices Faber Castell HB prendiendo instantáneamente una llamarada que se esparció por todo el depósito. Todavía no tiene claro como logró salir porque al instante se desvaneció.
Despertó exaltado en la guardia del Hospital Pirovano, atendido por un camillero que luchaba por ponerle la mascarilla de oxígeno. Bastante confundido salió del hospital y tomó el 67, con destino nuevamente a la librería. A la altura de Republiquetas (2) el tráfico estaba cortado. Se bajó del colectivo y recorrió casi doscientos metros a pie. Algunas llamas todavía estaban encendidas. Dos dotaciones de bomberos luchaban contra lo que quedaba del incendio que destruyó casi en su totalidad la librería.
Por mas de seis meses, no volvió a la biblioteca… se enteró que en la librería echaron a Elvio al día siguiente del incendio y le iniciaron un juicio por daños y perjuicios.
No volvió a ver a Luisa y ante su insistencia, la Sra. Marta, una empleada sexagenaria , con un tonito cómplice le confirmó: “Renunció… se fue a vivir con el novio que venía seguido a pedir libros sobre historia griega… y está por tener un nene…si ya no tuvo…”
Su furia lo había arruindado todo… la noche de los lápices.. Faber Castell.
(2) Actualmente Crisólogo Larralde
1 comentario:
que resolucion tomo la justicia con respecto al juicio que le realizo DFK a una afamada tabacalera que tanto dio que hablar a la prensa en la decada del 80 ?
gracias por reflotar ese tema que tanto nos intereso en su momento y por H o por B.. quedo en el olvido.
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