26 enero, 2007

Demian, el Embajador

¿Cómo se hace para defender un mito que por el desarrollo de su propia historia, se desbarranca constantemente?... Más allá de los constantes esfuerzos de sus seguidores por defenderlo a capa y espada si es necesario... ¿Cómo sostener la figura de un personaje frente a los incesantes avatares cronológicos que con mucho descaro muestran el fracaso como moneda corriente?.
Aún no encontramos la respuesta pero seguimos enfrascados en eso. Mientras tanto, queremos compartir una historia que vuelve a mostrar al Coloso de Tumbes mano a mano con el éxito pero finalmente abrazado al fracaso: Demian, el embajador.
Todo surge cuando Carmelo Roncaforte y Elvio Pavón, jefe y subjefe de la Biblioteca popular de Villa Martelli sobrevivían a su turno una noche de verano de 1978. Mientras hojeaban libros del estante de material sin calificar del segundo subsuelo fueron a dar con una publicación que contaba la historia de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Soberana Orden de Malta, una de las más antiguas órdenes religiosas católicas, fundada en Jerusalén alrededor del año 1050, actualmente reconocida por las naciones como un ente independiente de Derecho Internacional.
Aquel libro decía, entre otras cosas, que la misión de la Orden está definida en su lema "Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum", o "La defensa de la Fe y el servicio a los pobres".
El material agregaba, además, que La orden de Malta era reconocida internacionalmente y sus funcionarios contaban con cargos diplomáticos. Si bien la orden no contaba con un territorio geográfico, y por ende no podían desarrollar una economía sustentable propia, contaban con un Jefe elegido por un Consejo Pleno de Estado. De esa forma, el esquema ejecutivo se asemejaba a un sistema parlamentario, que a través de embajadores en más de una centena de países, representan las actividades de la Orden en todo el mundo.
Poca gente debería ir en ese entonces a la biblioteca en Villa Martelli por la noche, porque Roncaforte y Pavón tenían mucho tiempo para perder delirando con propuestas mesiánicas para salvar al mundo. Ambos estaban convencidos que desde la literatura podría salir la fuerza necesaria para guiar a la humanidad por un nuevo camino.
En fin, ésta es –como hemos visto en este blog en varias oportunidades- una muestra más de que en Villa Martelli hay gente que a lo largo de la historia ha perdido sus cabales considerablemente.
Ávidos consumidores de cerveza negra, pensaron que si existía una Orden de Malta, tranquilamente podría existir una de Cebada…y por que no, con sede en Villa Martelli, con embajadores en todo el mundo, pero en vez de un Consejo pleno que eligiera un jefe, podrían ir entre ellos intercambiándose el poder cada –por ejemplo- dos años.
Descabellada la idea, pero los dos bibliotecarios sabían que la vida era una utopía. Durante el primer trimestre de 1979 estuvieron reclutando voluntarios. Básicamente alumnos que asistían en el turno diurno a la biblioteca, en fin, todo estado necesitaba personal administrativo.
Roncaforte hizo una guardia de dos meses en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto para obtener un número de personería jurídica, el cual fue sistemáticamente rechazado al no contar con un objetivo claro. Algunos empleados de ese organismo, dicen recordar las carcajadas de la empleada de turno que atendió a Carmelo cuando este le explicaba el motivo de su presentación.
Finalmente y casi por lástima, algunos empleados que se habían encariñado con Roncaforte, gestionaron una personería jurídica como Organización No Gubernamental como para que el pobre sexagenario pudiera volver a dormir a su casa. Y a partir de ahí este movimiento decantó en la mas confusa pero explosiva entidad de Villa Martelli. Sin tener claro hasta este momento como se fondearon, Roncaforte y Pavón cursaron invitaciones a más de 420.000 personalidades internacionales para formar parte de la Orden de Cebada.
Tomaron los datos de autores de libros disponibles en la biblioteca, y robaron una gran cantidad de bases de datos nacionales e internacionales. Desarrollaron una Declaración de Principios y trazaron una Visión y una Misión para la entidad, que no podemos transcribir porque, según nos informaron, sólo era conocida por los integrantes del grupo y no pudimos obtener declaraciones de ninguno.
Todas las tardes antes de entrar en la biblioteca, Pavón pasaba por el correo y consultaba la casilla postal que había sido citada como dato de respuesta a las personalidades invitadas y nada… siempre estaba vacía hasta el 4 de marzo de 1981, cuando llegó una carta. Si bien primero pensaron que se trataba de un error, luego confirmaron con estupor que la misiva era correcta... Alguien había contestado. Sin detenerse en el remitente, Pavón destrozó el sobre y tomo en sus manos una hoja de papel oficio que en letra manuscrita decía:
Sres. Carmelo Roncaforte y Elvio Pavón
Comité Internacional de Relaciones Diplomáticas
Soberana Orden de Cebada
Casilla de Correo 69 Correo Central
Suc. Villa Martelli, Buenos Aires
Tengo el agrado de ponerme en contacto con ustedes para agradecerles su comunicación de fecha 01/12/1980 en relación al ofrecimiento del Cargo de Embajador de la Suprema Orden a la cual representan e informarles que acepto gustoso el Convite.
Les pido me confirmen que llevo y cuando empezamos.
Saludo a Ustedes muy atentamente.
Demian Ferrante Kramer
Escritor, periodista y Actor (1)

