07 enero, 2008

El tren de los sueños - Última Parte

Pasaron semanas en las que Ricardo no vio a Andrés. Hasta llegó a olvidarse de todo este tema. Una mañana, se dirigía hasta la sede de la Fundación Ferrante Kramer para cobrarle a Walter Liberatti la cuota del seguro de la Renault 12 break (1).

Cuando entró a la sede de la Fundación, no vio a nadie. Solo escuchó una voz en el interior que hablaba a los gritos, como emocionado. Su intuición le indicó que lo que sabía no iba a gustarle.

"… Para empezar, solo cuatro estaciones. En Martelli y San Pedro, las cabeceras. Dos estaciones intermedias: una puede ser Campana y la otra, la generamos en las afueras de Lima, usamos el tendido ferroviario de la línea Mitre, pero creamos una nueva estación. ¿Qué les parece "5 de octubre" en homenaje al cumpleaños del peruano? Éste, mis queridos amigos, es el proyecto del tren de los sueños. El de todos nosotros, el de ver grande al peruano!…"

Rulli se atragantó y tosió… Al instante los ocupantes de la sala se percataron de su presencia. Ricardo se hizo en desentendido y trato de zafar dirigiéndose a Walter como si no supiese el tema de la reunión.

“Walter, si molesto, vuelvo mas tarde…”, dijo en voz baja…

Liberati estaba con la cabeza entre las manos, con los ojos llenos de lágrimas, como devastado. Ambos cruzaron miradas y Rulli entendió al instante que Walter estaba pidiéndole auxilio, sus lágrimas no eran de emoción, eran de abatimiento.

Rulli miró ahora a quienes estaban al frente de la sala. Eran claro, Andrés Lucca Paredes y Juan Alberto Ronello que habían pegado en la pared principal una serie de mapas, fotografías y planos topográficos.

- “Entonces, Walter… Contamos con vos?... Ésta es una oportunidad única. Podemos llevar a Demian al olimpo. Donde siempre tendría que haber estado!... Solo nos hace falta una locomotora. Y lo demás viene solo”.

- “Una locomotora?”, dijo Walter. “Andrés, estás en pedo!!… De dónde carajo vas a
sacar una locomotora? Boludo! Las locomotoras no se compran en el almacén. Estás desquiciado Pelotudo!... Tomátelas de acá, loco de mierda!!”

- “La locomotora es fácil de conseguir. Si yo la consigo me vas a acompañar?... No te quedes afuera Walter, bancame en ésta y llevemos al peruano donde se merece!..”

El resto de los participantes estaba en silencio, como mirando a Andrés con paciencia y al pobre Walter, que en los últimos diez años había soportado estoicamente un centenar de ideas faraónicas atadas al peruano, indefectiblemente destinadas al fracaso. Al parecer esta había colmado la paciencia de Liberatti que tomo todos los apuntes en los que se había basado Andrés para su exposición y los arrojó por la ventana.

- "Tómenselas de acá, déjenme solo!", dijo Walter como pidiendo un poco de oxigeno.

Todos se fueron retirando un poco en señal de respeto y un poco para no hacerse cargo de lo extraño de la situación.

- “Walter, yo voy a conseguir una locomotora y ya vas a ver!…”, dijo Andrés desafiante. “…Ya vas a tener noticias mías!”, agregó.

Liberatti pareció no escucharlo. Cuando se iba, a Ricardo le pareció escuchar que Walter sollozaba.

Lo demás es historia conocida. EL pasado 26 de diciembre, una locomotora "fantasma" transitó sin control más de 150 kilómetros entre Mendoza y San Luis, y recién pudo ser detenida cerca de la localidad puntana de Alto Pelado, luego de casi tres horas de temor por la posibilidad de un accidente.

El episodio, según especularon las autoridades de la empresa dueña de la formación América Latina Logística (ALL), en principio se trataría de un acto de sabotaje.

La insólita situación comenzó en la localidad mendocina de Palmira minutos antes de las 12:00, mientras la máquina era sometida a reparaciones. La localidad de Palmira está dentro del corredor ferroviario que une Mendoza con Buenos Aires y Santiago de Chile.

Luego de ser accionada, la locomotora -una formación de muchos años de antigüedad- inició su marcha en Palmira, con unos 2 mil litros de combustible en su tanque y sin conductor a bordo.

Desde ese momento y hasta su detención, la máquina transitó a una velocidad promedio de 60 kilómetros por hora y recorrió unos 250 kilómetros de distancia.

El episodio motivó un gran movimiento de efectivos policiales, de Defensa Civil y de operarios de la empresa, que en cada paso a nivel alertaban sobre el insólito viaje del vehículo. Es que el hecho generó tensión cuando la pesada máquina circulaba por cascos urbanos, ya que en la mayoría de los pasos a nivel hay señalizaciones, pero no avisan sobre la llegada del tren.

A pesar de estas deficiencias, el camino de la locomotora siempre estuvo allanado y terminó su periplo sin causar víctimas ni heridos. Para el común de la población, este hecho, pudo resultar en principio extraño, pero finalmente pintoresco.

Para Walter, no. Él mismo se encaró de mostrarnos una foto que publicó en la web el diario Clarín, que tenía un detalle que para la mayoría de los mortales podría pasar inadvertida, pero para nosotros no. En el parabrisas delantero, la locomotora tenía un sticker pegado que decía: "Ferrocarril Ferrante Kramer"

(1) Rulli subsistía, según cuentas allegados, como productor de seguros de la compañía Federación Patronal.

1 comentario:

©Claudia Isabel dijo...

jajaj, muy buena historia!!!
Me encantó leerla, un lujo!!!
les dejo un beso.