18 agosto, 2007

El verdadero Quinto Beatle - Parte 1

A mediados de los años 50, nuestro héroe sobrevivió en Londres, y después de mendigar por las más importantes avenidas de la capital inglesa, recaló como lavacopas y encargado de la basura en un mugroso bar de las afueras Liverpool denominado Quarry, ubicado en Menlove Avenue.

Por ser latino, durante meses Demian fue ignorado por sus compañeros de trabajo -no creemos que el idioma haya sido el motivo; se dice que manejaba perfectamente el ingles, aunque nadie pueda aseverarlo fehacientemente-. A tal punto que los parroquianos no lo identificaban como un empleado sino que pensaban que era un homeless.

Una tarde, mientras el Atila peruano acomodaba una pila de platos sucios para liberar la pileta de la cocina, fue observado por un joven de cabellos largos y anteojos. Demian, al ver que el muchacho lo miraba con insistencia se sintió incomodo. Tal vez por el hecho de que alguien lo estuviera mirando, al fin y al cabo, hacía más de 9 meses que trabajaba allí y nadie había reparado siquiera en su presencia.

De golpe, el joven con una sonrisa se le acercó y le dijo: “Perdón... ¿Usted trabaja acá? ¿no podría calentarme el bistec?... Está frío...”

Demian, que hacía meses no probaba un pedazo de carne, sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas de hambre mientras miraba el plato, conteniéndose.

- “Si, cómo no”, dijo balbuceando.

El joven se sentó y no dejó de observarlo. Cuando Demian le alcanzó el plato (luego de un par de minutos al fuego de una tostadora), el joven le dijo:

- “Espere un segundo...”. Tomó un pan, lo abrió, y cortó medio bistec. Lo puso dentro del pan y lo cerró dándoselo al peruano en la mano.

- “Gracias.”, devolvió Demian.... “Que lo disfrutes”, asintió su benefactor.

Demian casi se pone a llorar. Tomo el pan con el bistec, lo miró a los ojos con esa mirada penetrante que siempre lo caracterizó.

- “Soy Demian... Demian Ferrante Kramer”, le dijo con gran prestancia.

- “Encantado” -respondió el muchacho- “... Soy John.... John Winston Lennon”

En ese momento, casi sin querer nació una bella amistad.

El tiempo transcurrió, y Demian y John se hicieron casi inseparables. El joven llevaba a Demian a su casa por las noches. Si bien no hay registros de que actividades desarrollaban juntos, nos conformamos en decir que compartieron muchas madrugadas de alcohol, pastillas y charlas.
Un día John le confesó que era músico, pero que sus padres no lo apoyaban. Demian, enardecido, comenzó una defensa de la música y de la necesidad de expresarse a través de instrumentos....

Le dijo que el también había sido músico -recordar su frustrada experiencia con Teicher y Duke Ellington- y le habló de la constante falta de apoyo de sus padres, que fue suplido por el que le dispensaron sus amigos.

Después de aquella charla, John se decidió a volcar todo su potencial artístico -en contra de lo que opinaban sus padres- a la música. Formaría un grupo de rock. Y el empujón para empezar se lo había dado Demian.

Continuará...

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