Si hay algo que caracteriza a la tierra natal de Ferrante Kramer es la cálida sonrisa de su gente. Una expresión permanente de alegría que, para muchos que venimos de afuera, nos parece algo sobre actuada y artificial.
Sin embargo, ese estado de ánimo pletórico de felicidad que parece fingido a primera vista, no es casual. Es el resultado de una forma de vida, de costumbres y de prácticas diferentes, como la del “Río Tumbes”. Una experiencia adolescente, de la que todos participan.
El juego del “Río Tumbes”, es un acto de iniciación juvenil. Todos han pasado por él, hombres y mujeres. Y consiste en introducirse sin ropas en su lecho por una hora, lapso durante el cual “está prohibido sonreírse”.
Cuenta la leyenda del lugar que nadie salió airoso del desafío. Todos, tarde o temprano, terminan cediendo a la risa, la que no se detiene hasta mucho después de salir de sus aguas. De allí que se lo reconozca al lugar como el de la “alegría”.
Todos se preguntarán qué tiene que ver esto con el sujeto de nuestra novela de hoy, Dick “Fish” Kramer.... Mucho, les aseguro que mucho.
La presente historia se remonta a principios del siglo pasado o fines del XIX. Dick Kramer (en realidad Demetrio Fortunato Kramer, de nacimiento), contrariamente a lo que sucedía con la mayoría de los que participaban de la experiencia del río, “retornaba diariamente a sus aguas, en busca de esa sonrisa que mágicamente le proporcionaba su cauce manso”.
La razón de aquella conducta, un cetáceo: “El escondido”, un escurridizo pez extinguido en la actualidad, cuya habilidad mayor consistía en introducirse y salir repetidamente de cuanto orificio encontrara. El animalito acuático poseía una desproporcionada aleta posterior, lo que dificultaba su ingreso y egreso de cualquier agujero y que al decir de los entendidos: “Era lo que provocaba hilaridad en los individuos... Era imposible no sonreír cuando aleteaba fuertemente para entrar o al salir” .
Aquella experiencia, tan graciosa como desagradable en virtud de las dimensiones nada despreciables del animalito (largo 25 cm y un diámetro de 6 cm, sin contar la aleta), determinaba en todos los casos que aquel “bautismo de fuego” fuera algo que nadie quería repetir... Ninguno quería volver a introducirse desnudo en las aguas del Tumbes. Ninguno, con excepción de Dick.
La actitud de Dick, y el hecho de que sus incursiones al río fueran frecuentes, avergonzaron a la familia Kramer. Originarios de Italia, eran personas de fuerte formación religiosa que no estaban dispuestos a aceptar a “diferentes” en la familia, aún cuando llevaran su sangre y apellido.
Esa aversión por Dick, el “patito feo”, hizo que lo conminaran a marcharse de Tumbes. Dick, o Fortunato, como más guste, se dirigió a los Estados Unidos a probar suerte...
Acaso haya sido el hecho de ser discriminado por su propia familia, o el impulso visceral de aventurarse en tierra ajena lo que no se apuesta en la propia, la cuestión es que Dick “Fish” Kramer se convirtió en pocos años en el “Capo de la mafia del pescado” en U.S.A., manejando el precio del producto desde Oregon hasta San Francisco. Si bien había roto lazos con la tierra que lo vio nacer, nunca pudo hacerlo totalmente... Continuó vinculado a su gente a través de pequeñas importaciones de peces “Escondido” para uso personal.
Debido a esas “extrañas actitudes”, y un poco también a filtraciones de paisanos suyos que habían como él recalado en Estados Unidos, Dick no pudo evitar que su pasado en el Perú pronto fuera conocido también en Brooklyn, de ahí que lo apodaran “Fish”.
¿Pero, quién fue en realidad Dick “Fish” Kramer, y qué importancia tuvo en la vida de nuestro héroe: Demian Ferrante Kramer...?
