12 noviembre, 2007

Mi lucha 100 % - Cuarto y Ultimo Round

El peruano estaba como loco en el gimnasio. No sabía cómo matar el tiempo; faltaban apenas unas horas para su “Función Privada” con La Pantera, pero le parecían años. Fue entonces cuando escuchó al encargado que lo llamaba…

- “Che, Demian, la Pantera dejó este sobre para vos”.

Le sorprendió que le dejara una carta… ¿Se habría arrepentido?... Tomó coraje y la abrió….

- “No te asustes, acá estoy. Tuve que salir a los apurones, disculpá. Te espero en Canning 3248, hoy, a las 23 hs. Es todo un piso, el primero, no te vas a perder. Venite con la ropita del Soñador de Martelli, que es la que más me excita... Va a ser inolvidable, Mr. D”.

Sus nuevos apodos, “Sr. D”, o “Mr. D”, comenzaban a gustarle, como todo lo que decía o hacía La Pantera. Le agregaban intriga y más magia a la noche que se avecinaba. Ferrante Kramer, con más de 70 pirulos, se había entregado al amor de lleno. Estaba jugando como un adolescente, y nada lo avergonzaba.

Llegó 10 minutos antes, no fuera a ser que se perdiera la “función”. Había estado fantaseando durante todo el viaje en colectivo. Tanto, que ni escuchó las cargadas de los pasajeros sobre su vestimenta. El peruano parecía un payaso en camiseta, calzoncillo floreado y pantuflas marrones. Pero estaba feliz en su mundo, nada le importaba.

Tocó el portero eléctrico, y la puerta se abrió sin anuncio previo. Era un edificio viejo, parecía abandonado. Subió por las escaleras hasta el primer piso; una puerta entreabierta le indicó que ése era el departamento de La Pantera… Comenzó a excitarse y a sudar como un chivo. Era la emoción. Por vez primera se le estaba dando. Y esta vez iba en serio… “La Pantera era una mujer, lo había invitado a su departamento, no era su imaginación”. Nada podía fallar.

Abrió la puerta y se sorprendió de lo que vio: “La nena parecía querer jugar, y fuerte”…

En el medio de una gran superficie se cernía una jaula metálica enrejada, totalmente cerrada hasta por arriba, de esas que se usan en Lucha Libre. Era gigantesca, y con decenas de reflectores a su alrededor. Pero había un detalle que la hacía diferente… En el centro, una enorme cama de 2 plazas se dejaba ver, anunciando lo que sería una noche de absoluta lujuria y pasión…También pudo ver algunos juguetes: arneses, esposas, látigos, máscaras, mancuernas y mucho cuero. “Mi Dios!”, exclamó…

Pero, dónde estaba ella, se preguntó. No había terminado de pensarlo, cuando sintió que un par de brazos le rodeaban la cintura por detrás. Era La Pantera, estaba a sus espaldas. Y entre sus manos, sostenía una copa de champagne para él.

- “Andá entrando a la jaulita. Y tomate el todo el champucito que está bien fresquito… Después me toca beber a mí, sabés?”…. Ferrante estaba al borde del infarto, y había tomado Viagra… No iba a poder resistir mucho así.

Obedeció, y se tomó todo el champagne. Ya adentró de la jaula, se lanzó sobre la cama, y comenzó a imaginar lo que vendría.

Habrá dado un par de vueltas, cuando se dio cuenta que la bebida le había pegado, y duro. Se sintió débil, mareado. Apenas si podía sostenerse sentado sobre el borde de sommier.

- “No puede ser, si tomé apenas un vashiiiito!”, intentó decir, pero sintió que le patinaba la lengua; la tenía como adormecida. Levantar un brazo le resultó imposible. Solo atinó a mirar hacia fuera para hacerle señas a La Pantera, pero no hizo falta… La tenía al lado.

- “Negrita, aaalgo me está pashaaando, parezco drogaaado”, balbuceó…

- “No, no parecés drogado, estás drogado, peruano sorete…. Ah!!, y pasen , muchachos!”, se escuchó decir a La Pantera, mientras ordenaba la entrada de los “malos” del grupo, que comenzaban a descolgar los artefactos y utensilios que poco antes Demian había visto…

- “Negrita, que te paasha, por qué me hasheeés esto?”, inquirió el peruano con dificultad.

- “Todavía me lo preguntás, Demian, o Mr. D, o señor D!… ¿O mejor te llamo Dionisio?... No!.. Mejor te llamo PAPÁ, y listo… ¿Qué te parece?”

Aún narcotizado como se encontraba, Demian se dio cuenta que La Pantera lo estaba confundiendo con su hermano Dionisio, el maldito de la familia. E intentó explicarle por todos los medios que no era DionisioQue los Ferrante Kramer eran 4 hermanos idénticos, que se trataba de un error, que él era Demian… Pero a esa altura, el peruano hablaba como un sifón. Todo lo que decía era “Shhhshhshhshhaaashhaashha”, no se le entendía una mierda.

La Pantera se confesó ante el grupo y les dijo porqué los había convocado.

Les contó cómo su madre había sido abusada por ese tipo, el mismo que ahora se encontraba indefenso sobre la cama…

- “Qué pedazo de hijo de put…”, repetían al unísono los 10 ó 12 de la trouppe que habían venido a apoyarla…

La Pantera les contó cómo las había abandonado cuando ella era un bebé… Dejándolas en la miseria, si casa, sin ropa, sin nada para comer…

- “Turro, puuttto, y la reputamadre…Hijjo de una remil…”, acompañaban a coro cada detalle de La Pantera, mientras golpeaban sus puños sobre las palmas de sus manos, como en un ritual guerrero…

La Pantera siguió hablando, pero no hicieron falta más detalles… Los chicos del grupo ya se encontraban sobre el cuerpo boca debajo de Ferrante, “ablandándolo”… Algunos utilizaban sus manos, otros los adminículos que habían encontrado en la jaula.

Al grito de “Querés soñar, Soñador?”… “Esto lo vas a soñar durante toda tu vida!!”, el grupo entraba y salía una y otra vez del cuerpo de Demian, quien en ningún momento ofreció resistencia. Parecía el manso luchador que había protagonizado horas antes, como si la lección de La Pantera hubiera sido aprendida por él a la perfección.

A la mañana siguiente Ferrante fue encontrado inconciente sobre la cama. Una denuncia anónima había dado cuenta del hecho. El espectáculo era aterrador, había manchas de sangre por todos lados. La teoría de los “Agujeros negros” que se tragan todo lo que encuentran a su paso, habría quedado perfectamente demostrada con tan solo observar a Demian unos segundos…

El Oficial asignado al caso, Alfonso Cárdenas, pensó que se trataba de un hecho más de esos. Pero, no… Cuando entró a la escena del crimen, se llevó la sorpresa de su vida…

- “Penino al Fondo!!”, exclamó cuando lo vio, pletórico de alegría. A pesar de los años transcurridos, Cárdenas reconoció a Ferrante al toque; él había sido uno más de aquellos tantos chicos fanáticos de Titanes en el Ring…

Pero qué desilusión, también, la de Cárdenas… La vieja magia de “Dónde se guarda el pepino, Pepino al Fondo”, había sido develada.

FIN


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