La reconciliación - Parte 3

Danilo intentó dormir. Se recostó sobre uno de los sofacama del living-dormitorio con los que contaba el avión, e intentó desconectarse de esa frenética reunión familiar que estaba armando su hermano mayor, mientras lo escuchaba como loco utilizar el teléfono satelital: “Sheraton Hotel de Pilar, Schuster Catering, el Malba, Cristina Kirchner, Claudia Lapacó, Fanny Mandelbann, Ernestina de Noble, El ilusionista de Boedo, un tal Don Horacio, Liberatti…”. En fin, una veintena de llamados.

A Danilo le sorprendió que Dionisio, tuviese tantos teléfonos en la memoria de contactos en Argentina, aun cuando hacía tres décadas que se negaba a hacer negocios allí, argumentando que odiaba a la gente de ese país.

Más allá de eso, en un rato se durmió. Sólo lo despertó el contacto de la nave con suelo Argentino. Los Ferrante Kramer habían llegado a Buenos Aires.

Del Aeropuerto Militar de Palomar, donde aterrizaron –vaya a saber que contactos tenían los Ferrante Kramer para ello- directo al Sheraton Hotel de Pilar. Tomaron sus habitaciones, y luego de un descanso, ambos se juntaron en el restaurante del hotel para comer algo y esperar la llegada de Duillo. A los postres, y algo retrasado, llegó el tercero de los hermanos. Los tres se abrazaron como sabiendo que estaban frente a un hito en la historia familiar. Después de casi 30 años, los cuatro hermanos iban a estar juntos de nuevo. Sin dudas, aunque nadie lo dijera, todos estaban emocionados.

En la segunda ronda de café, y luego de interiorizarse de los detalles de la vida de sus hermanos (Danilo triunfando en San Francisco -USA- con su empresa productora de aceites de lino que había iniciado un proceso de diversificación y ahora también hacia aceites para el cuerpo, y Diulio, con su Centro de Salud Mental en Denver, que ahora también atendía animales con conflictos socioculturales) ...

- “Tengo el salón reservado. Hice cursar más de 500 invitaciones a las personalidades de la economía, la política, los negocios, el deporte y el espectáculo de este país, nadie va a faltar!”, dijo Dionisio, excitado.

- “¿Faltar, adónde?”, respondió Duillo, quien por haber llegado por separado, desconocía el detalle de las actividades planeadas por su hermano mayor.

- "A la fiesta de bienvenida a Demian!!!!!!!!!!"

Diulio se quedó en silencio. Le alegraba esta especie de “indulto” familiar a Demian pero también conocía a Dionisio, sin dudas el más delirante de los cuatro hermanos.

- “¿Una fiesta?.. Es necesario?... Dionisio, hagamos algo íntimo, volemos con Demian de vuelta a Tumbes, ése es nuestro lugar. Pasemos unos días todos juntos en la casa de papá…en familia”.

- “Este evento es demasiado importante para hacer algo íntimo… Somos los Ferrante Kramer y estamos juntos de nuevo!!!!!!!!”, dijo Dionisio, se levantó y abandonó la mesa.

- “¿Estamos juntos de nuevo? ¿Cuándo estuvimos juntos?”, reflexionó Duillo, mientras miraba entristecido a Danilo. Hubo un instante de silencio que se rompió con el vozarrón de Dionisio quien desde el lobby les gritó: “En una hora los espero acá…salimos para Villa Martelli. Vamos a reencontrarnos con nuestro hermano!!!!!!!!”

Danilo y Diulio asintieron sin decir una palabra.

Algo más de una hora después, los tres hermanos estaban sobre la General Paz camino a Villa Martelli. Era una situación extraña. Cuanto más contento estaba Dionisio por encontrar a Demian, más intranquilos estaban Danilo y Diuilio.

Llegaron a la pensión de Don Horacio. El remis que los trasladó tenía la orden específica del mayor de los Ferrante Kramer: ”Venimos tres. Nos vamos cuatro. Espérenos todo lo que sea necesario.”

Continuará…

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