09 octubre, 2007

El Código Enigma - Parte Final

Por Casimiro Arenas

- “¿Quién escribió esto, díganme... Quién fue?", recuerda mi interlocutor que gritó eufórico Palmer, el criptoanalista de Richard Nixon.

La respuesta: “El detenido, señor... Un tal Demian Ferrante Kramer”, bastó para que ordenara el inmediato traslado a su oficina. Nadie sabía bien de qué se trataba, pero Palmer era como la mano derecha de Nixon, y nadie contradecía una orden suya.

El quid de la cuestión era uno solo: Demian había escrito en perfecto “inglés” frases absolutamente coherentes; algo referido a “consejos para el nuevo milenio, la ética del hombre en los tiempos de crisis, las raíces y la cultura inca y otros tantos temas bajo el título de La Nueva Biblia Peruana” (1), recuerda John Doe.

Pero escribir en esa máquina era una tarea “absolutamente imposible” para un ser humano normal; estaba reservada a “mentes superiores”, capaces de descifrar el código interno.

¿Había sido un hecho casual o se trataba de un elegido?...O de un espía, también existía esa posibilidad.

No importaba mucho, Ferrante Kramer estaba totalmente controlado por el aparato del Estado, y literalmente destrozado tanto física como anímicamente. Solo pedía ser liberado.

Pero a un hombre así, a un genio del talante de Demian, no se le podía dejar libre porque sí... Era muy valioso como para perderlo.

- “Hay que hablar con Richard, recuerdo que dijo Palmer, y nunca más volví a sentir de Ferrante hasta fines de junio del ’72, lo recuerdo bien”, afirma Doe...

En efecto, el 17 de junio de 1972 fue la fecha en que estalló el escándalo Watergate, uno de los casos más resonantes de los Estados Unidos. En el edificio Watergate, sede donde funcionaba el Partido Demócrata, cinco hombres fueron detenidos ese día mientras trataban de instalar equipos electrónicos de espionaje.

Las grabaciones de las conversaciones que tuvieron lugar en la oficina del presidente desde principios de 1971, de cuya existencia informó el testigo Alexander P. Butterfield, se convirtieron en una de las claves principales del escándalo.

Bob Woodward y Carl Bernstein, dos periodistas del diario The Washington Post, uno de los más influyentes de ese país, revelaron detalles del asunto y acusaron al presidente de tratar de congelar las investigaciones.

Los periodistas fueron "guiados" por un misterioso personaje al que bautizaron como "Garganta Profunda" que llevó a los reporteros a descubrir el caso de espionaje en el que estaban implicadas las más altas instancias del Estado y fue un hito en la investigación periodística.

Más de 30 años después, en 2005, un directivo del FBI, Mark Felt, confesaba que él había sido aquel tal "Garganta Profunda" del caso Watergate. Hasta aquí la historia oficial...

Sin embargo, “John Doe”, mi interlocutor, afirma que la responsabilidad asumida por Mark Felt fue una distracción para cerrar el caso con un hecho falso, así lo ocurrido con los Kennedy, Ruby, Luther King, y otros tantos mártires.

A decir de nuestro informante, quien produjo la caída de Richard Nixon “... Fue ese peruano divino, Ferrante Kramer... A él le debemos la vigencia de nuestro sistema democrático, de nuestro estilo de vida americano”, comenta con orgullo Doe...

- “Y lo digo porque me tocó ver los documentos que Demian cursaba a los periodistas Woodward y Bernstein, escritos en código con la asombrosa máquina ENIGMA... Demian jugó a dos puntas, y se tomó venganza de aquel atropello sufrido en manos de los servicios de seguridad de Nixon”.

Todo cerraba para mí... En mi condición de biógrafo del Peruano Dorado, era una de las historias más redondas de Demian de la que haya tomado jamás conocimiento.

“¡La puta que fue grosso este tipo!”, me dije sorprendido...

Solamente faltaba un detalle... “¿Por qué le habían puesto a Ferrante el alias de Garganta Profunda?”... No me podía ir así, y me le fui encima con la pregunta a mi entrevistado...

- “John... Por qué ese apodo?... Sáqueme la duda...”

- “Pensé que no me haría la pregunta, Casimiro... La verdad es que se lo puso la gente de Nixon que lo interrogó aquella vez... Y yo también les pregunté porqué ..."

- “¿Y qué le contestaron?”

- “Que Ferrante también se quedó con la “duda”, y nunca se la sacaron... Le queda alguna “duda” ahora, Casimiro?”....

Por las “dudas”, me retiré en silencio sin hacer más preguntas. Después de todo, el tipo había sido de la CIA y no me gustaba nada cómo me estaba mirando...

(1). Muchos afirman que así surgieron -bajo presión-, las primeras líneas de La Nueva Biblia Peruana, otra obra cumbre de Ferrante Kramer también perdida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por fin una historia que lo deja bien parado al peruano. Hay que tener coraje para enfrentarse a esa gente, y Ferrante pudo con ellos. Como peruano que soy, y aunque no conozco la obra de este compatriota, me siento orgulloso de lo que hizo.
Lástima que le hayan roto el ajete tanto en el pasado, si no, bien que me llenaría la boca hablando de él, como él se la llenó de nosotros alguna vez.
Bien peruano!!!

Atilio Méndez Cuevas
Iquitos - Perú