11 febrero, 2007

Ayuda exterior

A lo largo de sus vidas, la mayoría de los grandes creadores y visionarios de nuestra historia, se sabe han recurrido al uso de sustancias alucinógenas so pretexto de encontrar a su través un “destello divino” que los conducía a la gloria.
Unos tempranamente, otros más remisos por miedo o vergüenza, lo cierto es que todos los que han descollado y tienen inscrito su nombre en enciclopedias y libros de consulta, optaron por el “camino fácil”, aunque riesgoso, de someter su cuerpo a la devastadora acción de drogas y estimulantes para alcanzar su objetivo.

Tales fueron los casos de Freud, padre del psicoanálisis, actores como Bela Lugosi, pintores como Van Gogh, y escritores como Wilde o Rimbaud, tan famosos por sus obras como por sus respectivas adicciones.

Ferrante Kramer, otro grande, no fue la excepción. Él también se sometió voluntariamente al uso de la mescalina, un alcaloide de origen vegetal con propiedades psicodélicas, y del peyote, otro alucinógeno que produce lo que se denomina “hiperestesia visual”, una descontrolada exaltación de los sentidos.

El ingreso de Demian a las drogas no fue casual, sino el resultado de un largo proceso de deterioro que podríamos ubicar a comienzos de la década del ’30, más precisamente el día de su nacimiento.... Podemos afirmar que data de aquella fecha porque sería casi imposible determinar en la vida de Ferrante un período diferente del marcado por el fracaso, la decepción y el abuso.

Por ello, y aunque existan posiciones encontradas al respecto, para los que tenemos el honor de engrandecer a este gigante de tinta y papel, la causa de la irrupción de Demian al mundo de los estupefacientes fue el hecho de su “propia existencia”... Sólo no haber nacido lo habría librado del flagelo.

No obstante, quizás por snobismo, condescendencia con su núcleo íntimo, o vaya a saber por cuál otro motivo, lo cierto es que igualmente Ferrante decidió un día “darle duro” a los narcóticos.

Según lo poco que se sabe por declaraciones de personas entrevistadas que bajo promesa de reserva de sus identidades accedieron a hablar del tema, Demian se entregaba al peyote en busca de la “... Idea del siglo”, comentan, “Hasta llegó a decir, la del Milenio”, cuando la dosis era mayor.

Su obsesión por “... Ser alguien”, por “...Parecerse a su hermano”, un triunfador, llevaron a Demian por el mal camino.

Sin embargo, no se conoce que aquellos estados alterados de la conciencia del Peruano Dorado hayan producido algún libro notable, siquiera se sabe de un poema ni una máxima. Ni tan sólo de una “palabra”, como para justificar la ingesta abusiva de los dos alucinógenos mencionados.

Esta circunstancia llamó la atención de sus más allegados, los mismos que sacaban provecho de aquellos estados calamitosos del Maestro de Tumbes... Un provecho no económico, pero sí físico, ya que cuando Ferrante entraba en profundo trance por causa de las drogas, ingresaba en una especie de coma que dejaba su cuerpo a merced de los que lo rodeaban, tan alterados como él, pero con la conciencia suficiente como para disponer de su humanidad a su antojo.

¿Cómo podía ser que Ferrante fuera inmune a las drogas?, se preguntaban... ¿Cómo todos los que probaban de ella entraban en un mundo alucinado, lleno de fantasía y asombro, y en cambio él sólo atinaba a dormirse como un tronco?...

Con el objeto de poner fin a estos intríngulis y terminar con el mito Ferrante Kramer, un grupo de detractores interesado en destruir al Coloso peruano desde hace décadas, consultó a eminencias en el campo de la psiquiatría.

Según afirman estos imberbes galenos, devenidos en gurúes de la ciencia médica por algún que otro Master en Harvard o Postgrado en la Universidad de Bolonia que ostentan, “... Ferrante Kramer es un caso único, no existen antecedentes”.... “... Hasta a nosotros nos tiene desconcertados”, dicen... Y agregan: “Aunque lo más probable es que su resistencia a los químicos se deba a que la sustancia no ha encontrado materia que afectar... Dicho de otra manera, la droga actúa sobre el cerebro... Sin no hay efectos, la especulación más probable es la ausencia de este órgano... No hay otra respuesta!”.

Como no entendimos muy bien qué quisieron decir estos soberbios Hipócrates modernos, trasladamos el dictamen médico a profesionales de la Fundación, quienes tampoco lo entendieron.

Pocos días después, el nieto de Walter Liberatti, un gurrumino de 9 años muy curioso -como todo chico a esa edad que lo quiere saber todo-, revolviendo las cosas que tenía el abuelo sobre el escritorio leyó accidentalmente aquel dictamen, y se fue a verlo como loco al viejo....

“... Abuelo, abuelo!!!... Ese tal Ferrante que ustedes defienden no tiene cerebro, es como Homero Simpson, no tiene cerebro!”, repetía una y otra vez, entre carcajadas interminables que lastimaban tanto por su intensidad como por su contenido irrespetuoso.

Y cuando parecía que iba a parar con su burlona risa, veía el cuadro de Ferrante que lloraba sangre, la estatua del Ferrante Cuasimodo en Tumbes, los banderines de la Universidad y símbolos de honor que ornamentaban la Fundación, y volvía a las risotadas peor que antes.

Al verlo en ese estado, todos nos preguntamos: “¿No se drogará este pibe, no?"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiene algo que ver el "peyote" con el "Correcaminos"??. Gracias.

Tito Schippa

Joan Guerrero dijo...

Kramer... el que es artìsta, debe de probar todas las sensaciones con tal de conocer e inspirarse por todo lo que le rodea.

No es de extrañar que incurra en sustancias alucilògenas.... sean cuales fuere.