15 julio, 2007

Los 12 Majestuosos - Primera parte

A lo largo de su vida, Ferrante debió enfrentarse a diario con 2 grandes enemigos: su “valentía” sin par -rayana con la inconsciencia- y la “curiosidad”. Ya desde pequeño estas tendencias le traerían problemas:

- "¿Mamá qué hay ahí adentro?", preguntaba

- “Nada, Demian”, respondía su madre…

Pero él igualmente iba y miraba… “Yo igual voy a ver”, decía, y así padeció desde picaduras de ofidios y caídas a pozos ciegos, hasta electrocuciones y misteriosas desapariciones por semanas.

Sin embargo, esos factores no habrían ido más allá de lo anecdótico si no le hubiera picado el “bichito” que le trasmitió Truman Capote, compañero de habitación de Demian en Chicago durante un par de meses. Y no nos referimos a lo que estarán suponiendo los mal pensados, sino al bichito de la “investigación”, oficio que el maestro de “A sangre fría” supo desarrollar como pocos.

En sus inicios en USA, Ferrante se desempeñó en una cantidad incontable de trabajos. Un indocumentado como él, a pesar de su talento literario, carecía de las oportunidades que se les abría a los que estaban en regla. Aquello, sumado al hecho de ser latino, le confería a Demian un destino paupérrimo.

No obstante, ese gallardo tesón que solía manifestar Ferrante en situaciones difíciles, lo mantuvo dentro del reparto de las pocas oportunidades que se le presentaban a los extranjeros como él. Tesón, y también, a decir verdad, un denodado afán por “meter las narices” allí, donde nadie las mete. Como en el incidente de Roswell, tan famoso como lleno de dudas y preguntas.

Demian había llegado a Denver, Colorado en los tempranos años ’50. Era apenas un muchachote, y el tema del “Crash en Corona” (la caída de un OVNI tripulado), a pocos kilómetros de Roswell, había despertado su inclinación por el periodismo y especialmente por el periodismo de investigación.

Pero uno de los aspectos que más había despertado su curiosidad innata, había sido aquello que se conoció como “Los 12 majestuosos”, un grupo de personas -militares, científicos y consejeros de Estado- designadas por el propio presidente Harry Truman, encargadas de investigar el tema o de “sepultarlo”, según como se lo mire. Asunto que continuaron los sucesivos presidentes, como Dwight D. Eisenhower o John Fitzgerald Kennedy, quien estaba a cargo del Ejecutivo en tiempos en que Demian intensificó su pesquisa.

Aquel año, 1961, Demian –un joven inexperto, con tan solo 27 años de edad- decidió visitar Roswell e ir a fondo con el tema.

En su breve estadía, Demian realizó entrevistas a los lugareños, rastreó la zona donde se decía había caído el platillo, tomó cuenta de lo publicado en los diarios locales, pero no encontró más que simples anécdotas sin valor detrás de todo ello.
Demian veía que donde se metía, salía con más preguntas que con las que había llegado. No existían pruebas, siquiera un pedacito del OVNI estrellado… Nada!! Edgar Hoover y sus muchachos se habían encargado muy bien de limpiar todo durante esos años.

No obstante, el peruano continuó su búsqueda. Tanto, que su insistencia llegó hasta a incomodar a los lugareños: “Retírese Kramer (así lo llamaban), me compromete”. Cada vez que encaraba una entrevista para continuarla al día siguiente, los reporteados se negaban a continuar alegando cualquier pretexto.

Al parecer, no era casual que quisieran sacárselo de encima; parecía ser que Demian no estaba solo…

Y así era... Demian comenzó a ver caras repetidas. Gente que parecía seguirlo, como si lo estuvieran vigilando.

¿Quiénes eran esos hombres?... ¿Qué querían?...¿ Estaría cerca de descubrir algo y querían evitar que lo consiguiera?

Demian comenzó a entusiasmarse, pero también a inquietarse. Si lo seguían era porque estaba cerca de algo... No sabía cerca de qué, pero debía de ser importante para que se preocuparan tanto por él.

Y no debió de haberle llamado tanto la atención… El de los extraterrestres era un tema sensible; los OVNIS podían traer secretos, tecnología, avances… Y los rusos estaban cerca; en aquel entonces mucho mejor que los americanos… Habían puesto recientemente a un hombre en el espacio, Yuri Gagarin.

Una tarde lluviosa, en la que aquellos personajes siniestros parecían haberse olvidado de él, Ferrante se arrimó a la barra de una de las cafeterías en las afueras de Roswell. Pidió una leche malteada y sintió que una voz se dirigía a él….

Continuará…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué grande lo de este señor!. No tenía noticias de él. Aquí, en los Estados Unidos, es muy difícil acceder a información clasificada. Roswell sigue siendo un misterio. Como soy conferencista del tema UFO, voy a incorporar estas novedades a mi ponencia. Gracias.

Timothy Cargigan
Palm Springs, CA 92264, USA
38 Velvet Green Bvd.