20 febrero, 2007

La sesión (Parte 1)

No era simple para Ferrante asumir que era un pobre tipo. Y eso que intentaba disimularlo de todas las maneras posibles... Pero el viajar en la parte trasera de aquel camión de hacienda, de regreso de Bahía Blanca hacia la Capital, junto con las reses, no hacía otra cosa que recordarle su triste condición. Especialmente, cada vez que alguno de los animales lo miraba con cara de pocos amigos o que el viento se encargaba de esparcir sobre él las heces que inevitablemente salían de sus intestinos.

No obstante, y a pesar de querer justificarlos en un último arrebato de optimismo pensando para sí: “Y bueno, son animalitos!!!... También tienen derecho a hacer sus necesidades”..., la voluntad se le quebró de golpe en un grito desgarrador: “Animalitos, sí ...Todo bien, pero no garquen sobre mi cara!!...Vacas de hijas de remil puutas!!”.

El límite de Demian había llegado. Y cuando eso ocurre, cuando se toca fondo, las salidas no son fáciles, aunque es dable esperar que el futuro mejore.

Desesperado, se preguntaba “Por qué tanta mala racha.. Qué puedo hacer!”, pero no encontraba respuestas. Nadie estaba dispuesto a darle bolilla a un menesteroso y sucio guiñapo como él. Fue entre toda esa malaria cuando vio lo que consideró su carta salvadora... El cartel en la vía pública rezaba “El psicoanálisis, un pasaje a una nueva vida”, y estaba suscrito por el Ministerio de Salud Pública... Y al pie decía: “Salud gratuita para todos, sin excepción”.

“Qué puedo perder con probar?”, se dijo para sí... Y se encaminó hacia aquella puerta esperanzadora con una sonrisa en el rostro.

Con ropa mendigada a quienes conocían de su precaria condición económica, y mucho más presentable luego de un reparador baño que le quitó de encima la suciedad y el mal olor bovinos, el otrora reconocido poeta peruano fue en la búsqueda de un nuevo destino, de una solución permanente para su desgraciada existencia.

“Ferrante Kramer... ¡Demian!”..., exclamó a viva voz la secretaria del Instituto Psiquiátrico donde fue asignado. “Sí, aquí estoy”, asintió, forzando una sonrisa que sólo un titán con la voluntad férrea del Coloso podía llegar a impostar.

Demian ingresó al consultorio y se sorprendió al ver a su doctor, una imponente psicóloga, de unos 30 años, quien al verlo, lo primero que soltó fue un: “Nos conocemos, señor??... Le veo cara familiar!”.

“Puede ser”, galanteó Ferrante... “En otros tiempos supe ser un reconocido escritor ... Mi foto ha estado en varios libros... Por caso, leyó La Biblia Peruana?”, inquirió seductor, como era su costumbre...

El diálogo entre ambos se desenvolvía amablemente, como si se tratara de viejos conocidos. Sin embargo, lo que siguió a la pregunta de Demian sobre su Biblia, fue un rotundo “No, no la conozco... Y mejor, vayamos a lo nuestro, señor Kramer!” de parte de la profesional.

Quizás haya sido aquella expresión megalómana de Ferrante la que la inhibió, o algo que percibió en Demian cuando fanfarroneó sobre su profesión ... Lo cierto es que a partir de ese momento desapareció la magia del encuentro inicial, y la escena se tornó fría y distante.

Sin notar el cambio de clima en lo más mínimo, Ferrante abrió el juego sin pausa: “Doctora Kelly... Soy la persona más desgraciada del mundo. No me sale nada bien.... No sé...Es como si estuviera pagando culpas permanentemente... Qué mal he hecho??.... Dígame, dígame, por favor!!”.

La psicóloga lo escuchó por casi una hora atentamente, hasta que lo detuvo... “Espere, Ferrante, no siga.... Recurrentemente usted se refiere a que su fracaso es producto del mal que usted le hizo a alguien... Usted se siente culpable, siente culpa, pero no ha hecho nada reprochable... A excepción de que...”, y ahogó sus palabras como queriendo evitarlas.

“A excepción de qué cosa iba a decir... Dígamelo!”, ordenó Demian, con desesperación... Inconscientemente, intuía que detrás de aquella omisión se encontraba su salida.

“Quiero decir que.... Lo suyo responda a QUE ESTÁ PAGANDO CULPAS POR LO HECHO EN UNA VIDA ANTERIOR!”, exclamó, bajando la vista, y un poco avergonzada... No era lo tradicional que se recurriera a ese tipo de “soluciones extremas”, ni que se las considerara “serias” en el ámbito de la medicina; de ahí el pudor evidenciado por la profesional.
La doctora Kelly explicó a Demian que existía una terapia, denominada “Regresión Hipnótica” que había desarrollado un médico llamado Brian Weiss, que en oportunidades daba resultado, ya que permitía al paciente remitirse a “vidas anteriores” para desentrañar los problemas de su vida actual.

Le habló del inconsciente, del subconsciente, del “eyo”, de los “engramas” (1), y de tantos otros tecnicismos que Ferrante no entendía, que decidió ponerle fin a su exposición con un: “Está bien, hagámoslo doctora, aunque implique los riesgos para mi salud que usted me advirtió... Después de todo, qué tengo para perder, no?”, se cuestionó ante ella, sabiendo que lo que vendría no sería fácil, pero tampoco la muerte.


Continuará...

(1) . Un engrama es un registro en la mente reactiva de un incidente negativo que le ocurrió a la persona en su pasado y que contenía dolor e inconsciencia (por ejemplo, la conmoción producida por un accidente de tránsito, una operación quirúrgica con anestesia, etc.).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué vida pobre la de este escritor latinoamericano... Será que toda latinoamérica está destinada a sufrir?... No será Ferrante Kramer tan solo un emergente de tanto abuso?. Tupac Amaru, las venas abiertas de América... Y Ferrante, que también padeció sus desgarros en nombre del arte. ´¡Vamos Coloso, todavía!!

Raúl Cárdenas Casariego
Oruro - Bolivia

Anónimo dijo...

demian no existis !

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