Ellos lo sabían. La rueda había comenzado a girar.
El 2 de junio de 1981, Demian se presentó en la Biblioteca de Villa Martelli acompañado por Walter Liberatti –aunque Walter niegue que haya estado presente en dicho evento- a prestar juramento. Justo esa tarde había desinfección por lo cual no pudo encontrar ni a Roncaforte ni a Pavón, pero sus ganas estaban intactas. Telefónicamente realizó el juramento y se aprestó a recoger sus credenciales en el Ministerio de Relaciones Exteriores, para asistir como primera actividad como Diplomático de la flamante orden de Cebada.
No encontró la documentación respaldatoria en esa repartición estatal, pero eso no lo amedrentó. Viajó en barco como lo hizo en su juventud a Inglaterra para el casamiento del Príncipe Carlos con la princesa Lady Diana Spencer. –a realizarse el 29 de julio de 1981 en la catedral londinense de Sanit Paul-.
Las puertas se le abrirían, Demian era Embajador; la orden del Common Well lo estarían esperando... Él sabía que esta vez sí, sus sueños se harían realidad.
En una valija que el consideraba diplomática llevaba un traje gris, con camisa celeste y corbata al tono, dos calzoncillos, un par de medias, una caja de garoto comprada en el freeshop de Ezeiza –que no le iban a confiscar porque el era Embajador- y sendas esquelas oficiales firmadas por Pavón y Roncaforte quienes en su carácter de Presidente y Vicepresidente de la Orden de Cebada respectivamente, saludaban al Príncipe Carlos y a Lady Di, a la Reina Isabel y al Arzobispo de Canterbury, quien oficiaría la ceremonia religiosa.
Muchas fueron las peripecias que Demian tuvo que sortear para llegar a la Catedral de Saint Paul, y a cada una de ellas, maldecía embrabuconado…ahora el era un embajador internacional TENIA QUE PODER PASAR!!
Llegó a Ludgate Hill, la avenida donde se encuentra la pintoresca catedral, que sin duda es uno de los emblemas de la City londinense. Saint Paul's Catedral, fue devorada por un incendio en 1666 y reconstruida exactamente igual por el arquitecto Christopher Wren entre1675 y 1710.
Esa tarde por cada centímetro cuadrado de concreto, había un personal de las fuerzas de seguridad. Un gentío esperaba por sus monarcas, cientos de miles de personalidades de todos los ámbitos…y en el medio de ellos…Demian.
Llegó el momento. No quedó claro porque pero Demian no pudo pasar…intentó usar sus últimos peniques en un teléfono publico, tratando de contactar a Pavón o a Roncaforte, a fin de subsanar los temas necesarios para su acreditación, pero fue en vano.
Su misión de entregar las misivas salutatorias no podía fallar. Del otro lado del cerco policial, vio la cesión de fotos de los novios. Ese no era el problema, ya podría entregar las cartas destinadas a ellos en la recepción oficial en el Palacio de Buckinham, después de la ceremonia.
Pero no fue hasta que vio ingresar a la Reina Isabel, que supo que ése era su momento. Con la carta en la mano, corrió saltando entre los periodistas. Esquivó cual ágil atleta a los policías y llegó frente a la Reina ante el estupor generalizado… En ese instante se inclinó frente a la noble anciana y le dio un beso en la mejilla mientras iniciaba su presentación: "Soy Demian Fe…"
No pudo terminar. Cuatro empleados del MI5, el Servicio Secreto Inglés se abalanzaron sobre él y en un instante –y por la feroz golpiza recibida- Ferrante se desvaneció.
Demian fue llevado inconsciente a la cúpula de la catedral donde fue esposado y torturado para determinar los verdaderos motivos de su acercamiento a la reina. Mientras Ferrante balbuceaba su explicación, los integrantes de la fuerza británica no salían de su asombro por la incoherencia de lo que estaban escuchando.
Pasó la ceremonia y los guardias del MI5 dejaron a Demian inconsciente, esposado al campanario de la Catedral de Saint Paul. Fue imposible que lo llevaran al cuartel general porque su estado era calamitoso y ninguno quería cargar con un sumario por lesiones a un extranjero.
Demian fue encontrado días después por el Abad Joan Majors, quien lo llevó a la Abadía y curó sus heridas. En una entrada futura, narraremos la forma en la que Demian tuvo que pagar con actos la solidaridad de un grupo de monjes de clausura en la Abadía de Saint Paul. Al reponerse de las heridas provocadas por el MI5, Demian volvió a Villa Martelli, en busca de explicaciones.
Llegó a la biblioteca buscando enfurecido a Roncaforte o a Pavón. Se encontró con que ambos habían sido removidos por problemas psiquiátricos. Al frente del turno noche, había ahora un joven afro americano que por un intercambio cultural estaba estudiando en el país. Demian, haciendo gala de su personalidad cosmopólita, se dirigió al muchacho, como seguramente lo harían los jóvenes del bronx neoyorquino: Hola soy Demian Ferrante Kramer hermano…”, a lo que el joven le contesto casi sin mirarlo “agarramela con la mano”.
(1) Nunca quedó claro de donde sacaron Roncaforte y Pavón los datos de Demian ya que nunca se le conoció un domicilio fijo. Se dice que allegados a la Fundación DFK que usualmente visitaban las instalaciones de la Biblioteca, descubrieron el plan de los bibliotecarios e informaron de esto a Demian.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que se trata de la misma persona que debí atender cuando era funcionario diplomático en Carta Ajena. Recuerdo que recibí la visita de un grupo de parroquianos que me pusieron al tanto de lo ocurrido con un hombre de unos 50 años, peruano o argentino, no puedo asegurarlo, que había sido abandonado a la vera de un buque pesquero nigeriano.
Para preservar la intimidad de la víctima, por si se tratara de la misma persona, solamente diré que fue abusado reiteradas veces y deportado a Argentina para que continuara con sus curaciones en un hospital... Creoq ue lo llevaron al Durand.
Puede tratarse del mismo caso?