27 noviembre, 2006

La rata

Hay una historia que avergüenza a la Fundación DFK porque los toca muy de cerca, quizás como ninguna otra. Es una historia de cobardes, de “poca hombría”, de verdaderas gallinas. Y todos estuvieron involucrados, desde su Presidente, Walter Liberatti, hasta el último vocal suplente, incluidos los 3 socios adherentes.

Peligraba la Biblioteca “Ferrante Kramer”, y nadie se animaba a defenderla del agresor. Y el agresor no era otro que una rata. Sí, una “rata” de esas que existen de a millones en Buenos Aires, y también en Villa Martelli, la ciudad sede de la emérita Fundación.

Y decimos que avergüenza, porque tuvo que contar con el propio Ferrante a la cabeza de la gesta. Y lo peor, quedó al descubierto que en aquellos mediados de los 80, el magnánimo escritor peruano se encontraba en una mala época, otra de las tantas que afectaron su preciosa humanidad.

Quebrado económicamente como en tantas ocasiones, trabajaba en una empresa de “Desinsectación“, matando liendres, alacranes, roedores y cucarachas. Un trabajo humillante para semejante coloso, una tarea que lo desmerecía como prohombre de letras que era, pero que Demian aceptaba como aceptó siempre cientos de oprobiosos conchabos a lo largo de su vida.

Los gritos en la Fundación alertaron al vecindario. Liberatti, Osorio y Landoni estaban en la puerta gritando como maricas: “La rata, la rata, la rata!!!... mátenla!”, en tanto los vecinos del lugar apreciaban absortos tan ridículo espectáculo de los hasta ese entonces “prestigiosos hombres de la cultura lugareña”. La gente a partir de ese día habría de perderles todo el respeto.

Pero lo más infame de ese show fue que la imagen del Ferrante Kramer se hizo añicos de una manera tremenda. Todos los presentes lo vieron llegar aquella tarde en la mugrosa chata de “El exterminador de Martelli”, la empresa de fumigaciones en la que trabajaba. Un desvencijado Chevrolet 46 que invitaba a la hilaridad.
El otrora “Grande entre los grandes”, se presentaba en su pueblo adoptivo en mameluco, flaco y desgarbado, munido de matamoscas, tubos, sopletes, fuelles, tarros y botellas, que lo asemejaban a un grotesco astronauta del tercer mundo... Una siniestra caricatura del progreso mal entendido, un miserable haraposo, sucio y vencido, más alejado de las letras que un analfabeto en la selva.

Cuando descendió, fue todo un hazmerreír. “Dedicate a los gatos, Ferrante, que eso es lo tuyo”, gritaban unos, mientras que otros retrucaban con chascarrillos afines como: “Tenés reunión con algunas amigas .... mirá que muerden Ferrante!!!.... Ni se te ocurra sodomizarlas!!.".

La cuestión fue que el peruano, fingiendo una sonrisa y levantando la mano como un ídolo saludando a sus fans, ingresó en silencio a la Fundación, decidido a terminar con la rata de una vez. “Su biblioteca” estaba en peligro, y no había más que decir ni tiempo que perder. Lo que sigue fue un verdadero desastre, porque tomó estado público. En la biblioteca no había un solo libro, la rata había dado cuenta de todos ellos. Demian había llegado tarde, estaba todo perdido.

Algunos de sus detractores afirman que en la biblioteca nunca hubo libros, que nadie jamás donó nada a la Fundación. Otros, más críticos aún, dicen haber visto a Liberatti en el Parque Rivadavia vendiendo ejemplares de “La Biblia Peruana” en hebreo y “Yo, Demian”... “Para juntar unos pesos y pagar la luz de la institución”, sostienen, aunque no descartan que fuera “Para vino o trolas”.

Nadie tiene la verdad absoluta de lo sucedido durante aquella jornada. Lo cierto es que Ferrante salió de la Fundación tal como entró, en silencio y masticando bronca (1). La rata, jamás fue encontrada (1).

(1). Sí, nosotros también pensamos lo mismo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Está bien que se lo manden... pero hacerle comer una rata al pobre Ferrante, no es un exceso?

fernando abejugaray dijo...

la rata fue tirada en el lugar por el mismisimo Demian, de esa manera el mostro a la comunidad a raiz del hecho antes narrado, de que manera se encontraba la fundacion, la autodenuncia mostro una vez mas, que demian tenia una buena base en su educacion , ya que lo que estaba mal tenia que solucionarse, de esa manera se llamo al autorecogimiento, comunmente llamada repaja. ya que la rata tenia una clara vocacion por lo salado y chiquito, buena compañera en la soledad.
el dicho hacerse la rata, viene de una mala lectura que claramente se adivina que no era tal, sino..cambiar rata por paja, y la frase queda armada,
Otro dicho memorable y penoso, del sucio Demian.

Fernando
investigador solitario y autofinanciado.

Anónimo dijo...

Brillante conclusión del Fernando. Pone en evidencia el coraje del magnánimo escritor, que no le hace asco a nada cuando la ocasión así lo demanda.