
La habitación era amplia. Una cama. Una especie de mesa, dos sillas. Un mueble con cajones. Algo de ropa desacomodada en el piso. Una tabla de corcho en la pared con varios artículos de diario y fotos pegadas: un artículo de Bill Gates, una foto de Gerard Depardieu, una que Casimiro intuyó era de Demian en su juventud con sus hermanos y su padre. Arenas se sorprendió al ver que en la misma, el padre de Demian estaba tapándole la cara con un sombrero.
Sobre la mesa, un porta vela con una vela a medio consumir, unos fósforos, unas fotos de una joven que el supuso era Hilda las Condes, el gran amor de Demian, unas hojas manuscritas, varias biromes y dos copas. Debajo de la mesa, en un balde, una botella de champagne Monitor con hielo. Evidentemente Demian esperaba a alguien para festejar la nochebuena. Eso alegró imprevistamente a Casimiro. Demian no iba a pasar la navidad en soledad. No había cosa peor que esa.
Habían pasado las 22.30, de afuera se escuchaban los gritos de Don Horacio y el resto de los habitantes de la pensión que se preparaban a sentarse a cenar todos juntos como una gran familia.
Se sentó frente a la cama e intentó despertar a Demian...moviéndolo. "Demian....soy Casimiro...despertate que ya van a ser las doce...".

- “Estas bien?”, le dijo. Demian le respondió con un sonido gutural. Casimiro intuyó que Demian lo escuchaba y entendía lo que le estaba diciendo por lo cual empezó con una breve introducción de su cometido. Nunca hasta entonces Arenas había tenido oportunidad de hablar en intimidad con Demian a quien tanto admiraba.
Le pareció el momento propicio para contarle acerca de las distintas investigaciones que había llevado adelante con respecto a su obra y la intervención del destino, le dio también algunas consideraciones personales que según la teoría de Casimiro, demostraban que el fracaso sistemático del Peruano Dorado en todos sus proyectos laborales, personales o sociales estaban sindicados por la mano negra de su hermano mayor, Dionisio.
Con tanto énfasis habló Arenas, que se hicieron las doce de la noche casi sin que éste se diera cuenta. Demian hasta entonces se había mantenido inmóvil tirado en la cama de espaldas a Casimiro y cada tanto emitía un mugido que Arenas interpretaba como "Claro" o como "Aha!".
A las doce en punto un ruido de cohetes ensordecedor inundó la noche. El ruidoso festejo de la llegada de la nochebuena hizo saltar a Demian de la cama que miró a Casimiro extrañado.
- “¿Quien es usted?”, le dijo balbuceando de miedo.
- "Demian....” -dijo Arenas- “Soy Casimiro...Feliz navidad!".
El peruano se abrió paso a los empujones entre la oscuridad. Casimiro estaba desencajado. No sabía qué hacer. Ferrante corrió debajo de la mesa y sacó la botella de champagne que estaba en hielo dentro del balde. Tomo las copas y se dirigió tembloroso a Casimiro mientras abría la botella.
- “No se quien sos pero menos mal que viniste. Es una pena que no tengas con quien pasar las fiestas”… Sirvió la copa para Casimiro y empino la botella del pico en su boca.
- “Feliz navidad....jajajajajaja!... Feliz navidad Dionisio, feliz navidad Duilio, feliz navidad Danilo, feliz navidad Hilda, feliz navidad Walter!!!”

- “Qué bueno que viniste con nosotros Casimiro... Es una pena que no tengas a nadie para pasar las fiestas...Feliz navidad”… Después de eso, cayó inconsciente.
Arenas, aún con la copa en alto, lo miró, tomó un sorbo y dejándola sobre la mesa se acercó a la puerta.
- “Feliz navidad Demian!...”, dijo con la voz quebrada. Cerró la puerta y se marchó. Al salir se cruzó con Don Horacio que terriblemente borracho lo miró y le dijo.
- “Qué te pasa querido?.. porqué lloras? te emociona la navidad?”
- “Sí...puede ser” -dijo Casimiro ahogando el llanto- “Feliz navidad”… Y se marchó.
FIN
Nota: como habrán podido apreciar, esta es una de las historias más tristes del Peruano Dorado jamás contadas. La escribió AlexB, y le dije en su momento: "Es tan triste, que lloré en serio!". Qué sea la última vez!". Me entendió, y comenzó a bosquejar "La convención de fans de Ferrante Kramer", algo poco serio, como todo lo que escribimos.