31 enero, 2007

El Sucesor

Todo mito trasciende en el tiempo. Demian, no fue la excepción, aunque a lo largo de estos últimos años son muchos los que dicen –más allá de nuestros esfuerzos- que Ferrante finalmente no lo logró.

El hecho es que, consciente de que si su fuego sagrado se acababa, toda su obra desaparecería, Demian Ferrante Kramer una tarde de marzo de 1984, se convenció que había llegado el momento de nombrar un sucesor.

¿Qué características tendría que reunir la persona que tomara el legado Ferrante Kramer para hacerlo aún más grande? ¿Quién podría ser aquel que tomara el lugar del Peruano Dorado en el firmamento de la literatura latinoamericana contemporánea? Era una decisión verdaderamente trascendental.

Demian sabía de la importancia de la decisión, y de lo equivocado que estaría si el resultado de la sucesión se decidía a los ponchazos, por lo cual se tomó casi 9 años en elegir al indicado.

En ese ínterin pensó en su familia. Descartados sus hermanos por las razones que todos conocen, pensó en sus sobrinos: Primero tentó a Diógenes, hijo de Duilio, quien escuetamente desde su apartamento en Lima le contestó que “no podía por el momento”. Luego fue el turno de Demetrio, hijo de Dionisio, quien se excusó diciendo que tenia que ir a trabajar como medico de Campaña en África y a lo mejor no volvía… en fín, la familia –otra vez- le dio vuelta la cara.

En una segunda etapa, intentó con personajes con los cuales el pudo haber compartido alguna historia de vida.

Fue imposible contactar por razones obvias a Jim Morrison, al General Perón, al Caballero Rojo, a John F. Kennedy, a Monzón, a Tu Sam, a Doña Petrona, a Bonavena ó a Martín Luther King.

Por este motivo, avanzó sobre nombres contemporáneos. Tal vez su agenda de direcciones no tuvo la actualización correspondiente durante años, porque ni Martín Scorcese ni Al Pacino, ni Fanny Mandelbaun, ni Evo Morales, ni Víctor Sueyro, ni Tony Kamo ni el Sai Baba, ni Pocho “La Pantera”, ni Marta Holgado, ni Jorge Bucay entre otros, respondieron a su llamado.

Demian sintió entonces que su legado era demasiado grande para dejarselo a alguien que ya portara, por derecho propio, cierto reconocimiento.

Pensó entonces en alguien sin transcendencia mediática. ¿Hilda Las Condes, su gran amor?. Descartada. Se dice que finalmente se había casado con un millonario empresario de la construcción en Chile. Martín Rellenesi, “el Mago de Devoto” (1) autor de una confusa teoría por la cual, Demian realizaba viajes en el tiempo a través de unas cabinas telefónicas ubicadas en un locutorio en Villa Martelli, estaba internado en el Borda por trastornos neuropsiquiátricos. Milo Álvarez, quien acuñó la idea de la Universidad Ferrante Kramer, no contaba después de ese fracaso con una buena imagen, al igual que Carmelo Lipozzi, quien quiso erguir una estatua de Demian (idea que lo mandó al hospital por mas de dos meses) ó Reynaldo Libertilla, dueño de la mesiánica y lamentable idea de instaurar un museo en homenaje al Coloso de Tumbes.
Los nombres se iban agotando y aun no aparecía el indicado. Una tarde mientras Demian dormía una siesta en un banco de Plaza Francia, frente a la Iglesia del Pilar, dos cosas casi al mismo tiempo, lo despertaron violentamente

Por un lado, un joven carterista disfrazado de mimo intentaba robarle la billetera- tarea riesgosa y vana porque Demian no tenía billetera, porque no tenía dinero- y por otro, el nombre de quien efectivamente, reunía todas las condiciones para ser su sucesor.

Walter Artemio Liberatti.

Walter, como todos ustedes saben, seguidores de este blog, se desempeñaba como Presidente de la Fundación DFK. Son muchos los que se insisten en que nunca ganó ninguna elección, sino que más bien encontró ese puesto -que nadie estaba inteneresado en tomar- una tarde de verano en la que ingresó casi de casualidad a la sede de la Fundación, buscando una Plastibol de su sobrino, que había traspasado la medianera del lote continuo, perdiéndose en los terrenos de la parte trasera del edificio.

El hecho es que ahí estaba él, y él era el indicado, y Demian lo sabía.

