05 noviembre, 2007

Los 74 de Demian - "El festín desnudo"

Dada la extensión de esta historia (ésta es la 5ta. y última de las partes), te recomendamos leer las 4 anteriores. Cliqueá en 1 - 2 -3 - 4

- "Soy yo ...", dijo Liberatti, sin especificar quién era, tal vez para confundir, tal vez intentando creer que todo lo que tenía en la cabeza era un delirio imposible, y que finalmente del otro lado de la puerta lo reconocieran.

- "Pasá, corazón.. Esta abierto... Estoy en el jacuzzi..."

A Walter esa respuesta le heló la sangre. Se paró frente a la puerta del baño. Allí estaba ese hombre que decía ser Demian, disfrutando de una sesión de hidromasaje…

- "Ahí voy , Juan José (por Tapia) ... Dame un segundo que salgo… ¿Y decime, mientras… ¿No estás orgulloso de mí?... ¿Viste?... Hasta tengo una Fundación en Argentina también!... ¿No es muy loco? … Mirá, recién antes de que entraras, me estaba acordando de cuando nos conocimos en San Francisco y te dije que creyeras en mí, que no te ibas a equivocar, te acordás?... Fijate el escritor que te echaste, amor!”

Liberatti se hizo para atrás, ahora empezaba a entender. Ese hombre que estaba haciéndose pasar por Demian, no era Demian. Por algún motivo era un impostor que había tomado su lugar. Pero… ¿Quién era?.
Walter se sentó en un sillón junto a la cama. Se sintió culpable por haber dudado de su mecenas. El Peruano Dorado era totalmente ajeno a esta farsa. De golpe, el impostor envuelto en una bata de toalla rosa, salio del baño con una copa de Martini en sus manos. Al ver a Liberatti se quedó petrificado.

- "¿Quién es usted?", dijo casi a los gritos.

- “¿Quien soy yo?" respondió Walter con una firmeza inusitada…

- “Soy Walter José Liberatti, Secretario de Actas y ex presidente de la Fundación Demian Ferrante Kramer de Argentina..."

- “¿Yo soy el que le pregunta quien es usted?”, fustigó al simulador.

El ambiente estaba extremadamente caldeado. El hombre de la bata rosa tartamudeaba

- "Soy Dddeemm....."

- “POR FAVOR! no mienta más!!. Usted no es Demian… No me tome de boludo!", Liberatti tronó violentamente.

El hombre desabrochó su bata y se sentó en el borde de la cama. A Walter le pareció que lloraba.
- "Esta bien", dijo el hombre entre sollozos… "Claro que no soy Demian. Soy Danilo Ferrante Kramer, el menor de los hermanos. Siempre quise ser como él. Y ésta era mi oportunidad. Hacerme pasar por él era una manera de poder disfrutar de todo su éxito y su fama aunque sea por un rato”.

Walter estaba desconcertado. .. ¿Su éxito y su fama?... Evidentemente el hermano de Demian tenía una versión bastante distorsionada de la vida del Peruano Dorado.

- “Y era esto necesario?”, cuestionó Walter.

- “Es que el pobre Tapia no sabe la verdad. Es un buen hombre, y me da todos los gustos. Hace años lo conocí a través de un emprendimiento denominado La Red Virtual Ferrante Kramer. Un proyecto de interconexión informática. Ambos estudiábamos en Berkeley, donde esta idea había prendido notoriamente. Yo me hice pasar por mi hermano para tener un poco de notoriedad y comenzamos a interactuar y hasta aquí llegamos. Hace décadas que usufructo la personalidad de mi hermano. Pensé que estaba muerto o desaparecido hasta hoy, que vi su mirada amenazante y sus preguntas ponzoñosas".

“La Red Virtual Ferrante Kramer”, pensó Walter,… “Un faraónico e impresentable proyecto que Tadeo Conesa, un vocal suplente de la fundación Ferrante Kramer, había pergeñado hacia fines de los años ochenta y que él, como responsable de la institución, había avalado"; la Red Virtual buscaba mantener una fluidainterrelación entre grupos de seguidores de Demian en todo el mundo a través de Internet.

O sea que toda esta farsa protagonizada por Danilo, el hermano de Demian se había gestado a través de esa nefasta idea de Tadeo Conesa.

- “Danilo, abandone toda esta perogrullada… Demian vive, como puede pero sin lastimar a nadie, en Villa Martelli. No creo que conozca estos hechos. Si usted quiere verlo yo puedo arreglar un encuentro. Pero deje de hacerse pasar por él... Y menos en bata rosa, hombre, lo esta haciendo quedar mal".

- “Insisto...¿Quiere usted encontrarse con su hermano?”

- “No!!!!! Dionisio no me lo perdonaría!

- “Dionisio?... Que tiene que ver en todo esto?.."

- Dionisio Ferrante Kramer, nuestro hermano mayor. Que siente un odio visceral por Demian. A tal punto que hizo a la parrilla a Fami. La mascota del pobre Demian".

A Walter se le piantó un lagrimón. Conocía la historia de Dionisio, la de Fami, y sabía lo que Demian había sufrido por esa pérdida. Pero no entendía que tenía que ver Dionisio con todo esto.

- “Déjelo así, Danilo. Córtela con esta mentira. Reasuma su vida, dígale la verdad a Tapia, y deje a su hermano en paz".

Se dio media vuelta y se encaminó para la salida mientras escuchaba el llanto desconsolado de Danilo. Abandono el cuarto y se dispuso a salir a la calle, encontrar a Sandro y volverse a Martelli. Todo esto era un sainete.

Recorrió doscientos metros, llego a la calle principal, vio a Tapia que lo saludaba con un ademán desde el palco principal y buscó con la mirada a Sandro Dobetti. Mientras tanto, por la Avenida 3 comenzaban a desfilar representantes de las distintas fuerzas vivas de la zona: los guardavidas, la sociedad de fomento, los boy-scouts, la guardia de mar. Todos pasaban junto a Walter que se encontraba en la calzada, sobre el cordón.

Liberatti trataba de despejar su mente de la situación extraña que acababa de vivir.

De golpe, entre los desfilantes, un Volkswagen Senda se movía lentamente con dos personajes disfrazados de Hombre Araña. Uno sobre el techo haciendo monerías, y el otro con el uniforme tradicional de este ídolo del cine, las historietas y la TV, manejando.

Cuando pasaron frente a él, el personaje disfrazado que conducía el vehículo se dirigió a él con un conocido: "Walter...campeón mundial!”

Liberatti se sorprendió mientras veía pasar el auto sin entender porque un hombre araña que manejaba un Senda en un desfile en Villa Gesell lo habría tratado tan confianzudamente.

Cuando el coche se alejó unos metros, Walter vio que el conductor, se quitaba la máscara y gritaba: "Es mi cumpleaños!... No me la podía perder!!!! Jajjajaajjaaj".

En ese instante, apareció Sandro con un choripán en una mano y un porrón de cerveza Quilmes en la otra, diciendo:

- "Y, Walter, qué hacemos??"

La respuesta de Walter fue tajante:

- "Nos vamos Sandro. Nos vamos ya mismo a casa". A lo que Dobetti respondió.

- “Y, sí... Para hacer esta truchada, era mejor no haber hecho nada. ¿No?”

FIN

1 comentario:

Anónimo dijo...

hasta cuando van a mansillar la imagen de este procer de las letras? que mas miserias de su pobre vida van a seguir ventilando? un poco de respeto por los muertos en vida.

Mat Groening

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