29 abril, 2007

Ferrante en el Uritorco (Parte 2)

Demian abrió los ojos lentamente. Un dolor agudo le atravesaba la espalda, los brazos y la cabeza. Pudo reconocer que se encontraba en la sala de primeros auxilios de La Cumbre. Intentó levantarse, pero le fue imposible, estaba todo entubado.

“Sandor”...dijo en voz baja, y nadie contestó...

"Fami!!", grito con un hilo de voz y desde lejos, pareció escuchar un ladrido.

Instantáneamente se puso a llorar como un niño. Definitivamente estaba mal ¿Qué demonios hacia allí llamando a su perra? ¿Cómo diablos su perra, muerta hace casi veinte años iba a contestarle? ¿Cómo carajo la iban a dejar entrar a un hospital?

Demian tuvo un instante de lucidez. Estaba volviéndose loco!.

Sendor entró junto al doctor Fernández, con cara de apenado. “Demian, mi viejo” -le dijo con todo fraternal- “¿Que pasó?”... “Antonio -dijo dirigiéndose al doctor con confianza- me explica que fuiste golpeado salvajemente. Que si bien no tenés daños óseos, tenés contusiones en todo el cuerpo y desgarros varios. Estamos todos muy preocupados...”

“Fui a comprar yerba como me pediste” -comenzó a relatar Demian tratando de hilvanar un discurso coherente- “.. Y cuando volvía, fui abducido por un grupo de extraterrestres que tomaron muestras de mi sangre y mi tejido corporal. Analizaron mis órganos vitales y me usaron para estudiar a la raza humana.”

Pese a que sonaba convincente, supo que por más que lo hubiese intentado, lo último que habían tenido sus palabras era coherencia.
“Bueno, bueno” -cortó la escena el Dr. Antonio Fernández, apiadándose de las estupideces que estaba diciendo el peruano dorado- “Es hora de descansar. Ahora voy a hacer que te traigan algo de comer. Tratá de no masticar, porque tenés un desgarro maxilar, como si te hubieses puesto en la boca algo muy grande” -explicaba el galeno con bastante pedagogía-. “...Vamos a traerte una dieta basada en líquidos para que expulses todo a través de la orina. También tenés el recto desgarrado, como si lo mismo que te metiste en la boca... “

No fue necesario continuar, la mirada de Demian buscó la complicidad de Sandor quien apoyó su mano en el hombro del doctor y suavemente dijo: “Ok Antonio, gracias, dejemos a Demian descansar”.

En un instante Demian quedó solo. Vio como Sandor y el medico se quedaban charlando en el pasillo. No entendió bien de que hablaban pero los dos se reían animadamente entre sí. El doctor hacia señas con sus manos, como marcando algo de determinado tamaño (con sus manos puestas en forma paralela con más o menos treinta centímetros de separación) a lo que Sandor respondía riéndose a carcajadas tomándose la cabeza.

Intentó descansar. Tratar de recordar lo que había pasado en su experiencia relacionada con un encuentro cercano del tercer tipo pero fue en vano. De golpe, un empleado del hospital ingresó al cuarto trayéndole la comida.

El joven, bastante petiso -en verdad- luchaba de espaldas a Demian, para acomodar la bandeja sobre la mesa para que el Atila peruano pudiese incorporarse y comer.

Cuando Demian pudo hacerlo, buscó los ojos del joven para agradecerle con la mirada en forma cálida y lo que vio lo sobresaltó: “Esa cara no!!!!”... ¿Donde la había visto antes? El terror lo invadió. Ese rostro era el de la figura que había visto en el camino, antes de desvanecerse ¡!! Lo estaba vigilando ese humanoide (ya que según Demian no era humano), era quien lo había secuestrado!!!!!.

Atinó a manotear el teléfono, pero el miedo lo inmovilizó. El joven casi sin percatarse del estado de Ferrante, se dirigió a la puerta. Cuando se retiraba se volvió violentamente y miró a Demian mientras esbozaba una sonrisa enfermiza diciendo: "...Viejo fiestero ¡!!!", y se fue.

Demian comprendió todo. Era observado. El silencio era el precio que debía pagar por ser un elegido. Semanas después abandonó la clínica y se dirigió al centro terapéutico en el cual vivía al pie del Cerro Uritorco.

Cuando llegó no encontró a nadie. Las instalaciones estaban vacías. No encontró rastros de Sandor y los suyos. Parecía un pueblo fantasma...En fin, tal vez por error se había soltado algún virus con los que trabajaba Sandor, o los fondos filantrópicos de millonarios que subvencionaban la tarea habían designado otras para este grupo de profesionales. Vaya a saber cuál había sido el motivo, el hecho es que Demian estaba en bolas una vez más.

Esa misma noche se coló en el tren y emprendió el viaje de regreso a Buenos Aires.

Durante muchos años, creyó que aquella traumática experiencia no había sido más que un designio, cual marca hecha por una raza superior de extraterrestres. El dolor lo hacía distinto. Lo hacía un elegido.

Una mañana de otoño, mientras se mandaba unas medialunas con café con leche en compañía de Casimiro Arenas -su biógrafo-, en la confitería Odeón, frente a Plaza Flores, hubo un hecho que cambió su percepción de esa creencia..

“Que caliente está este café con leche” -dijo Casimiro, a modo de queja inconformista- “Decí que acá es barato, que si no, al gallego habría que tirárselo por la cabeza”. Demian, con la taza entre sus manos y media medialuna de grasa en la boca, asintió con la cabeza sin prestarle atención, mientras relojeaba una nota del Diario Popular de un fulano de la mesa de al lado.

Mientras la leía de reojo se turbó: “Arrestan a grupo de pervertidos en el Bolson”... Un grupo de hombres y mujeres que practicaban actividades sexuales no tradicionales fue arrestado en la madrugada de ayer en las afueras del Bolson, en la Provincia de Río Negro...

Demian siguió leyendo, con una mezcla de curiosidad y dolor. Intuyó que el desenlace no iba a gustarle:

Los mismos, haciéndose pasar por un grupo de científicos, embaucaban a gente del pueblo, ofreciéndoles trabajo. A cambio de esto, finalmente exigían trabajos forzados y hasta favores sexuales. Seis personas están detenidas y catorce demoradas. Los líderes de este grupo, identificados como Santiago Dorrego y Daniel Libb fueron derivados a la sede departamental de la policía de la provincia.
Un fastidio sideral se apoderó de él cuando vio la fotos que acompañaban la nota: El joven que acomodaba la comida en el hospital (extrañamente parecido al extraterrestre que lo había abducido) salía, junto con Sandor, esposado y rodeado de policías. El epígrafe solo decía: “El momento de detención de los cabecillas..”

Demian se tomo la cara con sus manos y luego de unos segundos y con lágrimas en los ojos se levantó y furioso salió a la calle.

Casimiro casi sin mirarlo le dijo: "Te dije que estaba caliente..."

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