20 mayo, 2007

Señales (Parte 2)

Sin el perro a la vista, desesperanzado y carente de rumbo, Demian elevó su vista al cielo e imploró: “Señor, dame una señal, por favor.... Ya estoy grande para esperar... Es verdad, fui un perezoso, un vago de mierda, pero dame una oportunidad... Te lo ruego!!”... No terminó su rezo cuando, como por arte de magia, un terrible chubasco se precipitó sobre el lugar...

“¡Agua, agua!!" –gritó eufórico-, e imaginó que esa lluvia era como un tardío bautismo que el Altísimo le regalaba ante su prédica... Su milagro personal se había hecho realidad, lo habían escuchado allá arriba... El peruano estaba feliz!!!.

Casi en trance, y remojándose como un niño, se dejó llevar por los recuerdos de su Perú natal, cuando se introducía en el lecho del río Pizarro como le habían enseñado sus antepasados...“Uyy!!...El escondido!!” -exclamó a viva voz en su añoranza- rememorando a aquel escurridizo pez que siempre le ganaba de mano entrometiéndose en su mallita... Todavía podía sentir aquellas “contagiosas cosquillas” sobre sus genitales que tanta felicidad le traían.

Así, extasiado al extremo por el redoblar de las gotas de lluvia que caían sobre su rostro, Demian navegaba en sus emociones... Con los ojos entreabiertos, como drogado por aquel bendito néctar del cielo, danzaba poseído al compás de un indescriptible y frenético ritmo incaico. Como si esa sinfonía acuática tuviera un único espectador: Él....

Sin embargo, y a pesar de su lento razonamiento, Demian no tardó mucho en darse cuenta que había algo raro en aquel aguacero. Era evidente que no llovía en todos lados, solamente sobre él, más precisamente desde el balcón que tenía sobre su cabeza...

Miró hacia arriba, y puteó para adentro.... Una anciana, que le recordaba a su abuela en Tumbes, estaba regando las plantas.

El Coloso estaba destruido, sabía que había perdido el tren. Nunca habría señales para él. Resignado, solamente deseaba regresar...

“Señora, sabe cuál es el camino que me lleva a...”

Siquiera terminó la pregunta, la viejita levanto su brazo y señaló el oeste como su ruta, al tiempo que en silencio se despedía del peruano con una apacible sonrisa en sus labios.

Demian quedó perplejo... “Esa sí fue una señal, una señal!!” -gritó convencido-. No tenía porqué rendirse, los dioses lo acompañaban, solo había que estar atento. “Nadie muere en la víspera!...”, exclamó después, aunque la frase no tuviera un carajo que ver con la situación.

Y así, nuevamente embelesado por su destino mágico, Demian se dejó llevar por sus pies, mirando al cielo en todo momento. Tan absorto estaba, que no se percató de la columna de alumbrado público que se llevó por delante. Pero no fue tan duro el golpe como la sorpresa que le produjo leer el afiche pegado en ella... “Hoy, Blues Negro en el Auditorio Podesta”...

De golpe –ninguna palabra mejor que ésta para describirlo- se le vinieron al recuerdo sus días con Duke Ellington en Lousiana... No podía creerlo, todo lo que encontraba a su paso tenía un mensaje. Agradeció a Su Creador por mostrarle la senda, ya que no creía ser merecedor de nada por haber sido tan desatento en el pasado.

No obstante, las sorpresas continuarían...

No había Demian salido del éxtasis anterior, cuando la aparición de un antiguo Buick 66 pasando raudamente a su lado casi le produce un paro cardíaco. “Pero qué pasa hoy!!”, exclamó... El recuerdo de su viejo amigo Jim Morrison, y sus noches durmiendo en aquel Buick abandonado en Denver, le inundaron el rostro de lágrimas.

Le estaban marcando el camino, era indudable. Y, además, presentía que el arribo estaba próximo.

A pesar de sus años, Demian corrió como un atleta olímpico detrás de aquel viejo auto. Algo en su interior le decía que donde se detuviera encontraría respuestas. Sin embargo, ni siquiera su hidalguía y entrega pudieron con la velocidad de aquel bólido sesentista... Definitivamente, lo había perdido a la distancia...

Miró a su alrededor y no reconoció el paisaje, estaba desorientado. Y en apenas minutos, aquel lugar se hizo espeso.... El barrio comenzaba a proyectar sus sombras poco amigables, y a emitir sonidos peregrinos como el de una respiración enferma.

Cualquiera habría sentido miedo en una situación así... Sin embargo, Demian no. Por primera vez él había seguido las señales que le había marcado el destino. Se sentía un bendito, un elegido... Alguien, desde algún lugar –acaso donde se cocinan los héroes, los puros de corazón, los que hacen historia- le estaba indicando el rumbo, y él solo debía prestarse a seguir adelante, sin preguntar, sólo esperando arribar al puerto.

De pronto, un grupo de muchachas vestidas con llamativas y escuetas vestimentas llamó la atención del tumbesino. Nunca había visto chicas así, parecían modelos, pero más sugerentes.

Se quedó quieto , expectante, como el viejo sabio le había dicho: “... Demian, cuando llegues al lugar indicado, tu lugar, te vas a dar cuenta solo... Lo que sea, va a estar esperándote...”.

De pronto, el grupo de señoritas volteó sus miradas hacia Ferrante:“Hooola... Te estábamos esperando... Vení, somos tus ángeles, el paraíso queda por aquí... “.

“¡Llegué!!”, gritó Demian ... “No fue tan difícil!!", agregó, y se dirigió brincando alegremente hacia aquellas hadas madrinas que lo llevarían a las puertas del edén...

Ferrante Kramer fue encontrado al día siguiente por autoridades policiales, desnudo, a la vera de una zanja, en un barrio interior de Rafael Calzada. A su lado, había una roída pollera roja y un par de zapatos con tacos aguja al tono.

“Otro más y van!!....” –gritó el agente- al tiempo que le volteaba la cara al peruano para ver si estaba vivo o muerto... Tenía lo labios pintados... “... Este parece que la pasó fulera, fijate en qué condiciones está!!”, sentenció, mirando a su compañero.

Ferrante recién recobró el conocimiento mientras era trasladado a la Seccional Policial. Y durante el trayecto, intentó explicar a los agentes bonaerenses que lo suyo era una equivocación, que no debían llevarlo detenido... Pero casi no lo dejaron hablar.

Los que dan crédito a esta historia aseguran que las últimas palabras de Ferrante Kramer fueron “... Soy la víctima, no el victimario... Si tan sólo me dejaran abrir la boca para ...!”

“¿Explicarles?...”... Es posible, a la luz de lo acaecido posteriormente....

Demian fue liberado minutos más tarde, a pocas cuadras de la comisaría. Y hasta se rumorea que recibió algo de ropa y unos pesos de ambos policías. Sin duda, el poder de la “oratoria” del peruano en situaciones extremas se hizo sentir como en tantas ocasiones antes.

A los que como nosotros veneramos al Peruano Dorado, historias heroicas como éstas nos dejan boquiabiertos!!


1 comentario:

Anónimo dijo...

dirty peruca, lo tuyo es digno de imitar !
la unica señal que tendrias que buscar, es la de primeros auxilios en el durand, ese culito ya lo tenes a la miseria.
un abrazo

fer