¡WARNING!: Advertimos a los lectores que esta historia es imaginaria. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia
"¿Doña, no tendría un pancito para mí?” ... “Entrá Ferrante, y agarrate esa porción de pasta frola”, respondió sonriente Doña Clotilde, la panadera. “Bueno”, le contestó, y pensó: “A FALTA DE PAN...”, retirándose no sin antes manifestar su agradecimiento.
Mientras la comía con fruición sentado en el cordón de la vereda, de pronto lo invadió una profunda tristeza. Se sintió miserable, un mendigo. Como en catarata, otra vez los fantasmas del pasado volvían a atacarlo. “¡Pero la gran putaaa!...¡Cómo yo, un coloso literario que supo estar con los grandes de verdad... Capote, Morrison, Luther King y Cortázar... Cómo pude caer tan bajo, mieerrda!", murmuró apretando los dientes, en medio de un profundo llanto y mirando con bronca la pasta frola.
“¡No tengo nada, carajo...No tengo casa ni comida... Siquiera una mujer a quien amar!”, exclamó a viva voz, llamando la atención de ocasionales transeúntes.
Pero, como reza el refrán, “Dios aprieta, pero no ahorca”. El destino le tenía reservada una sorpresa... Entre aquellos peatones, se encontraba “ella”, quien acercándosele despaciosamente le susurró con una voz cálida y tranquila: “No llores, Demian”.
“Demian?”, se dijo para sí; e intentando disimular su asombro, balbuceó: “¿Me conocés, cómo es que sabés mi nombre?... Sonriendo, ella le señaló el cartelito que llevaba colgado alrededor del cuello: “Me llamo Demian y soy ciego”. Ferrante había olvidado quitarse la herramienta de trabajo y se sintió avergonzado, a lo que ella respondió con una sonrisa cómplice diciéndole “Yo también tengo lo mío, no te preocupes”.
Amigos, si hubo un momento sublime en la vida amorosa de Demian, fue ése. A partir de aquel día Ferrante viviría un idilio sin par. Carla modificaría su vida para siempre.
Pero no fue sólo amor lo que ella le deparó. El romance con Carla Montes también le devolvió a Demian algo de su celebridad perdida.
Aquella etapa tuvo hasta ribetes periodísticos. El no lo sabía, pero ella era famosa. Concitaba la atención de los medios... medios que no la trataban de igual manera: “Que Carla esto!, “Que Carla, aquello”... Inmutable, Ferrante desoía todos los comentarios maliciosos, estaba ciego – esta vez en serio -, pero de “amor”.
Sin embargo, ya superado el mes de noviazgo, la relación - aparentemente “ a full” para el común de la gente - continuaba siendo meramente platónica. Carla se negaba como una adolescente a entregarse a Demian, repitiéndole “Que se estaba reservado para después de la boda”, al extremo de gritarle “¡NO insistas más!.
Demian no podía soportar tan larga espera, era demasiado. Para más, los paparazzi y los reporteros que aparecían en cualquier lugar con preguntas tales como: “Carla, es tu nuevo novio?” o “Quién es éste?”, lo hacían sentir peor... Un don nadie que, aunque cierto, no estaba dispuesto a bancarse en esta gloriosa etapa de su vida.
“Carla, dame algo, amor... No puedo aguantar más así!”, gritó frente a los periodistas un día, poniendo de manifiesto que entre ellos “aún no había pasado nada”. Entre festejos y risas, los periodistas abonaron con bromas medio subidas de tono “Dale, Carla, atendé un poco a este hombre... no te hagás la...”. Carla fulminó con su mirada al periodista que le había hecho esta última chanza, tomó a Demian del brazo, y le dijo “Vamos a casa... hoy me vas a tener, pero como yo quiero!”. Ferrante, loco de alegría, se dejó llevar, sabiendo que entraría pronto al paraíso.
Mientras iba con ella a su casa, se sintió renacer. Hasta le habían vuelto las ganas de escribir y pensó en el título que podría llevar su nuevo libro de poemas: “Un amor distinto”, ensayó, y le pareció el adecuado... “Carla no era como todas las demás!”, sentenció en silencio.
Ya dentro del dormitorio, Demian insistió otra vez con la suya, recibiendo como dura respuesta un “¡Por ahí no, ya te lo dije!... “Si lo querés hacer, tomame por detrás!”, murmuró sensual, desencadenando en Ferrante una libido rayana con el éxtasis.
Por meses, aquel juego en la oscuridad y entre suaves sábanas, los mantuvo unidos como siameses. Demian nunca había sentido algo tan profundo, tan hermoso.
Pero como de costumbre, lo prohibido termina siendo motivo de disputa. Por capricho o por derecho, la cosa fue que Demian, harto de que Carla rehuyera a su entrega “Como Dios manda” – solía decir como buen cristiano que era - , la tomó un día en la cocina, desprevenida y por la fuerza, sujetándola por sus bragas hasta romperlas.
Carla quedó tan inmóvil como desnuda .... parecía un ángel... Más precisamente, Angel Vargas.
El golpe fue tremendo para Ferrante. En lugar del monte de Venus, Carla mostraba un imponente Everest, adornado por un ciclópeo totem y un par de borlas.
Demian huyó desesperado. Lo invadió la repulsa: “¿Cómo pudo haberme engañado así?... ¡Justo a mí, el rey de las minas!”, pensaba y pensaba una y mil veces. Fue ahí cuando le cayeron todas las fichas de golpe, fue en ese momento que comprendió las risas de los paparazzi, el hecho de hacerlo siempre con la luz apagada, que la llamaran “traviesa”, las preguntas de la prensa que no entendía – “¿Cuándo te operás ángel?”... o chanzas como “No le molesta al quía el tobul?” que, por su extranjería, Ferrante nunca alcanzó a comprender.
Se juró “No volver a verla NUNCA MÁS!... Su rechazo por aquella carne, aquella piel, aquellos besos, crecía segundo a segundo. ¡Puaj!, se asqueó, y repitió “NUNCA MAAAÁS... NUUNCA MAAAÁSSS!!!”
A la semana siguiente, Carla era nuevamente noticia. Un pasquín amarillista publicaba en primera plana la foto de su casa en Villa Martelli bajo el titular “A FALTA DE PAN...”. En ella, se podía ver muy nítidamente a Demian rogando por entrar.
La Biblia y el calefón, pasta frola o ángeles...Nada había cambiado para Ferrante... Cualquier bondi lo dejaba bien.
2 comentarios:
jajaaaaaaaa..... me encanto tanto amor !
la saco embarrada ?
le entro a la escarapela de carne ?
beso el asterisco marron glace ?
probo la cambiandita?
se cuido ?
bue...
quiero mas relatos clandestinos ! !
Mr.Ass painted by hot white milk
Mr. Ass: agradecemos tu cremoso posteo. Sos fiel a la Fundación y la Faundación te premia con más jugosas anécdotas. En la entrada que sigue, otro Archivos DFK, va una nueva nota sobre Casimiro Arena, muy llena de simbolismos. Si te está pasando algo parecido a lo del biógrafo de Demian, te recomendamos alejarte del estudio de la vida y obra del peruano.
Por lo visto, el magnetismo sexual de este "animal en estado salvaje" que es el Coloso de Tumbes, puede distorsionar al macho más pintado. Y después no vengas a decir que no te avisamos.
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