03 marzo, 2007

El loco del bate (Parte 2)

En la primera parte de esta crónica que tuvo a nuestro héroe como protagonista, vimos como un demente, apodado “El loco del bate” (o también El loco de la Cigarra), mantenía en vilo a la sociedad argentina, allá por los años ’80. Y supimos también que Demian tenía un raro presentimiento acerca de quién era ese nefasto personaje... Alguien que lo remontaba a su Tumbes natal, alguien que él bien conocía, Tito Cigala. ...Se recordará que a raíz de un enfrentamiento con Demian, en Huasago, Perú, Tito fue encarcelado por violar gallinas y perdió su “miembro viril” luchando con el Coloso.

Era por eso que todo cerraba para Ferrante aquella noche en el bar...

“... Una personalidad resentida que utiliza un bate de baseball para sodomizar porque carece de pene; sus víctimas son siempre hombres maduros...”, “... Como yo..”, especulaba en voz alta; “... Y que además deja su firma introduciendo una Gigarra en la boca de sus sometidos, casi como una confesión para ser descubierto por la única persona de quien desea vengarse”.... “Yo, Demian Ferrante Kramer”, agregaba ante una audiencia de borrachos, que a esa altura estaban evaluando dejar la bebida para siempre.

Demian se encaminó decidido a imponer de su teoría a las autoridades policiales. Era un “Ferrante Kramer”, y no podía quedarse de brazos cruzados. Además, siempre estaba en sus planes volver a escribir, y qué mejor oportunidad que ésa, la que tenía por delante: ser parte de la resolución de un crimen, como Capote.

La seccional no parecía reflejar la inquietud que reinaba afuera. Todo estaba tranquilo... Solamente un oficial, cabizbajo, detrás del mostrador de atención.

“Vengo a hacer una denuncia... Yo sé quién es el Loco del Bate o de la Cigarra, como se llame!”, gritó embravecido Demian, golpeando repetidamente su puño sobre la mesa, sin que el agente del orden se inmutara en lo más mínimo. “No me oye oficial??... Vengo a terminar con el flagelo que anda suelto en las calles, matando hombres inocentes!!”... “Me va a atender, o se va a quedar así, como una estatua?”, agregó furibundo.

“Está bien, hablá Demian, quién es El Loco del Bate?”, preguntó el policía. “Bueno, vea oficial, el loco es... Pero, cómo sabe mi nombre, si no se lo dije?”, preguntó sorprendido Ferrante, mientras comenzaba a observar mejor a quien era su interlocutor.

Más allá del paso de los años, arrugas más, arrugas menos, delante del Maestro estaba un viejo conocido: “Tito Cigala”...

“¡Tito!”, bramó Demian estupefacto, “Vos?”...

“Sí, sorete!, Soy yo... No sabés cuánto esperé este momento, rehijodemil.... Y mirá que te di pistas!!...Y no te avivabas. Maté no sé a cuántos para que vinieras a mí... Faltaba que te dijera quién era y dónde trabajaba, sos patético Ferrante!”... “Pero, bueno, al final te tengo donde quería!”, gritó, sin que nadie lo pudiera escuchar... Cigala estaba solo y a cargo de la dependencia, como si lo hubiera premeditado.

“Y qué querés de mí, Tito?”, preguntó Demian... “Que vengas a dar una vuelta conmigo en mi autito de policía”, respondió socarronamente Cigala.

“Esta bien, acepto... Pero con la condición de que dejes de cometer crímenes... Al que querés es a mí, y nadie más. Vengate, si eso es lo que estabas esperando!”.

Estas palabras valientes, así, textuales, fueron dichas por Demian Ferrante Kramer. Este Blog las conoció a través el agente Darío Cárdenas, un novato que se encontraba en el baño de la seccional y no se animó a salir por miedo. Y nos enorgullece saber que Demian no se acobardó ante Cigala. Una vez más, como en Huasago, enfrentaba al “amigo de la infancia”, para ponerle un límite, para decirle “¡Basta!”.
Leyendas hubo muchas después de aquel día. Algunos fabuladores dijeron haber escuchado gritos en un descampado, cerca de los bosques de Ezeiza, de un hombre que justamente repetía “Basta, basta, pará de una vez Tito!”. Pero también los hubo quienes afirmaron haberlos oído en Aldo Bonzi, San Fernando, La Reja y General Rodríguez. ¡A quién creerle!

Lo cierto es que desde aquella jornada los crímenes cesaron. Tito Cigala desapareció, y por más que fue buscado durante meses, nadie supo dar siquiera una pista para hallar su paradero.

Y lo de Ferrante... Magistral!!. A la semana de habérselo visto partir con Cigala, se lo vio ingresar a la Seccional, cansado, sucio y lastimado... Pero impostando ese porte soberbio que solamente los grandes de la historia sabe llevar con gracejo.

Sostenía un bate de baseball en la mano ... Su punta estaba ensangrentada. Y antes de entrar escupió algo, seguramente un chicle.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Un desenlace a lo Ferrante Kramer... Qué tipo fantástico este peruano del orto!!

Obdulio Cárdenas
Islas Canarias

J. dijo...

buena historia

volveré

Anónimo dijo...

Despues de repasar la de este ignoto peruano, no hago mas de convencerme que la historia se escribe en el norte.¿como ferrante no tiene un lugar destacado -al menos por insistencia- en los libros de Lopez Raffo e ibañez?

Sigan asi
Milton
La Paz, Bolivia

El Peruano Dorado dijo...

A Milton y a tantos otros latinoamericanos que se preguntan la razón de que el Peruano Mágico no haya tenido hasta ahora un lugar destacado en los libros, les contamos...

Hace un tiempo, a raíz de uno de los tantos emprendimientos de la Fundación DFK, se imprimieron "estampitas" de Ferrante. Se creía que tenía poderes sanadores...

Como el asunto terminó en un rotundo fracaso, las estampitas - húmedas y a punto de ser banquete de roedores - fueron entregadas a un "cartonero" a cambio de uno pesos que sirvieron para pagar la luz de la Fundación.

Como las estampitas habían sido impresas en papel de buen espesor -casi cartón-, los hijos del cartonero comenzaron a utilizarlas como figuritas, e inventaron un juego denominado "La montadita de Ferrante", que consistía en poner con puntería y habilidad, un Ferrante encima del otro, algo nada alejado de lo que Demian acostumbraba hacer en su vida privada.

Ahhh!!... Lo de "El lugar en los libros"... Me olvidaba!!...

Los chicos también llevaron las figus al colegio, y éstas fueron vistas por sus maestras. Como la carita de "bueno" que tenía Ferrante en las estampitas les resultó simpática a las profesoras, éstas comenzaron a utilizarlas como "señaladores" en sus libros de tareas.

Se estima que Ferrante a ocupado un lugar destacado en más de 120 libros, contando los de maestros y alumnos de ese colegio.