22 enero, 2009

Dionisio, la navidad de los reyes - Última Parte

Por Ebar Gorriti, enviado especial a Tumbes

A las siete en punto bajé al estar -por recomendación de Emir- con la idea de charlar un rato con el dueño de casa, y tratar de rescatar algún aspecto interesante de su vida familiar para compartir con ustedes.

La casa estaba imponente. Decenas de mozos y sirvientes corriendo por los pasillos frenéticamente, varias personas prolijamente vestidas charlando en los rincones con copas de ponche rojo oscuro. Por un instante me pareció reconocer en lo que estaba viviendo, algún relato antiguo de los festejos de los reyes medievales en la Europa antigua.

Recorrí las instalaciones como si nadie me viera. Piqué un par de saladitos con cebiche. No pude dar con los dueños de casa. Pasadas las 21.50 horas, por la ventana de un salón pequeño que daba a los jardines exteriores, vi una acumulación de casi mas de treinta autos ultimo modelo en una interminable fila frente a la entrada principal. Me pareció reconocer en el primero de ellos a un Mercedes Benz negro con algo así como la bandera del Perú en la parte delantera: el presidente Alan García ¿Pasaría la navidad con Dionisio Ferrante Kramer?

Casi a las diez de la noche empecé a fastidiarme porque hacia casi tres horas que estaba esperando para que me atendieran. Me decidí a buscar a Emir para que me llevara con su jefe. Cuando dejé mi lugar junto a la ventana, giré bruscamente y lo vi., silenciosamente frente a mí.

- "Buenas noches. Son Dionisio Ferrante Kramer. ¿Es usted Ebar Gorriti?" me dijo suavemente; sostenía una fina copa de cristal en su mano.

Junto a él, se encontraba parado un hombre corpulento de traje gris, con una extraña corbata roja sujeta por una antigua traba, similar a la que alguna vez le vi puesta a Patricio D´orrys.

La verdad, me quedé helado. El parecido con Demian era patéticamente real. Casi me quedé mudo. Solo atiné a responder con voz temblorosa: "-Sí...un gusto...feliz navidad"

- “¿Así que usted está escribiendo un libro sobre mi vida...?", me preguntó intrigado.

Quedé descolocado. Tal vez Dionisio lo descubrió en mi mirada, increpándome una vez más.

- “¿Por qué un libro sobre mi? ¿De qué se trata? “

- “No” -dije con un poco de miedo y no entendiendo porque había aceptado esta misión- “Un libro no... Yo colaboro, escribiendo en un blog”

- “Un blog?”- dijo levantando la voz.

- “Si, desde Argentina. Un blog sobre la historia de la vida de su hermano”...

Ahí sentí pánico. Los ojos de Dionisio se inyectaron en sangre.

- “¿Mi hermano?”, continuó gritando.. “¿Danilo?”, preguntó tratando de calmarse.

- “No”, le dije temblando...

- “¿Duilio?", siguió increpándome. Volví a negar.

- “Entonces... “ -dijo intentando recobrar la compostura- “... Querido amigo, debe haber un error. No tengo más hermanos. Agradezco su visita pero le pido que se retire de mi propiedad”

“¿Cómo que no tiene más hermanos? ¿Y el Atila de Tumbes? ¿El Peruano Dorado?”

Dionisio, que comenzaba a retirarse, dio media vuelta sobre sí y se detuvo; por detrás, siempre el hombre de la traba de corbata.

- “Sí, a Demian me refiero!.. Su hermano menor.. el que nació exactamente 4 años después de usted!!!, ahora era yo quien lo increpaba.

A partir de ese instante amigos, todo fue confusión.

Solo recuerdo flashes y momentos mezclados. Recuerdo la voz de Dionisio diciendo “Demian... ese blando de mierrr...", y nada más.

Me parece ver al grandulón de traje gris frente a mi tal vez golpeándome, la sensación de volar por la habitación, ruido de vidrios rotos primero y una sirena de ambulancia después para finalmente recuperar el sentido en una habitación del hospital comunal de Quito en Ecuador, desde donde -mas allá de no tener idea de cómo llegué- les escribo estas líneas.


Siento que fracasé. No pude cumplir con mi cometido de rescatar aspectos de la navidad de Dionisio Ferrante Kramer. Mas allá de esto, les pido por favor me giren algo de dinero ya que por algún motivo que no aun no alcanzo a entender, luego del percance mencionado mi billetera solo tiene mi cedula de identidad y mi registro. Donde se encontraba el dinero con el que iba a costear mi viaje de vuelta solo había una tarjeta de FK Enterprises con la leyenda manuscrita "Felis Navidad"

Sin más, espero que todos pasen felices fiestas. Nos vemos a fin de febrero, fecha que de acuerdo a los pronósticos de los médicos que me atienden voy a poder volver a caminar.

Saludos cordiales,

Ebar.

2 comentarios:

Luis dijo...

Por eso es un grande el peruano!. El es un croto, pero miren los hermanos que se echó!

Laura

Anónimo dijo...

Las fotos impactan, tanto de la casa como la del personaje en cuestión.

Muy despota y orgulloso el anfitrión y... hasta grosero. Lastima que no haya tenido un final feliz pero no obstante fue divertida la experiencia.

Besitos y feliz fin de!