17 marzo, 2007

Escribiendo por un sueño (Parte 1)

La vida de cualquier artista tiene un límite, un final... Y no nos referimos al biológico, del que ningún mortal escapa, sino a otro: la pérdida de la inspiración.

Y Demian es parte de esa casta.... A él también le cabe la regla.
No queremos con ello decir que su talento se encuentre agotado. No seríamos totalmente justos ni imparciales si lo condenáramos así, tan livianamente, por tan solo no conocérsele obra alguna en los últimos 25 años...

Por el contrario, sobran las pruebas de la voluntad férrea puesta por el genial escritor para recomponer su carrera, aún partiendo desde la más absoluta soledad y aceptando riesgos inimaginables....

Y no lo decimos por cortesía o para enaltecer su magnánima figura, por el contrario... Valga esta historia, como prenda de ello...

No repuesto aún de la debacle ocasionada por su participación en el Reality Show “Los 8 magníficos” –recordarán nuestros lectores que se trató de una inesperada derivación que tomó un programa televisivo originalmente previsto como una competencia entre escritores-, y aún vivas en su memoria las imágenes de aquel tapir buscando una salida a través de su orificio rectal, Demian, prohombre de esos que se cuentan con los dedos de una mano, no se daba por vencido hacia fines de la década del ’90, con casi 70 años a cuestas... Se decía a sí mismo: “La vida recién empieza”, optimista como pocos...

Contra toda recomendación de sus escasos amigos de la Fundación que lo querían “vivo” para hacer de él la “Gran figura” que tan lejos parecía estar; y desconociendo las prescripciones de sus compinches del Hospital Durand donde se realizaba frecuentes chequeos, Demian decidiría aceptar un nuevo desafío: volver a probar suerte en lo suyo, “... Suerte de la buena, espero”, -decía-, en un reality show argentino conducido por una celebridad del espectáculo.
Se trataba de “Escribiendo por un sueño”, un torneo titánico donde amateurs y “no tanto” se enfrentarían con su mejores armas: pluma y papel.

Ferrante tenía chances... La mejor, “No lo conocía nadie”...Otra, no menos importante, “Sabía escribir”... Pero, la más poderosa, la carta ganadora del peruano era otra: “Su seducción felina”... Ferrante manejaría las cámaras a su antojo, todas las miradas estarían sobre él... La audiencia lo calificaría por su magnetismo animal, nadie le daría importancia a sus escritos... Esto último, para muchos, lo que le garantizaba el triunfo....

No obstante, y cuando todo parecía indicar que la puerta del éxito se le estaba abriendo al Peruano Dorado, el fantasma de “Los 8 magníficos” se hizo presente para negarle la gloria una vez más... A último momento, Ferrante fue notificado que el programa cambiaba de “contenido” aunque “Podían ser de la partida los mismos participantes seleccionados”.

“Uhh!!!... Ésta la conozco!”, se dijo Ferrante para adentro. Ya había pasado por ello, y conocía las consecuencias de esos “cambios repentinos de contenido”: otro tapir, otro desgarro anal, dolor, pullas, mofas y seguir descendiendo hacia el infierno tan temido...

Y como reza el dicho: “El que se quema con leche, cuando ve una vaca, llora”, sin pensarlo un segundo renunció al convite, dejándole el lugar a su suplente en orden, un joven muchachito, a quien socarronamente le susurró al oído: “Qué te sea leve, no sabés la que te espera!”.

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