Como se habrá podido apreciar hasta ahora, el apellido Ferrante no ha aparecido en esta historia. Sin embargo, irrumpiría muy pronto en la persona de Dino Ferrante, un ser despiadado y violento, dispuesto a disputarle a Dick una parte de su negocio del pescado.
Demetrio Fortunato Kramer (alias Dick Fish) y Dino Ferrante se convertirían en poco tiempo en acérrimos enemigos, librando batallas despiadadas por dinero, negocios y poder. Pero no sería en realidad solamente por esos motivos su lucha sin cuartel... Entre ellos se interpondría también una bella mujer, “Clareta”, una inmigrante italiana a quien Dick Kramer presentaba como su “novia” para desvirtuar los crecientes comentarios que se ventilaban sobre su hombría.
No hay certezas sobre lo ocurrido realmente, pero la mayoría de los historiadores del linaje Ferrante Kramer sostienen que Clareta mantuvo un tórrido y promiscuo romance con ambos. Dick, por la mañana, Dino, por la tarde; Dick, los sábados, Dino, los domingos. Y que no obstante los ingentes esfuerzos de Clareta por mantener oculta la situación, su juego “a dos puntas” pronto fue descubierto por ambos mafiosos. Y no por un hecho común, sino por una tremenda noticia: el embarazo de la mujer compartida.
Luego de mucho discutir qué hacer con la situación, finalmente el fruto de vaya a saber “cuál” de los dos, Dick o Dino, “vio la luz”: un niño, un saludable y robusto gurrumino cuyo apellido sería disputado por años entre ellos. Sin embargo, aquel litigio de sangre no sería dirimido sino hasta el día en que aquel pequeño, llamado Doroteo, pronunciara su primer palabra: “Papá”, mirando a ambos a la vez.
Doblegados por el amor del infante, las paces no se harían esperar. Dick y Dino se fundirían en un fuerte abrazo y decidirían que el vástago llevara ambos apellidos... El niño sería a partir de aquel entonces Doroteo Ferrante Kramer... Por años bromearían con amigos diciendo que “Nos amigamos porque somos de buena leche”.
Años más tarde, Doroteo Ferrante Kramer viajaría a Perú, el lugar de nacimiento de Dick, uno de sus posibles padres. Y recalaría en Tumbes, lugar del que se enamoraría para siempre. Doroteo, pronto se casaría con Felisa Rahmane, quien daría a luz a cuatro hermosos varoncitos: Demian, Dionisio, Duilio y Danilo.
Obviamente, esta historia hecha por tierra muchas otras que hablan de los orígenes del maestro como descendiente de Tutankamón, o nieto de Donato Ferrante Kramer... Pero alimentan y promueven tantas otras, mucho más consistentes a nuestro entender, como la de la vinculación de los Ferrante - Kramer en U.S.A. con Guido Liberatti, dueño de la pescadería de la 5ta. Avenida y Riverdale y, a la sazón, abuelo de Walter, Presidente de la Fundación DFK.
Antes de publicar esta entrada nos preguntábamos cuán difícil sería para Demian soportar una verdad tan dura como ésta. Sin embargo, el “Maestro” nos animó a hacerlo con una frase que nos conmovió: “Me las he visto con más duras que ésta.... Adelante con la historia muchachos... Toda, y hasta el fondo!”
5 comentarios:
complicado el tema, se comenta tambièn de unos discus blue diamong, hermosos ellos, bueno hasta que dieron con Ferrante
eran blue diamond !!!!
No los conocemos a Blue Diamond. Es de Martelli?... Sí, tenemos un disco de vinilo de Neil Diamond, pero no sé si nos estás hablando de lo mismo... Nunca lo vimos nadar. Hicimos la prueba con el disco en un piletón, y flota.
Seguí aportando sobre la dinastía Ferrante Kramer, porque nos interesa. Nos comentaron que lo vieron a Demian en la cancha de Vélez el otro día, en el partido ante Boca... Me parece que se viene algo muy grosso dentro de poco.. Estate al tanto. Gracias. Flor
Walter Liberatti
Presidente
Fundación DFK
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