Es probable que después de esta entrada recibamos miles de críticas y hasta actos de venganza, pero nos debemos a la verdad. No solo por nuestros cientos de miles de seguidores en todo el mundo, sino también por la memoria del Escriba de Tumbes, quien como un Gardel del altiplano, cada dia canta (¿) mejor…
Lo cierto es que de una vez por todas estamos decididos a blanquear una relación que puertas adentro de la Fundación ya todos conocían, pocos podian explicar y, a ciencia cierta, nadie podía creer. Es la que unió durante mucho tiempo a Demian Ferrante Kramer con Diego Armando Maradona.
No vamos a extendernos en destacar la importancia y la historia de Maradona. Mucho se ha escrito sobre el Diego y es muy grande su aura para que desde este humilde Blog podamos escribir algo que ya no se haya dicho sobre el futbolista más importante de todos los tiempos.
Pero sí, vamos a detenernos - como ya se dijo - en la importancia que tuvo el titán peruano en uno de los momentos mas negros de la historia de Maradona, que nosotros, casi con sarcasmo, hemos denominado igual que el programa que condujo Diego en el canal 13: “La Noche del 10”.
Sabemos que Maradona fue castigado durante casi toda su vida por el flagelo de la droga, un mal terrible que no respeta banderas, creencias religiosas, ni clases sociales... Y aunque por aquel entonces ya se encontraba totalmente desarmado el nefasto entorno que lo rodeaba, su familia continuaba dedicando la mayor parte de su tiempo a controlarlo cuerpo a cuerpo, con el fin de evitar cualquier oportunidad de contacto con las drogas.
Aquella tarde Diego había decidido cambiar su rutina. Alejado de toda tentación, circulaba con su BMW por Av. Monroe y paró en el Lavadero “Los Magníficos”, casi en la intersección con Av. Libertador, con la intención de lavar el auto. Ni bien se bajó, lo característico: una horda de curiosos se abalanzó sobre él para robarle un autógrafo. Y mientras se escondía en la oficina de administración, por otro lado un ejército de muchachotes procedía a lavar su cochazo, a la espera de una generosa propina.
Instantes después, un empleado se le acercó sigilosamente, y promunció aquella frase que cambiaría la historia: “Perdón jefe…acá le traigo una “bolsita de perfume” que se le cayó debajo del asiento”.
Diego, estupefacto, no podía creer lo que estaba viviendo. Ese hombre mayor de barba candado y lentes le estaba trayendo una bolsita con clorhidrato puro que valía aproximadamente U$S 800. Ese individuo era Demian, a la sazón probando suerte como empleado en el citado lavadero de autos.
Aquí surgen los refutadores de leyendas que aseguran que Demian no podía diferenciar una bolsita de perfume para auto de 30 gramos de droga, pero bueno… Conociéndolo, tampoco creemos que se haya dado cuenta que se trataba del Diego, porque se acercó a él como si se fuera un cliente más ... Con su habitual don de gentes, gallardía y cara de nabo.
A partir de ahí, cuentan los allegados que Diego tomó como protegido a este hombre que por su inocencia (o su estupidez) generaba en él mucha ternura: “Me da más que mi familia, y siempre me viene con alguna sorpresa”, declaraba Diego para defenderlo.
No obstante, después de aquel hecho la imagen de Maradona comenzó a volverse cada día más tumultuosa. Escándalo tras escándalo, problemas tras problemas, y siempre junto él, Demian…
El inconsciente popular argentino, que se fagocita a sus propios héroes pero no deja de “lavar” sus culpas mientras lo hace, comenzó a asociar a ese extraño personaje de barba candado y anteojos, con el delicado momento que vivía el 10. Los medios comenzaron a generar investigaciones sin fundamento las cuales, al fin y al cabo, comenzaron a dinamitar la imagen del Atila peruano.
En la foto que acompaña esta entrada, reproducimos la tapa de un ejemplar del Diario Olé, quien encabezó una campaña de prensa para separar a Diego del que aparecía como el gran ogro, un segundo Coppola, en fin, EL DEMONIO!!!!!.
Algunas personas vinculadas al entorno familiar y el Dr. Cae comenzaron a tramar un plan que pondría fin a tan entrañable sociedad. En un viaje de vuelta del Brasil, colocaron una bolsa (similar a la que Ferrante habia encontrado debajo del asiento del auto de Diego aquella tarde) en la maleta del peruano. Una insinuación al changarin bastó para que interviniera la policia aeronáutica de San Pablo.
Rápidamente, un oficial de ese cuerpo de uniformados se acercó a Demian mientras éste esperaba para hacer el check-in, junto a un feroz can belga del tipo Bouvier de Flandes. Al instante, el animal (el perro) sintió el aroma de la sustancia prohibida y se avalanzó sobre Ferrante destrozándole las ropas.
El titan de Tumbes, mientras entraba en shock, gritaba: “No Fami…No me lastimes”, en clara alusión regresiva a su eterna mascota, el collie Fami.
La historia terminó con Demian en el hospital Estatal do San Paulo, veinte días internado, con desgarros musculares en el brazo y en la espalda, y seis meses de cárcel por tenencia de estupefacientes.
A su regreso a Buenos Aires, a Demian le fue imposible volver a contactar a su amigo Diego. Reiteradas respuestas tales como “Se fue de viaje…”, “Está durmiendo…”, hicieron comprender a Ferrante que el entorno del 10 se habia confabulado en su contra, y decidió volver a su antiguo trabajo de lava autos en Los Magníficos.
A la semana de este hecho, Demian sabría de su amigo Maradona por las noticias... Era internado en una clínica de rehabilitación de Parque Leloir. Ya nada sería igual en la vida del 10... Y en la de Demian, tampoco... Se la pasaba encontrando bolsitas blancas debajo de los asientos.
2 comentarios:
Me da mas que mi familia y siempre viene con alguna sorpresa nueva, ajajajajjajaja Ferrante fue la mascotita de Maradona, perdedor total eh !
Gracias Demian porque esa tarde en "Los Magníficos" me marcaste el camino.
El camino de la oscuridad
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