07 octubre, 2007

El Código Enigma - Primera Parte

Por Casimiro Arenas

La máquina Enigma fue un mecanismo muy utilizado en Europa desde los tempranos años ’20 del siglo pasado. Se trataba de una máquina de escribir -al menos en apariencia- que servía para encriptar mensajes, o dicho más simplemente, ocultar el verdadero significado de estos bajo una serie de signos (letras, números, etc.) sin ninguna relevancia semántica.

Su fama se la debe al hecho de haber sido adoptada por muchas fuerzas militares de Alemania desde 1930 en adelante. Su facilidad de manejo y su “supuesta inviolabilidad” fueron los principales motivos de su amplio uso.

No obstante la aparente seguridad de sus más de 100.000 combinaciones que daban lugar a idéntica cantidad de “idiomas” indescifrables hasta para los más destacados especialistas en cripoanálisis, su cifrado fue roto, decodificado. Y la lectura de la información que ofrecía en los mensajes que no protegió, es a veces reconocida como la causa para acabar al menos un año antes la Segunda Guerra Mundial de lo que hubiera podido ser de otro modo.

Ahora bien ... ¿Qué tiene que ver este asunto del Código Enigma con Ferrante Kramer?... Mucho, sin lugar a dudas.

Aún algunos de sus detractores más acérrimos siquiera pueden negar el hecho de la participación de Demian en este asunto. Y los biógrafos y defensores de la colosal obra literaria del peruano, como yo, destacan con orgullo que uno de los méritos más grandes en la carrera de Ferrante haya sido su destacada labor al servicio del Servicio de Inteligencia de los Estados Unidos, allá por comienzos de los años ’70.

La presencia de Ferrante Kramer en el gran país del norte no había pasado desapercibida para las autoridades del gobierno de turno. Especialmente para Migraciones, quien lo tenía especialmente marcado debido a su ingreso al país como indocumentado, y por el hecho de que no se le conociera domicilio establecido ni profesión.

Es sabido que en los Estados Unidos quien que no tiene ingresos es considerado un “marginal”, y está destinado a vivir como un “home less” (sin casa), situación rayana con la miseria. Sin embargo, cierta fortuna casual que acompañó transitoriamente a Ferrante, provocó dudas en el establishment norteamericano.... Migraciones veía que Ferrante se codeaba con gente muy conocida -Jim Morrison, Truman Capote, Malcom X, Duke Ellington, Frank Sinatra, entre otros -, relaciones poco afines con la apariencia de muerto de hambre que ostentaba de consuno.

¿Cómo podía ser que un pobre tipo como Ferrante Kramer estuviera con esa gente?... ¿Qué se traía este hombre entre manos... Era un “valija” de la droga, un puente entre USA y Latinoamérica?... ¿A qué se debían sus repentinos viajes a Chile, Argentina y Perú?....¿Por qué se juntaba con revolucionarios como Luther King, Malcom X o Morrison?...

Muchos interrogantes, pero nada en claro. En fin, así estaban las cosas.

La falta de respuestas a tantos cuestionamientos pudo más, y terminó con la paciencia estatal. Una tarde de febrero de 1972, un Richar Nixon paranoico que veía enemigos en todas partes, ordenó en forma directa la “detención” de Ferrante Kramer, arresto que se produjo cerca de Denver, más precisamente en un encantador y pintoresco lugar llamado Tiny Town (Pequeño Pueblito), al sudoeste de esa ciudad. Este hecho es poco conocido, aún para grandes historiadores.

La idea del gobierno era interrogarlo, saber quién demonios era.

Aquella semana fatídica en la que estuvo detenido, Demian fue sometido a reiterados y abusivos interrogatorios. Al igual que en la actualidad, en los Estados Unidos de entonces no existían límites morales ni derechos, cuando de “Cuestiones de Estado” se trataba.

Y lo más grave era que todos querían ser protagonistas de la hora, todos querían hacer hablar a ese hombre... Quien le sacara una palabra, sería ungido por el presidente en persona con los más altos honores. Fue así como cada uno de los sobones de turno, hostigaron al peruano hasta extremos indecibles con tal de obtener una confesión.

Pero el titán de Tumbes estaba allí por error. Nada en él era importante; Ferrante era un pobre hombre, librado a los designios de Dios. No tenía nada que decir, solamente aquella frase que aún recuerdan quienes, como el que me relató esta historia, participaron de tal infamia: “Soy un escritor, nada más que eso... Un escritor, quizás el mejor de todos!”...

- “Y como había una máquina de escribir para tomar confesiones en el lugar donde lo interrogábamos, Demian se lanzaba a tipear como un poseído, como si ese aparato fuese su refugio ante tanto sufrimiento”, recuerda “John Doe"; así llamaré en adelante a mi entrevistado, un “arrepentido” que accedió a confesarme lo que presenció aquel día.
- “... Ferrante escribía y escribía sin mirar el papel, repitiendo La Biblia Peruana, La Biblia peruana.... Lo que no sabía Ferrante era que esa máquina no era de las comunes, era una ENIGMA, que escribía todo en código...”, agregaría.

No obstante, este hecho llamó la atención de un criptoanalista, Steven Palmer, quien no pudo dar crédito a lo que tenía ante sus ojos...

Continuará......

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