René Cardozo era un trasnochado más, o al menos eso parecía aquella mañana de invierno, a mediados de los 90, cuando entró a la sede de la Fundación DFK. Con cara de alucinado, mal dormido o drogado, y portando varios libros bajo el brazo, dijo con voz firme: "Cómo es para hacerse socio de la Fundación?”.
Nadie entendía bien... El último que se había hecho socio, había muerto de viejo hacía años. No era común que alguien lo pidiera. La Fundación funcionaba merced a un subsidio anual de la Municipalidad, y por la caridad de la gente que no quería perder una asociación barrial que, más allá de no contabilizar logros en su trayectoria, le daba a la zona un aire intelectual... A nadie se le podía ocurrir jamás abrir otra fundación en Villa Martelli, y la gente lo sabía.
Pero Cardozo estaba empecinado en ser socio, porque decía que sólo así tendría voz y voto en la institución. René quería ser escuchado por alguien, y la curiosidad le pico a Walter Liberatti, su presidente, quien invitándolo a hacer después el papeleo, le pidió que explicara mejor sus motivos.
Cardozo dijo ser matemático, o casi. Había estudiado en Ciencias Exactas, y le faltaban tan solo 2 materias para ser Licenciado. No obstante, aseguraba saber más que cualquiera, incluso que Sadosky, Rey Pastor y Santaló, y varios "bochos" que citó en su alocada explicación. A último momento, sintiéndose en confianza con Walter, le confesó que había sido expulsado de la Facultad por tomarse a las trompadas con un profesor... "No quería aceptar que mis cálculos sobre Recurrencia No Aleatoria en Juegos de Azar eran correctos, tenía miedo!".
Cardozo decía tener la fórmula para hacer saltar "la banca" en casinos y ruletas. Hablaba de cálculo infinitesimal, de microoscilaciones, geometría analítica, derivadas, intregrales, cálculo vectorial y decenas de cosas que ninguno en la Fundación había jamás escuchado. Sin embargo, la forma en que esgrimía sus ideas contagiaba entusiasmo y seguridad.
Liberatti, que parecía el más interesado, se mostró "moralista" -cosa rara en él- cortándolo en seco con "En la Fundación no vamos a apoyar a un delincuente que estafa a casinos"... pero, continuó: "... Eso no invalida a escuchar otras ideas suyas, Cardozo, si es que las tiene..."
"Sí, las tengo... más bien, LA TENGO... Señores!!!...Les presento El BINGO FERRANTE KRAMER, o la ecuación perfecta de generar ingresos para la Fundación, y a la vez hacer ganar a todos... Nadie va a salir defraudado, todos van a ser felices!!".
Tomó varios de los libros que traía bajo el brazo, los abrió, y comenzó su explicación científica. Y así, poco a poco los allí presentes se impusieron de cálculo de probabilidades, combinatoria, factorial, cábala y hasta que el "21" era LA MUJER y el "31", EL DINERO.
Según René, no había que invertir mucho... Solo hacía falta buena publicidad, unas cuantas mesas y sillas (que la Fundación ya tenía), mejorar la iluminación, y unos cuantos cartones y bolillas para que participe la mayor cantidad de personas posible.
A $ 1, tan solo un pesito por cartón, las proyecciones realizadas por Cardozo mostraban utilidades diarias de una magnitud jamás vista en la Fundación... Se podían obtener cientos de pesos diarios de ganancia.
Pero en lo que Cardozo insistía era en la conformación de un "Pozo extraordinario", que se acumulaba día a día. En primera instancia, Cardozo dijo que para llamar más el interés de la gente, se pusiera toda la ganancia del primer mes en dicho pozo. Eso motivaría a la gente a jugar más y más... Era como un circuito que se realimentaba a sí mismo.
Se fijó, además, como regla, que ninguno de los miembros de la Fundación tendría derecho a jugar, especialmente Cardozo; esa inhibición autoimpuesta generaba transparencia y equidad entre los integrantes del emprendimiento y alejaba sospechas de corrupción.
Con elementos cedidos una vez más por comerciantes de la zona, se pintó el sector de la sede donde funcionaría el Bingo, se barnizaron sillas y mesas, se instalaron artefactos lumínicos, y se adquirieron los elementos básicos para el juego. Una improvisada caja, cedida por la quiebra de la sucursal local del Banco de Caseros, le dio un aire de seriedad a la nueva casa, que llegó a causar asombro en los concurrentes.
Y así fue como finalmente, el 6 de julio de 1993 el Bingo Ferrante Kramer abrió sus puertas.
Continuará ....
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1 comentario:
Yo tengo el libro de René Cardozo y no me va tan mal.
G. Sofovich
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