16 diciembre, 2006

Crónica de una muerte anunciada

El mundo del espectáculo se ha caracterizado desde siempre por profesar una morbosa inclinación a la “exposición pública”. Una buena manera de obtener publicidad sin costo, por cierto, y gracias a la cual se nos impone de temas “tan interesantes” como el gran romance de la hija de tal con cual, la cena del empresario con el ministro, el próximo casamiento de la actriz con el polista, o la justificación del último fracaso cinematográfico del galán de turno.

Sin embargo, esa ostentación valiente y desprejuiciada que a diario vemos en diarios, revistas, no se verifica de igual forma en algunos hechos o en situaciones particulares. Por el contrario, podría decirse que existe una marcada vocación por esconder acontecimientos “vergonzantes”, por denominarlos de alguna manera que, de trascender al exterior, pondrían en ridículo a sus protagonistas y los despojarían a la vez de ese halo encantador que los distingue del resto de los mortales.

La Fundación DFK tuvo acceso a los hechos que se comentan en esta entrada, merced a las declaraciones de un involuntario testigo. Una persona que por su condición social siquiera fue atendido por las autoridades y, lo que es peor, fue calificado de loco y mantenido en prisión por más de 30 días.

Nunca nuestro protegido, Demian Ferrante Kramer, se había visto involucrado en hechos de esta naturaleza. Pero algún día tenía que sucederle a él, el más grande entre los grandes. Un grande que, como tantos prohombres de la historia, no siempre fueron bendecidos por la fortuna.

Seguramente los seguidores de este Blog recuerden con tristeza la época en que Demian debió enfrentar la adversidad trabajando como jardinero, ya sea como cuentapropista, tocando timbres en las mansiones de la zona norte del Gran Buenos Aires, o rentado con casa y comida en Puerta de Hierro, a las órdenes del General Perón.

La historia de hoy se corresponde con esa primera época, cuando en la búsqueda del mendrugo de pan “Para mis hijos” - como solía mentir por necesidad - el destino lo puso frente a la puerta de la diva más famosa de la Argentina: Susana Giménez.

Ferrante no la conocía. Casi no veía televisión en aquel período infortunado de su vida; apenas tenía para comer.

“Señora, le corto el pasto?”, era la frase con la que el “peruano de oro” iniciaba el diálogo con sus ocasionales clientes. La “Su”, apócope por el que se la reconoce desde sus orígenes, no supo qué responder aquella tarde. Su jardín estaba impecable, recién había sido renovado por especialistas.

No obstante, esa piedad que ennoblece a la clase alta cuando ve a alguien que con esfuerzo y trabajo intenta “salir de pobre”, o acaso ese “poder seductivo animal que emana del Maestro”, a decir por sus más conspicuos seguidores, produjo en la afamada estrella argentina una reacción dispar... Habría de aceptar el ofrecimiento de Demian de sumo grado, sonrisa mediante, mientras acariciaba a su adorable mascota.

Susana Giménez no sabía en aquel momento a quién estaba delante suyo vestido con sucias ropas de jardinero. Y quizás nunca haya llegado a saberlo siquiera. La diosa no sabía que estaba frente al “Coloso de Tumbes”, todo un genio de la literatura. Un fenómeno que superaba con creces a Nelson, el hombre rata, a Tony Kamo, al gordo que se cocinaba dentro de un horno a 150 grados, o a cualquiera de los que habían pasado por su programa de TV.

“Cuál es su nombre, caballero?”, inquirió la diva amablemente, mientras retaba a su perrito con un “Jazmín!!”, quien no paraba de ladrarle al peruano..... “Demian Ferrante Kramer, señorita, escritor de profesión y hoy temporalmente conminado a hacer este trabajo para sobrevivir... Pero ya se va a acabar, pronto voy a estar en otro lado, se lo aseguro!”, respondió firmemente Demian, con un tono que indicaba que estaba decidido a darle vuelco definitivo a su triste presente.

“Demian, como verás, está casi todo hecho”, respondió la Giménez ... “Solamente podame un poco más aquellas rosas y ese jazmín”, agregó, señalando con su mano, en dirección al lugar donde se encontraba orinando su mascota.

Ferrante acató la orden de la dama como solía hacerlo: al pie de la letra, pero mal. Al día siguiente, la “Su” saldría en cámaras llorando. Toda la prensa pensó que se trataba de otra vuelta del caso “Roviralta”, que el dandy había regresado por más plata o para pelearla en público. Pero, no, no se trataba de eso. “Crónica TV” subtitulaba “Murió Jazmín, el perro de Susana”, en tanto la actriz y conductora no encontraba consuelo y sollozaba: “Ya era muy viejo”.

Nunca mostraron a Jazmín muerto. Nadie se hubiera atrevido a mostrarlo, si duda. Especialmente porque hubiese sido imposible identificar cada una de sus partes.

Ferrante cumpliría una vez con lo prometido: “Pronto voy a estar en otro lado señora, se lo aseguro!”. Estuvo detenido casi un mes en la cárcel de Villa Devoto por “Homicidio”; fue compañero de celda de quien acercó a la Fundación esta historia. La causa fue desestimada por no constituir delito la muerte de un animal, pero especialmente al comprobar el Juez que Ferrante “era ininputable”.

Sus biógrafos aseguran que Demian nunca tomó conciencia de su hecho criminal: “Tanto lío porque le corté mal un jazmín”, solía decir. También afirman que durante un año aproximadamente, Demian se presentó ante la casa de la diva con un ramo de jazmines en su mano, y que desistió el día en que alguien desde su interior le arrojó un cenicero.

Al principio no creímos que esta historia fuera real. Pero, “Alguien alguna vez vio el cadáver de Jazmín?”.

2 comentarios:

TheGodFather dijo...

Es un buen ejemplo... Hacés muy bien en compartirlo. Si bien sufro, como todos, el fin de Jazmín (no puedo creer que haya sido hace tanto... snif... snif), me parece genial advertir la ambigüedad de algunas frases.
Consejo: Ir con cuidado en la vida.

Muy buen blog...
A por la liga de bloggers hispanos hartos de... todo?

fernando abejugaray dijo...

jazmin merecia morir y mereciamos no saber de su cadaver.
cada dia mejor este puto blog !!!
abrazos
Fer