11 enero, 2008

El extraño caso de Abel Moreau - Parte 2

Además de ser “... Mi novia”, como solía Demian llamarla, Fami era intocable… Demian velaba más por ella que por su familia. Quizás porque había depositado en aquel animal mucho más que la confianza que se le da a un amigo… Acaso por haber pasado más de una noche de invierno, acampando en Huasago en su compañía… Vaya uno a saber porqué, cual era el punto de convergencia entre ambos, lo cierto es que Fami era su mundo…

Y no estaba dispuesto a ponerla en manos de un demente… Aunque en el fondo, Demian sabía que no era más que una casualidad que el nuevo veterinario de Tumbes se apellidara igual que aquel sinistro personaje de H.G. Wells“… No sé, me da no se qué”, se decía el pequeño Demian a sí mismo, y por eso prefirió poner él manos en el asunto….

- “Maaaa…. Yo voy a llevar a Fami al veterinario, yo me encargo”, acusó Demian, ante la clara oposición gestual de sus padres; aquellas caras lo decían todo.

- “Otra vez con esa perra, Demian?... Es un animal, entiendes??.... Tú debes estar en compañía de chicos, y especialmente de chicas, chicas!!!… No veo que andes con ellas!”, exclamó Doroteo…

- “Otra vez la misma perorata”, pensó Demian, y se retiró sin decir más... El pequeño Ferrante estaba cansado de oír siempre lo mismo. Al final, qué había de malo en pasar el tiempo junto a Fami, qué había de malo en ello se preguntaba el impúber peruanito… Siquiera por su mente pasaba lo que sí por la cabeza de sus padres… Lejos estaba del Demian escritor y maestro de la lengua en ciernes imaginar que sus progenitores veían en aquella relación algo perverso, macabro, pecaminoso…
Con un valor pocas veces visto en un niño, Demian tomó a Fami en brazos, la puso en la canastilla de la bicicleta de Dionisio, y se dirigió a la clínica de Abel Moreau, el galeno homónimo del personaje de Wells.

Pedaleando bajo un sol de mil demonios, Demian devoraba kilómetro tras kilómetro en el biciclo de su hermano (con la misma fruición con la que devoraría años más tarde kilómetros de otras cosas).

Y no era para menos, se estaba desesperando... El mal aspecto de Fami, que empeoraba minuto a minuto, le estaba minando sus nervios.

- “No veo la hora de llegar!... Dios mío, ayúdame a salvar a mi perra amada!... Haré cualquier cosa con tal de verla sana y salva, lo prometo!”, gritaba el peruanillo a los cuatro vientos; no había nadie más en aquella ruta pedregosa, solo él y su querida mascota.

Algunos cultores del Peruano Dorado, que saben de esta anécdota de su vida, sostienen que su religiosidad, y los primeros trazos de La Biblia Peruana se pergeñaron en aquel trayecto….

Continuará…

3 comentarios:

Georgie dijo...

Amores perros?
Que lo parió..!

El Peruano Dorado dijo...

No, Geaorgie!!!... No llegaremos nunca a eso!!.. El peruano podrá ser de todo... Pero, zoofiliaaa???. Hay un límite para todo, incluso para nustro héroe. No temas. La historia tiene un final feliz.

Patricio

©Claudia Isabel dijo...

Pobre peruano...