Durante semanas, Ferrante intentó recopilar todo el material que el tenia disponible sobre su obra. Juntó varias fotos de su juventud, algunos manuscritos propios y robados de distintas obras. Unos bocetos de un story board de lo que iba a ser un cortometraje de su vida (que finalmente nunca llegó a ver la luz), un ejemplar de distintos libros propios, (entre los cuales se cree, estaba “La Biblia Peruana”) y algunos caramelos Media Hora (2). También, incorporó una documentación que hacia las veces de legado. El mismo incluía distintos consejos para la vida, los cuales consideraba importante transmitir de generación en generación.

Al tener todo el material sobre la mesa, intentó conectarse con Liberatti. Walter –como podrán imaginarse- accedió al pedido de Demian casi sin chistar. Después de todo era lógico, el presidente de la Fundación, respondía al llamado de su alter ego.

Quedaron en juntarse en el patio de comidas de Unicenter un par de semanas después. Demian fue escueto. Casi no brindó explicaciones, con la certeza de que no eran necesarias. Walter allí estaría.

Llegó el día. Demian cargó todo en una caja de cartón de resmas de papel Ledesma. La tarde lo encontró sin saber como en la estación Aristóbulo del Valle de la Línea Mitre. Tomó el tren con destino a Mitre para llegar al conocido shopping bonaerense. El cansancio y el sol de la tarde hicieron que Demian dormitara por un rato y finalmente cayera profundamente dormido.

Se despertó sobresaltado. El vagón estaba vacío, la caja no estaba.

La desesperación lo invadió. Se abalanzó fuera de la formación y no vió a nadie. Al parecer estaba en algún hangar de Trenes de Buenos Aires (TBA) cercano a la estación Mitre. Se había quedado dormido y nadie lo había despertado.

No pensó en Walter, solo pensó en su legado que rápidamente se había desvanecido. No tenia futuro…

Buscando entre los trenes encontró un tenue rastro… algunos papeles de caramelos Media Hora tirados en el piso. Demian sintió una sensación dicotómica: tristeza porque alguien estaba comiendo su golosina favorita…pero al mismo tiempo alegría porque los envoltorios lo llevarían a la caja con su pasado, su presente y su futuro.

Después de casi cuarenta minutos de búsqueda incansable la vio. Todavía cerrada… a salvo, de no ser porque se encontraba en el medio de un grupo de cartoneros envalentonados por los efluvios del alcohol y alguna otra sustancia alucinógena casera.

Demian se acercó pacientemente y con tono amistoso se dirigió al que parecía el líder: - -Hola amigo, vengo a buscar mi caja ¿te molesto si te pido me la des?
Al corpulento muchacho se le iluminaron los ojos:
- ¿Así que querés que te la dé?
Las risotadas del grupo empezaron a hacerse cada vez más fuertes. Demian impávido, haciendo gala de su valentía (o su estupidez) respondió:
-Sí.
-Entonces te la vamos a dar... respondió el jóven.
Lo que vino después fue la debacle.

El muchacho se abalanzó sobre Demian y lo tomó del cuello. De no ser por el fuerte aroma a transpiración y alcohol que desprendía su atacante, Demian podría haber intentado defenderse, pero fue en vano… cuando se quiso dar cuenta estaba siendo atacado por una horda de cartoneros que implementaron una serie de castigos sobre el coloso de tumbes que hicieron que al cabo de unos minutos, el servicio médico del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires tuviera que convocar a dos equipos médicos de emergencia para intentar salvarle la vida.

Mientras tanto, Walter Liberatti desgranaba la espera en el patio de comidas de Unicenter, pensando que –tal como se lo habían dicho durante los últimos 15 años- Demian era un fiasco.

Dos meses después, Demian fue dado de alta luego de un tratamiento prolongado por perforación en un pulmón y fracturas varias en los miembros inferiores.

Volvió al lugar de la tragedia con la idea de buscar a los cartoneros y ver si era factible recuperar la caja con sus pertenencias. En lugar de eso encontró un comedor comunitario de los piqueteros de Castells repartiendo tortafritas.

El legado de Demian se había perdido para siempre. Walter Liberatti empezó a considerar la posibilidad de abandonar la presidencia de la Fundación DFK

1- Ver entrada de septiembre de 2006
2- Famosos caramelos furor en los años 70, reconocidos por el “relojito”, con gusto a oruzú o regaliz, sustancia que gusta mucho a los escandinavos. En Dinamarca se conoce con el nombre de "lakrids”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Simplemente hermosa!!

Tony Kamo