31 mayo, 2007

La noche de los bastones negros - Parte 2

La primera parte de “La noche de los bastones negros” nos mostró una faceta poco conocida del Coloso de Tumbes. Nos enfrentó con la mitad siniestra del artista, ese monstruoso “alter ego” que suele aflorar en situaciones extremas en casi todos los seres humanos.

Algunos dirán que fue la miseria y la falta de vergüenza lo que lo llevó a ser un delincuente... Otros que su conducta se debió a que las drogas y el alcohol le habían quemado el cerebro...

En cambio nosotros, que debemos ser más imparciales que nadie, coincidimos con ambas posiciones....

Los invitamos a disfrutar la segunda parte de esta historia. Nuevamente Ferrante Kramer nos sorprenderá con otro de sus tantos “ases” que tiene guardados vaya a saberse dónde!!

Al peor estilo del Tony Montana que personificara Al Pacino en “Scarface” (Cara cortada) de Brian de Palma, y motivado por algunas “líneas” que había leído sobre un espejo, Ferrante Kramer se hundía en el delirio místico una vez más: “Soy intocable, conmigo nadie se mete!!”. Su pasado negro no le había servido de lección, volvía a las andadas...


En el barrio comenzaron a temerle. Pero igualmente seguía con sus dados y sus cartas marcadas esquilmando a los pobres laburantes que dejaban parte del sueldo en sus bolsillos.... “... Siempre hay nuevos boludos”, solía comentar entre la claque paga que servía a su escenario, un grupo de truhanes como él, bien entrenados, que entraban en escena como “supuestos ganadores del juego” ante la presencia de un nuevo incauto.

Mesiánico como nunca antes, y sumido en una nube blanca como en sus peores tiempos, Ferrante se dejaba llevar por su alucinación de creerse “superior a todos”. A punto tal de decidir patear el tablero: “A la yuta (1), de ahora en más ni un mango!!...”, se jactó una tarde, mientras contaba los billetes mal habidos.

Su gente primero lo aconsejó... “Con la cana (1) no se jode, Demian, reflexioná”. Pero ante su sordera, luego lo fue abandonando de a poco. La cosa iba a estallar tarde o temprano, es sabido que nadie se mueve tan impunemente en el “mundo del juego” sin ayuda...

Y ese día llegó, de la mano de un enigmático personaje....

- “Decime peruano, no te estás olvidando de pasar por la casa de los muchachos con el sobre??”, escuchó decir del que creía un nuevo desprevenido. Un tipo bajito, de civil, insignificante, que lo amenazaba en voz baja como si fuera un mafioso.

Demian se le cagó de risa en la cara, ante la estupefacción de su interlocutor...

- “Y decime, qué me vas a hacer vos, enano del toor??”

El petiso lo miró, dio una vueltita en derredor suyo observándolo de arriba a abajo, y a media voz le susurró al oído:

- “Te vamos a romper el culo, nada más y nada menos!”, en tanto ya se retiraba escuchando de Ferrante sus últimas bravuconadas:

- “Ferrante no paga ni va a pagar más, entendiste torso!!.. Y deciles a tus amigos que no me importa cuántos son, sino que vayan saliendo!!”.

Ferrante no se hizo presente al día siguiente en su clásico puesto de la Estación Ciudadela. Ni ése, ni los sucesivos. Para decir verdad, aquel fue el último día en que se lo vio.

Durante esa semana, la comisaría de Ciudadela fue objeto de una investigación. Habían desaparecido todos los “bastones” policiales, esos con que los de la bonaerense saben intimidar cuando se arma alguna gresca callejera. ¿Se los habían robado? ¿Los habían vendido?... Era todo un misterio.

También durante esa semana, se supo de un indocumentado que fue internado de urgencia en el Hospital Posadas, de Caseros, con severos daños rectales e intestinales producidos aparentemente por la introducción de extraños elementos. Algunos sostienen hasta hoy que se trató de Demian Ferrante Kramer... Que fue él al que vieron salir del nosocomio un mes después de su desaparición. Llevaba un pesado bolso rojo en su mano derecha, y evidenciaba problemas al caminar como si hubiese sufrido un accidente en la cadera o en una de sus piernas.

Quienes afirman esto último dicen recordarlo muy bien por un hecho poco usual. Interceptado por un policía a poco de salir del hospital, aparentemente para requerirle documentos, aquel hombre solo atinó a entregarle el bolso que portaba y a arrodillarse en clara actitud de ruego.

¿Era Demian realmente?... ¿Qué fue lo que le entregó a aquel policía?... ¿Cuál fue la razón de su súplica?... Todas las especulaciones están abiertas...

El “Caso de los bastones negros”, tal como se caratuló al resonante caso, se cerró poco después cuando “milagrosamente” aquellos objetos extraviados fueron encontrados en la seccional policial de Ciudadela dentro de un bolso rojo.

(1). En Argentina significa “Policía”


No hay comentarios.: