
- “Calmate, Demian!”, le ordenó Don Horacio al peruano, “... Todo se va a aclarar, ya vas a ver!”, agregó compasivo. Después de todo, había que entenderlo al peruano. De golpe y porrazo, se le aparecía un fantasma del pasado. Y con sus antecedentes en materia sexual, era lógico que sospechara que se trataba de un fraude.
- “Don Horacio... Usted me cree si yo le digo que no tengo certeza de haberla puesto alguna vez en una mujer de verdad?... ¿Entiende a qué me refiero?”... “... Se parecían a mujeres, pero uno no es boludo, sabe bien lo que se está comiendo, especialmente cuando viene el “Ahora me toca a mí” y hay que darse vuelta”... “.. Don Horacio, mi vida ha sido muy dolorosa!”, casi se confesó el peruano, buscando redención en el viejo dueño de la pensión.
A esa altura, el viejo proxeneta de Don Horacio ya mostraba la hilacha. Cada vez que controlaba la situación y tenía al peruano dominado, se le notaba el metejón que tenía con él...
- “Don Horacio... Usted me cree si yo le digo que no tengo certeza de haberla puesto alguna vez en una mujer de verdad?... ¿Entiende a qué me refiero?”... “... Se parecían a mujeres, pero uno no es boludo, sabe bien lo que se está comiendo, especialmente cuando viene el “Ahora me toca a mí” y hay que darse vuelta”... “.. Don Horacio, mi vida ha sido muy dolorosa!”, casi se confesó el peruano, buscando redención en el viejo dueño de la pensión.
A esa altura, el viejo proxeneta de Don Horacio ya mostraba la hilacha. Cada vez que controlaba la situación y tenía al peruano dominado, se le notaba el metejón que tenía con él...

Demian vio cómo venía la mano, y lo cortó en seco para que no siguiera con sus jueguitos...
- “Don Horacio, yo quiero pruebas!... Si el chico es mío, quiero pruebas, pero irrefutables!”, sentenció... “... Estoy en mi derecho, o no?”, terminó reflexionando, mirando al viejo como buscando su asentimiento...
- “Por supuesto, Demian”, dijo.... “Y creo que para ser verdaderamente imparciales y no emitir juicios apresurados, quienes más te conocen, y me refiero a los de la Fundación, deberían estar presentes y conocerlo cuando él decida venir a verte... En la carta dice que pronto tendrás noticias de él... Bueno, esperemos!”, agregó.

- “Tiene razón, Don Horacio... Se hará así, como usted dice, esperemos la señal de Génito, mi primo”, dijo, y lo miró al viejo... “Era una broma!”
Continuará...